Los indicadores sobre el avance del cambio climático disparan de nuevo todas las alarmas

Un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) muestra que, más allá de los récords de temperatura que se baten año tras año y que en muchas regiones “se están pulverizando”, también se están estableciendo récords “mucho más allá de lo esperado” en el resto de frentes, como respecto a los niveles de efecto invernadero, el calor oceánico, el aumento del nivel del mar, la acidificación de los mares, el deshielo del Ártico, la pérdida de hielo marino antártico y el retroceso de los glaciares.

Según el informe de la OMM sobre el estado del clima mundial en 2023, las olas de calor, las crecidas de los ríos, las sequías, los incendios forestales y la rápida intensificación de los ciclones tropicales tuvieron graves consecuencias en distintas regiones del planeta, provocando miles de víctimas, trastornando la vida cotidiana de millones de personas y ocasionando pérdidas económicas valoradas en miles de millones de dólares.

El informe de la OMM ratifica que 2023 fue el año más cálido desde que hay registros, con una temperatura media mundial cerca de la superficie de 1,45°C por encima de los niveles preindustriales de referencia. A escala mundial, cada uno de los meses comprendidos entre junio y diciembre fue el más cálido jamás registrado para el mes respectivo. Cabe destacar especialmente el mes de septiembre de 2023, que superó el anterior récord mundial de septiembre por un amplio margen de alrededor de medio grado centígrado.

Asimismo el informe de la OMM confirma que estamos atravesando el decenio más cálido desde que hay registros. Para el secretario general de la ONU, António Guterres, "los valores observados para el conjunto de los indicadores principales han hecho saltar todas las alarmas. Algunos de ellos no solo baten récords, sino que registran magnitudes inauditas. Y los cambios no dejan de acelerarse".

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Según la secretaria general de la OMM, la profesora Andrea Celeste Saulo, "lo que vivimos el año pasado va mucho más allá de un sorprendente acelerón en el aumento de las temperaturas. Lo que presenciamos en 2023, sobre todo en relación con el calentamiento de los océanos, el retroceso de los glaciares y la pérdida de hielo marino antártico sin precedentes, es motivo de especial preocupación y debería hacer sonar la alerta roja en el mundo".

El año pasado más del 90% de los océanos se vio afectado por una ola de calor marina, que además de dañar a los ecosistemas marinos, acabó afectando a los sistemas básicos de alimentación para las comunidades costeras. Se registraron temperaturas excepcionalmente elevadas en el Atlántico Norte, el golfo de México y el Caribe, el Pacífico Norte y amplias zonas del océano Austral, produciéndose olas de calor marinas generalizadas. Según los investigadores de la OMM los registros anotados no obedecen a los patrones típicos de calentamiento asociados al fenómeno de ‘El Niño’ en el Pacífico tropical.

Los océanos son un hervidero

Una de las observaciones más inquietantes es la referente a las inusualmente elevadas tasas de calentamiento oceánico registradas en las dos últimas décadas. Se prevé que dicho calentamiento continúe en las próximas, lo cual conllevaría un cambio irreversible durante los próximos cientos o incluso miles de años. De igual modo, la tasa de aumento del nivel medio del mar a escala mundial ha aumentado en más del doble respecto a la registrada por primera vez (1993-2002) mediante datos satelitales.

La evolución de la criosfera no muestra síntomas de recuperación sino más bien todo lo contario. Los glaciares sufrieron la mayor pérdida de hielo jamás registrada como consecuencia del deshielo extremo, especialmente los situados en América del Norte y Europa. La extensión del hielo marino antártico fue por su parte, y con creces, la más baja de la que se tiene constancia, con una extensión máxima al final del invierno un millón de kilómetros cuadrados inferior (el equivalente al tamaño de Francia y Alemania juntas) al año anterior, en el que marcó otro récord de deshielo. La extensión del hielo marino del Ártico se mantuvo asimismo muy por debajo de lo normal.

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Respecto al aumento de las concentraciones de los principales gases de efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso, se alcanzaron niveles sin precedentes debido al continuo aumento de las emisiones durante todo el 2023. Los actuales niveles de CO2 son un 50% superiores a los registrados en la era preindustrial. Además, como consecuencia de su larga vida en las capas altas de la atmosfera, estos registros garantizan que las temperaturas seguirán aumentando durante muchos años.

Aún estamos a tiempo

Sin embargo, el informe de la OMM aporta un rayo de esperanza: la rápida y creciente evolución de las energías renovables. En 2023, las incorporaciones de capacidad renovable aumentaron casi un 50 % respecto a 2022, ascendiendo a un total de 510 gigavatios (GW), lo que representa el mayor ritmo observado en las dos últimas décadas y supone un paso de gigante hacia la descarbonización de la economía mundial y la reducción de las emisiones de GEI.

Esta semana, en la reunión ministerial sobre el clima que se celebrará en Copenhague el 21 y 22 de marzo, dirigentes y ministros en materia climática de todo el mundo se reunirán por primera vez desde la pasada cumbre de Dubái (COP28) para impulsar la aceleración de la acción climática. La mejora de las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) de los países será una de las prioridades del orden del día, así como la concertación de un ambicioso acuerdo sobre financiación que deberá ratificarse en la próxima cumbre climática de Azerbaiyán (COP29) para multiplicar el actual ritmo de inversión en financiación climática y alcanzar los 10 billones de dólares anuales hasta 2050.

El informe señala que si esta cifra puede resultar para muchos muy elevada, todavía lo es más el coste de la inacción, que podría rondar los 1.200 billones de dólares hacia mitad de siglo si no se emprenden las medidas de acción climática necesarias para contener el calentamiento global por debajo de lo que recoge el Acuerdo de París. Es más, si las emisiones de GEI siguen aumentando por encima de los dos grados marcados como límite en dicho acuerdo, es probable que ese cálculo sea extremadamente bajo.