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Aquilino, Telefónica y los unicornios: pique soterrado en el 'venture' español
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Aquilino, Telefónica y los unicornios: pique soterrado en el 'venture' español

El mundo del dinero encierra claves de poder y de intereses que explican el sentido de muchas operaciones, movimientos y desenlaces. Ibex Insider ofrece pistas para entender a sus protagonistas

Foto: Imagen: EC Diseño.
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Hace unos días, un comentario en apariencia inofensivo abrió la caja de los truenos en el sector del ‘venture capital’ español. El presidente de la patronal Ascri, Aquilino Peña, uno de los pioneros de la inversión en este segmento a través de Kibo Ventures, sacó pecho con una diapositiva en la que destacaba su participación en muchos de los recientes unicornios con pasaporte español (Flywire, Jobandtalent...) así como algunas promesas para este 2022. El tiempo ha demostrado su perspicacia para identificar proyectos de éxito y su tenacidad para abrir camino cuando los inversores ‘tech’ locales cabían en una furgoneta.

Su proyecto como inversor ‘early stage’ es en sí mismo un éxito. Al poco tiempo de presumir de 'portfolio', Peña anunció el cierre de su tercer vehículo, con un tamaño de 120 millones, un 20% por encima de lo anunciado hace más de un año, cuando salió al mercado para conseguir dinero. Aquilino y su equipo (Javier Torremocha y José María Amusátegui son cofundadores) han superado la prueba de fuego del mercado: levantar un tercer fondo, aunque por el camino tuvieron que vender el 'portfolio' de su primer vehículo en un secundario al fondo HarvourBest (en septiembre) para dar liquidez a sus inversores.

Foto: Miguel Arias. (EC Diseño)

A pesar de la dinámica positiva del sector, parte del mar de fondo tiene que ver con esta carrera de nuevos grandes fondos de ‘venture’ y los méritos acumulados en forma de unicornios (compañías valoradas en más de 1.000 millones), como si esa referencia fuese garantía de buenos retornos para los inversores. Cuando esto era un erial, dinero público o de grandes corporaciones como Telefónica fueron clave para que las gestoras enfocadas al ecosistema 'startup' levantaran su primer fondo, como ocurrió en su momento con Kibo (Fondico Global, Fondo Europeo de Inversiones, Xesgalicia…) allá por 2011.

Más de una década después, la operadora ha cambiado de caballo para seguir en este ‘asset class’ en lugar de repetir con Aquilino. El movimiento en favor de Carina Szpilka e Iñaki Arrola, sin tantos unicornios en la mochila, ha hecho que su gestora K Fund salga al mercado para levantar también su tercer fondo, nada menos que de 250 millones, el más grande de cuantos hay en el ‘venture’ con base en España, gracias al apoyo de Telefónica, que pondrá hasta 70 millones como inversor ancla, entre otros motivos, por la presencia en el proyecto de Miguel Arias, durante casi cinco años su responsable de innovación.

En ese pulso por el dinero de Telefónica no ha estado el tercer gran actor del sector. Seaya Ventures anunció también a finales de 2021 el lanzamiento de su tercer fondo, este de 165 millones, por los 57 del primero y los 103 del segundo, y al mismo tiempo la puesta en marcha de un proyecto para Latinoamérica junto al inversor internacional Cathay Innovation. La firma fundada por Beatriz González también cuenta en su cartera con varios de los unicornios españoles (Glovo, Cabify, Wallbox…) y algunos de los potenciales (Clicars o Clarity), pero en todos con participaciones menores del 10%.

Foto: Miguel Kindelán, responsable de GP Bullhound en España y Portugal. (EC)

Pocos pueden presumir de unicornios, aunque en la mayoría de ocasiones sean valoraciones alcanzadas mediante rondas de financiación, no gracias a desinversiones, pero casi ninguno habla de su porcentaje en el capital ni de retornos. Por lo general, un fondo de ‘venture capital’ abarca ciclos de hasta 10 años, con rentabilidades entre el 20-30% anual siempre que multipliquen hasta por tres veces el dinero (x3). Sin embargo, la dinámica generada por las grandes ampliaciones de capital y las valoraciones mil millonarias distrae la atención sobre lo relevante: las rentabilidades obtenidas por los inversores.

Fueron menos celebrados casos como Alien Vault, la compañía española de ciberseguridad vendida por ‘solo’ 600 millones al gigante AT&T, que permitió al equipo de Nico Goulet en Adara Ventures firmar un ‘homerun’ con su primer fondo, un logro que avaló sus credenciales para levantar su tercer vehículo en 2019, aunque se quedara ‘solo’ en 65 millones. Sin ser unicornios, el grueso de los retornos generados por algunos superventas locales, como Tikcetbis o Privalia, ha ido siempre a manos de gigantes como Accel Partners, Insight Ventures o Atomico ante la falta de grandes inversores locales.

En las últimas semanas, algunos viejos inversores ('dinosaurios') han aprovechado el desplome del sector 'tech' en bolsa para recordar las anomalías asumidas por un sector en ebullición en los últimos 24 meses. Ramón Blanco, veterano del sector financiero, pionero ‘fintech’ con SelfTrade y cofundador del exitoso Indexa Capital, ha desarrollado esta tesis a colación del bróker Robinhood, que salió a bolsa en agosto del año pasado con una valoración de 32.000 millones de dólares, tras cerrar varias rondas de financiación como ‘decaunicornio’. Solo seis meses después, cotiza un 70% por debajo.

Foto: Juan Miguel Villar Mir. (EC Diseño)

Ahora que la burbuja tecnológica se desinfla, los inversores de ‘private equity’ convencional sacan pecho, aunque tampoco estén libres de excesos (ultra apalancamiento precrisis de 2007). Ahora que baja la marea se cuestiona el sentido de valoraciones mil millonarias para compañías ‘disruptivas’ que en el fondo “son poco más que repartidores de comida a gran escala”, como el caso de Glovo (adquirida por Delivery Hero), que tras una década todavía quema capital y donde los incentivos del emprendedor (acciones fantasma) no están alineados con el interés de todos sus accionistas.

Esta reflexión lleva al punto inicial: qué valor intrínseco aporta la condición de unicornio. Es evidente que para los gestores de ‘venture’ es una palanca de 'marketing' para fondear nuevos vehículos y atraer a emprendedores a su dinero, máxime cuando los buenos proyectos tienen garantizado casi el acceso a capital. Sin embargo, nadie habla del retorno cosechado con participaciones minoritarias en una compañía mil millonaria tras sucesivas rondas, donde por falta de recursos (tamaño) los fondos españoles no han podido estar o continuar (‘follow on’). Ahora que sí hay dinero, toca estar a la altura.

Hace unos días, un comentario en apariencia inofensivo abrió la caja de los truenos en el sector del ‘venture capital’ español. El presidente de la patronal Ascri, Aquilino Peña, uno de los pioneros de la inversión en este segmento a través de Kibo Ventures, sacó pecho con una diapositiva en la que destacaba su participación en muchos de los recientes unicornios con pasaporte español (Flywire, Jobandtalent...) así como algunas promesas para este 2022. El tiempo ha demostrado su perspicacia para identificar proyectos de éxito y su tenacidad para abrir camino cuando los inversores ‘tech’ locales cabían en una furgoneta.

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