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Manual del perfecto espía ruso en un país de la OTAN
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Manual del perfecto espía ruso en un país de la OTAN

La expulsión de varios diplomáticos rusos de Grecia ha desvelado una trama que ilustra a la perfección cómo funciona un servicio de inteligencia en un país extranjero. Aquí lo explicamos

Foto: Vladímir Putin visita el Museo Cristiano y Bizantino en Atenas junto al primer ministro Alexis Tsipras, en mayo de 2016. (EFE)
Vladímir Putin visita el Museo Cristiano y Bizantino en Atenas junto al primer ministro Alexis Tsipras, en mayo de 2016. (EFE)

Hablemos francamente: los países se espían unos a otros, incluso entre amigos. Ya sea recabando información abierta o directamente sustrayéndola, las naciones tratan de sacar ventaja unas de otras por todos los medios por “el bien” de sus empresas y ciudadanos. En el caso de Rusia y Estados Unidos, con intereses a nivel global, esto se da de manera masiva. Si bien cuando se hace con el enemigo las cosas están más o menos claras -y la captura de un espía se suele saldar con la deportación exprés del susodicho, en una especie de pacto entre caballeros que no se da con los disidentes nacionales-, espiar a aliados es un asunto más peliagudo y sutil. Que se lo pregunten a los Estados Unidos del angelical Barack Obama, cuando en 2014 Edward Snowden reveló que Washington espiaba a sus socios más cercanos, como Alemania o Francia.

Pero el último en ser pillado con las manos en la masa ha sido el aparato de espionaje en Grecia -uno de los aliados europeos de Moscú, pese a su pertenencia a la OTAN-, que esta semana ha expulsado a cuatro diplomáticos acusados de maniobrar contra los intereses del país. La trama desvelada por los servicios de seguridad griegos permite entender perfectamente cómo opera un servicio de inteligencia en el extranjero, y nos ha permitido elaborar esta pequeña guía explicativa para futuros aspirantes.

1. Elige bien tu destino

Grecia, por ejemplo, es un destino ideal dentro la OTAN para el espionaje ruso. Es miembro de la UE desde 1981 y de la alianza desde 1952, por lo que tiene el pedigrí de ser uno de los socios más antiguos.

Al mismo tiempo tiene una vinculación histórica con Rusia que empieza en la religión -ambos son de mayoría ortodoxa-, hasta el punto de que se consideran naciones hermanas. Su colaboración viene de antiguo y tiene menos de espiritual: Moscú ayudó ingentemente a Grecia en su guerra de Independencia contra el Imperio Otomano; el primer gobernador de Grecia -Kapodistrias- había sido ministro en el Imperio Ruso, y las dos suelen tomar la misma postura en asuntos balcánicos como la independencia de Kosovo, que Atenas no reconoce. Grecia es sin duda el país más prorruso de la UE. Es el único miembro de la OTAN que usa extensivamente armamento de fabricación rusa.

2. Ten amigos con poder

Gran parte del espectro político griego, a derecha e izquierda, está lleno de políticos y empresarios que ven con buenos ojos a Rusia. También contribuye que Estados Unidos tenga tan mala imagen.

Dentro del mismo Gobierno de Tsipras dos ministros importantes para el “espionaje”, el de Defensa y el de Exteriores, son conocidos por sus simpatías por Moscú. El primero, Panos Kammenos, ferviente ortodoxo, ha estado vinculado al Ministerio de Exteriores ruso desde 2014 a través de su instituto de estudios geopolíticos. En la investigación de la vinculación de Trump con la trama rusa, aparece nombrado por los contactos que mantuvo con el colaborador trumpiano George Papadopoulos. Kammenos es un opositor a las sanciones contra Rusia por la invasión de Ucrania.

El segundo, Nikos Kotziás, considerado el más prorruso de los ministros de Exteriores, ha sido acusado en ocasiones de favorecer las visiones de Moscú. Siempre se saca a colación la invitación extendida en la Universidad del Pireo, cuando era profesor allí, a Alexander Dugin, supremacista y ultranacionalista ruso, para muchos el ideólogo de la política expansionista del Kremlin.

placeholder El ministro de Exteriores griego Nikos Kotziás en Viena, Austria, el pasado 30 de marzo. (Reuters)
El ministro de Exteriores griego Nikos Kotziás en Viena, Austria, el pasado 30 de marzo. (Reuters)

3. Seduce con tus encantos

Grecia fue uno de los únicos países de la UE que no expulsó a diplomáticos rusos tras la crisis del caso Skripal, el envenenamiento con Novichok de un exespía ruso y su hija en el Reino Unido. Tsipras dijo entonces que expresaba su “solidaridad” con Londres, pero que tenía que ser “responsable”. Fue Tsipras, cuando ganó las elecciones en enero de 2015, el que puso en duda la idoneidad de las sanciones de la UE contra Rusia por Ucrania, amenazó en varias ocasiones con vetarlas y las descalificó durante la visita de Putin a Grecia en 2016. Aunque al final tuvo que aceptarlas, fue un pequeño roto en la unidad de los 28 ante Moscú.

Atenas recibe, a cambio de su buenas relaciones con Rusia, ingentes cantidades de turistas, que lo ven como un país acogedor. En 2017, 800.000 en el primer semestre. Dado que la economía helena depende tanto de los visitantes extranjeros, este número contribuye a que el país no se haya hundido más de lo que está. Además Rusia tiene varios proyectos para permitir a Grecia acceder a su gas y terminar con su dependencia del carbón, más caro y contaminante. Uno de ellos fue el South Stream, malogrado por la desaprobación de la UE, y ahora el Turkish Stream, que tiene que superar de nuevo las reticencias bruselenses.

También la cooperación cultural ayuda a estrechar lazos. 2016 fue el “año de Grecia en Rusia”, y como parte del intercambio 160 obras del Museo Hermitage de San Petersburgo viajaron al museo bizantino de la capital.

4. Elige ‘botones adecuados’

Tsipras ha tenido una relación preferencial con Rusia desde el principio, porque cuando llegó al poder todos estaban contra él. Pero en 2015, en plena batalla helena con la troika, Putin aseguró: “No dejaremos caer a Grecia”. Pese a que finalmente la UE logró imponer su criterio y Grecia se abstuvo de bloquear las sanciones a Rusia, el primer ministro griego siempre ha tenido buenas palabras hacia Moscú, tratando de tender puentes. Incluso irritó a Obama al decirle que debía acabar con el enfrentamiento con el país de los Urales.

En 2015 Tsipras visitó Rusia, en 2016 Putin devolvió el viaje y puso el pie en Grecia, con presencia en el sagrado Monte Athos incluida. Tsipras está invitado a ir de nuevo a Rusia en 2018. En definitiva, Putin ha utilizado el respaldo durante los años duros de la crisis -incluso sin haber puesto un rublo- para forjar la confianza del amigo que te respaldó en los momentos duros.

placeholder Sacerdotes ortodoxos durante una protesta en la ciudad griega de Pella contra el acuerdo sobre Macedonia, el 6 de junio de 2018. (Reuters)
Sacerdotes ortodoxos durante una protesta en la ciudad griega de Pella contra el acuerdo sobre Macedonia, el 6 de junio de 2018. (Reuters)

5. Recluta informantes y 'agentes de influencia'

El trabajo de cualquier operativo de inteligencia incluye contar con fuentes y agentes que puedan suministrar información y llevar a cabo misiones en beneficio de sus controladores. Según el Gobierno griego, los cuatro diplomáticos puestos en la lista negra -dos de ellos acreditados en la Embajada rusa en Atenas y otros dos a quienes se les ha prohibido la entrada en el país- realizaban actividades "incompatibles con su estatus" y "violando la legalidad internacional". Entre otras cosas, según los servicios de seguridad griegos -que llevaban bastante tiempo vigilándolos e insisten en que las pruebas son "irrefutables"-, intentaron sobornar a altos cargos de la Iglesia Ortodoxa y expandir la influencia rusa en puntos clave, como el Monte Athos. También trataron de obtener información comprometida para facilitar los sobornos y chantajes, así como comprar a miembros de centros culturales, empresarios y elementos de la extrema derecha. Una operación de corte clásico, en suma.

6. Presiónalos cuando te interese

Tarde o temprano llega un momento en que los intereses de una potencia en otros países se ven comprometidos, como en el caso del acuerdo de Grecia con Macedonia por el nombre. Un asunto que ha sido visto con gran alarma desde Moscú, puesto que la base del acuerdo es la futura entrada de ese país eslavo en la OTAN.

Ese ha sido el momento escogido por el Kremlin para mover sus tentáculos, usando una organización de perfil bajo llamada Sociedad Imperial Ortodoxa Palestina para organizar protestas en contra de los Gobiernos de Atenas y de Skopje, especialmente en las zonas fronterizas donde el nacionalismo es más fuerte. También sobornando a funcionarios para obtener información sobre las negociaciones y tratar de boicotearlas. Al fin y al cabo, unos meses antes Dugin había estado en Macedonia predicando que la entrada en la OTAN destruiría la esencia de la nación macedonia y que lo mejor era entrar en la órbita rusa. Con eso y la experiencia en sembrar cizaña en otras partes, Rusia esperaba recoger algunos frutos a su favor, pero el resultado no ha sido el esperado.

7. No bajes la guardia

Un error común puede ser la falta de cálculo: las prioridades del Gobierno de Tsipras habían cambiado. Siguen siendo amigos de Rusia, pero Kotziás y Tsipras ven Macedonia como su gran legado, y su resolución como gran oportunidad política. Y Zaev, primer ministro macedonio, piensa lo mismo. Resulta que Grecia y Macedonia, ambas cercanas a Rusia, han decidido que tenían asuntos más importantes entre manos y que Rusia sobraba.

De ahí el desenlace inesperado. Grecia ha expulsado a dos diplomáticos y ha impedido que entraran en el país dos más porque no admite que se inmiscuyan en sus asuntos. Rusia dice que expulsará a dos diplomáticos griegos. Y todos tan amigos. Aunque Grecia ha marcado una línea roja que Moscú tendrá que respetar, el juego continúa dentro de la OTAN.

Hablemos francamente: los países se espían unos a otros, incluso entre amigos. Ya sea recabando información abierta o directamente sustrayéndola, las naciones tratan de sacar ventaja unas de otras por todos los medios por “el bien” de sus empresas y ciudadanos. En el caso de Rusia y Estados Unidos, con intereses a nivel global, esto se da de manera masiva. Si bien cuando se hace con el enemigo las cosas están más o menos claras -y la captura de un espía se suele saldar con la deportación exprés del susodicho, en una especie de pacto entre caballeros que no se da con los disidentes nacionales-, espiar a aliados es un asunto más peliagudo y sutil. Que se lo pregunten a los Estados Unidos del angelical Barack Obama, cuando en 2014 Edward Snowden reveló que Washington espiaba a sus socios más cercanos, como Alemania o Francia.

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