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La mala noticia de que Europa tenga cada vez los bosques más grandes
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La mala noticia de que Europa tenga cada vez los bosques más grandes

La forma en que llevamos a cabo las iniciativas de reforestación en este continente tiene grandes problemas (incendios, plagas, enfermedades...). Un nuevo estudio afirma que lo mejor que podemos hacer es copiar a la naturaleza

Foto: La reforestación 'natural' es la mejor opción. (iStock)
La reforestación 'natural' es la mejor opción. (iStock)

A veces, más no es mejor. Eso es especialmente cierto en los bosques. Según un nuevo estudio elaborado por la Universidad de Vermont en Estados Unidos, con la colaboración de otras muchas universidades a este lado del charco, Europa no era tan verde (en lo que a masa forestal se refiere) desde hacía siglos. Pero más árboles no suponen un motivo de alegría. Un buen bosque es un bosque sano, no uno grande.

Como explica uno de los principales autores del trabajo científico, Willian Keeton, "el riesgo con los bosques de Europa no es que estén desapareciendo; de hecho, ahora este continente es más verde y tiene más masa forestal de la que tenía hace siglos". El problema, explica, es que al mismo tiempo que nuestras poblaciones de árboles se multiplican, también lo hacen las enfermedades, las plagas y los incendios.

"Si todo son abetos hasta donde la vista alcanza, el escarabajo de la corteza del pino llegará y se extenderá a sus anchas"

El objetivo que tienen en mente los investigadores es dar a quienes toman las decisiones de reforestación (principalmente órganos de gobierno, ya sean locales, nacionales o comunitarios) nuevas opciones para lograr tener unos 'buenos' bosques, no solo amplios. Para realizar su trabajo científico, los autores estudiaron durante más de una década los bosques de 13 países de la Unión Europea.

Sus resultados mostraron que las tendencias predominantes de reforestación en nuestro continente (que eran también las más habituales en todos y cada uno de los países estudiados) no trataban de imitar en ningún momento los patrones característicos de la naturaleza. En ningún momento trataban de formar nuevos bosques con diversos tipos de árboles, de diferentes edades y tamaños, en una diversidad de terreno, etc. En cambio, lo que sí hacían era elegir una especie concreta y plantarla en una cuadrícula bien definida y de fácil acceso, donde todos y cada uno de los ejemplares tenían la misma edad, como si fuesen todos hermanos gemelos.

placeholder Chopos (solo chopos) plantados con precisión milimétrica. (iStock)
Chopos (solo chopos) plantados con precisión milimétrica. (iStock)

Los investigadores descubrieron que el 73% de los bosques de la Unión Europea "tendía a la homogeneización". Esta fórmula, tradicionalmente, ha sido usada para aumentar al máximo el crecimiento y rendimiento de la madera y otros productos de la explotación forestal. El problema es que lo que sí que consiguen en realidad es convertir tanto a estos bosques 'artificiales' como a los naturales colindantes en una "masa forestal vulnerable al estrés medioambiental y al cambio climático".

Como explica William Keeton, "si homogeneizamos el paisaje de forma que todo sean abetos, por ejemplo, hasta donde la vista pueda alcanzar, entonces eso supondrá que el escarabajo de la corteza del pino llegará y también se extenderá, sin ningún problema, hasta donde la vista alcanza".

placeholder Linde de un bosque en el Pirineo oscense. (iStock)
Linde de un bosque en el Pirineo oscense. (iStock)

Otro de los resultados del estudio es que los europeos, mayoritariamente, creemos que una de las principales motivaciones para la reforestación que estamos llevando a cabo es la conservación de la biodiversidad, la captura de CO₂, la conservación de la calidad del agua y la protección frente a corrimientos de tierra e inundaciones. Pero la realidad es bien distinta. Según explican, tan solo el 8% de los bosques de la Unión Europea no está gestionado o se gestiona sin el objetivo de la explotación maderera en mente.

Los expertos señalan que los bosques reforestados 'sanos', que siguen los patrones naturales y, por tanto, son capaces de acoger los ecosistemas propios del terreno que ocupan, suponen un beneficio incalculable en muchas áreas y deberían ser incentivados por las autoridades. Como explica William Keeton, "por primera vez en la historia, nuestro trabajo muestra cómo las prácticas forestales de la Unión Europea podrían emular las 'variables naturales' y producir así un mayor rango de hábitats y ecosistemas, que sean más sostenibles y resilientes. El problema es que la política predominante en la reforestación de la UE ha sido eliminar por completo todas las variables". Esto lo podemos observar nosotros mismos si visitamos cualquier campo de nuestro país: cientos de chopos (o pinos, o encinas...) colocados en una cuadrícula exacta. Todos iguales.

Foto: El incendio de Sierra Bermeja, la noche del 10 de septiembre. (Reuters)

Esto, explicaba a Planeta A Francisco Rodríguez y Silva, experto forestal de la Universidad de Córdoba, también supone un gran peligro, no solo por lo que explican los investigadores del estudio más arriba mencionado (la aparición de plagas y enfermedades específicas de una variedad concreta de árbol), sino también por los incendios. "Nuestro país tiene una superficie forestal creciente", explicaba. Y esto, sumado a otros factores como el aumento de la temperatura media y la creciente frecuencia e intensidad de dos fenómenos climáticos extremos clave, las sequías y las olas de calor, provoca que los 'incendios de sexta generación' se hayan convertido en una realidad.

Cuidar el monte y los bosques no perjudica a nadie, al contrario. Las comunidades rurales se benefician económicamente (ya sea gracias a los recursos que proporcionan directamente o al turismo); el resto de la población se beneficia climáticamente (dada la captura de carbono que realizan los bosques); los ecosistemas prosperan, así como lo hace la biodiversidad, y, además, suponen una barrera frente a inundaciones o corrimientos de tierras (que a su vez son más frecuentes debido al cambio climático). No perdemos absolutamente nada por hacerlo bien, y tenemos mucho que ganar. Unos bosques malos no compensan.

A veces, más no es mejor. Eso es especialmente cierto en los bosques. Según un nuevo estudio elaborado por la Universidad de Vermont en Estados Unidos, con la colaboración de otras muchas universidades a este lado del charco, Europa no era tan verde (en lo que a masa forestal se refiere) desde hacía siglos. Pero más árboles no suponen un motivo de alegría. Un buen bosque es un bosque sano, no uno grande.

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