Cumbre climática de Dubái: el partido más decisivo, en campo contrario

La cumbre del clima que arranca el próximo jueves en Dubái (COP28) es decisiva para corregir el rumbo y evitar los peores escenarios hacia los que nos conduce un cambio climático acelerado y fuera de control. Los números al respecto son incontestables. Incluso si dejásemos de emitir gases de efecto invernadero (GEI) a la atmosfera de manera inmediata, la posibilidad de contener el calentamiento global por debajo de los 1,5 grados pactados en el Acuerdo de Paris es mínima.

Lejos de eso, y a tenor de los planes climáticos con los que acuden all evento las delegaciones de los cerca de doscientos países participantes, las emisiones de GEI que están provocando el actual cambio climático no solo se van a mantener, sino que seguirán aumentando a un ritmo incluso superior al actual, lo que según los científicos provocará un aumento de las temperaturas de hasta tres grados con respecto al período pre-industrial y nos llevará a los peores escenarios.

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Para el secretario general de la ONU, António Guterres “las tendencias actuales conducen a nuestro planeta hacia el callejón sin salida de los tres grados de aumento”. Algo que, según el diplomático portugués, constituye “no solo una total falta de liderazgo, sino una auténtica traición a los países más vulnerables y una enorme oportunidad perdida”.

Las matemáticas del clima no fallan

Las palabras de Guterres precedieron a la presentación del Informe sobre la Brecha de Emisiones 2023 que se publica cada año antes del inicio de las cumbres climáticas. Este documento viene a ofrecernos algo así como el ‘minuto y resultado’ de los compromisos nacionales para reducir las emisiones de GEI, señalando la discrepancia entre los propósitos y los resultados para cumplir con lo acordado en París y limitar el calentamiento global a un grado y medio de aumento. Un objetivo cuya probabilidad de cumplirse es ya de tan sólo el 14%. A este respecto hay que señalar que, a día de hoy, ninguno de los países del G20 está reduciendo las emisiones a un ritmo coherente con sus compromisos para avanzar hacia una economía neutra en carbono.

Y es que según este nuevo informe, el decimocuarto desde que se empezaran a elaborar por parte del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), “las matemáticas del cambio climático no engañan: necesitamos medidas drásticas para corregir el rumbo”. Las emisiones globales de GEI aumentaron un 1,2% entre 2021 y 2022, mientras que las previsiones para este año apuntan a que volverán a crecer un 1,4%. Respecto a las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2) también siguen estableciendo nuevos récords, hasta alcanzar las 425 partes por millón (ppm) actuales: una cifra nunca antes alcanzada en el planeta con nosotros habitándolo y que nos condena a la incertidumbre.

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El mensaje del PNUMA a los delegados de la COP28 no puede ser más claro: para recuperar la esperanza y contener el incremento de las temperaturas por debajo de los dos grados de aumento, las emisiones de GEI deben reducirse al menos en un 28% de aquí a 2030; para quedarnos en el límite del grado y medio de aumento recomendado por el IPCC sería necesario reducirlas un 42%. Pero según la ONU, si el nivel de compromiso sigue siendo el mismo, en 2030 las emisiones de CO2 equivalente superarán en 22 gigatoneladas el límite para no rebasar esos 1,5 grados de aumento. Algo impensable ya que 22 gigatoneladas es lo que emiten Estados Unidos, China y la UE juntos.

Ante el arranque de la nueva cumbre del clima, que se celebrará del 30 de noviembre al 12 de diciembre en Emiratos Árabes Unidos, el máximo mandatario de las Naciones Unidas, que es quien convoca el evento, elevó el rango de importancia del evento al máximo nivel: "puede ser el partido decisivo". Por ello pidió a los países asistentes que eviten dar “un nuevo paso en falso”.

COP28: un partido decisivo

Para evitar que esta nueva cumbre climática acabe en fracaso, la ONU reclama que los gobiernos acudan con un compromiso mucho más firme para eliminar progresivamente los combustibles fósiles. Que presenten un calendario claro, alineado con el límite de los 1,5 grados de aumento de las temperaturas, y que se comprometan a culminar cuanto antes la transición energética hacia un modelo global basado en las energías renovables. Por último exigió que quienes aún no lo han hecho, es decir la gran mayoría de los países contribuyentes, asistan a la COP28 dispuestos a atender el pago de sus contribuciones al Fondo Verde para el Clima y al nuevo Fondo de Pérdidas y Daños.

En todo caso conviene mantener la esperanza. El presidente de la COP28, Sultán Ahmed Al Jaber, ministro de industria y CEO de ADNOC, la petrolera pública de Abu Dabi, reaccionaba a la publicación de este informe con palabras que invitan a ello. "El mundo debe responder a estos datos -dijo- con una decisión más ambiciosa en la COP28 para acelerar una transición energética justa y ordenada que permita cerrar la brecha de emisiones".

Pese a ser uno de los grandes magnates del petróleo, en su opinión, "debemos triplicar la capacidad de energía renovable y duplicar la eficiencia energética: abordar las emisiones de metano y acelerar las ambiciones de descarbonización en los sectores con mayores emisiones para 2030". Respecto a los objetivos de financiación, en la semana previa a la cumbre Al Jaber pedía a los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD) que "muestren más ambición y trabajen más rápido en movilizar financiamiento privado para cubrir sectores estratégicos, como la alimentación, el acceso al agua potable, la salud y la conservación de la naturaleza y la biodiversidad”. Parece que hay partido.