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El aviso de Bruselas a los díscolos: otros candidatos para la "opción nuclear"
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varios países del este, en el punto de mira

El aviso de Bruselas a los díscolos: otros candidatos para la "opción nuclear"

La aplicación del Artículo 7 a Polonia, que le priva de voto en las instituciones europeas, muestra la voluntad de la UE de reafirmar sus valores frente a las "democracias iliberales" del este

Foto: El primer ministro húngaro Viktor Orban y el checo Andrej Babis participan en la reunión del Grupo de Visegrado con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, el 14 de diciembre de 2017. (EFE)
El primer ministro húngaro Viktor Orban y el checo Andrej Babis participan en la reunión del Grupo de Visegrado con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, el 14 de diciembre de 2017. (EFE)

La decisión de Bruselas de activar la "opción nuclear" contra Polonia ha evidenciado la grieta, cada vez más insoslayable, que divide a la UE entre oriente y occidente. Un buen puñado de países del este, que tras la caída del Muro de Berlín se mostraron ávidos proeuropeos e hicieron méritos para entrar en el bloque, se están alejando de una forma cada vez más patente de los valores fundacionales del bloque, de los fundamentos de las democracias liberales basadas en el estado de derecho, la separación de poderes y la economía de mercado. Pero la decisión de la Comisión Europea también ha demostrado la determinación de la UE a enfrentarse a estos hijos díscolos en su deriva antidemocrática.

La brutal crisis económica que azotó la UE entre 2008 y 2013 sembró las dudas entre estos países. Luego llególa crisis de los refugiados, que percibieron como una doble amenaza contra su identidad soberana. Por un lado, centenares de miles de extranjeros -en muchos casos musulmanes- accedían en un breve período de tiempo al continente. Por otro, Bruselas -respaldada por Berlín- les exigía que acogiesen cuotas obligatorias de peticionarios de asilo. De forma paralela surgían triunfantes modelos alternativos de corte populista, como el que encaramó a Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos o el que llevó a que Reino Unido decidiese en referéndum abandonar la UE. Para colmo, sus raíces democráticas, tras pasados turbulentos y décadas de regímenes comunistas, eran demasiado superficiales para resistir esta tormenta perfecta.

Foto: Senadores de la oposición polaca enarbolan pancartas que dicen "Tribunales Independientes" durante la sesión del Senado del 22 de julio. (Reuters)

Polonia merece una mención especial dentro de este grupo vigilado que está poniendo en jaque a la UE y amenazando su capacidad de acción y decisión (porque muchas decisiones deben adoptarse por unanimidad). Varsovia ha estrenado el procedimiento previsto en el artículo 7 del Tratado de la UE contra estados miembros que violan sus fundamentos. A su par, por méritos propios, se encuentra Hungría, con quien Polonia conforma el núcleo iliberal, populista y reaccionario que planta cara a Bruselas en el continente. Pero no están solos. Junto a ellos se encuentran otros países como la República Checa, Rumanía o Bulgaría. Y, tras las elecciones de octubre, Austria podrían sumarse a este colectivo.

Polonia

El ultraconservador y nacionalista Ley y Justicia (PiS) llegó al gobierno en Varsovia con la promesa de "limpiar las cañerías" de burócratas corruptos y políticos globalistas y liberales que, en su opinión, querían liquidar la tradición cristiana y la cultura polaca. Dos años más tarde, con la mayoría absoluta que le otorgó el 37,6 por ciento de los votos, ha restringido las libertades públicas, limitado la libertad de prensa y aplastado la independencia del poder judicial con una batería de reformas que han politizado desde el Tribunal Constitucional hasta los tribunales ordinarios, pasando por la fiscalía y el equivalente al Consejo General del Poder Judicial.

Pero hay más. El Ejecutivo estuvo a punto de ilegalizar completamente el aborto, aunque reculó tras una serie de protestas masivas en la calle. Además han anunciado su intención de reformar la constitución para explicitar que el matrimonio es una unión entre un hombre y una mujer, de tal forma que en el futuro otro gobierno no pueda abrir fácilmente esta institución a los homosexuales. También son escépticos con el cambio climático. Son los mayores consumidores de carbón de la UE y uno de sus mayores contaminantes. Por último, se han peleado con Bruselas, Berlín y otras capitales por negarse tajantemente a aceptar refugiados musulmanes. Alegan que esto fracturaría la homogeneidad cristiana de su país.

Foto: Manifestación contra la prohibición del aborto en Cracovia, Polonia, el 3 de abril de 2016, la primera de una serie de protestas multitudinarias contra el nuevo Gobierno (Reuters)

Hace apenas unas semanas se produjo una curiosa crisis de gobierno en Varsovia. La hasta entonces primera ministra, Beata Szydlo, cedió su puesto a su ministro de Economía y Finanzas, Mateusz Morawiecki, y se quedó como viceprimera ministra. El movimiento intentaba subrayar un cambio y abrir una nueva etapa con Bruselas, pero evidenció cómo funcionan desde hace dos años las cosas en Varsovia. Porque quien de verdad mueve los hilos en el gobierno no tiene ningún cargo institucional ni ha sido elegido por los votantes. Se trata de Jaroslaw Kaczynski, de 68 años, presidente del PiS y ex primer ministro (2006-2007), quien una vez abogó por "una contrarrevolución cultural" en Europa.

placeholder El líder de líder del partido Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, el 8 de diciembre de 2017. (Reuters)
El líder de líder del partido Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, el 8 de diciembre de 2017. (Reuters)

Hungría

La Hungría del primer ministro Viktor Orban es quizá el país que más criticas ha recibido de la UE. El propio Parlamento Europeo exigió a principios de año que se le aplicase también la "opción nuclear". Orban, el líder ultraderechista más veterano con 13 años en el poder, se ha amparado en la mayoría cualificada de su partido en el parlamento para modificar en cinco ocasiones la constitución. Así ha reducido la independencia de la Justicia y del banco central. Estas modificaciones le han valido la reprobación de la UE y de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). También ha diluido la separación de poderes e impulsado una "ley mordaza" que ata en corto a los medios de comunicación. Hace algo más de un año logró cerrar el Népszabadság, el último gran periódico crítico.

Foto: Viktor Orbán.
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También se ha negado a acoger refugiados, bloqueando cualquier solución consensuada en este ámbito. Asimismo se le ha acusado de nepotismo y amiguismo, al favorecer con sus decisiones a amigos y familiares. Se le ha criticado además por estrechar sus relaciones con el presidente ruso, Vladímir Putin, y por estrangular financieramente a las ONG que critican su historial de violaciones de los derechos humanos. Últimamente ha cargado repetidamente contra las organizaciones ligadas al multimillonario George Soros, un judío estadounidense de origen húngaro, alegando que pretende limitar su influencia en el país.

Sin embargo Orban es bastante popular en Hungría. Lleva desde 2010 en el poder (y ya fue primer ministro entre 1998 y 2002) y en las últimas elecciones, las de 2014, su plataforma política, Fidesz, de la mano de los cristianodemócratas del KDNP, logró el 44,8 por ciento de los sufragios.

República Checa, Bulgaria, Rumanía... ¿Y Austria?

A rebufo de Polonia y Hungría están medrando otros países que están poniendo en duda los fundamentos de la UE. Entre ellos destacan los que se han opuesto a aceptar refugiados según el plan de reparto de Bruselas, como la República Checa, algo que parece que no va a cambiar la reciente elección como primer ministro de Andrej Babis, un multimillonario populista y euroescéptico investigado por fraude. También han entrado en el radar de la UE países como Rumanía -que trató este año de despenalizar la pequeña corrupción- y Bulgaria, a la que se considera que no combate eficientemente a las mafias y no trata de reformar su sistema judicial para que sea independiente y sólido.

Foto: El empresario búlgaro Veselin Mareshki, fundador y líder del partido Volya (Voluntad). (Reuters)
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Y en éstas, las elecciones de octubre en Austria pusieron también a Viena en el punto de mira. El ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ) quedó segundo y se ha coaligado con los conservadores -los ganadores de los comicios- para formar gobierno. Se han hecho con los ministerios clave de Exteriores, Interior y Defensa. El nuevo vicecanciller del país es Heinz-Christian Strache, conocido por su pasado en círculos neonazis. La última vez que el FPÖ alcanzó el gobierno, en el año 2000 y bajo el liderazgo de Jörg Haider, la UE impuso sanciones a Austria. Se congelaron las relaciones diplomáticas durante meses. Entonces no había aún "opción nuclear".

La decisión de Bruselas de activar la "opción nuclear" contra Polonia ha evidenciado la grieta, cada vez más insoslayable, que divide a la UE entre oriente y occidente. Un buen puñado de países del este, que tras la caída del Muro de Berlín se mostraron ávidos proeuropeos e hicieron méritos para entrar en el bloque, se están alejando de una forma cada vez más patente de los valores fundacionales del bloque, de los fundamentos de las democracias liberales basadas en el estado de derecho, la separación de poderes y la economía de mercado. Pero la decisión de la Comisión Europea también ha demostrado la determinación de la UE a enfrentarse a estos hijos díscolos en su deriva antidemocrática.

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