El cambio climático pasa al ataque: las cifras del calor extremo nunca vistas en el mundo

Es normal que haga calor. Estamos atravesando el periodo canicular, cuando las temperaturas alcanzan los valores más altos del año. Un plazo de tiempo que en nuestro país suele extenderse del 15 de julio al 15 de agosto. Lo que ya no es tan normal es que la canícula empiece tan fuerte y se alcancen valores tan extremos en los primeros días. Y no de una manera puntual y en un lugar en concreto, sino de forma generalizada, y en todo el planeta.

En nuestro país, donde todos los días en lo que llevamos de julio han marcado temperaturas por encima de lo normal, el servicio de avisos por fenómenos meteorológicos adversos (FMA) de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) no deja de alertar, a través de sus cuentas oficiales en las redes sociales, sobre el peligro por temperaturas máximas. Los niveles de alerta fluctúan del amarillo al naranja, para valores de hasta 42 °C, y llegan hasta el rojo, para valores que pueden llegar a superar los 44 °C.

Y mientras la canícula no ha hecho más que empezar, los récords por altas temperaturas van cayendo uno tras otro. Así, este lunes 17 de julio Toledo batió su récord de temperatura máxima para estas fechas al alcanzar los 42,9 °C, mientras que Teruel vivía su noche más cálida para un mes de julio, con 20,6 °C, y las temperaturas nocturnas no bajaban de los 25 °C en varias comunidades, dando lugar a las conocidas como noches tórridas.

Ese mismo día se registraron 44,9 °C en Andújar, Jaén, mientras que el dato de 47 °C reportado por la estación meteorológica automática de Villarrobledo (Albacete) quedaba pendiente de validación. De homologarse, se situaría cerca del actual récord de altas temperaturas en nuestro país, registrado el 14 de agosto de 2021 en la localidad cordobesa de La Rambla: 47,6 °C. Pero la cosa va a más: ayer martes, en el municipio gerundense de Figueres, llegaron a los 45,3 °C: nuevo récord histórico, con más de un grado de diferencia respecto al anterior, para Cataluña.

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Estas cifras, y las que puedan registrarse en los próximos días, no hacen más que confirmar la predicción estacional de la Aemet para el periodo de julio a septiembre, según la cual vamos a vivir un verano especialmente caluroso, en el que con una alta probabilidad, de hasta el 70% para la Península y el 100% en ambos archipiélagos, se superarán las temperaturas habituales para esta época del año.

Una tendencia planetaria

Mientras tanto, y según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el calentamiento global se está acelerando en todo el mundo más allá de lo previsto. Los datos al respecto son abrumadores. Los últimos ocho años han sido los más cálidos desde que existen registros. Junio ha sido el mes más cálido de la historia y los últimos 15 días los más cálidos de los últimos 100.000 años.

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El sistema de confirmación de datos del Instituto de Cambio Climático de la Universidad de Maine, en (EEUU), confirmaba que los pasados 3, 4 y 5 de julio se batió un día tras otro el récord de temperatura media del planeta hasta alcanzar los 17,18 °C: casi un grado más que la media histórica.

Las estaciones meteorológicas de todo el mundo están testimoniando ese agravamiento de la emergencia climática. En China, este pasado fin de semana se alcanzaron los 52,2 °C en Sanbao, municipio de la prefectura de Xinjiang, superando en 1,7 °C el récord anterior. Mientras, en el Valle de la Muerte, en California, se espera que la temperatura pueda alcanzar o incluso superar los 55 °C, lo que marcaría un nuevo récord mundial de alta temperatura, fijado actualmente en los 54,4 °C registrados en la misma zona.

En Japón, la agencia meteorológica nacional lleva varios días alertando a la población del riesgo de golpes de calor por altas temperaturas. En Marruecos, donde este mes ya se han registrado 44,3 °C en Rabat, la Dirección General de Meteorología mantiene la alerta naranja en medio país y ha anunciado que las temperaturas en amplias regiones del centro, sur y sureste podrían llegar a superar hasta en siete grados la media para esta época del año, llegándose a alcanzar los 47 °C en distintos puntos del país.

Un continente en alerta roja

Respecto a Europa, destaca la probabilidad de que en Italia se superen los 48 °C del actual récord (alcanzado en 2011 en Siracusa) en las islas de Sicilia y Cerdeña, mientras que en Roma se preparan ante la posibilidad de llegar a los 43 °C. En Francia, se ha decretado la alerta roja por riesgo de altas temperaturas y los termómetros amenazan con dispararse por encima de los 40 °C en buena parte del país, incluso más en el interior de la Provenza y en el departamento de los Alpes Marítimos.

En Grecia, donde se teme que regresen los graves incendios de los últimos años, las altas temperaturas están provocando el cierre de los principales destinos turísticos, como la Acrópolis de Atenas, donde el fin de semana se llegaba a 42 °C, mientras que en la ciudad de Tebas se superaban los 44 °C.

En los Balcanes, se están registrando estos días temperaturas cercanas a los 40 °C en Serbia, Montenegro, Albania, Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Croacia y Eslovenia. Incluso está previsto que se superen en algunas ciudades de Rumanía, Bulgaria y Hungría.

Por último, en Reino Unido, donde el año pasado vivieron el verano más caluroso de su historia, acaban de vivir "el junio más cálido jamás registrado", según la Oficina Meteorológica, con temperaturas de hasta 32,2 °C. Una tendencia que se mantenía en la primera quincena de julio.

Estos datos, directamente vinculados al cambio climático y agravados por la concurrencia del fenómeno de El Niño, confirmarían los escenarios descritos por el IPCC en sus informes: “Se espera que cambien el tipo, la frecuencia y la intensidad de los episodios extremos en la medida en que cambia el clima de la Tierra. En un clima más caliente, habrá mayores riesgos de que las olas de calor se manifiesten de forma más intensa, frecuente y persistente”. Nada de lo que está ocurriendo es ajeno a la crisis climática, nada debería sorprendernos, es una consecuencia directa de nuestra inacción y falta de capacidad para alcanzar acuerdos globales… y cumplirlos.