Los puentes de BBVA con el Gobierno, Telefónica y el miedo al efecto Escrivá

El Ibex 35 sigue con atención todas las quinielas que hay para suceder a Nadia Calviño al frente del Ministerio de Economía. Pero hay una empresa donde se sigue con especial preocupación: BBVA. Uno de los nombres que han sonado en el último mes es el del actual ministro de Transformación Digital, José Luis Escrivá, que trabajó en el banco vasco entre 2004 y 2012. En el banco, recuerdan con tensión que salió tras diferencias con los entonces dirigentes, en especial con su actual presidente, Carlos Torres, según fuentes conocedoras consultadas por este medio. Desde BBVA, no hicieron comentarios.

Estas fuentes añaden que los desencuentros entre el banquero salmantino y Escrivá estuvieron detrás de la salida del actual ministro, algo que no olvida, según comentarios que hace en determinados círculos. Escrivá fue ministro de Seguridad Social en la anterior legislatura, con escasa capacidad de influir en el sector financiero. Pero todo podría cambiar en los próximos meses, en un momento en el que el banco está en el foco por su participación en Telefónica y por el final de la instrucción judicial del caso Villarejo.

Su nombramiento al frente de Transformación Digital hizo que su nombre fuera uno de los primeros que sonaron para suceder a Calviño tras la investidura. La lógica estaba clara: le habían dado parte de lo que eran las competencias de la vicepresidenta primera a escasas semanas de que se formalizara su salto al Banco Europeo de Inversiones (BEI). Sin embargo, cada vez suena menos en las quinielas que circulan en el Ibex y en el entorno del Ejecutivo. Ahora se oyen otros nombres como María Jesús Montero, que juntaría los ministerios de Hacienda y Economía; el economista Ángel Ubide; el directivo de Sabadell David Vegara; el hombre de confianza en materia económica de Pedro Sánchez, Manuel de la Rocha, o Carlos Cuerpo, secretario general del Tesoro.

Aun así, el nombre de Escrivá vuelve a surgir con fuerza en otra de las candidaturas de las que se empieza a hablar: la de gobernador del Banco de España. El actual responsable del organismo, Pablo Hernández de Cos, dejará su cargo a mediados de 2024, y Escrivá es uno de los que figuran en la primera línea de salida para sucederle. El actual ministro ya estuvo en el Banco de España, donde fue subdirector de Estudios Monetarios y Financieros y jefe de la Unidad de Investigación Monetaria hasta 1999. Posteriormente, fue al Banco Central Europeo (BCE) como jefe de la división de Política Monetaria, hasta su fichaje por BBVA por 2004.

Amenaza creciente

Tanto como ministro de Economía como gobernador del Banco de España, la influencia sobre la banca del economista albaceteño sería enorme. En el ministerio, Calviño ha tenido en los últimos años sometido al sector con distintas iniciativas como el impuesto a la banca, el código de buenas prácticas hipotecario, el trato a los mayores o el éxodo rural. Su predecesor, Luis de Guindos, tuvo una guerra frontal con el BBVA presidido por Francisco González, al que llegó a castigar con el pago de una derrama del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) por no apoyar la creación de Sareb.

En el caso del Banco de España, la potencial influencia de Escrivá sería incluso superior y más invisible, a través de todas las posibles medidas que puede imponer el supervisor a una entidad financiera. En el caso de BBVA, tiene desde hace tiempo varios frentes abiertos con el BCE y el Banco de España, por el caso Villarejo, la filial turca y la presidencia ejecutiva de Torres.

De hecho, que el banquero salmantino fuera nombrado presidente ejecutivo fue criticado abiertamente por el BCE en una carta enviada al consejo de la entidad a finales de 2019, como adelantó este medio. Todas estas circunstancias explican que se siga con especial atención el posible nombramiento de Escrivá en algún puesto relevante para la banca en los próximos meses. Las relaciones de esta entidad con el Gobierno han sido una de las prioridades institucionales de Torres recientemente.

Desde su llegada al cargo, Torres había sido poco visible para las instituciones. Incluso fue uno de los primeros directivos del Ibex en reunirse con Alberto Núñez Feijóo cuando todo apuntaba a que iba a ganar las elecciones, como publicó este medio. Sin embargo, Torres ha conseguido recientemente el comodín de su participación en Telefónica, de casi el 5%, en un momento en que el Gobierno quiere tomar el 10% y bloquear la influencia de Saudi Telecom Company (STC).

La posición de BBVA en la operadora lleva tiempo siendo un enigma. Fue la única participación industrial de la que no se deshizo hace más de una década, al contrario de lo que ocurrió con las de Repsol, Iberdrola y Técnicas Reunidas. Durante algún tiempo fue una fuente de dividendos, pero posteriormente ha sido más un foco de minusvalías contables. Fuentes próximas a la entidad señalan que ya se habría vendido hace mucho tiempo de no ser por la cercanía y las alianzas que ha habido entre ambos gigantes del Ibex.

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Su alianza atravesó un bache recientemente tras unas declaraciones realizadas por el consejero delegado del banco, el turco Onur Genç, en plena entrada de los saudíes y el Gobierno en el capital. Afirmó que la participación estaba disponible para la venta (algo que contablemente era así desde hace años) y que BBVA no compraría más acciones, en un momento en que se rumoreaba que se lo pediría Calviño. Estas palabras generaron turbulencias entre BBVA y Telefónica.

El comodín de Telefónica es clave para BBVA en un momento crucial. No solo por la posible llegada de Escrivá. También por el caso Villarejo, en el que en los últimos meses ha recibido un respaldo sorprendente e inesperado por parte de la Audiencia Nacional, en un momento en que el propio Torres había sido llamar a declarar en el juzgado. En plena ofensiva de la Fiscalía contra el banco y su presidente, la Sala de lo Penal decidió interrumpir la investigación.

Tras este favor judicial, el banco sigue todavía jugándose mucho en el juzgado, donde podría ser acusado de diversos delitos dentro de unos meses. En este entorno, el equipo de Torres no quiere problemas con las instituciones. Algo que no depende solo de la entidad, sino del posible efecto Escrivá.