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Conducir por ríos de arena y montar muebles de Ikea para las escuelas: ¿hay mejor viaje?
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'El Desierto de los Niños' cumple 20 años

Conducir por ríos de arena y montar muebles de Ikea para las escuelas: ¿hay mejor viaje?

Al volante de un Hyundai Tucson preparado para el uso en pistas, nos hemos enrolado en la caravana por Marruecos de 'El Desierto de los Niños'. Y de nuevo nos ha parecido el viaje total: conducción, turismo y, por supuesto, ayuda a los que tienen menos

Foto: Nuestro Hyundai Tucson, en las inmediaciones del Erg Chebbi, en el sur de Marruecos.
Nuestro Hyundai Tucson, en las inmediaciones del Erg Chebbi, en el sur de Marruecos.

Hace algo más de 20 años, durante uno de sus frecuentes viajes por el desierto en Marruecos, el piloto e informador de temas de motor Nacho Salvador reflexionaba junto a sus compañeros de escapada sobre lo curioso que le resultaba visitar casi siempre la zona sin niños, cuando las experiencias que allí se viven darían para que chavales de todas las edades pudieran sentirse parte de una verdadera aventura. Salvador, experto en conducción off road y con cinco participaciones a sus espaldas en el Rally Dakar cuando la prueba se desarrollaba todavía en África, siguió dándole vueltas al asunto hasta imaginar un proyecto consistente en un viaje en familia, a bordo de vehículos todoterreno, pero que tuviera como protagonistas a los niños, de manera que estos conociesen en directo el desierto y, de paso, la realidad de un país muy diferente y con un menor nivel de desarrollo, dándoles la posibilidad de compaginar sus ratos de ocio y diversión con acciones solidarias que se basarían, principalmente, en ayudas a la educación y a chavales como ellos, y centradas en los territorios más remotos de nuestro vecino del sur, en las mismísimas puertas del Sahara.

placeholder Rumbo a África en el 'ferry' que parte de Algeciras. Pero los trámites aduaneros son lentos.
Rumbo a África en el 'ferry' que parte de Algeciras. Pero los trámites aduaneros son lentos.

En esas fechas, además, la marca Hyundai acababa de lanzar el Terracan, su primer vehículo verdaderamente todoterreno, y en el importador español de la marca coreana vieron rápidamente que ese proyecto, desechado semanas antes por otro fabricante con mucha tradición en el mundo del off road, se ajustaba muy bien a sus necesidades, pues apoyar el viaje aventura de El Desierto de los Niños les permitiría oficializar su entrada en el sector de los vehículos 4x4 y, al mismo tiempo, les serviría para potenciar su política de responsabilidad social corporativa mediante una acción realmente innovadora.

placeholder Las carreteras han mejorado en la mitad sur de Marruecos en los últimos años.
Las carreteras han mejorado en la mitad sur de Marruecos en los últimos años.

Había nacido oficialmente El Desierto de los Niños, un evento que acaba de cumplir ahora sus dos primeras décadas de existencia y que hoy mantiene el espíritu que alentó su creación, y que sigue disfrutando también del apoyo de Hyundai, que a lo largo de estos 20 años ha ido poniendo a prueba y demostrando la robustez de sus vehículos, a medida que el fabricante ha renovado su gama. Porque tras el Terracan llegaron las diferentes generaciones del Santa Fe, varias entregas del iX35 y el Tucson, o, más recientemente, el actual Kona, que también dispone en su oferta de una versión con tracción a las cuatro ruedas, la característica técnica indispensable para circular por un medio hostil como pocos, y donde la red viaria consiste muchas veces en carreteras descarnadas, pistas sin asfaltar, llanuras pedregosas o ríos de arena, y donde hasta la duna más insignificante puede convertirse en una trampa.

placeholder Como cada año, foto de grupo en presencia de las moles de arena del Erg Chebbi.
Como cada año, foto de grupo en presencia de las moles de arena del Erg Chebbi.

Hyundai ya me había dado la oportunidad de enrolarme en la caravana de El Desierto de los Niños hace ocho años, cuando aún trabajaba en la revista Motor 16, y en aquella ocasión al volante de un Tucson con motor diésel CRDi de 184 CV, cambio automático y tracción total. Un viaje donde constaté que los más pequeños mantienen abiertos sus ojos como platos durante los ocho días de la ruta, porque para quien está acostumbrado a moverse por España o por el resto de Europa, saltar el estrecho de Gibraltar y darse de bruces con África es, en cierto modo, como atravesar la puerta estelar a otra dimensión. A los ojos de un niño debe ser, desde luego, lo más parecido a viajar en el tiempo o explorar otro planeta; una sensación que se acrecienta en los chavales, pero también en los mayores, a medida que te alejas del norte, más verde, poblado y urbanizado, para buscar las agrestes y casi siempre nevadas montañas del Atlas, donde algunas poblaciones parecen ancladas en el medievo, o, más al sur aún, alcanzar las zonas desérticas y las doradas arenas del Erg Chebbi, antesala del infinito Sahara que arranca al otro lado de la cercana frontera con Argelia.

placeholder El desierto no da respiro, y hay que ayudar siempre porque el siguiente puedes ser tú.
El desierto no da respiro, y hay que ayudar siempre porque el siguiente puedes ser tú.

Con aquella experiencia en la memoria, no dudé un segundo la respuesta cuando desde Hyundai me ofrecieron la posibilidad de alistarme, de nuevo, en El Desierto de los Niños 2024, y repitiendo compañía, aunque aquellos niños de 10 y 14 años que entonces descubrieron Marruecos a lomos de un SUV de la firma coreana hoy ya son jóvenes de 18 y 22 con mucho más mundo recorrido. Y tampoco hubo dudas por su parte: próximo destino, África.

Elijo el diésel híbrido

Y además de repetir tripulación, repetiríamos vehículo. Hyundai, en realidad, disponía esta vez de cuatro modelos diferentes para elegir, todos con tracción a las cuatro ruedas, pero entre el Staria diésel de nueve plazas, el Santa Fe híbrido enchufable, el Kona con motor de gasolina turboalimentado y el Tucson diésel híbrido escogí este último por varios motivos. Uno, que se trata del coche más popular de la marca en nuestro país, hasta el punto de convertirse en 2022 en el bestseller absoluto del mercado español. En segundo lugar, que su tamaño me parecía perfecto para tres adultos y su correspondiente equipaje, lo que incluía tres maletas, otras tantas mochilas, una pequeña nevera eléctrica y varias cajas con provisiones, pues durante el viaje se come algunos días en plena ruta, ya sea a pie de carretera o en mitad de la nada. Y, en tercer lugar, un motor diésel con hibridación suave MHEV me parecía la alternativa idónea para un viaje tan largo, que finalmente superaría los 3.500 kilómetros, de los que más de 2.000 correspondieron a territorio marroquí.

placeholder Nuestro Tucson diésel con tracción total, preparado con neumáticos M+S y bajos protegidos.
Nuestro Tucson diésel con tracción total, preparado con neumáticos M+S y bajos protegidos.

Como preparación del viaje, me habia preocupado de medir previamente los consumos del coche, pues portar sobre la baca un neumático de repuesto eleva el gasto pero no sabía exactamente cuánto. Esta versión diésel 1.6 CRDi 48V de 136 CV de potencia con cambio automático DCT y tracción total homologa un promedio de 5,5 l/100 km, y 6 litros exactos en autovía, lo que permite estirar bastante, bajo condiciones normales, los 54 litros del depósito; pero con el pernicioso efecto de la rueda sobre el techo la media real se iba a 6,64 l/100 km, y a 7,1 litros en autovía a 120 km/h. Aún así, más que bien, y con el aliciente extra de un gasóleo más barato en el país vecino: 1,28 euros por litro en las regiones del sur, donde el carburante cuesta más, y poco más de 1,20 euros en el norte, donde la competencia es mayor porque encuentras una estación de servicio a cada paso. De hecho, el cálculo previo fue bastante acertado, pues el consumo medio del viaje acabaría siendo de 6,8 l/100 km, lo que llevó a 240 litros el combustible gastado durante la semana larga de ruta. Para completar el cálculo de los gastos en transporte, a eso hay que sumar la tarifa del ferry, que ha crecido mucho a raíz de la pandemia, y también el de algunos peajes de bajo coste, pues las zonas más desarrolladas de Marruecos ya cuentan con estupendas autopistas, casi sin tráfico, que en ocasiones corren paralelas a la vía del tren de alta velocidad.

placeholder Durante tres días, sufrimos intensas tormentas de arena, que llegan casi sin avisar.
Durante tres días, sufrimos intensas tormentas de arena, que llegan casi sin avisar.

Además de la baca para la rueda de repuesto, nuestro Tucson contaba con una mínima preparación de cara a enfrentarse a un escenario tan duro con mayores garantías, como unos neumáticos Hankook Dynapro HP2 M+S de medida 235/55 R18, adecuados para la arena y, sobre todo, para las destructivas llanuras pedregosas, así como unas planchas metálicas de duraluminio para proteger las zonas más expuestas de los bajos, como el cárter del motor. Pero a Marruecos se puede viajar con un coche completamente de serie, e incluso con un turismo sin tracción total; porque todo dependerá de los líos en los que queramos meternos, y si nuestra ruta se limita al asfalto, cualquier vehículo de dos o cuatro ruedas parece válido.

placeholder Los Kona 4x4 se mostraron bastante eficaces, incluso en los arenales más traicioneros.
Los Kona 4x4 se mostraron bastante eficaces, incluso en los arenales más traicioneros.

No obstante, uno de los alicientes del sur está en su desierto, y para entrar en él, toda precaucíón es poca. La arena es blanda, y muchos viajeros acaban perdiendo el miedo a un terreno que, sin embargo, entraña muchos más riesgos de lo que parece. Los accidentes de turistas son habituales, y hay suerte si todo queda en plásticos rotos o averías mecánicas que puedan reparar en horas los voluntariosos y resolutivos talleres de la zona, que suplen con imaginación la falta de medios técnicos. Pero si se produce un problema mayor, no es buen lugar para recibir una asistencia sanitaria rápida. En la ruta de El Desierto de los Niños, los participantes siguen cubriendo muchos kilómetros lejos del asfalto, guiados en todos los casos por expertos familiarizados con el terreno y dotados de modernos medios técnicos de orientación, pero se ha eliminado la circulación por dunas, donde el riesgo acechaba de forma permanente. "Con tantos coches, tan lejos de casa y con niños en los vehículos, decidimos que había que evitar sustos", nos dice Nacho Salvador, quien lidera nuestra sección de ocho vehículos durante gran parte del viaje. En total participan más de 40 coches, pero se dividen en grupos más compactos y manejables, para que el ritmo de marcha sea más operativo.

placeholder El Erg Chebbi cuenta con una infraestructura hotelera creciente, a tiro de piedra de las dunas.
El Erg Chebbi cuenta con una infraestructura hotelera creciente, a tiro de piedra de las dunas.

Aún así, la parte off road no decepciona en absoluto, y los chavales alucinan mientras sus padres o madres conducen sus vehículos SUV o todoterreno por escenarios de película, o cuando las tormentas de arena engullen la caravana de vehículos hasta reducir a cero la visibilidad, un fenómeno más habitual de lo que parece, y que en esta edición se dio varias veces, con inusitada violencia en ocasiones. "En 40 años no había visto nada así", me dice Hassan, el dueño de un local al norte de Merzouga y situado en medio del desierto. De hecho, la fuerza de la tempestad fue tal que desmontó el campamento de jaimas donde dos días después debíamos pernoctar los cerca de 150 viajeros de El Desierto de los Niños. Pero la red de contactos creada en la zona durante décadas por Nacho Salvador y su inseparable Ana Martínez solucionan el asunto en horas: habrá noche en las jaimas, y a los pies también de las gigantescas dunas del Erg Chebbi.

placeholder Tras montar mesas y repisas, los chavales de la caravana reparten el material escolar.
Tras montar mesas y repisas, los chavales de la caravana reparten el material escolar.

En cada edición, los organizadores de El Desierto de los Niños varían la ruta de ida y vuelta hasta el árido sur marroquí, y pensando sobre todo en muchas familias que repiten la experiencia año tras año. Si hace ocho años, desde la norteña Tánger, encarábamos el sur por Rabat y Casablanca hacia Beni Mellal, a los pies del Atlas, y desde ahí cruzábamos la cordillera para desembocar en el desierto, esta vez la ruta nos llevaba por Meknes, Midelt y, tras saltar las montañas, alcanzar Errachidia, donde encontramos el mayor palmeral del norte de África y, también, el único aeropuerto de la zona, puerta de entrada hoy a un turismo creciente. Si hasta hace poco la mayoría de los visitantes eran portugueses, franceses y, sobre todo, españoles, llegados casi siempre en sus vehículos, hoy ese tipo de turista, que siempre ha dejado bastante dinero en la comarca, supone menos del 20%, y hasta la puerta de los hoteles llegan grandes grupos de coreanos, japoneses, americanos o alemanes, que se desplazan por la zona en autocares o microbuses. Y al calor de ese nuevo tipo de visitante, crecen los negocios de alquiler de quads o buggies, y de vehículos todoterreno con chófer, lo que empieza a generar una superpoblación en el Erg Chebbi que las autoridades, por el momento, no están limitando. Aunque hay planes para ello, según nos confirma Salvador.

placeholder El ideólogo y organizador de la prueba, Nacho Salvador, ha empleado un Ioniq 5, eléctrico, durante el viaje.
El ideólogo y organizador de la prueba, Nacho Salvador, ha empleado un Ioniq 5, eléctrico, durante el viaje.

Y la ruta de regreso nos lleva esta vez por Ifrán, curiosa localidad a más de 1.700 metros de altitud que allí conocen como la Suiza marroquí y que cuenta con pistas de esquí, desde donde nos dirigimos primero a Fez, para visitar la medina más grande del mundo, y después a Chefchaouen, famosa por el color azul de casi todas sus edificaciones, donde la caravana puso rumbo a Tánger, una ciudad que se moderniza a pasos agigantados, y que era el punto elegido de nuevo para regresar a la península.

De aldea en aldea... amueblando

Pero lo que convierte a El Desierto de los Niños en un viaje muy especial es la parte solidaria, que los chavales llegados desde España encaran con una llamativa naturalidad. Porque no les cuesta nada conectar con peques de su edad a los que no conocen y con los que no comparten idioma, y que responden a lo que los mayores podríamos denominar "una cultura diferente". En ocasiones, basta con que aparezca un balón para que comience un partido en cuestión de segundos, incluso si los del bando local corretean descalzos por la arena o, peor aún, sobre el pedregal. "No se hacen daño", me dice sorprendido uno de nuestros pequeños viajeros.

placeholder En una de las aldeas visitadas, la ayuda consistió en instalar un columpio para los niños.
En una de las aldeas visitadas, la ayuda consistió en instalar un columpio para los niños.

La caravana de ayuda tiene varias escalas programadas, una o dos cada día en función de las distancias o de lo que toque hacer en cada caso. La primera parada es en la destartalada y remota aldea de Tamaarkite, donde ya estuvimos hace ocho años y en la que ADN (Asociación Desierto de los Niños) ya levantó en su día un pequeño edificio como guardería. Esta vez, la ayuda consistía en amueblar el aula y dotarles de una biblioteca, lo que llevó poco más de una hora: mientras un ejército de chavales organizaba una cadena humana para llevar el material desde el camión de Juan Carlos, llegado desde Jaén, hasta el interior de la escuela, otro ejército de adultos se repartía por el suelo para montar al unísono mesas, sillas y estanterías de Ikea. Desconozco si existe un récord Guinness de montaje simultáneo de muebles, pero aquella modesta sala, con el suelo de tierra prensada, parecía una competición de bricolaje. Y entre el equipamiento donado había ordenadores, aunque el suministro eléctrico a Tamaarkite sigue retrasándose, y todo apunta a que habrá que buscar una solución alternativa: placas solares. Ya están en la carta de deseos para la edición del 2025.

placeholder Para circular sobre dunas, imprescindible la tracción total, desactivar los asistentes y desinflar los neumáticos.
Para circular sobre dunas, imprescindible la tracción total, desactivar los asistentes y desinflar los neumáticos.

La siguiente jornada, todavía en el desértico entorno de Erfud, contemplaba dos paradas. Una primera en la aldea de Ouzina, cuyo centro cívico fue dotado también de una biblioteca y material educativo de todo tipo, y otra por la tarde en Begaa, donde la misión de ayuda era bien distinta: instalar un columpio en el pueblo. De nuevo, el mismo procedimiento: descarga del camión, material por el suelo, manual de montaje y decenas de manos, orquestadas de manera improvisada pero eficaz, hasta componer en minutos el nuevo juego para los niños del pueblo. Y en segundos, los chavales ya estaban disfrutando de la nueva atracción. Además, no es la primera vez que ADN aprovecha un viaje de El Desierto de los Niños para instalar un columpio, pues en una de las aisladas aldeas por las que pasamos, levantadas con adobe y poco más, pudimos ver en funcionamiento uno montado el pasado año, y todavía en buen estado. En ocasiones, una ayuda que parece no tener gran trascendencia resulta decisiva para mejorar la calidad de vida, como cuando la asociación regaló una placa fotovoltaica a una familia que todos los días recorría decenas de kilómetros para cargar la batería de su teléfono móvil en el punto con red eléctrica más próximo.

placeholder Visitantes y locales descargan en Erfoud el camión que transporta material para el centro de discapacitados.
Visitantes y locales descargan en Erfoud el camión que transporta material para el centro de discapacitados.

Y la ciudad de Erfud sería el último destino de la acción solidaria en esta ocasión, concretamente el Centro Tafilalet para Personas Discapacitadas, que ha sustituido su anterior edificio, que no se encontraba en buenas condiciones, por uno provisional, a la espera de estrenar el definitivo, también en la misma ciudad. El centro atiende durante el día a decenas de niños, adolescentes y adultos con problemas de todo tipo, y en este caso la ayuda no incluyó solo material escolar, sino también alimentos, principalmente sémola de trigo para elaborar el cuscús y harina para hacer pan, además de muletas, sillas de ruedas... Todo, como en las escalas previas, descargado en minutos por chavales y mayores, en lo que podríamos calificar como "solidaridad exprés".

placeholder Una óptica de la Fundación Alain Afflelou gradúa la vista al habitante de una pequeña aldea del desierto.
Una óptica de la Fundación Alain Afflelou gradúa la vista al habitante de una pequeña aldea del desierto.

Como en anteriores ediciones, además, la Fundación Alain Afflelou enroló en el viaje de El Desierto de los Niños a siete de sus ópticos para seguir revisando la vista de los habitantes de la comarca, lo que centran ya en las aldeas más pequeñas donde no existe otra posibilidad de atención. El desierto maltrata especialmente los ojos de sus habitantes, tanto por la intensidad del sol, que refleja sobre la arena, como por el polvo en suspensión y el viento cegador de las frecuentes tormentas, a las que la gente se enfrenta sin protección alguna. Miles de personas han sido atendidas en estos años por los técnicos de Alain Afflelou, quienes a continuación, cuando el caso lo requiere, encargan gafas que en pocos meses son remitidas al paciente de forma completamente gratuita; algo que ahora se agilizará porque el envío se realiza ya desde un taller óptico en Marruecos.

placeholder En el sur de Marruecos, buena parte de la ruta discurre por pistas y arenales. Viajar en grupo es obligado.
En el sur de Marruecos, buena parte de la ruta discurre por pistas y arenales. Viajar en grupo es obligado.

Conducción, turismo, camaradería, unos paisajes increibles y tiempo también para una solidaridad en directo donde los chavales, tanto los de aquí como los de allá, son los auténticos protagonistas. ¿Puede haber mejor viaje?

Hace algo más de 20 años, durante uno de sus frecuentes viajes por el desierto en Marruecos, el piloto e informador de temas de motor Nacho Salvador reflexionaba junto a sus compañeros de escapada sobre lo curioso que le resultaba visitar casi siempre la zona sin niños, cuando las experiencias que allí se viven darían para que chavales de todas las edades pudieran sentirse parte de una verdadera aventura. Salvador, experto en conducción off road y con cinco participaciones a sus espaldas en el Rally Dakar cuando la prueba se desarrollaba todavía en África, siguió dándole vueltas al asunto hasta imaginar un proyecto consistente en un viaje en familia, a bordo de vehículos todoterreno, pero que tuviera como protagonistas a los niños, de manera que estos conociesen en directo el desierto y, de paso, la realidad de un país muy diferente y con un menor nivel de desarrollo, dándoles la posibilidad de compaginar sus ratos de ocio y diversión con acciones solidarias que se basarían, principalmente, en ayudas a la educación y a chavales como ellos, y centradas en los territorios más remotos de nuestro vecino del sur, en las mismísimas puertas del Sahara.

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