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Gibraltar se pone brava: amenaza a los trabajadores españoles… y acaba reculando
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Gibraltar se pone brava: amenaza a los trabajadores españoles… y acaba reculando

Gibraltar amenaza con rescindir los derechos de los españoles que cruzan la frontera para trabajar. Lo último que necesita Londres es un nuevo frente. La llamada al orden no se ha hecho esperar

Foto: El portaaviones de la Marina Real Británica Queen Elizabeth y el 23 Frigate HMS Somerset a su llegada a Gibraltar. (EFE)
El portaaviones de la Marina Real Británica Queen Elizabeth y el 23 Frigate HMS Somerset a su llegada a Gibraltar. (EFE)

Al Gobierno británico le crecen los enanos. Las negociaciones del Brexit no van bien. Londres trata de hacer equilibrios en torno a Irlanda del Norte para entenderse con Dublín, Belfast y Bruselas. También quiere lograr un acuerdo en la cumbre europea de la semana que viene que le asegure una transición que evite una salida sin paños de la Unión Europea dentro de un año. Y, en este delicado panorama, Gibraltar se ha puesto brava.

El viceprimer ministro de Gibraltar, Joseph Garcia, ha amenazado este viernes con rescindir los derechos de los españoles que, cada día, cruzan la frontera con el Peñón para trabajar allí. Lo harán, dicen, si España ejerce el poder de veto con el que puede impedir que los llanitos se beneficien de cualquier acuerdo al que lleguen la UE y Reino Unido, incluyendo esa red de seguridad que supondría un periodo de transición que permita una separación gradual.

"Ya no estamos obligados a permitir o proporcionar los derechos de los ciudadanos que se aplican tras la retirada (de la Unión Europea) o durante el periodo de transición", ha advertido Garcia, quien también amenaza con dar la batalla en los tribunales. Esto afectaría a los españoles y resto de europeos que residen en El Peñón, pero también a los cerca de13.000 españoles que cada día cruzan la frontera para ir a trabajar.

La salida de tono que ha pillado por sorpresa a Madrid, Bruselas y Londres por igual. Lo último que necesita ahora Theresa May y su Gobierno es abrir un nuevo frente. Y la llamada al orden no se ha hecho esperar, hasta el punto que las autoridades han terminado por recular. En un comunicado, las autoridades llanitas aseguran que Garcia "ha sido malinterpretado" y matizan que una revisión de los derechos de los trabajadores españoles y comunitarios sería un "efecto indeseado". ​

Foto: El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker (d), conversa con el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, en la cumbre de Bruselas. (EFE)
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El Gobierno español no da mayor importancia al asunto, convencido de que ha sido una salida de tono de los llanitos. Solo este año, España y Reino Unido han mantenido tres reuniones técnicas para ver qué hacer tras el Brexit con cuestiones como el control de la valla, los trabajadores transfronterizos o la lucha contra el tabaco de contrabando. Los contactos van "razonablemente bien", según fuentes consultadas, aunque España aprieta para conseguir la gestión conjunta del aeropuerto de Gibraltar, jugando la baza de dejarlo fuera del "Cielo Único" europeo y, por tanto, muy aislado.

Del Brexit, con Gibraltar de telón de fondo, han tratado Mariano Rajoy y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, con el que han aderezado el almuerzo que han mantenido este viernes en la Moncloa. El polaco se ha desplazado hasta Madrid para repasar cara a cara con Rajoy varios temas candentes en la agenda comunitaria, como parte de la ronda de consultas que está llevando a cabo antes de la cumbre europea que se celebra a finales de la semana que viene Bruselas.

Un fin de semana intenso para evitar un fracaso

El Brexit será uno de los platos fuertes de la cumbre europea, por lo que las negociaciones entre británicos y europeos se prolongarán todo el fin de semana para tratar de llegar al mayor número de consensos posibles sobre la aplicación del acuerdo de divorcio, aún pendiente de firmarse. El lunes, el negociador británico para el Brexit, David Davis, se reúne con su homólogo comunitario, Michel Barnier, en Bruselas, una nueva oportunidad para tomar la temperatura a unas negociaciones que han estado cerca de descarrilar por Irlanda del Norte.

Los europeos presionan a la 'premier' para que acepte que el territorio permanezca en la Unión Aduanera, lo que supondría de facto establecer controles entre este territorio y Gran Bretaña, con la consecuencia inmediata de la sublevación de los socios de May, los unionistas de la DUP. La alternativa es que presente otra solución que, eso sí, evite una frontera entre Irlanda del Norte y su vecina Irlanda. Una cuadratura del círculo, pero condición necesaria —aunque no suficiente— si los británicos quieren un periodo de transición. Y vaya si lo quieren.

Al Gobierno británico le crecen los enanos. Las negociaciones del Brexit no van bien. Londres trata de hacer equilibrios en torno a Irlanda del Norte para entenderse con Dublín, Belfast y Bruselas. También quiere lograr un acuerdo en la cumbre europea de la semana que viene que le asegure una transición que evite una salida sin paños de la Unión Europea dentro de un año. Y, en este delicado panorama, Gibraltar se ha puesto brava.

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