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Las siete frases de Varufakis que 'condenaron' a Grecia
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"DEBE REDUCIR" SU EXPOSICIÓN MEDIÁTICA

Las siete frases de Varufakis que 'condenaron' a Grecia

La visión de Atenas en esta crisis llega a los medios internacionales porque Varufakis jamás evita una confrontación. Ahora, la izquierda advierte que su exposición es tóxica para los intereses de Syriza

Foto: El ministro de Finanzas griego Yanis Varufakis (Reuters).
El ministro de Finanzas griego Yanis Varufakis (Reuters).

Polémico, rompedor, franco, sabelotodo, deslenguado, altivo… Muchos son los adjetivos, en ocasiones contradictorios, que pueden ser aplicados al verborreico ministro de Finanzas griego y que se aplican en proporciones diferentes según filia o fobia… Porque es indiscutible que Yanis Varufakis no deja a nadie indiferente.

Más que nunca, los puntos de vista de Atenas en esta crisis llegan a los medios internacionales gracias a que Varufakis jamás evita una confrontación verbal. El envés de esta capacidad y gusto por la entrevista es que la hemeroteca es –y bien lo saben los políticos profesionales–una fría máquina de devolver pequeños errores en forma golpes. Sus enemigos guardan con cuidado los recortes de prensa para cuando se tiene que desdecir o la realidad misma le desdice.

Medios cercanos a la izquierda radical, como el semioficial Avgí, han advertido de que su exposición en los medios puede llegar a ser tóxica para los intereses del Gobierno. La frescura con la que contesta sin ambages a las preguntas, una mezcla de academicismo e inocencia política, puede acabar siendo contraproducente para el resto del Ejecutivo, que se modera mucho más en sus declaraciones. En El Confidencial repasamos las frases más representativas del mayor generador de titulares del Gobierno de Tsipras.

“Les haremos entender nuestros puntos de vista”

Acaban de ganar las elecciones de finales de enero y están en la cresta de la ola. Tras años de travesía en el desierto, Syriza está lista para gobernar y elige a un brillante académico –peleón, aunque no revolucionario–para el ministerio de Finanzas, el que llevaría el peso de la fundamental negociación con la temida troika. Por entonces el partido de izquierda todavía hablaba de que se condonara la deuda al 50% y de emitir bonos sin fecha de maduración.

Varufakis aseguraba, como otros altos mandatarios antes que él, que el Eurogrupo y Alemania entenderían sus puntos de vista y terminarían por aceptarlos después de escucharlos. ¿La contrapartida, el punto de presión que iban a ejercer? Sobre el papel ninguno, solamente la fuerza de sus razones: el cambio en Atenas, simbolizado por Tsipras, parecía tener una continuación en la arrolladora personalidad del profesor Varufakis, que causó furor en las redes y fuera de ellas. Esta frase, con el tiempo, se ha convertido en el símbolo de todo lo que Syriza no podrá cumplir.

De la condonación se fue a un “acuerdo puente” y de ahí a pagar la deuda ligada al crecimiento… para terminar negociando qué medidas de reforma se implementan a cambio del dinero del rescate. Varufakis ha acabado ‘entendiendo’ los puntos de vista de Alemania. El dinero había vencido a la retórica.

“Los alemanes deben estar orgullosos de haber erradicado a los nazis”

Una gira exitosa por toda Europa de Varufakis (levantando pasiones en Francia, Italia, Gran Bretaña…) acabó en el rostro adusto de Wolfgang Schäuble en Berlín. Este no apreció el paralelismo del ministro heleno entre el ascenso de los nazis por las finanzas ahogadas por las reparaciones de guerra en la República de Weimar y el de Amanecer Dorado en la Grecia de la crisis. Varufakis conectó la “crisis humanitaria” con el ascenso electoral de los neonazis, que en los últimos comicios fueron el tercer partido más votado.

Más o menos acertada históricamente, mentar a los nazis en casa alemana se vio como una pura falta de respeto. El mensaje tenía otra indirecta escondida: poco después los griegos resucitarían la reclamación de reparaciones por la ocupación nazi de la Segunda Guerra Mundial, que Grecia lleva a cabo cada cierto tiempo. Como sucedió en ocasiones anteriores, el Gobierno germano dijo ‘nein’.

“No nos hemos puesto de acuerdo ni en que estamos en desacuerdo”

Misma rueda de prensa con Schäuble en la que el retruécano casi humorístico de Varufakis no pudo esconder el hecho de que Alemania no iba a ceder ni un ápice en las negociaciones. Mientras la opinión pública europea, que comenzaba a mirar con simpatía los puntos de vista de Atenas, Berlín se mostraba dispuesta a dejar caer a Grecia si las circunstancias lo requerían. Incluso las autoridades alemanas filtraron a Der Spiegel que preparaban un plan para la salida del euro del país heleno. Hasta el último segundo fueron inflexibles y, entre la espada y la pared, el díscolo Varufakis tuvo que atenerse a los términos del veterano liberal germano.

“Grecia está absoluta e irremediablemente comprometida con su permanencia en la Eurozona”

Los problemas de Varufakis no habían hecho más que empezar. La Bolsa de Atenas empezaba a dar saltos y el Banco Central Europeo cerraba el grifo a los bancos helenos. Las encuestas en Grecia mostraban el deseo abrumador de los votantes por mantenerse en el euro. Esta vez el ministro no llevaba la iniciativa: debía aclarar que los fantasmas que instalaron sobre Syriza los anteriores inquilinos del Gobierno eran infundados. Tsipras y los suyos querían seguir en el euro. Pero para seguir en el euro había que seguirlas reglas de la Eurozona… y vender en casa un producto distinto.

La troika se ha terminado: “Un comité basado en fundamentos podridos”

La primera reunión entre Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, y Varufakis poco después de las elecciones no fue un encuentro entre amigos. Unas declaraciones cargadas de dardos en la rueda de prensa y un apretón de manos de pasada dejaron clara la ruptura entre el holandés y el griego. Este último calificaba de ese modo tan gráfico –“podridas”–a los supervisores de las tres instituciones: el BCE, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea.

Sobre este asunto, el paso de las semanas ha dado lugar a un distanciamiento de comunicación de la realidad entre Atenas y el resto de Europa. En Bruselas se considera que la troika sigue ahí, dado que los contactos a nivel técnico continuarán aunque se hagan en otras ciudades, como ya sucedió en la última ronda del Gobierno de Samarás en París, y también que sigue el control financiero. En Atenas, Varufakis da a la troika por muerta aunque sea apoyándose en tecnicismos: ahora se llama “las instituciones”.

“Lapavitsas ha basado toda su carrera en la vuelta al dracma”

No todos comparten esta visión optimista de Varufakis sobre la negociación con la troika. Mientras el excombatiente y símbolo de Syriza, Manolis Glezos, se “disculpaba” por el acuerdo de extensión del rescate con la UE, otras figuras de la llamada Plataforma de Izquierdas, como Costas Lapavitsas escribía una polémica tribuna en The Guardian donde –de nuevo–defendía la vuelta de Grecia al dracma como salvación del país. Ni que decir tiene que a Varufakis no le hizo ninguna gracia. Conforme el partido de izquierda radical ha ido moderándose en sus posturas y, sobre todo, ha ido aceptando condiciones de la negociación, la revuelta dentro de la propia fuerza política ha ido creciendo.

La “ambigüedad creativa” que dio más tiempo a Grecia

En Alemania el enfado es mayúsculo. Después de que el Bundestag aprobara las medidas presentadas por Grecia para que se extendiera su rescate el 27 de febrero, Varufakis decía en una entrevista en la televisión helena que estaba orgulloso de la “ambigüedad” con la que habían escrito las medidas a implementar, de manera que los países europeos pudieran pasarlas por su poder legislativo sin comprometer a Grecia a nada concreto. No sólo eso, sino que insinuaba que desde Bruselas se les había incitado a hacerlo así. El mismo FMI dijo que las propuestas de Atenas eran ambiguas, pero parecieron suficientes para darle a Grecia otros cuatro meses. Y Varufakis sobrevivió para crear titulares otro día más.

Polémico, rompedor, franco, sabelotodo, deslenguado, altivo… Muchos son los adjetivos, en ocasiones contradictorios, que pueden ser aplicados al verborreico ministro de Finanzas griego y que se aplican en proporciones diferentes según filia o fobia… Porque es indiscutible que Yanis Varufakis no deja a nadie indiferente.

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