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El sector financiero se enreda en alianzas climáticas y Greta se mofa de su 'net zero'
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130 billones de dólares en 2050

El sector financiero se enreda en alianzas climáticas y Greta se mofa de su 'net zero'

El cuarto día del evento climático más importante del mundo ha estado dedicado a la financiación. Estados y sector privado prometen ingentes cantidades de dinero, pero siguen sin renunciar a las energías fósiles

Foto: La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, y el alcalde de Londres, Sadiq Khan. (Reuters)
La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, y el alcalde de Londres, Sadiq Khan. (Reuters)

En el ecuador de la primera semana de la COP26 en Glasgow (Reino Unido), el protagonismo ya no lo tienen los jefes de Estado y de Gobierno. Atrás quedaron los discursos y grandes compromisos políticos para frenar el calentamiento —promesas ambiciosas, pero aún por concretar—; ahora toca remangarse y trabajar en lo que se espera decidirá el éxito o fracaso de esta cumbre: quién paga la cuenta del clima, cómo y cuándo.

Los actores gubernamentales tuvieron su momento de gloria: España, Reino Unido, Japón, Noruega, Australia, Irlanda y Luxemburgo prometieron nuevas cifras para apoquinar y llegar a los 100.000 millones de dólares anuales que necesita la mitigación y adaptación climática en el mundo. Pero ayer el foco mediático se colocó sobre las 450 instituciones financieras que, juntas, controlan cerca del 40% de los activos del mundo.

Greta Thunberg ha indicado que los mandatarios pueden meterse "la crisis climática por el culo"

Estas se han comprometido a movilizar cerca de 130 billones (de los españoles, no de los anglosajones) de capital privado para lograr el 'net zero' en 2050, un horizonte que también se han fijado algunos países (EEUU y la Unión Europea, entre otros) y que a menudo es criticado por los ecologistas, puesto que no persigue acabar con las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por completo, sino que deja cierto margen para seguir emitiendo GEI siempre que se compensen con técnicas de secuestro de carbono.

Entre las voces críticas, no podía faltar la joven sueca Greta Thunberg, que en 2018 saltó a la fama por incitar a millones de estudiantes a movilizarse por el clima y por iniciar así un movimiento de protesta, Fridays for Future, que se esparció como la pólvora por todo el mundo. Con 15 años, Thunberg se convirtió en un icono del ecologismo por sacar los colores al Foro Económico Mundial y a los líderes políticos en las cumbres del clima de la ONU. Este año, con mascarilla y mayoría de edad, la activista ha llegado a la COP26 en pie de guerra, y ha mostrado su faceta más rebelde al indicar a los mandatarios que pueden meterse “la crisis climática por el culo”, entre otras perlas que ha soltado y que los medios no han tardado en recoger en decenas de titulares. “Me complace anunciar que he decidido apostar por el cero neto en términos de palabrotas. En el caso de que diga algo inapropiado, me comprometo a compensarlo diciendo algo agradable”, señalaba irónicamente Thunberg en un tuit publicado el miércoles.

Bajo el paraguas de la Alianza Financiera de Glasgow para el Cero Neto (GFANZ), las 450 poderosas instituciones financieras se agrupan en seis alianzas menores, un laberinto de siglas donde cualquiera se perdería en la infinidad de enes y zetas que corresponden a 'net zero' (cero neto). Estas alianzas acogen a bancos como Bank of America, HSBC o Banco Santander —que en el último lustro, con el Acuerdo de París ya firmado, han invertido centenares de miles de millones de dólares en la industria de los combustibles fósiles—, aseguradoras y gestores de fondos de inversión. Para unirse a la GFANZ, estas compañías tienen que presentar porfolios en línea con el Acuerdo de París, lo que implica suscribir el objetivo de recortar sus emisiones a la mitad para 2030 y lograr la neutralidad climática en 2050, metas que deben adoptar en un plazo de entre 12 y 18 meses tras su incorporación a la alianza.

“Una alianza sobre el clima sin criterios sobre los combustibles fósiles es como una coalición antitabaco que no se ocupa de los cigarrillos”

Reino Unido, que junto a Italia preside la vigesimosexta edición de la cumbre del clima, ha celebrado este esfuerzo de los actores no gubernamentales por movilizar financiación privada para detener la crisis climática. “Esto representa un muro de capital histórico para la transición mundial hacia el cero neto”, señaló el ministro de finanzas de Reino Unido, Rishi Sunak, dirigiéndose a los delegados en la cumbre.

placeholder Greta Thunberg, acudiendo a un evento de la COP26 en Glasgow. (Reuters)
Greta Thunberg, acudiendo a un evento de la COP26 en Glasgow. (Reuters)

“Con GFANZ, tenemos todo el dinero que necesitamos para la transición”, aseguró por su parte Mark Carney, el ex director de Bank of America que ahora dirige esta iniciativa. “Nuestro trabajo consiste en encontrar la fontanería para que funcione”, agregó.

Sin embargo, un informe recién publicado por el 'think tank' Reclaim Finance expone la manera en que los compromisos de la alianza de Carney están lejos de lo que exige la ciencia para evitar los peores efectos del calentamiento de la Tierra. Desde esta ONG critican que la GFANZ no promueva las reducciones de las emisiones absolutas y que no aborde la expansión de los combustibles fósiles, los mayores culpables del aumento de temperatura media del planeta.

Foto: Celebración del quinto aniversario de la COP21 que tuvo lugar en París en  2015. Foto: EFE

“Las alianzas deben detener los servicios financieros prestados a las empresas con un alto uso de carbón, y pedir a otras compañías que adopten planes para abandonar el carbón para 2030 en países industrializados y para 2040 a nivel global”, reclaman, entre otras peticiones.

Bill McKibben, el cofundador de la ONG 350.org, coincide en esta crítica. “Una alianza sobre el clima sin criterios sobre los combustibles fósiles en sus directrices es como una coalición antitabaco que no se ocupa de los cigarrillos”, aseveró en declaraciones públicas. “Mientras el sector financiero no atienda al llamamiento de la Agencia Internacional de la Energía para poner fin al apoyo a nuevos proyectos de petróleo, gas y carbón, sus pretensiones de liderazgo climático deberían ser motivo de risa”, sentenció el ecologista.

En el ecuador de la primera semana de la COP26 en Glasgow (Reino Unido), el protagonismo ya no lo tienen los jefes de Estado y de Gobierno. Atrás quedaron los discursos y grandes compromisos políticos para frenar el calentamiento —promesas ambiciosas, pero aún por concretar—; ahora toca remangarse y trabajar en lo que se espera decidirá el éxito o fracaso de esta cumbre: quién paga la cuenta del clima, cómo y cuándo.

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