El cambio climático no va a dejar de ocurrir por el hecho de ignorarlo

La mejor respuesta al negacionismo climático nos la brinda estos días la realidad. Basta con atender a lo que sucede con las temperaturas extremas que se están registrando en todo el planeta para aceptar que el calentamiento global, no solo ocurre, sino que se está reforzando y avanza más rápido de lo previsto hacia los peores escenarios.

Desde el suroeste de Estados Unidos y Canadá hasta India y China, pasando por Canarias y el Mediterráneo, las altas temperaturas, la sequía y los megaincendios climáticos están evidenciando lo que los pronósticos de los climatólogos vienen señalando en sus informes: que esto se está poniendo cada vez más serio y es necesario responder de manera urgente.

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Como recordaba el Secretario General de la ONU hace unas semanas, "el cambio climático está fuera de control y si persistimos en retrasar las medidas necesarias, seguiremos avanzando hacia una situación catastrófica, como lo demuestran los últimos récords de temperatura". Entonces no sabía que, tal y como ha confirmado esta semana la Organización Meteorológica Mundial (OMM) con base en los datos reportados por Copernicus, julio iba a convertirse en el mes más caluroso desde que se tienen registros, aupando la temperatura de la Tierra hasta los 16,8 grados.

Tras conocer ese dato, y echando mano del efectismo dialéctico al que nos tiene acostumbrados en sus discursos, Guterres no dudaba en dar por inaugurada "la era de la ebullición global", pero sin dejar de apelar a la esperanza: "con una acción climática firme e inmediata —afirmaba— todavía estamos a tiempo de contener el aumento de la temperatura global y evitar lo peor del cambio climático".

Una nueva realidad climática

Para el Secretario General de la OMM, el finlandés Petteri Taalas, "el clima extremo que ha afectado a millones de personas este mes ha sido, lamentablemente, un ejemplo de la dura realidad que afrontamos con el cambio climático, y un anticipo de lo que nos espera". Según esta prestigiosa organización, existe un 98% de probabilidad de que al menos uno de los próximos cinco años sea el más cálido jamás registrado, y un 66 % de probabilidad de que en los próximos cinco años superemos el grado y medio de aumento de temperaturas fijado como límite en el Acuerdo de París.

Por su parte, el prestigioso climatólogo Jim Skea, catedrático del Imperial College de Londres, declaraba este miércoles, tras ser elegido nuevo presidente del IPCC, que "el cambio climático es una amenaza existencial", pero afirmaba a su vez que "no hay tiempo para dejarse paralizar por la desesperación" pues, aunque la situación es perfectamente seria, "la humanidad sigue teniendo la capacidad de decidir sobre su propio futuro". Una nueva llamada desde la ciencia a usar la razón.

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Skea asume el mando del IPCC, el máximo órgano internacional para la evaluación del cambio climático, en un momento crucial: cuando se dispone a elaborar un nuevo informe de evaluación, el séptimo desde su creación en 1988, que será presentado dentro de siete años. Para entonces (2030), y si atendemos a los compromisos internacionales anunciados a bombo y platillo por la mayoría de países, se deberían haber alcanzado los objetivos de reducción de gases de efecto invernadero (GEI) suscritos en el citado Acuerdo. Sin embargo, lo cierto es que nadie cree, a estas alturas del calendario y mientras las emisiones siguen aumentando, que eso vaya a ser posible.

Reacción urgente

Ante esta situación, cada vez más expertos opinan que es innecesario seguir elaborando proyecciones o configurando escenarios. La realidad que estamos viviendo, aunque miremos a otra parte, es el mejor ejemplo de lo que nos aguarda si no reaccionamos y nos precipitamos más allá del grado y medio de aumento de las temperaturas. Una reacción que debemos emprender de inmediato, no ya como sociedad, sino como especie. Porque como señalaba el profesor Taalas en el comunicado, y como estamos comprobando en las noticias que les ofrecemos en este mismo diario, "la necesidad de reducir las emisiones de GEI es más urgente ahora que nunca", por lo que todos los países, todas las instituciones, todas las empresas y la sociedad en su conjunto debemos entender que "la acción climática no es un lujo, sino una obligación".

Puede que para muchos parafrasear a Huxley en el titular suponga un recurso fácil. Pero, si atendemos a las crónicas de cuanto está sucediendo con el clima en todos los países del mundo, y si tenemos en cuenta las llamadas a la acción de los expertos, no se me ocurre mejor forma de alertar sobre la distopía medioambiental hacia la que avanzamos que recurrir a lo que vaticinó hace casi un siglo el autor de Un mundo feliz. Con la diferencia de que no estamos frente a una ficción, sino ante una realidad perturbadora que, por lo que concierne al clima, viene siendo desde entonces rigurosamente descrita por la ciencia, y que ahora se está viendo confirmada por la actualidad informativa, aunque muchos insistan en seguir ignorándola.