La 'Gran Muralla Verde' de África podría tener severos efectos climáticos
Nuevas simulaciones climáticas, tanto del pasado como del futuro de la región, sugieren que esta iniciativa verde podría cambiar el clima en el norte de África, e incluso en el Mediterráneo
En 2007, la Unión Africana anunció un proyecto enormemente ambicioso: plantar la Gran Muralla Verde, una franja de árboles que se extendería a lo largo del Sahel. En suma, la "Gran Muralla Verde" de África es una iniciativa que pretende colocar una línea de árboles de 8.000 kilómetros de largo y 15 kilómetros de ancho (100 millones de hectáreas) destinada a impedir que el desierto del Sahara se expanda hacia el sur, en un intento de detener la marcha hacia el sur de las dunas de arena del desierto de Gobi. El objetivo es que para 2030, se hayan conseguido plantar 100 millones de hectáreas de árboles a lo largo del Sahel, la zona semiárida que recubre el borde sur del desierto.
Un "Sahara verde" está asociado a cambios en la intensidad y ubicación del monzón de África Occidental
En el Sahel, esta enorme región africana, que se extiende entre el desierto del Sahara en el norte y la estepa sudanesa en el sur, el cambio climático se ha materializado de manera brutal y dramática, pues hasta hace 15 años, este lugar estaba cubierto de bosques y habitaban muchos animales, pero las fuertes lluvias, las sequías prolongadas, los incendios forestales y los deslizamientos de tierra han hecho que ya no quede nada.
Detener la desertificación
El presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, ha asumido la directiva de la Gran Muralla Verde Panafricana (PAGGW) en África tal y como se habló durante la conferencia climática global de la ONU, COP26 celebrada en Glasgow (Escocia). “Esto significa que dentro del período de los próximos dos años, Nigeria trabajará asiduamente para abordar los problemas de la degradación de la tierra, la seguridad alimentaria, la desertificación, el cambio climático, el agotamiento de los ecosistemas forestales y la biodiversidad en África, entre otros”, explicó Sharon Ikeazor, Ministra de Estado de Medio Ambiente de Nigeria. De hecho, el presidente Buhari ha expresado su optimismo sobre la ambición de África de restaurar más de 100 millones de hectáreas del paisaje degradado para una agricultura productiva.
¿Qué se conseguiría con esta muralla arbórea?
El fin de la Gran Muralla Verde -que cuenta con el apoyo financiero del Banco Mundial, la UE y las Naciones Unidas, entre otros- es restaurar las tierras degradadas y ayudar a los habitantes del Sahel a producir alimentos, crear puestos de trabajo, evitar que los pobladores migren o se desplacen y promover la paz, a tenor de la estrategia de reunir esfuerzos para ampliar la implementación del proyecto como una solución fundamental basada en la naturaleza para el cambio climático en África. Todo para evitar la desaparición del Sahel. Especialmente la región del Sahel ha sido devastada por severas sequías y la pérdida masiva de tierras fértiles en los últimos 30 años. Si bien el 65% de la tierra está degradada, el 80% de la población sigue dependiendo de la agricultura de secano. El Sahel una vez fue fértil. Ellos viven de la tierra y dependen de su productividad para sobrevivir.
Por el momento, solo se ha alcanzado el 15% del objetivo de la meta de restaurar 100 millones de hectáreas de tierra para 2030. Hay varias razones por las que la construcción de la Gran Muralla Verde no va tan bien como se esperaba. Uno de ellos, y probablemente el más importante, es la falta de fondos.
¿Es esta iniciativa positiva con el cambio climático?
Según las simulaciones informáticas presentadas el 14 de diciembre durante la reunión de otoño de la Unión Geofísica Estadounidense, la muralla de árboles podría duplicar las precipitaciones dentro del Sahel y también disminuiría las temperaturas promedio de verano en gran parte del norte de África y en el Mediterráneo. Sin embargo, las temperaturas en las partes más cálidas del desierto se volverían aún más ardientes.
Concretamente, la Gran Muralla Verde reduciría las temperaturas medias de verano en la mayor parte del Sahel hasta en 1,5 grados centígrados, pero también aumentaría las precipitaciones en toda la región, incluso duplicándolas en algunos lugares, sugiere la investigación.
Estudios anteriores han demostrado que un "Sahara verde" está asociado a cambios en la intensidad y ubicación del monzón de África Occidental. Más vegetación ayuda a la creación de un charco local de humedad, con más ciclos de agua del suelo a la atmósfera, lo que, a su vez, aumenta la humedad y, por tanto, la lluvia.
Además, las plantas también crean una superficie terrestre más oscura, de modo que el suelo absorbe más calor y como la vegetación reduce la cantidad de polvo que hay en la atmósfera, llegaría mayor cantidad de radiación solar a la tierra.
Si sumamos todos estos factores y efectos solo vemos un denominador común: más calor y más humedad, lo que generará una mayor diferencia en la presión atmosférica y, por ende, soplarán vientos monzónicos mucho más fuertes e intensos.
Está claro que el efecto que la ecologización final podría tener finalmente en el clima local, regional y global ha sido poco estudiado y estos resultados preliminares solo apuntan a que es importante comprender qué impacto podría tener una plantación a esta escala tan colosal.
En 2007, la Unión Africana anunció un proyecto enormemente ambicioso: plantar la Gran Muralla Verde, una franja de árboles que se extendería a lo largo del Sahel. En suma, la "Gran Muralla Verde" de África es una iniciativa que pretende colocar una línea de árboles de 8.000 kilómetros de largo y 15 kilómetros de ancho (100 millones de hectáreas) destinada a impedir que el desierto del Sahara se expanda hacia el sur, en un intento de detener la marcha hacia el sur de las dunas de arena del desierto de Gobi. El objetivo es que para 2030, se hayan conseguido plantar 100 millones de hectáreas de árboles a lo largo del Sahel, la zona semiárida que recubre el borde sur del desierto.