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España tiene un problema forestal: tras los grandes incendios, el bosque nunca vuelve
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la vegetación rebrota en forma de matorral

España tiene un problema forestal: tras los grandes incendios, el bosque nunca vuelve

La costumbre tradicional tras un fuego es permitir que los bosques se regeneren de forma natural, pero los datos muestran que puede ser hora de replantearse esta estrategia

Foto: Trabajos reforestación en la zona afectada por el incendio de Moguer, verano de 2017 (EFE)
Trabajos reforestación en la zona afectada por el incendio de Moguer, verano de 2017 (EFE)

El peor gran incendio forestal en lo que llevamos de siglo en España comenzó el 27 de julio de 2004 en Minas de Riotinto, Huelva. Además de las 34.290 hectáreas devastadas, el fuego arrasó también con la economía de doce pueblos de la zona.

"Había un monte autóctono mediterráneo y un monte de eucaliptos destinados a la papelera Ence, había encinas y alcornoques centenarios", recuerda Juan Romero, ecologista y vecino del Berrocal, uno de los pueblos más afectados por el incendio junto con El Madroño, provincia de Sevilla. "Antes vivían 500 personas y muchos nos dedicábamos a la explotación del corcho en una cooperativa, hoy, después de 13 años desde el incendio quedamos 200 habitantes: es un pueblo muerto".

Foto: Vista de los montes del Alto Tajo desde Selas (Guadalajara), doce años después del incendio. (D.B.)

Mientras, en el monte, el viento apartó la ceniza y la lluvia la amontonó sobre los árboles muertos, apilados junto al río para protegerlo de la escorrentía tóxica. En ese suelo yermo comenzaron a aparecer en poco tiempo las especies llamadas pioneras. De forma natural, casi sin tocar nada. La aparición de estas plantas frenó la erosión por escorrentía superficial y facilitó la aparición de más especies. A los dos años del incendio, el monte había reverdecido de nuevo.

"No se le dio seguimiento, se hicieron repoblaciones pero un 60% se perdieron", dice Romero, "los árboles grandes necesitan años, ahora lo que hay es un bosque matorralizado".

Sin embargo, visto desde el cielo, o con Google Maps, todo se ve verde. Pero no es verde pino: es verde jara, verde ahulaga, verde brezo.

Esto ayuda a explicar las dos tendencias aparentemente incompatibles sobre el futuro de nuestro país: España es más verde ahora que hace 100 años, pero antes de otros 100, tres cuartas partes del país serán un desierto. Vaya viaje, ¿no?

placeholder Grullas en el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, provincia de Ciudad Real (EFE)
Grullas en el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, provincia de Ciudad Real (EFE)

Varios informes atestiguan que en España se ha recuperado bosque en las últimas décadas. Entre 1990 y 2010, la superficie forestal de nuestro país pasó del 28% al 37% según publicaba recientemente 'The Economist', respaldando la información recogida en el último Inventario Forestal Nacional.

¿Pero de qué tipo de bosques estamos hablando? ¿Es posible que gran parte de esas extensiones que se ven desde el cielo no sean zona arbolada sino simple cubierta vegetal? "Que un tipo de bosque se esté sustituyendo por otro es un prejuicio que delata muy poco conocimiento", dice a Teknautas Eduardo Rojas, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes. "Si cada vez hay más problemas de incendios es porque cada vez hay más extensión de masa forestal".

"Esos estudios incorporan los cultivos forestales como incremento en bosque", discrepa Theo Oberhuber, fundador de Ecologistas en Acción y especialista en defensa de la biodiversidad. "Nosotros pensamos que en ningún caso deben tenerse en cuenta, porque no se está generando un ecosistema natural".

He aquí un punto crítico del debate.

¿Son los bosques naturales?

Para Rojas, "ese bosque virginal que el hombre ha destruido no existe, lo que hay es una vegetación que se ha adaptado al ser humano: en Galicia no había bosques hace un siglo, sólo había árboles sueltos, los catalanes plantaron alcornoques y los vascos se trajeron del sur de California el pino radiata gracias a un indiano, todo ello se hizo sobre terrenos agrícolas abandonados".

Es sabido que la ardilla que cruzaba España de norte a sur saltando sobre los árboles es una leyenda. ¿Por qué había menos árboles en 1900? "En el siglo XIX, con las guerras carlistas, la industrialización arrancó tarde, pero cuando comenzó el paisaje se queda casi deforestado", razona Rojas. Además, muchos objetos cotidianos que hoy están hechos con derivados del petróleo llevaban entonces madera.

Pero existe otra forma de verlo, la de Romero: "La diferencia con la frontera es que en Huelva tenemos ahora 160.000 hectáreas de eucalipto, hay más eucaliptos que alcornoques. Eso y pino cultivado, otras 90.000 hectáreas, pero lo demás son matorrales: ¿un sitio así arbolado maduro, con encinas y bosques autóctonos que es el que ocupa la península Ibérica? En absoluto".

Ese 'bosque virginal' que el hombre ha destruido no existe, hay vegetación que se adapta al ser humano: en Galicia no había bosques hace un siglo

El cambio climático también está contribuyendo a todo este embrollo forestal: el aumento de CO2 estimula el crecimiento de cubierta vegetal (en muchas zonas proporciona más nutrientes, precipitaciones o temperaturas más templadas) aunque a largo plazo la desertización se cernirá sobre el 75% del territorio español.

¿Por qué se pierde bosque?

En el asunto de los bosques la creencia se antepone muchas veces a la ciencia. Ideas como que el bosque siempre vuelve siguen dominando el debate del papel de los incendios. Miguel Ángel Ortega, presidente de la asociación Reforesta, reflexionaba al respecto en esta tribuna en 'ABC' que "la realidad es que el bosque no siempre vuelve. De hecho, el porcentaje de superficie acumulada recorrida por incendios forestales en los últimos diez años es uno de los indicadores empleados para evaluar el riesgo de desertificación".

No es ninguna sorpresa que, en la clasificación de hectáreas perdidas de bosque, Galicia, la comunidad autónoma que más y peores incendios sufre, esté en cabeza con más de 270.000 hectáreas quemadas entre 2001 y 2016. Un tamaño superior a las provincias de Vizcaya o Guipúzcoa, o si prefieren los clásicos, 192.000 campos de fútbol.

El podio de comunidades es el mismo en cuanto a perdedores y ganadores de masa forestal: Galicia, Andalucía y Castilla y León también son las tres que más bosque ganaron en los 12 primeros años de este siglo, aunque fueron muchas menos hectáreas de las perdidas.

Otra prueba del papel que tienen los incendios en la pérdida de masa forestal está en el siguiente mapa. Los puntos donde más masa forestal se ha perdido se corresponden con algunos de los peores incendios de los últimos 15 años, como los de Cortés de Pallás (Valencia) en 2012, Riba de Saelices (Guadalajara) en 2005 o el ya citado de Minas de Riotinto según datos recogidos en España en Llamas.

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No ocurre lo mismo cuando apreciamos aquellos lugares que más masa forestal ganaron entre 2001 y 2012, donde Galicia y la cornisa cantábrica son las zonas que lideran la recuperación forestal en España. "Galicia y todo el noreste tienen problemas porque están en una zona frontera: el invierno es irlandés y el verano es sahariano", apunta Rojas.

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Reforestar o no reforestar

El decano de los ingenieros de montes es valenciano y como tal, conoce bien la zona donde en 2012 ardieron más de 48.000 hectáreas en Cortés de Pallás y Andilla. En el siguiente mapa interactivo, que muestra la pérdida o ganancia de bosque en la región donde se produjeron los incendios, se pueden apreciar a la derecha dos grandes manchas rojas. La de arriba es Andilla y la de abajo Cortes de Pallás. Un poco más arriba y en el centro se puede apreciar el daño causado en Riba de Saelices, Guadalajara, por aquella barbacoa fatal del verano de 2005. Diez años más tarde, el monte está verde pero el hueco forestal sigue ahí.

"En el sur de Valencia y norte de Alicante hay zonas en las que el bosque ha reculado con respecto a lo que había en los años 60", dice Rojas. "El 'Pinus pinaster' tiene dos respuestas al fuego: en el oeste de la península se regenera y en el este no: en ciertas zonas de Cuenca, Valencia o Albacete no se regenera porque no tiene piña serótina, igual que pasa en Jaén, Huesca o Lleida", explica, "ahí, sabiendo que no se va a regenerar, lo lógico sería intervenir".

Nadie se acuerda de un incendio que pasó hace 20 años

Si tienen la impresión de que las personas citadas en este artículo tienen opiniones divergentes, están en lo correcto. Pero todos están de acuerdo en algo fundamental: No se suele replantar, y cuando se hace, no se realiza un seguimiento.

"En la Comunidad Valenciana hay miles de hectáreas replantadas con 'Pinus halepensis' tras los incendios de la década de los setenta y ochenta", recuerda Rojas, "el problema es que no se realiza una gestión posterior: esos arboles tienen ya más de tres metros de altura, habria que reducir su densidad para que no consuman tanta agua o los árboles puedan producir piñas para regenerar el bosque en caso de incendio... eso no se hace, porque nadie se acuerda de un incendio que pasó hace 20 años".

El peor gran incendio forestal en lo que llevamos de siglo en España comenzó el 27 de julio de 2004 en Minas de Riotinto, Huelva. Además de las 34.290 hectáreas devastadas, el fuego arrasó también con la economía de doce pueblos de la zona.

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