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Seis meses para que Bulgaria, récord en pobreza y corrupción, se haga valer en la UE
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"su lugar está en el euro y en schengen"

Seis meses para que Bulgaria, récord en pobreza y corrupción, se haga valer en la UE

El país inaugura la presidencia rotativa del Consejo de la Unión Europea hasta junio. Una oportunidad para mostrar su solidez en un vecindario en el que no faltan los desobedientes a Bruselas

Foto: El primer ministro búlgaro Boyko Borisov durante una cumbre de líderes de la UE en Bruselas, en diciembre de 2017. (Reuters)
El primer ministro búlgaro Boyko Borisov durante una cumbre de líderes de la UE en Bruselas, en diciembre de 2017. (Reuters)

“Los últimos serán los primeros”, dice el Evangelio. Tras once años figurando de manera insistente como el farolillo rojo de la Unión Europea en cuestiones tan delicadas como la renta per capita y la corrupción, Bulgaria tiene ahora la oportunidad de colocarse en la primera fila comunitaria. Al menos, por seis meses.

Sofía ha asumido, de aquí a finales de junio, la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea. Durante este tiempo el Gobierno búlgaro se encargará durante este semestre de gestionar buena parte de la agenda comunitaria. Y no podría ser un momento más interesante, en pleno proceso de relanzamiento europeo y con un pacto gubernamental en Alemania a la vista.

Bulgaria no tendrá la batuta comunitaria, pero sí podrá promover temas tan delicados para el país como las relaciones de la Unión Europea con los Balcanes occidentales. Sofía también está dispuesta a presionar para salvaguardar los fondos de cohesión en un momento en que se plantea disminuirlos.

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Pero el interés, y aquí está la novedad, es recíproco. “No puedo pensar en nadie mejor que mi amigo Boyko [Borisov] para llevar a Europa adelante y actuar como un constructor de puentes en nuestra Unión, y más allá”, ha dicho en Sofia Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea.

Un buen piropo para un primer ministro que más allá de su peculiar perfil -fue bombero, guardaespaldas y ha jugado en segunda división búlgara, además de fundar una empresa y el partido conservador GERB tras su paso por las filas comunistas-, ha logrado acceder a su tercer mandato gracias a una alianza con nacionalistas de los Patriotas Unidos.

Borisov es tan popular en su país como controvertido. Se le ha acusado de estar ligado al crimen organizado y de presionar a la prensa crítica, y se ha visto envuelto en polémicas de tintes racistas y xenófobas. Coincidiendo con la puesta de largo de la presidencia búlgara y con la visita de los altos cargos europeos, miles de manifestaron marcharon contra la corrupción que impera en el país.

placeholder Manifestantes antieuropeos protestan en Sofía, el 11 de enero de 2018. (Reuters)
Manifestantes antieuropeos protestan en Sofía, el 11 de enero de 2018. (Reuters)

Bulgaria, ¿nuevo punto de apoyo?

La UE está en plenas negociaciones con Reino Unido. Tiene que encontrar un modo de cerrar el marco presupuestario que regirá más allá de 2021 pese al agujero de 13.000 millones que dejará el Brexit. Y acaba de pulsar, por primera vez, el conocido como “botón nuclear” para tratar de detener la deriva autoritaria de Polonia y, por extensión, Hungría. Si a esto sumamos unas elecciones en Italia previstas para marzo que quitan el sueño a más de uno, no cabe duda: tanto Bruselas como el eje París-Berlín y aliados necesitan afianzar sus relaciones dentro de la Unión Europea.

Bulgaria comparte preocupaciones con el resto de los antiguos países del bloque comunista (inmigración, cohesión, pérdida de valores tradicionales) pero es menos problemática que Varsovia, Praga o Budapest, de modo que es una buena candidata para ello. Todo, pese a las acusaciones de corrupción que rodean al Gobierno de Borisov y a sus escarceos ultranacionalistas.

Foto: El primer ministro húngaro Viktor Orban y el checo Andrej Babis participan en la reunión del Grupo de Visegrado con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, el 14 de diciembre de 2017. (EFE)

“La historia de los Balcanes es más dramática e interesante que un guión de ‘Juego de Tronos’, incluso sin tener dragones”, ha bromeado, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, durante los actos de apertura de la presidencia búlgara. No le falta razón. La creciente inestabilidad en la zona preocupa, y mucho en la UE. Y, muy en especial, los avances de Rusia, China y Turquía.

Para Sofía, que solo colinda con la UE en el norte, por su frontera con Rumanía, y en el sur, con Grecia, es importante mejorar las relaciones con sus vecinos no-comunitarios. Por una parte, con el resto de los Balcanes, para los que quiere promover su acercamiento a la UE. Pero Borisov también ha pedido trabajar para “normalizar” las maltrechas relaciones con la Turquía de Recep Tayyip Erdogan.

Durante la presidencia búlgara, la Eurozona se propone también decidir de una vez por todas hacia dónde quiere avanzar y sentar las bases para ello. Bulgaria, que aspira a entrar en el euro más tarde que temprano, aprovechará la coyuntura para promover su candidatura. Y no solo a la moneda única, sino también al espacio de libre circulación Schengen, al que aún no le han permitido unirse. “El lugar de Bulgaria está en el euro” y “en Schengen”, según Juncker. Aunque, eso sí, aún queda trabajo por delante.

“Los últimos serán los primeros”, dice el Evangelio. Tras once años figurando de manera insistente como el farolillo rojo de la Unión Europea en cuestiones tan delicadas como la renta per capita y la corrupción, Bulgaria tiene ahora la oportunidad de colocarse en la primera fila comunitaria. Al menos, por seis meses.

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