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¿Qué hacen los demócratas mientras arde EEUU? La gran oportunidad de Joe Biden
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Trump amenaza con desplegar el Ejército

¿Qué hacen los demócratas mientras arde EEUU? La gran oportunidad de Joe Biden

Trump enciende el discurso y los demócratas, en silencio, siguen subiendo en las encuestas mientras el país entra en un bucle de protestas

Foto: La Guardia Nacional, frente a la Casa Blanca. (Reuters)
La Guardia Nacional, frente a la Casa Blanca. (Reuters)

Las protestas raciales se han extendido a docenas de ciudades estadounidenses, donde la violencia se alterna con las marchas pacíficas, los disturbios con las sentadas y los negocios ardiendo con las llamadas a la paz y a la calma. Un mosaico de frustración y de cólera que, sumado a la pandemia, tiene a Donald Trump acorralado: el presidente ha llegado a amenazar con desplegar el Ejército dentro del propio país si los alcaldes y gobernadores no controlan los disturbios, que ha catalogado de "terrorismo doméstico". Mientras, su rival demócrata, Joe Biden, mueve sus piezas para hacerse con la Casa Blanca este noviembre.

Washington amanece marcada por la huella de las protestas antirracistas

“Protestar es una respuesta natural a las injusticias estadounidenses, pero quemar comunidades no”, dijo el candidato demócrata durante una reunión virtual con los alcaldes de las ciudades más afectadas. El domingo apareció de improviso en una protesta de Wilmington, la ciudad donde reside. Biden habló con varios manifestantes e hincó la rodilla frente a las cámaras, en señal de rechazo a la violencia policial y el racismo.

A la amenaza de Trump de desplegar el Ejército frente a lo que considera "actos de terrorismo doméstico", Biden ha querido posicionarse también junto a los manifestantes. En un mensaje en Twitter, el veterano político criticó que el presidente "esté usando al Ejército estadounidense contra el pueblo estadounidense" y apeló a la unidad del país para derrotarlo.

El exvicepresidente de EEUU parece haberse metido ya en el traje presidencial. Durante el confinamiento en su mansión, Biden actuaba como si fuera comandante en jefe. A primera hora de la mañana, leía el informe que le preparaba su equipo, echaba dos horas en el gimnasio y empleaba el resto del día en comunicarse con los aliados, disponer la estrategia y atender a las televisiones desde el sótano.

Foto: Manifestantes protestas pacíficamente antes de que la policía les dispersara con gas pimienta (Reuters)

Una rutina que, sin embargo, apenas ha generado ruido y ha dejado que Donald Trump, con su sagaz instinto para controlar las noticias, acapare la agenda pública. Según el portal Axios, desde mediados de marzo a mediados de abril, el republicano ha sido mencionado en televisión el triple que Biden, ha generado siete veces más interacciones en las redes sociales y suma 15 veces más seguidores. En la prensa escrita, Donald Trump ha sido mencionado nueve veces más que su rival.

Y, sin embargo, Biden siempre ha estado por delante de Trump en las encuestas. En todas: incluso la del canal conservador más importante, Fox News, otorga a Biden una ventaja de ocho puntos en las elecciones de noviembre. Si colocamos la lupa en los 13 estados más importantes, allí donde el voto está más ajustado, las estimaciones también dan a Joe Biden como ganador.

Los disturbios se extienden por todo Estados Unidos

Varios observadores piensan que esta 'campaña invisible', en realidad, es intencionada. Una manera de encarnar la alternativa al caos y la vociferación de los últimos años. Una forma de volver a la época de tranquilidad, monotonía y comunicados oficiales, a cuando los políticos leían lo que les preparaban sus departamentos de prensa y los tuits corrían a cargo de los becarios.

“No tiene un cargo electo, y ciertamente no tiene el megáfono de la persona que ahora mismo ocupa la Casa Blanca, pero creo que nuestra gente está buscando a alguien que pueda hacerlos sentir mejor en estos tiempos extremadamente duros”, declaró la representante Val Demings, de Florida. “Estados Unidos simplemente necesita saber que hay alguien comprensivo, alguien que esté dispuesto a decir: ‘Sí, tenemos algunos problemas’, y que esté dispuesto a abordarlos”.

placeholder Joe Biden se arrodilla en honor de George Floyd en una protesta en Carolina del Norte. (Reuters)
Joe Biden se arrodilla en honor de George Floyd en una protesta en Carolina del Norte. (Reuters)

El bajo perfil de Joe Biden tiene otra ventaja: a menor exposición pública, menos oportunidades de meter la pata. Una de las debilidades más reconocidas del candidato son sus despistes y sus salidas de tono. Pese a cultivar un comportamiento cercano, el de un hombre que durante sus 26 años como senador vivió siempre en Delaware, realizando 8.200 trayectos de ida y vuelta a Washington, Biden no se achica ante los votantes contestones y dice cosas que hubieran encajado mejor en una película de John Wayne que en el EEUU de la corrección política.

Si te cuesta decidir si votarás a Trump o a mí, entonces es que no eres negro

“Si te cuesta decidir si votarás a Trump o a mí, entonces es que no eres negro”, soltó al final de una entrevista con el presentador de radio Charlamagne Tha God. Las palabras de Biden sentaron mal en una comunidad que vota demócrata con márgenes superiores al 80% desde hace 50 años. “Es el comentario más arrogante y condescendiente que he escuchado en mucho tiempo, y eso es mucho decir”, declaró el senador de Carolina del Sur, Tim Scott, republicano de raza negra. Biden se retractó de sus palabras: “No tenía que haber sido tan listillo”.

Cadáveres en el armario

Medio siglo de vida política es medio siglo de cadáveres en el armario. La hemeroteca de Joe Biden tiene un poco de cada cosa: rechazo, en los años setenta, a medidas que habrían atenuado la segregación racial 'de facto'; camaradería con viejos políticos abiertamente racistas, como los senadores James Eastland y Strom Thurmond; apoyo a la invasión de Irak; un hijo, Hunter Biden, que lleva tiempo haciendo negocios que no podrían explicarse de no ser por su apellido familiar, y una acusación de abusos sexuales por parte de una antigua empleada, Tara Reade.

Pero los republicanos, empezando por Donald Trump, atacan sobre todo la capacidad cognitiva de Biden, que a sus 77 años se muestra a veces cansado y tiene dificultades en encontrar las palabras. Las fuerzas conservadoras disfrutan haciendo vídeos con sus peores momentos. Los demócratas argumentan que el viejo Joe siempre ha sido así: un hombre que, como cualquier vecino, tiene sus inocentes deslices, y aún arrastra secuelas del tartamudeo que padeció en su juventud.

Foto: Protestas frente a la Casa Blanca, en EEUU. (Reuters)

Ahora Trump acusa a Biden de representar la mano blanda con las protestas, una timidez que habrían desplegado los alcaldes y gobernadores demócratas en lugares como Atlanta, Mineápolis o la propia Washington DC. “La gente del Adormilado Joe Biden son la Izquierda Radical que está trabajando para sacar a los anarquistas de la cárcel”, tuiteó el presidente. Al menos 13 miembros de la campaña de Biden han donado dinero a Minnesota Freedom Fund, una iniciativa que busca pagar las fianzas de personas encarceladas durante los disturbios de Mineápolis.

Con vistas a noviembre, la estrategia de Biden tiene dos objetivos: reeditar la gran coalición que dio la victoria a Barack Obama en 2008 y 2012, es decir, las minorías y las grandes ciudades, y laminar el apoyo a Trump entre los blancos de clase obrera del interior. Un plan que, a tenor de los datos, puede resultar factible.

Violento enfrentamiento entre la policía y los manifestantes por la muerte de George Floyd en Portland

En 2016, el voto blanco del interior le costó a Hillary Clinton las elecciones presidenciales. Solo la votaron, en este grupo demográfico, el 37%: de ahí que perdiera por un margen estrecho los estados de Michigan, Wisconsin y Pensilvania. A este respecto, Biden parte con ventaja: los sondeos en estos estados le dan una mayoría holgada y tiene la intención de voto del 42% de los blancos.

Otro indicador favorable a Biden es que no genera el rechazo que sí provocaba Hillary Clinton. Hace cuatro años, los votantes que tenían una opinión desfavorable de Hillary y Trump acabaron eligiendo al segundo: la cara nueva, la opción alternativa al 'establishment'. Ahora, en cambio, los votantes a los que no les acaban de gustar ni Trump ni Biden votarían al demócrata en una proporción de seis a uno.

Una serie de ventajas que, sin embargo, a cinco meses de las elecciones, con los antecedentes de los sondeos de 2016, un repóquer de crisis nacionales, los instintos más feroces de Trump y la famosa torpeza de Biden, nos lleva a practicar la 'humildad epistémica': el reconocimiento de que, en realidad, nadie sabe qué pasará.

Las protestas raciales se han extendido a docenas de ciudades estadounidenses, donde la violencia se alterna con las marchas pacíficas, los disturbios con las sentadas y los negocios ardiendo con las llamadas a la paz y a la calma. Un mosaico de frustración y de cólera que, sumado a la pandemia, tiene a Donald Trump acorralado: el presidente ha llegado a amenazar con desplegar el Ejército dentro del propio país si los alcaldes y gobernadores no controlan los disturbios, que ha catalogado de "terrorismo doméstico". Mientras, su rival demócrata, Joe Biden, mueve sus piezas para hacerse con la Casa Blanca este noviembre.

George Floyd
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