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Los españoles retiran 8.600 M de los fondos ESG en plena tormenta perfecta
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CRISIS EN LA INVERSIÓN SOSTENIBLE

Los españoles retiran 8.600 M de los fondos ESG en plena tormenta perfecta

Los vehículos de inversión españoles con etiqueta sostenible sufren salidas en un año de suscripciones récord en la industria. También hay malas cifras en Europa y Estados Unidos

Foto: Vista de una instalación de placas solares. (EFE/Cebollada)
Vista de una instalación de placas solares. (EFE/Cebollada)
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La demanda de inversión sostenible se ha quedado atrás de la oferta. Mientras las gestoras internacionales reafirman su compromiso —con doble lenguaje en algunos casos en Estados Unidos, ante el ruido político anti ESG (criterios ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés)—, los flujos comerciales están siendo negativos, especialmente en España.

El caso español, según algunos expertos consultados, ejemplifica de forma exagerada la crisis comercial que está viviendo el ESG. En un año en el que los fondos españoles registran entradas netas de dinero récord, con 23.854 millones hasta octubre, según Morningstar, los fondos sostenibles han sufrido reembolsos netos de 8.640 millones.

Los fondos se clasifican en artículo 6 (ningún compromiso de sostenibilidad), artículo 8 (se guían por la sostenibilidad) y artículo 9 (van un paso más allá y buscan impacto sostenible con las inversiones). Los reembolsos se producen en un universo de 782 series de fondos —un fondo puede tener varias series, para minoristas, institucional, etc.— que son artículo 8 y artículo 9, dentro de un total de 3.119 series de fondos. En España, en torno a una cuarta parte de los fondos está en uno de estos artículos, que según la regulación europea, implica compromiso con la sostenibilidad.

Estas cifras suponen toda una crisis, al menos temporal, para la política comercial de ESG, que ha centrado la estrategia de la mayoría de gestoras de fondos internacionales. Es decir, las que fabrican producto para ser distribuido en todo el mundo. Incluso muchas boutiques pequeñas se han sumado a la ola, ya sea por convicción o por miedo a quedar restringidas en la selección de fondos de terceros.

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt.
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Los números tampoco son muy positivos en otras zonas del mundo. En Estados Unidos, el WSJ se preguntó hace 10 días si ha pasado la moda del ESG, dado que ha habido un frenazo de la expansión de la inversión sostenible. Los fondos acumulan reembolsos netos de 14.000 millones de dólares este año en el mercado norteamericano.

En Europa, sin embargo, hay cierta guerra de cifras. Según dónde se ponga el foco en la sostenibilidad, o en cuánto de compromiso haya en la gestión del fondo, los datos son positivos o negativos. En el tercer trimestre, según datos de Morningstar recopilados por Reuters, los fondos europeos de artículo 8 o 9 sufrieron reembolsos netos de 20.500 millones de euros, mientras que el resto, entre los que hay muchos garantizados, renta fija a vencimiento y productos indexados, recibieron entradas netas de 17.800 millones.

Sin embargo, si se contabilizan solo los fondos con etiqueta sostenible por Morningstar, con una exigencia mayor, entonces el dato es positivo, con entradas netas de 15.300 millones, frente a reembolsos en el resto. Esto quiere decir que los fondos que se gestionan pensando en sostenibilidad, pero sin un compromiso elevado, son los que más han sufrido.

Los fondos ESG sufren reembolsos netos de 14.000 millones de dólares en EEUU

Aun así, las entradas a los fondos sostenibles bajo este criterio se han desacelerado, bajando de los 40.000 millones todos los trimestres desde hace año y medio, lejos de cifras superiores a los 120.000 millones netos de suscripciones trimestrales en 2021.

Los expertos explican que los inversores institucionales que se guían por el ESG cada vez son más exigentes. Por otro lado, el efecto retrovisor, pensar en la rentabilidad de corto plazo, ha penalizado a este universo entre los inversores minoristas o institucionales que no tienen la sostenibilidad como prioridad, ya que empresas relacionadas con el petróleo, carbón y otros recursos naturales, así como armamento, lo han hecho mejor en los dos últimos años, con la inflación y la subida de tipos, que sectores ESG como las renovables.

España es un caso paradigmático en donde los condicionantes para esta crisis se cumplen más que en otros sitios, debido al perfil más conservador de los inversores y el dominio de la distribución bancaria en el canal minorista. "Lo que ha habido en España es una guerra de fondos conservadores en vez de una guerra de depósitos, como ocurría en otros ciclos de subidas de tipos", explica Marisa Aguilar, responsable para España y Portugal de Allianz Global Investors.

Foto: Logo de Euronext en París. (Reuters/ Benoit Tessier)

Así, las entradas de dinero, tanto por inversores nuevos como por traspasos, se han ido principalmente a fondos de renta fija a vencimiento o garantizados, productos construidos con deuda pública, sobre todo española e italiana. Esto impide que sean ESG, ya que no hay emisiones sostenibles suficientes del Tesoro para ello. Ni siquiera hay una taxonomía para la deuda pública, aunque sí emisiones con calificación de verde o sostenible por certificadores externos.

Tampoco ayuda el efecto retrovisor, habitual en el mercado español. Las pérdidas de 2022 se han traducido en reembolsos de productos de gestión activa tanto de renta variable como de renta fija. "No creemos que el interés por la sostenibilidad vaya a disminuir, pero ciertamente se han producido algunas reasignaciones debido al entorno económico que luego se invertirán en el futuro", pronostica Nathaele Rebondy, directora de sostenibilidad para Europa de Schroders.

"No creemos que el interés por la sostenibilidad vaya a disminuir, pero se han producido reasignaciones por el entorno económico"

También hay otro elemento clave para entender esta tormenta perfecta contra los flujos ESG, y es la duración en la renta fija. Esto es, si los gestores apuestan por bonos de largo plazo, o de corto plazo. Los de largo plazo tienen son más sensibles a las variaciones de los tipos, y sufren pérdidas por precio si los tipos suben, y ganancias extra por esta vía si bajan.

Después del varapalo de 2022 y ante la subida de tipos y la falta de claridad sobre las expectativas de inflación, los bancos han optado por priorizar duraciones cortas en las carteras de gestión discrecional, que suponen más del 60% del patrimonio de los fondos españoles, o en fondos de fondos. "Los bonos sostenibles, sobre todo los verdes, suelen tener típicamente duraciones largas, pero la duración no ha sido una apuesta de asset allocation de los gestores últimamente", señala Marisa Aguilar.

La alta demanda de bonos verdes ha creado el llamado 'greenium' o prima verde

Pero en los bonos de más duración también hay diferencias de rentabilidad en favor de los no sostenibles. "La alta demanda de bonos verdes por parte de los inversores ha creado el llamado greenium o prima verde, y los valores ofrecen frecuentemente un rendimiento más bajo en comparación con los bonos similares sin la etiqueta verde", apunta Jenn-Hui Tan, responsable global de sostenibilidad de Fidelity.

"Puede llevar tiempo hasta que el mercado de bonos verdes madure, que los estándares mejoren y que el greenium desaparezca", agrega Jenn-Hui Tan. Pero en momentos convulsos, los bonos verdes han sufrido menos. Según un análisis de Pictet, durante el confinamiento de 2020 el universo de bonos ESG con rating BBB perdió un 6%, frente al 10% en los bonos no ESG con la misma calificación crediticia.

Petróleo, minas, armamento…

En renta variable, algunos sectores más relacionados con ESG lo han hecho peor. Los proyectos de renovables, por ejemplo, han sufrido con la subida de tipos. En el otro extremo, la inflación de recursos naturales ha favorecido a petroleras o mineras, además de empresas armamentísticas con los conflictos bélicos.

"Desde nuestro punto de vista, el comportamiento de los flujos se debe a razones puntuales, no a un cambio estructural, y está en gran parte motivado por el comportamiento de ciertos sectores. Las renovables, por ejemplo, uno de los sectores estrella en el ámbito de la sostenibilidad, se han visto afectadas por razones coyunturales, pero sus previsiones a largo plazo siguen siendo positivas", arguye Alicia García, responsable de M&G para España, Portugal y Andorra.

Foto: Reunión de un equipo en una empresa. (Pexels)

"La tendencia hacia un mundo más sostenible puede sufrir retrocesos, pero no creemos que sea reversible ni por parte de la sociedad ni de los gobiernos, que fomentan prácticas más responsables. Tener en cuenta criterios ESG y buscar que una parte de las inversiones tenga un propósito o impacto positivo, va a seguir siendo relevante, no solo por la intencionalidad, que por supuesto, sino también por la oportunidad de inversión que representa y porque las compañías que incorporan estos criterios están llamadas a hacerlo mejor en el largo plazo", añade Alicia García.

Además, "considerar las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones tanto en términos financieros como sociales cada vez más significa proteger y mejorar la rentabilidad de los clientes, ayudando a crear un sistema financiero más sostenible", arguye Jenn-Hui Tan, de Fidelity.

"La tendencia hacia un mundo más sostenible puede sufrir retrocesos, pero no creemos que sea reversible ni por sociedad ni los gobiernos"

"El panorama continúa siendo positivo a largo plazo. Hay que tener en cuenta que la transición hacia esta economía sigue beneficiándose de políticas de apoyo, pues los países son cada vez más vulnerables a fenómenos meteorológicos extremos, que afectan al crecimiento del PIB, la productividad y la inflación y, por tanto, la solvencia de las economías", defiende Rocío Jaureguizar, especialista en inversión responsable de Pictet AM en España.

Hay cierto consenso en esto en las gestoras internacionales. Aunque también se admite que la regulación SFDR, muy ambiciosa para incentivar la sostenibilidad en las inversiones, no está funcionando. "En mercados como España, con menor tradición por la sostenibilidad, aún no se conoce mucho que se puede invertir con objetivos de sostenibilidad", opina Marisa Aguilar.

Foto: Chips semiconductores en el circuito de un ordenador. (Reuters/Florence Lo)

Precisamente, la Comisión Europea tiene en consulta hasta el 15 de diciembre la modificación de SFDR para incrementar la transparencia y buscar que se canalicen más inversiones ESG.

"Los inversores finales siguen encontrando obstáculos para invertir en sostenibilidad, en particular expresando su preocupación sobre cómo definir lo que es una inversión sostenible", asevera Nathaele Rebondy, de Schroders. Europa va mucho más avanzado que Estados Unidos en cuanto a inversiones sostenibles. En el viejo continente, aunque haya partidos ultra como Vox que lanzan mensajes cuestionando la lucha contra el cambio climático, no se ha puesto en juicio el ESG. En Estados Unidos sí está ocurriendo.

Hay dos tendencias: descarbonizar carteras e inversiones de impacto

De hecho, en el mercado estadounidense no solo hay reembolsos, lo que puede ser coyuntural, sino que por primera vez, según datos de Morningstar que recoge el WSJ, el tercer trimestre fue el primero en el que más fondos sostenibles liquidaron o eliminaron criterios ESG de los que los añadieron en sus prácticas de inversión. También hay presión política. El candidato republicano a la presidencia Vivek Ramaswamy es un conocido detractor de los principios ESG. Y el año pasado, Florida anunció la retirada de un mandato de 2.000 millones de dólares a BlackRock por el apoyo al ESG de la gestora que lidera Larry Fink, quien ha destacado la lucha contra el cambio climática en sus conocidas cartas anuales. Aunque un ex de BlackRock ha cuestionado las políticas ESG de la gestora.

Las gestoras internacionales consultadas coinciden en reafirmar su compromiso con el ESG y en que la demanda institucional en Europa es firme en esta dirección. "Entre los institucionales hay dos grandes tendencias: descarbonizar las carteras, e inversiones orientadas a soluciones de impacto", expone Marisa Aguilar, de Allianz GI.

Foto: Tariq Fancy. (The Rumie Initiative)

"El crecimiento en la oferta no se debe solo a una priorización por parte de los proveedores", asegura Sol Hurtado de Mendoza, directora general de BNP AM para España y Portugal. De hecho, añade, "parece que los inversores son capaces de distinguir entre las estrategias clasificadas como artículo 8 o 9 y las menos exigentes", y la apuesta por criterios más rigurosos en sostenibilidad acaba traduciéndose en un crecimiento por encima del mercado.

También hay demanda entre los minoristas, más allá de este bache, según un estudio global de Schroders entre 24.000 inversores de todo el mundo. "Muestra que la gente sigue sintiéndose atraída por los fondos sostenibles, cada vez más por su impacto medioambiental. Solo el 8% de los encuestados afirma no sentirse atraído por los fondos sostenibles, ya sea porque les preocupa la rentabilidad o porque no se ajustan a sus principios", dice Nathaele Rebondy, de Schroders.

La demanda de inversión sostenible se ha quedado atrás de la oferta. Mientras las gestoras internacionales reafirman su compromiso —con doble lenguaje en algunos casos en Estados Unidos, ante el ruido político anti ESG (criterios ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés)—, los flujos comerciales están siendo negativos, especialmente en España.

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