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TOROS

Feria de San Isidro | Psicólogos ganaderos

Seis toros de Alcurrucen.de entre 540 y 550 kilos. Un encierro variado, desigual, podríamos decir, con dos toros castaños y cuatro negros con hechuras completamente diferentes

Foto: El diestro Julián López, "El Juli" en el octavo festejo de la Feria de San Isidro. (EFE/Juanjo Martín)
El diestro Julián López, "El Juli" en el octavo festejo de la Feria de San Isidro. (EFE/Juanjo Martín)

Plaza Monumental de Las Ventas, 18 de mayo de 2023

8ª de la Feria de San Isidro.

Lleno de no hay billetes en uno de los carteles con más expectación de la semana y de la feria. Con los últimos triunfadores de Sevilla y el siempre valorado Juli. Tarde primaveral con muchas rachas de viento muy molestas, solo los que están abajo saben lo que les dificulta su oficio, que les impidió desplegar su potencial. Está siendo un verdadero problema en estos primeros festejos la presencia de las violentas rachas de viento vespertinas.

Seis toros de Alcurrucen.de entre 540 y 550 kilos. Un encierro variado, desigual, podríamos decir, con dos toros castaños y cuatro negros con hechuras completamente diferentes. Algunos protestados. Los dos castaños más feos, serios por delante, con caja y altos. Los negros, engatillados y más bajos, mejor presentados. Distraídos todos, como es propio de su encaste en los primeros tercios y con muy poca clase en los posteriores. El primero, horrible, topaba desde su salida en lugar de embestir. Segundo y tercero embistieron por abajo y con brío al principio de las faenas de muleta, pero fueron a menos. Probablemente, el viento impidió mejor aprovechamiento de sus escasas virtudes. Los tres últimos con alguna arrancada pero intrascendentes. Decepcionante el juego en general después de años en los que al menos uno o dos toros por tarde de esta ganadería venían facilitando triunfos.

  • Morante de la Puebla, de azul celeste y oro, pitos y ovación que saludó desde el tercio con las protestas de los de siempre.
  • Julián López, 'El Juli', de verde botella y oro, aplausos y ovación tras aviso.
  • Tomás Rufo de gris plomo y oro, leves aplausos tras aviso y silencio.

Destacó en banderillas José Núñez, 'El Pilo' y Fernando Sánchez en el sexto que saludó montera en mano.

Preparación clave del éxito. Jalonan mis frustraciones, tantas frases hechas… Tantos tópicos motivacionales han salpicado mi carrera personal y profesional. Tantos tips, tantos consejos, tantas verdades rotundas e incontestables, he escuchado de gente con éxito… Y en las últimas tendencias, de las que no se libra nadie, tanto me han machacado admoniciones de gente sin más éxito que aparecer en mi pantalla… Esos que, con filtros de TikTok, o Instagram manipulado, aparentan triunfos y realizaciones personales sin esfuerzo… Tantas veces he reconocido en razonamientos impecables las claves de un triunfo asequible que hoy, abandonando la plaza, me he acusado a mí mismo de no haberme lanzado al ruedo para evitar el desastre de una tarde que, con todos los elementos disponibles para pasar a la historia, ha resultado sin paliativos una verdadera catástrofe.

Mi solución no pasaba por la anacrónica costumbre de personarme espontáneo al desliz de las cuadrillas. Nada más lejos de mi alcance que enfrentarme a esos pitones empujados por las carnes que suman media tonelada. Y menos de forma compulsiva o improvisada. Y menos con ese viento. Mi solución a una tarde que, por diversos motivos sin remedio, se precipitaba a la intrascendencia más absoluta, no pasaba por competir con la técnica torera de las figuras anunciadas. Ni por poner en valor el siempre efectivo efecto sorpresa de un tío en camisa y vaqueros que se juega su manifiesto confort -la camisa luce marca- al hipotético lance de que un toro inservible se apiade de su osadía, al unísono con su destino, y le embista generoso para cambiarle la vida. De ninguna forma se me pasó por la cabeza arreglar el desaguisado con una muleta en la mano, subvirtiendo ningún orden de lidia ni de orden público. Ni haciéndome el invitado apelando a antiguos romanticismos efectistas y efectivos de otras décadas.

Pasaba más bien mi fantasiosa solución por tratar de traducir mensajes motivacionales, lemas que potencian la autoestima, frases de esas milagrosas que guardo en mi mente por si algún día funcionaran, que traducidas al bovino y susurradas al oído de los comparecientes bóvidos de hoy, consiguiera que los toros, una vez que me escucharan, mejoraran su bravura, aumentaran su nobleza, alargaran su embestida, remataran por abajo… embistieran. Porque ya dicen los que saben que si quieres… puedes. Que si te lo propones lo alcanzas. Que si visualizas el éxito con suficiente convicción serás incluso capaz de colapsar electrones, que compongan la materia, que genere las condiciones que facilitarán el marco, que acogerá la energía, que causará las realidades, que irremediablemente acabarán creando el éxito que has previsualizado... Y tiro porque me toca.

Bajaba por la bocana del tendido haciendo cola paciente sin que mis congéneres de grada imaginaran lo grave de los reproches que mi indecisión me gritaba internamente. Qué me habría costado abalanzarme a los costados de cinco de los seis morlacos a tratar de convencerles de que mejor embestir que renegar de su casta. Creo que hubiera podido con tres o cuatro ideas-fuerza armar un argumentario que hiciera que cualquiera herrado como toro Alcurrucen respondiera a los estímulos de capotes y muletas para facilitar que tres figuras, tres estados de gracia andantes, salieran hoy de Las Ventas reforzados y triunfantes.

Digo cinco porque al primer despistado castaño no se me ocurre mensaje que mejorara su nula condición de toro bravo. Para resultar motivado hay que tener mínimo fondo y el primer toro de la tarde podría haber sido sustituto de cualquier cabra en un garaje, tal fue su evidente desubicaje. El resto quiero porfiar que con un trabajado PowerPoint, con unos titulares efectistas, con algunos términos en inglés, del redicho, eso sí, hubiéramos conseguido mejor rendimiento y tarde. Lo digo porque los toreros mostraron fe y paciencia. Mostraron disposición, temporadas a la espalda, compromiso y voluntad, técnica, poderío, afición. Y respeto por una plaza que a ratos no les corresponde, dada su propia naturaleza, y lo alto del escalafón de los anunciados.

Pocas arrancadas de los toros duraban más de un metro o de un segundo. Poco empuje, poca fe en sus propias posibilidades, hubieran recomendado un encuentro previo con los astados de turno para inyectarles la convicción que, visto lo visto en el ruedo, debieron dejar en los corrales. Si quieres puedes dicen los motivadores. Alguien debería haber pasado por los chiqueros y en la sobrecogedora penumbra del retiro que prologa a la plaza inculcarles con palabras que entendieran voluntad, bravura y denuedo. Yo no me atreví, ya en el coso, a bajar y soltarles la charla. Asumo mi parte de culpa de su bajo rendimiento. A falta de bravos espontáneos están empezando a hacer falta psicólogos ganaderos.

Plaza Monumental de Las Ventas, 18 de mayo de 2023

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