Es noticia
Freizeitgestaltung: la comunidad artística que se formó en un campo de concentración nazi
  1. Alma, Corazón, Vida
Humanidad en condiciones inhumanas

Freizeitgestaltung: la comunidad artística que se formó en un campo de concentración nazi

Conscientes de su fatal destino, miles de judíos allí se encomendaron a la vida de la mejor o única forma que pudieron, y para algunos esa forma fue el dibujo, la pintura, la música o el teatro

Foto: Llegada a Theresienstadt, de autoría desconocida, creado entre 1942 y 1944. (Wikimedia)
Llegada a Theresienstadt, de autoría desconocida, creado entre 1942 y 1944. (Wikimedia)

“Solo me gustaría enfatizar que mi trabajo musical fue fomentado y no inhibido por Theresienstadt, y que de ninguna manera nos sentamos a lamentarnos a las orillas de los ríos de Babilonia, y que nuestro deseo por la cultura era igual a nuestra voluntad de vivir”, escribió en 1944 el músico Viktor Ullmann. Cada una de estas palabras formaban parte de su manifiesto 'Goethe and Ghetto'. Cada una de estas palabras surgieron en el interior de un campo de concentración.

Theresienstadt, o Terezín, era una pequeña localidad de República Checa, no muy lejos de su capital, Praga. Nada parecía ser más particular en ella que en cualquier otra localidad de la zona, con sus costumbres y sus peculiaridades, la vida en su interior cambió para siempre en 1941. Desde Alemania, los nazis de Hitler habían planeado exterminar sin pudor a medio mundo. Empezaron, por supuesto, por las cercanías. Allí quedaba Terezín, inmóvil a cualquier huida.

Foto: El tatuaje que identifica a los supervivientes de Auschwitz. (Cordon Press)

El 15 de marzo de 1939, el ejército nazi invadió y ocupó las primeras provincias checas: Bohemia y Moravia, lo que quedaba del estado checo-eslovaco. El país vivió uno de los mayores asedios de aquella Alemania fascista. Cerca de 80.000 judíos checos fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial, la mayoría en Theresienstadt. Conscientes de su destino, se encomendaron a la vida de la mejor o única forma que pudieron, y para algunos esa forma fue el arte. Esta es la historia de un tejido cultural surgido en la clandestinidad, creado por prisioneros. Fue el principio de su condena, y de la memoria de su lucha.

Un "campo de exhibición"

La tortura masiva por parte de los nazis acababa de empezar cuando, en 1941, eligieron Terezín como un "asentamiento del gueto" para los judíos en su fórmula de reunir a toda la población judía, exprimirla y matarla. En noviembre del mismo año, 342 hombres fueron los primeros detenidos enviados a aquella localidad para convertirla en un campo de concentración con telón de escenario al servicio de Hitler. Allí se representaría toda la fantasía perversa del dictador, allí serían condenadas a morir miles de personas obligadas a portar mientras tanto un disfraz de florida normalidad.

placeholder Tren del Holocausto. (Wikimedia)
Tren del Holocausto. (Wikimedia)

Viktor Ullmann fue uno de los siguientes hombres prisioneros que fueron llegando por tandas de miles. El compositor y crítico musical llegó en 1942 en un grupo de personas entre las que se encontraban su esposa y muchos otros músicos, tanto aficionados como profesionales. Terezín había sido designada originalmente como una comunidad modelo para judíos de clase media de Alemania, Checoslovaquia y Austria, según explica Thomas Gorton en 'Another Magazine'.

placeholder Viktor Ullmann. (Wikimedia)
Viktor Ullmann. (Wikimedia)

Poco a poco, a través de disciplinas artísticas como la música, la pintura o el teatro, la existencia encarcelada y aislada tomaba forma allí de lenguaje universal, a las puertas de una espera sin rumbo. Por supuesto, su surgimiento no fue casualidad, sino el resultado de la gran proporción de artistas e intelectuales judíos que acabaron conformando la megapoblación de lo que los nazis consideraron un "gueto de ancianos" y un "campo de exhibición", apuntan desde la organización 'Impact through education'.

Cultura para sobrevivir

La denominaron la "ciudad balnearia", donde los judíos alemanes ancianos podían "jubilarse" con seguridad, dicen desde la Enciclopedia del Holocausto del 'United States Holocaust Memorial Museum'. En realidad, sería un geto; y, sobre todo, un centro de reunión para la deportación a otros centros de exterminio de la Europa oriental bajo ocupación nazi.

placeholder Rodaje de la película propagandística nazi en el interior del campo de concentración. (Wikimedia)
Rodaje de la película propagandística nazi en el interior del campo de concentración. (Wikimedia)

Los nazis se embarcaron en una campaña de propaganda para impulsar la narrativa de que Terezín era un lugar de armonía y lujo, aunque nada que ver. Las condiciones eran sombrías en todos los sentidos: "La gente se moría de hambre y sus calles superpobladas estaban devastadas por las enfermedades. Al menos 33.000 personas murieron allí, y más de 70.000 más fueron transportadas al este para morir en las cámaras de gas. Pero, a pesar de todo, fue un lugar donde Ullmann ayudó a fomentar una comunidad cultural resuelta y funcional", señala Gorton.

placeholder Ilustración que muestra a niños deportados llevados a otro campo de concentración. (Wikimedia)
Ilustración que muestra a niños deportados llevados a otro campo de concentración. (Wikimedia)

Sin embargo, eso no les impidió conformar coros, grupos de cabaret, orquestas clásicas y populares, escribir crítica musical, impartir instrucción musical y acudir al 'Estudio de Música Moderna'. Se podían escuchar las obras sinfónicas y de cámara de Mozart, Beethoven, Brahms, Janácek o Suk, además de oratorios, canciones religiosas y nacionales, y óperas como Carmen, Tosca o La novia vendida. Las pocas personas vivas que salieron de allí, como Ruth Klüger, lo resumen con que "en Theresienstadt se valoraba la cultura". A priori, parece algo cuanto menos extraño y fuera de lugar, pero evidentemente hay una explicación mucho menos alegre que sostuvo aquel instinto de supervivencia.

Propaganda y mentiras

En 1944, el Comité Internacional de la Cruz Roja visitó la zona, y la noticia fue la excusa perfecta para el objetivo del régimen de difundir una imagen que camuflara sus barbaridades. Terezín iba a ser el paraíso, dijeron: cafeterías, tiendas, casas preciosas y flores por todas partes. Los nazis incluso diseñaron letreros de calles que indicaban dónde quedaba la oficina de correos, el banco o el dentista. Pues bien, todo era mentira: no había cafeterías, no había tiendas, ni casas preciosas, ni flores, y mucho menos oficinas o bancos o dentista. Sin embargo, toda aquella producción les funcionó.

placeholder Ilustración creada dentro del campo de concentración. (Wikimedia)
Ilustración creada dentro del campo de concentración. (Wikimedia)

Tras la visita, todas las personas que habitaban el campo de concentración se vieron obligadas a participar en el rodaje de 'Theresienstadt. Ein Dokumentarfilm aus dem Jüdischen Siedlungsgebiet' ('Theresienstadt: una película documental del área de asentamiento judío'), una película de propaganda en la que debían aparecer tanto adultos como niños interpretando una ópera, promoviendo la mentira de que Terezín era un armonioso refugio familiar de cultura y autoexpresión. Por supuesto que los nazis se habían dado cuenta de aquel enorme conocimiento reunido, lo sabían, por supuesto que debatieron qué hacer con ello, por supuesto que decidieron servirse de él y hacerlo lo más suyo posible de esta forma.

"Debido a que era útil con fines propagandísticos, la dirección del campo de las SS no solo toleraba, sino que incluso acogía la vida cultural de los prisioneros", dicen desde la mencionada organización. Sin embargo, pocos meses después del rodaje, el 28 de septiembre al 28 de octubre de 1944, alrededor de 18.400 personas fueron deportadas a Auschwitz en los llamados transportes de liquidación. Entre ellas iban los compositores Pavel Haas, Hans Krása, Gideon Klein, también Viktor Ullmann.

"Nos contentábamos con ese mundo onírico"

Viktor Ullmann salió de Terezín rotulado simplemente como 'Transporte 946', pero dejó un tesoro que aseguró que ni su nombre ni el de otros nunca será un número. El músico de jazz Eric Vogel, que vivió todo ello con sus propios ojos, asegura por ejemplo que los músicos no pensaban que sus opresores les veían solo como herramientas en sus manos. "Estábamos obsesionados con la música y felices de poder tocar nuestro amado jazz. Nos contentábamos con ese mundo onírico que los alemanes producían para su propaganda".

placeholder Ilustraciones de niños del campo de concentración. (Wikimedia)
Ilustraciones de niños del campo de concentración. (Wikimedia)

En 2006, la República Checa instituyó el Día Conmemorativo del Holocausto. Desde ese día, cada año, todos los nombres de los ciudadanos checos se leen en público durante cuatro horas en Praga. "Uno tiene una idea no solo de la solidaridad de los músicos con sus compañeros de prisión, sino también de la misión educativa, cultural, política y psicológica de la música en Theresienstadt. Con solo negarse a aceptar su situación actual, los músicos estaban dando una señal a los demás. La música se convirtió así en un medio para retener y condensar identidades tanto del músico como del oyente". Se trata de otro símbolo más de la humanidad en condiciones inhumanas.

“Solo me gustaría enfatizar que mi trabajo musical fue fomentado y no inhibido por Theresienstadt, y que de ninguna manera nos sentamos a lamentarnos a las orillas de los ríos de Babilonia, y que nuestro deseo por la cultura era igual a nuestra voluntad de vivir”, escribió en 1944 el músico Viktor Ullmann. Cada una de estas palabras formaban parte de su manifiesto 'Goethe and Ghetto'. Cada una de estas palabras surgieron en el interior de un campo de concentración.

Historia Segunda Guerra Mundial Social Arte Música República Checa
El redactor recomienda