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Adoquines para la memoria: las calles de Madrid homenajean a las víctimas del nazismo
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Adoquines para la memoria: las calles de Madrid homenajean a las víctimas del nazismo

Cientos de madrileños perdieron la vida durante el Holocausto. Ahora, Isabel y Jesús recordarán su legado con unas piedras-homenaje. Este viernes, se han instalado diez en diferentes puntos de la capital

Foto: Adoquines de los hermanos Santos Alonso. (Ana Rodríguez)
Adoquines de los hermanos Santos Alonso. (Ana Rodríguez)

La última vez que los hermanos Santos Alonso pasearon por delante de su casa, en la calle San Andrés de Madrid —próxima a la parada de Tribunal—, fue durante la Guerra Civil. Uno de ellos, Jesús, formó parte del Ejército republicano. El otro, Miguel, no pudo acabar la carrera de Medicina por el estallido del conflicto armado. Ambos marcharon al exilio y fueron víctimas del Holocausto nazi. Jesús murió de tuberculosis tras estar en Neuengamme, el campo de concentración próximo a la ciudad alemana de Hamburgo, y superar una de las llamadas marchas de la muerte. Miguel lo hizo en una de las mayores catástrofes marinas de la historia —fue uno de los 12.000 prisioneros trasladados a Neustadt Holstein—, tan solo un día antes de que el campo en el que había estado junto a su hermano fuese liberado.

Ahora, casi 80 años después, los dos madrileños ya cuentan con su pequeño homenaje en la ciudad que les vio crecer. Lo tienen en forma de stolpersteine, unos bloques dorados de cemento con un grabado artesanal que recuerdan a las víctimas del horror nazi, incluidos los deportados españoles. Las placas se colocan a modo de adoquín en las aceras justo delante de las casas donde vivieron los afectados. Lo que precisa de la aprobación del Ayuntamiento de Madrid. Esta iniciativa surgió en el año 1995 de la mano del artista alemán Gunter Demnig, quien de forma "clandestina" comenzó a colocar estas piedras delante de las viviendas en las que habitaron personas como los hermanos Alonso.

Foto: Mujeres celebrando la entrada de las tropas de Franco en Madrid, en marzo de 1939. (Alfonso/Vegap)

Isabel Martínez y Jesús Rodríguez son los encargados de instalar estas placas y de realizar todo el estudio previo en Madrid. "Todo comenzó en 2006, cuando fuimos a visitar a nuestra hija a Suiza. Un día, haciendo turismo, vimos estas piedras, que nos llamaron mucho la atención. En un principio pensamos que era un homenaje solo para judíos, pero luego fuimos descubriendo que no era así", explican a El Confidencial.

placeholder Adoquines de los hermanos Santos Alonso. (Ana Rodríguez)
Adoquines de los hermanos Santos Alonso. (Ana Rodríguez)

Con el paso del tiempo, los precursores de esta iniciativa descubrieron que en Navas, en Barcelona, el propio Ayuntamiento había comenzado a instaurar estas piedras en la ciudad y decidieron empezar a hacerlo en Madrid. "Nosotros nos dedicamos principalmente a hacer esto en la capital porque vivimos aquí y lo tenemos mucho más fácil para ir al Archivo de la Villa a confirmar la información", aseguran.

Jesús y Miguel no son los únicos que tienen desde este viernes una baldosa dorada en el lugar en el que vivieron. También cuentan con ella José Arroyo Ayuso, Rodolfo Ruiz Dávila, José Martínez Álvarez o Manuel Villar Cobos, entre otros. A lo largo de la jornada, Isabel Martínez y Jesús Rodríguez se han encargado, junto a las familias, de instalar un total de diez stolpersteine sumándose así a las más de 40 que ya hay repartidas por la capital. "Una de las sobrinas de los hermanos Santos Alonso recuperó hace un año un anillo de uno de ellos. Lo tenían en los Archivos de Arolsen, que cuentan con algunos objetos de personas deportadas y buscan a los familiares para devolvérselos", subrayan.

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Fotografía: EC/@IStolpersteine.

Además, estas placas doradas se pueden dedicar a cualquier víctima del nazismo. "Dada la inmensa magnitud del Holocausto, lo habitual es encontrarte con que están dedicadas a personas de religión judía", explican los organizadores de esta iniciativa en Madrid. Sin embargo, el artista Gunter Demnig considera víctima "a todos aquellos que se vieron afectados, de forma más o menos grave, por el régimen nazi", por lo que abarca a personas de otras religiones, ancianos, homosexuales, con alguna discapacidad, deportados por motivos políticos o exiliados que también pueden obtener este reconocimiento. En el caso de España, los republicanos exiliados pueden tener su stolpersteine.

Madrid es una de las 2.000 ciudades en todo el mundo que cuentan con 'stolpersteine'

La primera que se instaló en la capital fue el 26 de abril de 2019. "Y desde entonces, en Madrid, con las que hemos puesto este viernes, habrá 52. En España serán unas 800", señalan Rodríguez y Martínez. Pero Madrid no es más que una de las más de 2.000 ciudades alrededor del globo que cuenta con stolpersteine. Aquella modesta actividad del impulsor del proyecto se extiende ahora en un total de 29 países y, en España, cada vez son más los municipios que aceptan las iniciativas de los interesados. "Siempre hay que disponer de la aprobación del consistorio para llevar el proyecto a cabo", afirman los creadores.

La historia de María Gisbert

"Cuando empezamos con esto, hicimos un esfuerzo por encontrar a las cuatro mujeres que teníamos testimonio de que habían sido deportadas. Ahora ya sabemos que fueron más", señala Martínez. Desde entonces, han logrado recuperar las historias de algunas de ellas, pero una en concreto les supuso un auténtico desafío. Para Isabel y Jesús, uno de los días más especiales fue cuando por fin pudieron rendir homenaje a María Gisbert Merino.

Foto: Una víctima del Holocausto nazi, perseguido por su homosexualidad.

Esta mujer nació en Madrid el 17 de septiembre de 1903 y su placa fue instalada en la calle Bravo Murillo más de 100 años después. Tuvo que abandonar la ciudad y, según afirman los registros, estuvo en Valencia, Barcelona, Tarragona, Girona y Figueras, hasta febrero del año 1939, cuando María y su familia fueron internados en el campo de Saint-Cyprien. Tan solo dos días después, Gisbert y su hijo Gaspar fueron trasladados a Angulema. "María estaba registrada en el campo con el nombre de su marido, por lo que, en un principio, no encontrábamos la forma de dar con ella", recuerdan.

En el año 1944, en plena ofensiva militar por la Segunda Guerra Mundial, María y su marido, figuran como sospechosos de trabajar con la Resistencia y aparecen en una lista de la Prefectura de Toulouse, acusados de actividad política y considerados como "peligrosos para el Estado francés". Ambos fueron enviados a un campo disciplinario cerca de esta localidad francesa y posteriormente deportados a Dachau en el famoso tren fantasma. El 28 de agosto de 1944 fue deportada de nuevo a Ravensbrück, el único campo de concentración construido exclusivamente para mujeres, y en mayo de 1945 logró reencontrarse con su hijo y su marido en Toulouse. "Este es el único caso de deportación española de una familia completa del que tenemos constancia", afirman.

La última vez que los hermanos Santos Alonso pasearon por delante de su casa, en la calle San Andrés de Madrid —próxima a la parada de Tribunal—, fue durante la Guerra Civil. Uno de ellos, Jesús, formó parte del Ejército republicano. El otro, Miguel, no pudo acabar la carrera de Medicina por el estallido del conflicto armado. Ambos marcharon al exilio y fueron víctimas del Holocausto nazi. Jesús murió de tuberculosis tras estar en Neuengamme, el campo de concentración próximo a la ciudad alemana de Hamburgo, y superar una de las llamadas marchas de la muerte. Miguel lo hizo en una de las mayores catástrofes marinas de la historia —fue uno de los 12.000 prisioneros trasladados a Neustadt Holstein—, tan solo un día antes de que el campo en el que había estado junto a su hermano fuese liberado.

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