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España languidece: ni mandan los ingenieros ni el emprendedor digital
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España languidece: ni mandan los ingenieros ni el emprendedor digital

El mundo del dinero encierra claves de poder y de intereses que explican el sentido de muchas operaciones, movimientos y desenlaces. Ibex Insider ofrece pistas para entender

Foto: Juan Miguel Villar Mir. (EC Diseño)
Juan Miguel Villar Mir. (EC Diseño)
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La España de los ingenieros de Caminos y/o de Obras Públicas languidece. Lo hace casi al mismo ritmo que el país desde hace ya más de una década. Que un destacado plantel de grupos de obras públicas/ingeniería civil con bandera española haya estado durante años en la parte alta del 'ranking' mundial era un espejismo. Que compañías como ACS, Ferrovial, Sacyr, OHL, FCC y Acciona dominaran el 'top ten' global de hacer carreteras en 2007 era un claro síntoma de dónde estábamos (a las puertas de la crisis) y de qué modelo exportábamos.

Ninguna de estas empresas ancla del Ibex (junto a la banca) ha vuelto a valer lo mismo desde entonces. Y por el camino, algunas han estado incluso a punto de desaparecer (qué decir de las cajas de ahorros). Nada extraño si tenemos en cuenta que el propio PIB per cápita del país tocó techo en 2008 (35.300 dólares) y tardamos 10 años en recuperar esos registros. Un trance en el que otros más grandes han aprovechado esa coyuntura sectorial para hacer fortuna (KKR) o para quedarse con compañías de referencia a precio de saldo (Carlos Slim y Luis Amodio).

La semana pasada, los mexicanos Amodio completaron la refundación (y recapitalización) de OHL con un cambio de nombre y de imagen (OHLA). Han tenido el buen gusto de no colocar la inicial de su apellido en primer lugar. Podrían, porque su dinero manda, pero han respetado la cronología corporativa de Obrascon, Huarte y Laín, tres compañías quebradas que Juan Miguel Villar Mir ‘argamasó’ para levantar en solo 30 años una de las mayores constructoras paridas por un ingeniero de Caminos criado y educado en el Madrid del franquismo.

Foto: Foto: EC.


Una suerte similar, o peor, han tenido las puras ingenierías, una subcategoría a la sombra de las ‘majors’ donde Abengoa fue su máximo exponente y otra compañía como Duro Felguera, también cotizada, anhela dinero público para poder salir adelante tras bordear la quiebra. La única gran ingeniería de capital español en este segmento es Técnicas Reunidas (familia Lladó), aunque tampoco atraviesa su mejor momento, con todo su negocio expuesto al mundo del petróleo y gas, pérdidas operativas recientes (2019) y un margen inferior al 3%.

Si la hora de trabajo del ingeniero español ya no es tan competitiva en relación calidad/precio, clave en un negocio de bajos márgenes, lo es menos en el mundo de los instaladores, también conocidos como 'epecistas'. Aquí, el mandato es vender. Si lo ha hecho ACS con su filial Cobra siendo el líder del mercado, todos los demás están tardando. Y no ha faltado tiempo para que el segundo en este negocio, la asturiana TSK, ponga el cartel de venta ante la dificultad para competir en el mercado global, incapaz de lograr los avales requeridos para grandes obras.

La descapitalización empresarial que sufre España es lenta, pero constante, y afecta a todos los sectores casi por igual. Hasta negocios de nuevo en auge como las renovables forman parte de esta dinámica vendedora. Con el referente fabril de Gamesa perdido a favor de los alemanes hace años, ahora empiezan a ser los puros promotores como Solarpack los que cambian de manos. Y no será el último. Por no hablar de la deriva de compañías de negocios regulados o antiguos monopolios como la energía, las telecomunicaciones o el transporte.

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En otras economías, estos problemas no existen. EEUU sería el caso extremo, pero no el único, donde el 'top ten' de las compañías más importantes del país ha cambiado de manera drástica en los últimos 40 años y, en su caso, sin ceder la hegemonía mundial. Donde antes había petroleras, eléctricas y telecos, ahora hay tecnológicas de nuevo cuño, firmas de inversión y servicios financieros. Una revolución de impacto global que todavía en España intentamos imitar de manera chusca, bautizando cualquier clúster de 'startups' como el nuevo Silicon Valley del sur de Europa.

Y lejos de avanzar, hacemos lo posible por que todo siga casi igual. Hace unos días, trascendió el anteproyecto de la Ley de Startups que pretende aprobar el Gobierno. Aunque incluye medidas en la buena dirección, algunas de tipo fiscal destinadas a retener y atraer talento, tres años de trabajo han dado lugar a un nuevo marco muy poco revolucionario, o al menos no lo suficiente para que España acorte el déficit que tiene respecto a otros países de su entorno en el desarrollo de la economía digital. Y eso que vamos ya por la tercera década del siglo XXI.

Igenomix ha sido adquirida por una cotizada sueca por 1.250 millones

Que el máximo referente del empresario hecho a sí mismo siga siendo Florentino Pérez (dada la jubilación de Amancio Ortega), un ambicioso y conspicuo ingeniero de Caminos que enfila ya los 75 años, lo dice todo de la salud empresarial de España. Por distintos motivos, pero casi todos ligados a la falta de riqueza nacional, lo normal es que proyectos exitosos de nuevo cuño terminen en manos extranjeras, antes de alcanzar incluso su plenitud. Hemos pasado del “que inventen ellos” de Unamuno al “tonto el que no venda” inspirado en la cultura del dinero rápido.

Si hace unas semanas fue Allfunds, esta semana ha sido Igenomix. La firma valenciana (una escisión del IVI) ha sido adquirida por una cotizada sueca por 1.250 millones, tras rular antes por manos de dos fondos internacionales de capital riesgo que se han llevado lo suyo. Hemos pasado de la gloria de los ingenieros, cuando las constructoras sustituyeron a los bancos como el motor de los principales 'holdings' empresariales, a la dinámica de emprender para vender. No será extraño que a la próxima revolución lleguemos también tarde.

La España de los ingenieros de Caminos y/o de Obras Públicas languidece. Lo hace casi al mismo ritmo que el país desde hace ya más de una década. Que un destacado plantel de grupos de obras públicas/ingeniería civil con bandera española haya estado durante años en la parte alta del 'ranking' mundial era un espejismo. Que compañías como ACS, Ferrovial, Sacyr, OHL, FCC y Acciona dominaran el 'top ten' global de hacer carreteras en 2007 era un claro síntoma de dónde estábamos (a las puertas de la crisis) y de qué modelo exportábamos.

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