Para entender la pandemia en Estados Unidos, Wisconsin es paradigmático: con una de las peores tasas de nuevos contagios de todo el país, un estado dividido entre azules y rojos, una brecha partidista que bloquea las medidas del gobierno, una corte de justicia controlada por los republicanos (a imagen y semejanza de la Corte Suprema de EEUU) y una creciente tensión racial que terminó explotando en numerosas protestas durante los disturbios generalizados por la muerte de George Floyd. Y hacerse con Wisconsin es clave para la carrera presidencial a la Casa Blanca.
La pandemia es prácticamente el único elemento que ha hecho grave daño a Trump en las encuestas. A día de hoy, un 57,4% de los estadounidenses cree que Trump no ha gestionado bien la pandemia y solo un 39,8% piensa que sí. Unas cifras que calzan con la popularidad de Trump durante estos cuatro años. Sin rebasar nunca el 50%, pero tampoco por debajo del 40%. En ese margen es donde puede perder la Casa Blanca.
Mientras, las cifras del covid en Estados Unidos, el país más afectado del mundo con más de nueve millones de casos, siguen creciendo: este miércoles se registraron más de 80.600 nuevos infectados, una cifra récord y casi el doble de los que se registraban en abril, cuando Nueva York era el foco pero el resto del país parecía relativamente a salvo. Ahora, la pandemia se ha desplazado desde las costas hacia el centro del país, donde se registran los mayores aumentos de casos per cápita.
Un 57,4% cree que Trump no ha gestionado bien la pandemia por un 39,8% que piensa que sí. Unas cifras que calzan con su popularidad durante estos cuatro años. Sin rebasar nunca el 50%, pero tampoco por debajo del 40%. En ese margen se juega la Casa Blanca
Cualquiera sea el resultado de las elecciones, el invierno será difícil. Como ha demostrado la agresiva campaña de Trump contra los gobernadores demócratas para que reabrieran sus estados (con sus tuits “¡Liberad Michigan!”), la presidencia no tiene tantas opciones para aplicar medidas anti-covid, que estarán en manos de las autoridades locales. Especialmente cuando un elemento como las mascarillas se ha convertido en una insignia partisana.
Pero el coronavirus va más allá de la crisis sanitaria y las más de 228.000 muertes, también ha desnudado otros problemas que ya estaban ahí: la desigualdad económica, la fragilidad del sistema de protección social estadounidense, especialmente para las minorías y la brutal polarización del país. La gran gota histórica que amenaza con colmar el vaso de las contradicciones.