Los yihadistas europeos del ISIS se cuelan en Turquía para regresar a Europa

"Somos tres francesas con cinco niños ... Queremos entregarnos a Turquía... Pero es complicado". La yihadista francesa N. se comunica con un teléfono escondido desde la remota periferia de la ciudad siria de Raqqa. Desde hace días está retenida en una vivienda de campesinos mientras planifica la vía de fuga para salir definitivamente del país. Observa su localización en el mapa y está a solo 50 km de la frontera de Turquía. Pero el trayecto entraña innumerables obstáculos: las tropas de Bashar al Asad avanzan por el oeste y el camino está plagado de 'checkpoints' de la milicia kurda del YPG que, si las arrestan, las devolverán a los campamentos de detención.

La francesa N. es unas de las fugitivas del campamento Ain Issa para familiares de combatientes del grupo terrorista Estado Islámico (ISIS) que escaparon del recinto el pasado 13 de octubre. La artillería turca, tras el inicio de la ofensiva para establecer su zona de seguridad, alcanzó las inmediaciones del campo y en el caos resultante 750 detenidos terminaron huyendo del asentamiento.

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La prisionera del Estado Islámico entonces pidió auxilio por teléfono: "¡No sabemos qué vamos a hacer, no sabemos si nos van a llevar a otro sitio, si nos vamos a quedar aquí, no sabemos que va a pasar!". Unos civiles sirios que merodeaban el campamento les ofrecieron protección y les condujeron hasta una casa en el norte de Raqqa. Una estancia familiar en una pequeña aldea de granjas y labrantío.

N., junto a otras dos yihadistas también francesas, planean durante 12 días la posibilidad de acercarse hasta la ciudad siria de Tel Abyad, tomada por Turquía en el curso de la operación militar, ya que este país podría activar finalmente su repatriación a Francia. "La cuestión es cómo vamos a pasar los 'checkpoints' kurdos", insiste. Así, pide ayuda a un miliciano sirio del SNA -Ejército Nacional Sirio- la fuerza 'proxy' que combate con los turcos en Tel Abyad. "No podemos llegar hasta Raqqa", le contestan.

"Solo queremos volver a Francia"

N. y su hijo, que nació en el Califato del grupo terrorista hace dos años, han estado desde el año 2018 retenidos en el campamento de Ain Issa. La inacción del gobierno francés para gestionar el retorno de los cerca de 130 yihadistas de esta nacionalidad, la dilación en sacar a los menores, la incertidumbre de la nueva ofensiva turca y el miedo a ser entregados a Irak ha llevado a los prisioneros del Estado Islámico a recurrir a la evasión, la clandestinidad y las vías ilegales como un último recurso para retornar a Europa. "Nosotras solo queremos volver a Francia", escribe N.

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Con el paso de los días, las mujeres contactan a un traficante para desplazarse hasta la posición turca en Tel Abyad. No saben si serán encerradas en las cárceles de la ciudad fronteriza o en cambio podrán pasar al territorio del sur de Turquía. "Nos ha pedido que le enviemos una foto y nuestro nombre para dárselo al ejército turco y a nuestro gobierno", dice N. Este el peor momento de la 'exfiltración', en el que pasan por varias manos, distintas estancias, negociaciones e interminables recorridos en coche. Hasta que finalmente llega este mensaje: "Estamos retenidas en un colegio en el pueblo de Suluk. Es una base de SNA". En un grupo de otras 17 personas de distintas nacionalidades, las francesas son puestas a disposición de las autoridades turcas el 31 de octubre de 2019.

Disputa entre Turquía y la UE

Las yihadistas francesas forman parte de los 287 extranjeros capturados en Siria desde el inicio de la operación turca Manantial de Paz. Hasta el momento, un ciudadano estadounidense ha sido devuelto y, según ha anunciado el portavoz del Ministerio de Interior turco Ismail Çatakli, 7 alemanes, 2 irlandesas y 11 franceses regresarán a su país esta misma semana.

Después del proceso de identificación e investigación criminal, si no existen pruebas contra ellos en Turquía, el Departamento de Inmigración (DGMM) contacta a la correspondiente institución consular. En el caso de N. la comunicación activa el Protocolo Cazeneuve, firmado entre Turquía y Francia en 2014, por el que Ankara debe alertar a París cuando un ciudadano francés es detenido en el área de la frontera turco-siria.

El dosier de los FTFs ha sido un asunto de crispación entre Turquía y la Unión Europea, que ha culpado a Ankara de fomentar la dispersión por no informar con tiempo sobre los vuelos de deportación. Pero las autoridades del país discrepan y creen que "hemos sido injustamente acusados de ser la autopista de estos FTFs (combatientes terroristas extranjeros)", afirma un oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores turco. Añade que "nosotros le hemos pedido a nuestros socios que nos ayuden a identificarlos cuando vienen". "Cuentan con suficiente inteligencia e información para sospechar que viajan a un conflicto entonces, ¿por qué no detuvieron esas salidas en primera instancia?", se pregunta. "Seguramente preferían que estas personas cayeran muertas en combate en Siria".

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A pesar de ello la fuente insiste en que "tenemos una cooperación excelente con Francia, casi todos los FTFs han sido deportados (más de 200)"; "y no hay ninguna queja en la coordinación con España", a donde se han devuelto unos 30 FTFs españoles. Una de las más conocidas es Asia Ahmed Mohamed, la yihadista de Ceuta de 28 años y esposa del conocido como Kokito. Su traslado a Barcelona se solicitó por la vía de la extradición puesto que había sido condenada por un juzgado de la ciudad turca de Kilis a 4 años y 2 meses de prisión por pertenencia a una organización terrorista.

Nos somos un hotel del Daesh

Todavía más de 1.200 sospechosos de Daesh, más de la mitad extranjeros de 43 nacionalidades, cumplen condena o esperan ser expulsados en las cárceles de Turquía. Y el asunto ha abierto, en los últimos años, nuevas líneas de diálogo con los miembros comunitarios "para que Francia por ejemplo asuma el coste del billete, el proceso de seguridad se lleve a cabo con más agilidad y puedan enviar un (policía) como escolta" recuerdan en Exteriores.

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La relación no es tan fluida con otros países, como Reino Unido y Holanda, que retiran la nacionalidad a aquellos que se desplazaron al Califato. Dos yihadistas holandesas no han recibido asistencia del personal consular al presentarse en la Embajada en Ankara y es ahora competencia de las autoridades turcas abrir un caso judicial contra ellas o iniciar el proceso de repatriación a Marruecos, país del que también conservan la ciudadanía. "No somos un hotel para miembros de Daesh", ha declarado el Ministro de Interior turco Suleyman Soylu, "y seguiremos enviándolos de vuelta. Si los reciben o no, ese no es nuestro problema", ha concluido el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.

Precisamente la reticencia de los gobiernos europeos a encargarse de los más de 1.200 detenidos en el norte de Siria (cifra de Egmont Institute) podría reabrir el flujo de prisioneros del Estado Islámico hacia Turquía. Estos días, las plataformas de comunicación de las detenidas en los campamentos proponen recolectas para pagar a los traficantes, "quienes tienen dinero salen con seguridad del área, y las que no se quedan atrapadas aquí", explica una de ellas. Pero esta ruta ilegal está plagada de riesgos como la abducción, violación o muerte de cientos de mujeres y niños; y contribuye, en definitiva, a la dispersión de la cuota más numerosa de prisioneros de una organización terrorista.

*Esta información forma parte de la investigación de Pilar Cebrián 'El regreso a casa de los yihadistas europeos', financiada por la Fundación BBVA y que será publicada en un libro en 2020.