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Del desprecio al interés: VOX mira a la cara a la extrema derecha euroescéptica
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ante las elecciones europeas de mayo

Del desprecio al interés: VOX mira a la cara a la extrema derecha euroescéptica

En las últimas semanas el caché político de Vox entre los grupos euroescépticos del Parlamento Europeo se ha revalorizado considerablemente

Foto: ManifestaciÓn "espaÑa en el corazÓn"
ManifestaciÓn "espaÑa en el corazÓn"

En las últimas semanas el caché político de Vox entre los grupos euroescépticos del Parlamento Europeo se ha revalorizado considerablemente. Mientras hace unos meses muchos de estos grupos menospreciaban en público al partido de Santiago Abascal, ahora lo observan con interés creciente. Tras Vistalegre, Vox ha pasado de estar en un impasse político a nivel europeo a encontrarse en una rotonda con varias opciones entre las que elegir. De hecho, el último sondeo publicado por Metroscopia el pasado 22 de octubre otorga a la formación ultraconservadora una intención de voto del 5,1%.

Hasta hace pocos meses Vox era un paria entre las fuerzas de la derecha euroescéptica europea. Sus partidos amigos dentro de lo que José Javier Esparza llama la “derecha axiológica” hacían como que no le conocían. Cuando se les preguntaba, arqueaban primero las cejas y, tras unos segundos de silencio, respondían: “ah sí, Vox” con cierto aire de incomodidad. Como quien habla de un antiguo conocido con el que preferiría no seguir manteniendo el trato y al que augura un futuro como mínimo complicado.

Un menosprecio apenas disimulado​

Marco Zanni, eurodiputado de la Liga Norte italiana, afirmaba en el mes de mayo que el partido de Santiago Abascal simplemente carecía de espacio político en nuestro país: “en España la crítica a la Unión Europea la ha ocupado la izquierda”. Además Zanni acusaba a Vox de amateurismo político a raíz de una agria polémica en Twitter entre su líder, Santiago Abascal, y el líder de la Liga, el italiano Matteo Salvini.

Tampoco lo veían nada claro los euroescépticos del Vlaams Belang flamenco: “es una pena que en España ustedes no tengan un partido como el nuestro”, se lamentaba Gerolf Annemans, diputado europeo de esta formación mientras lanzaba un dardo envenenado contra el partido de Santiago Abascal y Ortega Smith: “nosotros pensamos que España no está preparada para enviar miembros al Parlamento Europeo que puedan incorporarse a nuestro grupo (Europa de las Naciones y la Libertad). Nosotros somos partidos modernos, con historia, con capacidad, con liderazgo, y Vox no tiene nada de eso”.

Incluso Marion Maréchal Le Pen, nieta de Jean-Marie Le Pen y sobrina de Marine Le Pen, la actual presidenta del Frente Nacional, confesaba en çuna entrevista reciente con El Confidencial tener una idea muy ligera y banal del partido ultraconservador español. Tampoco el FPÖ austríaco ni el PVV holandés de Geert Wilders parecían tener muy claro quién era el partido español: “no lo tenemos en el radar” admitía el austríaco Harald Vilinsky algo confundido por la pregunta. “Lo que tenemos entendido es que aquí en España no se dan las condiciones para que emerjan partidos como los nuestros, que nacen en sociedades con muchos años de democracia, con altas tasas de inmigración musulmana y donde la crítica a la actual Unión Europea ha podido desarrollarse plenamente”.

Esta idea de que tanto España como Portugal carecen de las condiciones políticas y sociales adecuadas para el desarrollo de una fuerza política de corte nacionalista, populista, identitaria y conservadora ha conducido a los principales partidos de la ultraderecha europea a desconfiar profundamente de las iniciativas que surgen en nuestro país.

placeholder Abascal con Geert Wilders, el ultra derechista que logró quedar segundo en las elecciones de Holanda
Abascal con Geert Wilders, el ultra derechista que logró quedar segundo en las elecciones de Holanda

No pueden evitar el recelo de pensar que, tras los partidos de extrema derecha española, se esconden grupos de cabezas rapadas, nostálgicos del franquismo, asociaciones filo-nazis y, en general, exaltados de toda clase y condición. Y aunque en privado algunos miembros del Frente Nacional francés se diviertan contando anécdotas de sus viajes a España en los tiempos del falangista Blas Piñar, la estrategia de desdiabolización emprendida por el FN en 2011 e imitada posteriormente por otros partidos como la Liga Norte, el FPÖ o incluso Alternativa por Alemania, les lleva a huir de todo lo que les recuerde a ese imaginario como de la peste.

Para colmo, el estilo “rotundo y agropecuario” de Abascal (según la ingeniosa expresión del historiador Fernando Paz) alimenta esa imagen estereotipada que la extrema derecha europea se había hecho de Vox en el último año y medio. De ahí todos los arqueamientos de cejas, los silencios, la incomodidad e incluso las malas palabras. De ahí, en suma, el impasse político en el que se encontraban los ultraconservadores españoles cuando buscaban aliados más allá de los Pirineos.

Sin embargo, desde el mes de septiembre, y muy singularmente desde el pasado 7 de octubre, el escenario internacional ha cambiado favorablemente para Vox. Quienes antes lo miraban con simpatía pero con distancia (como el Frente Nacional), ahora se dirigen a él con efusividad; quienes apenas lo conocían lo observan en estos momentos con interés (como el FPÖ, pero también el partido “Ley y Justicia” polaco o el Partido Conservador británico); y quienes explícitamente lo rechazaban (como la Liga Norte o los belgas del Vlaams Belang y la Nueva Alianza Flamenca), ahora se resignan a tener que contar con ellos.

Vox tiene opciones entre las que elegir

El ostracismo de Vox ha dejado paso a un interés explícito alimentado por la posibilidad de que logre representación en la Eurocámara en las próximas elecciones de mayo. Varios grupos europeos pujan por acercarse a la formación española desde el convencimiento de que sumar a una fuerza de la península ibérica les otorga más opciones de asentar un espacio parlamentario propio. Santiago Abascal admite que hasta ahora han recibido ofertas de dos grupos parlamentarios europeos para unirse a ellos: “hay varios grupos que se han acercado a nosotros en las últimas semanas con interés”.

placeholder Abascal y simpatizantes de Vox siguen los resultados de la segunda vuelta de las elecciones francesas en las que Le Pen salió derrotada (EFE)
Abascal y simpatizantes de Vox siguen los resultados de la segunda vuelta de las elecciones francesas en las que Le Pen salió derrotada (EFE)

La primera oferta llega de parte de los partidos euroescépticos mainstream del parlamento europeo: el Frente Nacional, la Liga Norte y el FPÖ austríaco. El grupo que preside el francés Nicolás Bay (miembro del FN) multiplica en estos días sus guiños a la formación “verde” española. Sin ir más lejos, el pasado 13 de octubre Marine Le Pen saludó con entusiasmo durante un mítin la entrada de Vox en la escena mediática española: “cómo no ver con enorme satisfacción la emergencia en España de Vox, un movimiento que acaba de organizar un gran acto en Madrid, y que muy probablemente mañana enviará representantes políticos al Parlamento Europeo”. El propio Nicolás Bay admitía estar “positivamente sorprendido” por la evolución del partido de Santiago Abascal y decía confiar en que Vox pueda unirse a ellos después de mayo.

La segunda oferta le llega a Vox del grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, en el que se encuentran tanto los históricos tories del Partido Conservador británico como los polacos de “Ley y Justicia” en un espacio ecléctico de euroescepticismo soft. De hecho, los tories británicos invitaron a Vox al último congreso del Partido Conservador celebrado en Birmingham el pasado 30 de septiembre.

Abascal y los suyos se dejan querer

Por el momento Vox prefiere guardar las distancias con ambos grupos y postergar la decisión a después de las elecciones europeas, aunque reconoce que tendrá un encuentro en las próximas semanas en España con el grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos. Probablemente el encuentro tendrá lugar en Melilla y será consagrado plenamente a la cuestión de la inmigración que Vox quiere convertir en uno de los pilares de su campaña y en el hilo de hermanamiento con otros partidos europeos.

La agenda internacional de la formación de Santiago Abascal se completa con una visita de Stephen Bannon a Madrid antes de final de año y con un incipiente contacto con Fidesz, el partido húngaro presidido por Viktor Orban, con quien los ultraderechistas españoles están estableciendo una incipiente relación. No es en absoluto casual que la entrevista que el líder de Vox concediera la semana pasada a un diario húngaro fuera una de las más comentadas en el país centroeuropeo. Tampoco lo es que Santiago Abascal se atreva a decir que Orban es en estos momentos su “principal referente europeo”.

placeholder Abascal asegura que Viktor Orban, el primer ministro que está llevando a Hungría hacia el autoritarismo, es su referencia (REUTERS)
Abascal asegura que Viktor Orban, el primer ministro que está llevando a Hungría hacia el autoritarismo, es su referencia (REUTERS)

Este éxito relativo en materia de conexiones internacionales quiere ser aprovechado por el partido español para, en palabras de Santiago Abascal, “dar una estocada definitiva a la causa del independentismo catalán a nivel europeo”. “Esa es nuestra prioridad”, enfatiza Abascal, “cuando nos relacionamos con otros partidos europeos lo hacemos en vista a ganar una batalla diplomática para la causa de la integridad territorial española”.

El duque de Alba frente a los lazos amarillos

“Si soy elegido en las próximas elecciones de mayo iré por el Parlamento Europeo con una chapa del duque de Alba”, anuncia Santiago Abascal en un tono semejante a una boutade cuando se le habla de los lazos amarillos que portan algunos representantes del N-VA y el Vlaams Belang flamencos en apoyo a los políticos catalanes presos. “No es ninguna broma”, responde adoptando un tono muy serio, “ya la estoy encargando”. El líder de Vox se refiere a las insignias militares que homenajean a los tercios de Flandes y que aún pueden adquirirse acudiendo a la red.

Foto: Marion Márechal se ha retirado de la primera línea, para hacer política desde su escuela. (Reuters)

Las referencias a la historia imperial de nuestro país no son casuales en la formación ultraconservadora española. Santiago Abascal mira a Europa poniendo a España como eje, como metrópoli, como asunto central de interés. A Vox no le interesa Europa más que en cuanto concierne a España. Su ideal es que los europeos no se metan en los asuntos que atañen a la soberanía española; esto es, que España pueda gestionar sus tensiones territoriales como un asunto puramente doméstico y, en el fondo, radicalmente ininteligible para el resto. Por eso Abascal reconoce no preocuparse demasiado por las cuestiones europeas y dejar el peso de estos asuntos en manos de Rafael Bardají, miembro del comité ejecutivo de Vox y ex asesor de José María Aznar. Porque el escenario internacional sólo es un subterfugio para “ganar batallas diplomáticas” al independentismo catalán.

La ironía del destino es que el partido “españo-céntrico” que llenó Vistalegre se va a jugar su futuro político a medio plazo en las elecciones europeas y en la cantidad de representantes que logre sentar en el parlamento de Estrasburgo. Porque será desde ahí, siguiendo el ejemplo de Podemos, desde donde haga política interna en los próximos cinco años.

En las últimas semanas el caché político de Vox entre los grupos euroescépticos del Parlamento Europeo se ha revalorizado considerablemente. Mientras hace unos meses muchos de estos grupos menospreciaban en público al partido de Santiago Abascal, ahora lo observan con interés creciente. Tras Vistalegre, Vox ha pasado de estar en un impasse político a nivel europeo a encontrarse en una rotonda con varias opciones entre las que elegir. De hecho, el último sondeo publicado por Metroscopia el pasado 22 de octubre otorga a la formación ultraconservadora una intención de voto del 5,1%.

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