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¿Primeros pasos hacia una reunificación de la península de Corea?
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¿Primeros pasos hacia una reunificación de la península de Corea?

Las dos Coreas viven una euforia ante el acercamiento. Una península unida sigue lejos, pero existen fórmulas intermedias como la confederación, que ambas partes parecen dispuestas a explorar

Foto: Banderas de la unificación cuelgan de una verja en la Zona Desmilitarizada (DMZ) en Paju, Corea del Sur, el 19 de enero de 2018. (Reuters)
Banderas de la unificación cuelgan de una verja en la Zona Desmilitarizada (DMZ) en Paju, Corea del Sur, el 19 de enero de 2018. (Reuters)

Es bien sabido que en los últimos estertores de la Segunda Guerra Mundial, un joven oficial estadounidense sin apenas conocimientos sobre Corea llamado Dean Rusk (el futuro Secretario de Estado de Kennedy y Lyndon Johnson), utilizando un ejemplar atrasado de National Geographic, decidió delimitar las líneas de ocupación de la península en torno al paralelo 38: al norte quedarían estacionadas las tropas soviéticas, al sur las estadounidenses. Tres años después, aquella línea se convirtió en la frontera casi infranqueable entre las dos Coreas, hasta el día de hoy. Pero exceptuando las diferencias derivadas de haber mantenido sistemas políticos antagónicos durante siete décadas, norcoreanos y surcoreanos siguen siendo un solo pueblo, con la misma lengua y la misma cultura.

Por eso, la cuestión de la reunificación reaparece de forma recurrente cada vez que las circunstancias políticas lo permiten. En los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchang hemos vuelto a ver a los atletas de ambas Coreas marchar bajo la bandera de la unificación -diseñada en 1990 para una delegación conjunta en los Juegos Asiáticos de ese año, que finalmente no se llevó a cabo-, y, de forma más significativa, a los hinchas de ambas nacionalidades coreando “Somos uno” durante un partido de hockey femenino. Y el 11 de febrero, durante un concierto en Seúl al que asistió Kim Yo-jong (la hermana del presidente norcoreano Kim Jong-un), la popular cantante pop surcoreana Seo Hyun, de la mano de miembros de la Orquesta Samjiyon norcoreana, cantó “Nuestro deseo es la unificación”. Eventos todos ellos que han sido ampliamente difundidos no sólo por la prensa de Corea del Sur, sino también por la del Norte.

Foto: La delegación norcoreana en los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang con la hermana del líder, Kim Jong-Yo, en la esquina superior izquierda. (EFE)

La iniciativa ha molestado a EEUU, que teme un deterioro de su hasta ahora estrecha alianza con Corea del Sur. Y la disposición de Seúl a abrazar la apertura norcoreana -hasta el punto de pagar los gastos de su delegación olímpica a través de un fondo de 2,64 millones de dólares aprobado por el Comité de Intercambio y Cooperación Intercoreano- no ha contribuido a calmar sus inquietudes. El vicepresidente Mike Pence lo calificó de “charada propagandística” llevada a cabo por “el régimen más tiránico del planeta”. Y para el Almirante Harry Harris, comandante en jefe del Mando del Pacífico del ejército de EEUU, el acercamiento norcoreano sólo sirve a los aviesos propósitos de Kim Jong-un. “Creo que intenta la reunificación bajo un solo sistema comunista. Va camino de lograr lo que siente que es su lugar natural”, ha declarado.

Anteriormente se han iniciado conversaciones en este sentido en numerosas ocasiones: en 1971, 1991, 2000… Sin embargo, ninguna de estas iniciativas ha ido demasiado lejos. No obstante, Corea del Sur mantiene un Ministerio de Unificación, y en el país existen varios centros académicos y think tanks dedicados a este tema, como el Instituto de Estudios para la Paz y la Unificación (IPUS) de la Universidad de Seúl. Y según la Encuesta de Percepción sobre la Unificación 2017 de esta institución, el 53,8% de los surcoreanos cree que la reunificación es necesaria.

No obstante, de acuerdo con ese mismo estudio, hasta un 24,7% de los surcoreanos están convencidos de que la unificación es inviable. Un mero 2,3% responde que es posible "en los próximos 5 años", y un 13,6% creen que serían necesarios "hasta 10 años". Los desafíos, ciertamente, son formidables, empezando por el económico. Un ejemplo: los salarios anuales en Corea del Sur rondan los 30.000 dólares per cápita. En Corea del Norte son inferiores a 1.000 dólares.

placeholder La hermana del presidente norcoreano, Kim Yo Jong, asiste a un partido de hockey femenino en Gangneung, Corea del Sur. (Reuters)
La hermana del presidente norcoreano, Kim Yo Jong, asiste a un partido de hockey femenino en Gangneung, Corea del Sur. (Reuters)

Un abismo económico

"La unificación es improbable. El Sur no quiere empezar una guerra y tampoco quiere una reunificación súbita", señala Gianluca Spezza, investigador asociado en el Instituto Internacional de Estudios Coreanos en la Universidad de Lancashire Central y analista de asuntos norcoreanos. "Se han hecho muchos estudios sobre la reunificación de Alemania para ver si se podía aplicar aquí, y la respuesta es no. Entre Alemania Oriental y Occidental la diferencia económica era de 4 a 1, de 6 a 1. La economía de la RDA estaba mucho más desarrollada que aquí, y toda Europa pagó para que sucediese. Entre Corea del Sur y el Norte, la diferencia es de 40 a 1. Es demasiado grande", dice a El Confidencial.

"Al ver los sondeos, cuando se pregunta a los surcoreanos cuánto están dispuestos a dar por la reunificación, todo el mundo empieza a pensar que es demasiado, que es muy difícil. Sus salarios probablemente se reducirían a la mitad", indica Spezza. "La economía surcoreana, una de las más brillantes del planeta, se hundiría", comenta.

No obstante, existe, desde los años 70, una opción algo más realista: un sistema confederal. Una propuesta desarrollada por el abuelo del actual presidente norcoreano y fundador de la dinastía, Kim Il Sung, en 1980, quien durante el Sexto Congreso del Partido de los Trabajadores propuso crear la República Democrática Confederal de Koryo -de donde deriva el nombre actual de Corea-, y que muchos expertos consideran el único camino viable a corto y medio plazo.

Foto: Moon Jae-in durante su discurso de victoria al conocerse los resultados electorales. (Reuters)

"Los medios de Corea del Sur están empezando a debatir la idea, y tal vez no sea tan mala. Ya comparten la misma lengua y la misma etnia pero tienen dos sistemas diferentes de gobierno. La idea es tener dos sistemas y un país, con un área gestionada de forma conjunta en medio. Y de ahí, muy lentamente, ir hacia un mismo nivel e intentar unificarse", apunta Spezza. A pequeña escala han existido microiniciativas en este sentido, como la Zona Industrial de Kaesong, operada de forma colaborativa por Seúl y Pyongyang al norte de la Zona Desmilitarizada (DMZ) con capital surcoreano y mano de obra norcoreana, y de la que ambos se beneficiaban hasta su cierre en 2016 por el Gobierno de Park Geun-hye "como respuesta a las provocaciones del Norte". El nuevo ejecutivo de izquierdas de Moon Jae-in, de hecho, planea reabrirla.

La política no tendría por qué ser un problema insalvable: según la encuesta de IPUS, mientras casi la mitad de los surcoreanos encuestados quiere expandir su sistema democrático al Norte, un 37,7% apoya algún tipo de modelo híbrido en el que las dos administraciones cedan parcialmente. Otro 13,5% preferiría que se mantuvieran los dos sistemas pero en un mismo estado, esto es, una confederación pura.

Spezza, sin embargo, es escéptico, por razones meramente económicas: "Corea del Norte debería tener un crecimiento explosivo durante los próximos 30 años, y aún así no sería suficiente. Incluso sobre el papel, no puede hacerse". Las perspectivas, de hecho, no son buenas. Pero si el mantenimiento del status quo se torna imposible, y ante las alternativas de un conflicto armado devastador o un colapso económico del Norte que obligue a una absorción forzosa, son muchos los habitantes de la Península que anhelan que sus líderes logren encontrar una solución creativa que permita que por fin, de nuevo, los coreanos vuelvan a ser un solo país.

Es bien sabido que en los últimos estertores de la Segunda Guerra Mundial, un joven oficial estadounidense sin apenas conocimientos sobre Corea llamado Dean Rusk (el futuro Secretario de Estado de Kennedy y Lyndon Johnson), utilizando un ejemplar atrasado de National Geographic, decidió delimitar las líneas de ocupación de la península en torno al paralelo 38: al norte quedarían estacionadas las tropas soviéticas, al sur las estadounidenses. Tres años después, aquella línea se convirtió en la frontera casi infranqueable entre las dos Coreas, hasta el día de hoy. Pero exceptuando las diferencias derivadas de haber mantenido sistemas políticos antagónicos durante siete décadas, norcoreanos y surcoreanos siguen siendo un solo pueblo, con la misma lengua y la misma cultura.

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