Los efectos secundarios de la 'medicina' del Doctor Bernanke estallan en los emergentes
Bernanke tuvo que esperar un tiempo antes de comprobar la verdadera pasta de la herencia de Greenspan. Yellen no tendrá que esperar tanto
No fue inmediato. Ben Bernanke tuvo que esperar varios meses para comprobar que la herencia económica recibida por Alan Greenspan, al que sustituyó en la presidencia de la Reserva Federal (Fed) en febrero de 2006, no había sido tan buena como se había creído. Ocho años después, y en las mismas circunstancias, ni Bernanke ni JanetYellen, que le sucederá en el cargo a partir de este sábado, deberán aguardar tanto para comprobar el legadocon elque se va a encontrarla que será la primera presidenta en la centenaria historia del banco central de Estados Unidos.
Más que nada, porque los primeros efectos secundariosde su medicina monetaria se están mostrando ya, sin demasiadas sutilezas, en los paísesemergentes. De hecho, esos impactos se vienen viendo ya desde mayo del año pasado. Bastó que Bernanke sugiriera que la Fed podría empezar a reducir pronto sus estímulos -una maniobra conocida como tapering-, para que el dinero comenzara a salir de los mercados emergentes y buscara otros destinos, como los activos estadounidenses o europeos.
Como reconoció ayer el Banco de la Reserva de Sudáfrica en elcomunicadoen el que anuncióuna subida de los tipos de interés del 5 al 5,5%, "desde mayo de 2013, la expectación de que la Fed iba a reducir los estímulos derivóen unas significativas salidas de capitales de losbonos nacionales y las bolsas de los mercados emergentes, poniendo presión en los tipos de cambio y en las rentabilidades de la deuda a largo plazo".Estaoperación salidafue restando valor progresivamente a divisas como el real brasileño, la rupia india o la lira turca, que en 2013 sufrieron descensos de doble dígito contra el euro y el dólar.
Obviamente, la espoletade la retirada de los estímulos no hubiera detonado ninguna bomba si la situación económica y financiera de los emergentes, cuyas divisas no estarían cayendo tanto si su situaciónhubiera sido más sólida. Pero, como también apuntó ayer el el banco central sudafricano, la influencia del tapering de la Fed y la fuga de capitales se notó"particularmente en aquellos países con altos déficits por cuenta corriente". Si, además, se tienen en cuenta las presiones inflacionistas adicionales derivadas de una divisa más débil, la ralentización de sus economías y las citas electorales que países como Brasil o Turquía -ambos, además, con un clima de protestas sociales-, los emergentes añaden gasolina para nutriresa fuga de capitales. Y ahora tratan de aplicar un torniquete a esta sangríacomo pueden, con subidas de los tipos de interés con carácter de urgencia.
¿Una anécdota? No, un síntoma
Más allá de considerar que la conexión entre la retirada de los estímulos y el zarandeo de los emergentes resulta anecdótica, lo relevante es que el tapering de la Fed anticipa un cambio de rumbo. "Estamos entrando en una nueva fase decrisis que plantea nuevos desafíos a los emergentes", reconoció ayer-sí, una vez más-el banco central sudafricano.
A los emergentes... y a la Fed y todo el mundo, se podría añadir. Porque, tras regar el mundo con más de tres billones de dólares a través de sus tres programas de compras de activos (QE1, QE2 y QE3), ahora toca dar marcha atrás. Y las divisas y los mercados emergentes están mostrando desde el primer instante la sensibilidad de los inversores ante lo que únicamente es el inicio de la normalización monetaria.
Porque no es que la Fed esté abonando el terreno para subir ya los tipos de interés. Es que sóloestá reduciendo la compra de acivos, pero por ahora continuará dedicando 65.000 millones de dólares al mes para ese fin, sin olvidar que continúa reinvirtiendo el dinero procedente de los vencimientos de los títulos que ya tiene en su balance en más deuda hipotecaria y soberana.
Es decir, ha bastado que la Fed haya reducido el ritmo de su impresora de dólares para agitar los cimientos financieros. Y esto, además de suponer un aviso para la institución norteamericana, representa una advertencia para el resto de los bancos centrales. Con un mundo enganchado a sus inyecciones de liquidez, el desafío radica en tener la destrezasuficiente para volver sobre sus pasos. Será la auténtica prueba del algodón para comprobar hasta qué punto la recuperación que se vislumbra cuenta con unos cimientos sólidos... o hasta qué punto se ha tratado de una ilusión monetaria.
No fue inmediato. Ben Bernanke tuvo que esperar varios meses para comprobar que la herencia económica recibida por Alan Greenspan, al que sustituyó en la presidencia de la Reserva Federal (Fed) en febrero de 2006, no había sido tan buena como se había creído. Ocho años después, y en las mismas circunstancias, ni Bernanke ni JanetYellen, que le sucederá en el cargo a partir de este sábado, deberán aguardar tanto para comprobar el legadocon elque se va a encontrarla que será la primera presidenta en la centenaria historia del banco central de Estados Unidos.