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Comunismo, nazismo y la tiranía de las masas conectadas del siglo XXI
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Comunismo, nazismo y la tiranía de las masas conectadas del siglo XXI

Las multitudes que se forman desde la base pueden demostrar ser incluso más difíciles de combatir que los regímenes totalitarios

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Las ideologías de masas del siglo XX, el nazismo y el comunismo, representaron una profunda sumisión de la razón. Aun así, dichas ideologías revelan más de lo que nos gustaría admitir sobre nuestros propios extremos políticos.

El nazismo y el comunismo tuvieron varios orígenes. El diplomático estadounidense Robert Strausz-Hupé (1903-2002), realista de la política exterior, creía que simbólicamente no fue casualidad que Karl Marx y Frederick Engels publicaran su 'Manifiesto Comunista' en 1848, el año de las revoluciones democráticas fallidas en Europa y la última vez que el liberalismo y el nacionalismo "combatieron en el mismo lado de las barricadas". Si dicha ruptura no hubiera sucedido —si los levantamientos de 1848 hubieran prosperado en todo el continente—, puede que no hubiera habido Primera Guerra Mundial y, por consiguiente, ni un Vladimir Lenin, ni un Adolf Hitler.

Pero hubo algo aún más importante que el fracaso reñido de 1848 que forjó los terrores ideológicos del siglo XX: la tecnología. Las decenas de millones de "desposeídos de la Revolución Industrial", en palabras de Strausz-Hupé, se convirtieron en soldados de a pie irracionales para la lucha de clases y racial, instigadas por el nuevo poder de los medios de comunicación. Es imposible visualizar a Hitler y Stalin si no es con el telón de fondo de la industrialización, que forjó todo, desde tanques y ferrocarriles hasta la radio y el noticiario. Al fin y al cabo, la propaganda tiene una repercusión inconfundible en el siglo XX, esencial para la tecnología de las comunicaciones.

Foto: Militantes del partido ultraderechista italiano CasaPound hacen el saludo fascista en Roma, en 2018.

La tecnología ha seguido evolucionando, por lo que la raíz original de nuestras crisis actuales se encuentra en aquello que salió mal en el siglo XX. El nazismo y el comunismo compartieron dos elementos determinantes: la seguridad de las masas y el anhelo de la pureza. Puede que 'Masa y Poder', de Elias Canetti, publicado por primera vez en Alemania en 1960, sea el libro más intuitivo sobre la crisis de Occidente de los últimos cien años. 'La decadencia de Occidente', de Oswald Spengler, alega que la civilización occidental, como todas las civilizaciones, es en última instancia efímera, pero el libro de Canetti expone la mecánica real.

La multitud, dice Canetti, surge de la necesidad del individuo solitario por amoldarse a los demás. Dado que no puede ejercer un dominio por sí solo, lo ejerce a través de una multitud que habla con una sola voz. El deseo de la multitud es siempre crecer, consumiendo todas las jerarquías, incluso aunque se sienta perseguida y exija represalias. La multitud se ve a sí misma completamente pura, habiendo alcanzado la máxima virtud.

Por tanto, uno de los objetivos de la multitud es perseguir a los que no son suficientemente virtuosos. La tiranía de la multitud tiene muchas facetas, pero Canetti dice que su forma más flagrante es la del "interrogador" y el acusador. "Cuando se utiliza como intrusión del poder", la multitud acusadora "es como un cuchillo que corta la carne de la víctima. El interrogador sabe lo que se va a encontrar, pero realmente quiere tocarlo y sacarlo a la luz".

La tecnología moderna —ahora Twitter y Facebook— ha creado horizontes inconmensurables para la tiranía de la multitud

Hay fuertes ecos de esto en 'Un mundo feliz', de Aldous Huxley, y '1984' de George Orwell, y especialmente en 'Los orígenes del totalitarismo' de Hannah Arendt. Pero Canetti identifica la psicología de la multitud como un sujeto intelectual con identidad propia. Las multitudes han existido desde tiempos inmemoriales. Pero la tecnología moderna —primero la radio y los periódicos, ahora Twitter y Facebook— ha creado horizontes inconmensurables para la tiranía de la multitud. Dicha tiranía, nacida de un conjunto de personas solitarias, tiene como objetivo la destrucción del individuo, cuya existencia demuestra su falta de virtud a los ojos de la multitud.

Sin embargo, existe una diferencia entre los siglos XX y XXI. El siglo XX fue una etapa en la que la comunicación de masas solía estar controlada por grandes gobiernos, por lo que la ideología y su consiguiente intimidación se imponían desde arriba. El siglo XXI ha provocado una inversión, mediante la que los individuos trabajan a través de redes digitales para reunirse desde abajo.

Pero, si bien la tiranía generada tiene un estilo diferente, el resultado es similar: la amenaza al disidente en aras de un proclamado monopolio de la virtud. Si no estás de acuerdo con nosotros, no solo estás equivocado, sino que eres moralmente insuficiente, y, como tal, no solo debes ser denunciado sino destruido. Recordemos, tanto el nazismo como el comunismo eran ideologías utópicas. En las mentes de sus creyentes eran sistemas de virtud, y precisamente por eso abrieron las puertas a nuevas perspectivas de la tiranía.

Foto: Dibujo infantil de un tanque ruso amenazando Lituania. (J. B.)
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Javier Brandoli. Lituania/Letonia/Estonia

La Alemania nazi y la Unión Soviética fueron derrotadas por el ejército y el poder industrial de EEUU. Las civilizaciones no descansan solamente en bases intelectuales y culturales, sino también en aspectos más ordinarios de la fuerza y el poder. El antiguo Occidente, cuya esencia es, en última instancia, la libertad del individuo para sobreponerse a la multitud, sobrevivió al siglo XX gracias al 'hard power' norteamericano, mantenido por un sistema de excelencia individual en las artes y las ciencias, a su vez nutrido por unos medios de comunicación independientes y diversos. Pero dichos medios se están sumergiendo cada vez más en las masas, desde donde también reclaman la virtud en su forma ideológica más pura, por lo que la mayoría de medios adopta en numerosas ocasiones el papel del interrogador de Canetti.

La sed de pureza, combinada con la tiranía de la tecnología de las redes sociales en manos de la juventud —que tiene poco sentido del pasado y de la tradición—, amenaza con crear la era de las multitudes más intimidantes de la historia. El resultado de dicha coacción de la multitud es una autocensura generalizada: la piedra angular de todas las formas de totalitarismo.

Esto conduce finalmente hacia una sociedad controlada por lo anodino, lo trivial y lo mundano, con la cara lobotomizada de la CNN. El mal absoluto sin duda se puede combatir, pero una uniformidad autocomplaciente es más difícil de combatir. Si se descontrola, así es como Occidente morirá lentamente.

El liberalismo tradicional, como paladín de la entidad individual, reprende todas las ideologías y el destino que Herzen tenía en mente

El brillante intelectual ruso del siglo XIX, Alexander Herzen, anticipándose a Spengler y escribiendo tras las revoluciones democráticas fallidas de 1848, ofreció probablemente la advertencia más pesimista: "El pensamiento occidental moderno pasará a la historia y se incorporará a ella, tendrá su influencia y su lugar, al igual que nuestro cuerpo pasará a la composición de la hierba, de las ovejas, de las chuletas y de los hombres. No nos agrada ese tipo de inmortalidad, pero ¿qué puede hacerse al respecto?".

A eso es a lo que nos enfrentamos. A medida que la globalización sumerge a Occidente de forma natural en las contracorrientes de otras civilizaciones, y formas extremistas de políticas identitarias pisotean los derechos del individuo, el liberalismo tradicional tiene el deber de posponer infinitamente la visión de Herzen. El liberalismo tradicional, como paladín de la entidad individual, reprende todas las ideologías y el destino que Herzen tenía en mente. El curso de la historia es incognoscible, por consiguiente, no tenemos otra opción que seguir luchando. A fin de cuentas, 1848 no fue algo predecible.

*Robert D. Kaplan es titular de una cátedra en Geopolítica en el Foreign Policy Research Insitute y escritor, siendo su última obra 'The Good American: The Epic Life of Bob Gersony, the U.S. Government’s Greatest Humanitarian'

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.

Las ideologías de masas del siglo XX, el nazismo y el comunismo, representaron una profunda sumisión de la razón. Aun así, dichas ideologías revelan más de lo que nos gustaría admitir sobre nuestros propios extremos políticos.

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