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Florentino Pérez, MAR y la Superliga: el sueño imposible de Génova
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Florentino Pérez, MAR y la Superliga: el sueño imposible de Génova

El mundo del dinero encierra claves de poder y de intereses que explican el sentido de muchas operaciones, movimientos y desenlaces. Ibex Insider ofrece pistas para entender a sus protagonistas

Foto: Imagen: EC Diseño.
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Las lealtades pueden comprarse, pero los sueños no. Y hace tiempo que en Génova, la todavía sede del Partido Popular, son conscientes de que las aspiraciones de Miguel Ángel Rodríguez, el cerebro en la sombra tras la figura emergente de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y auténtico contrapoder dentro de la organización que dirigen Pablo Casado y Teodoro García Egea, no pasan todavía por el dinero, sino por la ambición de volver al Palacio de la Moncloa de la mano de su criatura política.

Desde que la nueva lideresa madrileña representa una amenaza seria al liderazgo de Casado, todos los recursos necesarios para medir, contrarrestar o anular la agenda que la mayoría de veces marca MAR desde el Palacio de la Puerta del Sol son movilizados desde Génova. Es una guerra, cada vez menos encubierta, y no se escatiman ni esfuerzos ni manos. Sobre todo desde que se tiene la certeza de que el ‘spin doctor’ de la presidenta no tiene intención de levantar el pie del acelerador en el viaje político diseñado para Ayuso.

Todo habría sido distinto si Miguel Ángel Rodríguez no se hubiera cruzado en el camino de la presidenta, para la que trabaja como jefe de gabinete desde enero de 2020, solo unos meses después de que Ayuso accediera a la presidencia de la Comunidad de Madrid en agosto de 2019. Esa victoria, tras perder las elecciones frente al exministro socialista Ángel Gabilondo, era también un éxito de Casado, que la puso de candidata tras la renuncia de otros dirigentes del partido. Pero el peón de Génova ahora juega como reina.

Foto: Florentino Pérez saluda en Granada. (Reuters/Jon Nazca)

Lo ocurrido desde la pandemia hasta las nuevas elecciones regionales de mayo de 2021 es sabido, con episodios semanales que demuestran la lucha de poder entre los fontaneros de Casado y Ayuso. Aunque un inesperado giro de guion ha podido desactivar este conflicto. Solo unos días antes de que MAR tocara de nuevo la gloria con la victoria electoral de su jefa, triunfo que lo iguala en fama con el entonces mediático e inefable Iván Redondo, uno de los pilares del 'establishment' había mordido el polvo como nunca antes.

El sonado fracaso de Florentino Pérez con el lanzamiento exprés del proyecto de la Superliga, más allá del ‘chiringuitazo’, dejó muy tocado al mandatario del Real Madrid. Un empresario de éxito acostumbrado a ganar y a no tener competencia (renovó como presidente del club sin rival) había pasado a ser carne de 'meme' y, lo que es peor, a evidenciar que no lo puede todo. Y en esos momentos de debilidad, alguien pensó que la cura de todos sus males podía ser el resucitado Miguel Ángel Rodríguez, a quien conoce de sobra.

El mandamás blanco necesitaba recoger carrete, minimizar daños y preparar concienzudamente su nuevo golpe, en caso de que Luxemburgo le dé la razón (y es bastante probable). Y bajo esa premisas, Florentino y MAR mantuvieron un encuentro informal antes del verano del año pasado. Fue algo relajado para repasar errores, tomar ideas y pulsar los ánimos, todo lo que da de sí un desayuno que al final se extiende un par de horas, sin papeles de por medio ni compromisos de otro tipo. Nada concreto, pero con todo abierto.

Foto: Imagen de archivo de una protesta contra la Superliga. (Reuters/Frank Augstein)

Aunque solo hubo tres personas en esa reunión, la cita terminó llegando a los despachos de mando de Génova. Y lo que podría haber sido una buena noticia, para satisfacción de García Egea, en realidad fue la constatación de sus peores suposiciones: Miguel Ángel Rodríguez había rechazado una oferta de Florentino Pérez para irse al Real Madrid a montar la Superliga. La opción del todopoderoso jefe de gabinete de Ayuso era continuar en Sol y seguir librando la batalla por hacer de su jefa la futura lideresa del PP.

Como le ha pasado a Iván Redondo, el comunicador vallisoletano también tuvo una salida accidentada de la Moncloa (1998) cuando era secretario de Estado de Comunicación y portavoz del primer Gobierno de José María Aznar, a cuyo lado había estado 10 años trabajando. Ya tiene aprendido que para capitalizar al máximo el paso por esos cargos hay que irse a tiempo, como bien demostró Miguel Barroso en su breve etapa con José Luis Rodríguez Zapatero, antes de comerte el desgaste de hacer política.

Por suerte para MAR, ese contexto no existe. Ayuso está siempre en campaña, contra Pedro Sánchez o contra Génova. Y esa cita con Florentino Pérez, para quien ya trabajó en 2002 con motivo de los actos del centenario del Real Madrid cuando era presidente de Carat, le ha servido para confirmar ante su jefa que la presidencia de la Comunidad de Madrid no es la meta, sino una estación más. En caso de serlo, tenía la oportunidad de vestirse de blanco y hacer dinero. Pero mal que les pese a Pablo y Teodoro, hay partido.

Las lealtades pueden comprarse, pero los sueños no. Y hace tiempo que en Génova, la todavía sede del Partido Popular, son conscientes de que las aspiraciones de Miguel Ángel Rodríguez, el cerebro en la sombra tras la figura emergente de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y auténtico contrapoder dentro de la organización que dirigen Pablo Casado y Teodoro García Egea, no pasan todavía por el dinero, sino por la ambición de volver al Palacio de la Moncloa de la mano de su criatura política.

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