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La sequía y los incendios planean sobre el aniversario del infierno gallego de 2017
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casi 50.00 hectáreas quedaron arrasadas

La sequía y los incendios planean sobre el aniversario del infierno gallego de 2017

Los embalses vuelven a estar bajo mínimos y el fuego da sustos en vísperas del 15 de octubre fatídico, recibido con lluvias de última hora

Foto: Operarios del sevicio de extinción de incendios trabajan en la zona de Zamanes, Vigo, el 15 de octubre de 2017. (EFE)
Operarios del sevicio de extinción de incendios trabajan en la zona de Zamanes, Vigo, el 15 de octubre de 2017. (EFE)

La lluvia que estos días humedece el suelo gallego ha espantado en el último momento un fantasma que comenzaba a merodear por la cabeza de todos: la posibilidad de que se reviviera un infierno como el de 2017 cuando se acercaba su aniversario. En pleno octubre y en solo dos días, entre el sábado 14 y el domingo 15, casi 50.000 hectáreas de monte, en su mayoría arbolado, quedaron arrasadas por unas llamas que se presentaron en el centro de Vigo, una situación inaudita que provocó escenas de pánico. Hubo cuatro fallecidos. El fuego lo apagó una lluvia milagrosa que apareció a eso de las dos de la mañana del día 16, y otra vez las precipitaciones han venido a aliviar una situación que demuestra que los incendios están cambiando.

El preludio de lo que parecía una nueva tormenta perfecta se escribió en Mondariz (Pontevedra), escenario hace unos días de un fuego voraz que avanzaba descontrolado por el monte y amenazaba núcleos habitados. Decenas de personas fueron desalojadas de sus casas y padecieron una situación muy similar a la del pasado año, también en medio de una sequía, con temperaturas más propias del mes de julio y con un viento perfecto para propagar las llamas y desastroso para las brigadas antiincendios. El de Mondariz fue controlado al día siguiente, pero puso en alerta Galicia y centró el foco en una de las principales causas de esta desestacionalización de los incendios: la falta de lluvias que, una vez más, azota el sur gallego en este inicio de otoño.

Foto: Un hombre pasea con sus perros por la zona calcinada en el incendio de Moces (Melón) que se produjo el pasado año. (EFE)

Las previsiones a medio plazo de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) no acompañan. Tras un verano muy caluroso en Galicia, septiembre anunció la llegada de un otoño más cálido de lo normal y con un mes de octubre también más seco. El año hidrológico se cerró en septiembre con un déficit de lluvia del 7% respecto a la media y más acusado en la zona oeste, una cifra alejada del 33% de descenso del pasado año, pero suficiente para poner en tensión a vecinos y autoridades. Tras las críticas por la falta de previsión del pasado año, la Xunta decidió que este 2018 los medios de la lucha contra el fuego se prolongaran hasta el 31 de octubre, una “medida estructural que se va a mantener en el tiempo”, porque las autoridades son conscientes de que en Galicia llueve distinto.

Tras las críticas por la falta de previsión de 2017, la Xunta decidió que los medios de la lucha contra el fuego se prolongaran hasta el 31 de octubre

A pesar del agua de estos días, la ausencia de lluvia sigue siendo alarmante. Sobre todo en la zona más azotada por el desastre de 2017. En Vigo no llovía desde el 18 de septiembre, cuando cayeron apenas 1,2 litros por metro cuadrado. Los embalses que surten de agua a la mayor ciudad de Galicia 0151claramente insuficientes, según coinciden su alcalde y la Xunta— caen en picado y comienzan a ofrecer imágenes que recuerdan a las del año pasado. El principal pantano está apenas un 10% por encima del almacenamiento que tenía a estas alturas de 2017, cuando se llegó a alertar de que el agua para el consumo doméstico estaba a semanas de agotarse. El regidor vigués, Abel Caballero, ha decretado la suspensión de los baldeos con agua de las calles para su limpieza, y trasladó recientemente a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, la necesidad de afrontar un trasvase de seis kilómetros entre el río Verdugo y la presa de Eirás. Es una medida que apoyaba la Xunta cuando la sequía hizo estragos, pero de la que se descabalgó en enero cuando la lluvia hizo olvidar los meses secos.

La solidaridad apagó las llamas en Baiona

Las variaciones en el clima son evidentes. Hace 40 años que no se registra en Galicia un verano más frío de lo normal, y de forma progresiva, además, la estación está ganando terreno a la primavera y, sobre todo, al otoño. Es una circunstancia de la que ha tomado buena nota la comisión del Parlamento gallego que estudió durante los últimos meses el problema de los incendios. Su dictamen, aprobado en agosto con los votos de PP y PSOE y con la abstención de En Marea y BNG, se detiene en esa circunstancia. “En el periodo 1950-2017, el número de días de verano se duplicó en Santiago, pasando de los 30/35 de la década de los cincuenta hasta los 60 días en la actualidad”, reza el informe, que añade: “También se observa un cambio en las fechas en que se producen esos días, que en la primavera se están adelantando y en octubre se están atrasando”.

El dictamen de la comisión parlamentaria, creada a raíz de los incendios de hace un año, incluye un centenar de recomendaciones. Entre ellas, destaca la creación de un ente instrumental específico dependiente de la Xunta que coordine todas las administraciones con competencias y que asesore a los ayuntamientos. También propone la creación de un grupo de expertos que establezca mejoras para el servicio de extinción. Insta además a incentivar la coordinación entre cuerpos contra el fuego y el uso de nuevas tecnologías, y propone determinar con precisión las parcelas abandonadas en Galicia. Otras medidas propuestas consisten en mejorar las franjas de seguridad y fomentar en ellas las actividades agrarias.

Foto: Ilustración: Raúl Arias.

La que no aparece entre las causas de los fuegos en el documento parlamentario es la trama organizada que denunció la Xunta en plena oleada de indignación ciudadana de 2017. El único párrafo que aborda la cuestión hace referencia a las comparecencias ante la comisión. “La investigación del fiscal general de Galicia descarta su existencia, al señalar que no se pudo determinar que los 352 incendios acaecidos entre el 8 y el 15 de octubre de 2017 obedezcan a una iniciativa criminal compleja de grupos de personas u organizaciones que actúen de forma coordinada o planificada y que persigan objetivos supraindividuales”, relata el dictamen. El documento sí habla de “terrorismo incendiario”, expresión utilizada por Alberto Núñez Feijóo para referirse a la oleada del pasado año, pero también para asumir las tesis de la Fiscalía, que defiende el uso de la palabra terrorismo solo “desde un punto de vista vulgar, ordinario o común”, porque “desde un punto de vista estrictamente jurídico obviamente esto no es terrorismo”.

Con la sequía golpeando los embalses y entre incendios que hacen revivir el sufrimiento de octubre de 2017, llega el aniversario de un acontecimiento que aún pone los pelos de punta a los afectados. En localidades como Pazos de Borbén, As Neves, Salvaterra do Miño, Baiona y Gondomar, todas ellas en Pontevedra, la normalidad un año después es solo relativa. El único detenido como responsable de los incendios de aquella oleada fue un funcionario de los juzgados de Vigo que se descuidó al asar unos chorizos. El fiscal pide para él cinco años y medio de prisión y el pago de 4.320 euros de multa.

Para conmemorar aquel desastre, el Ayuntamiento de Nigrán, la Comunidad de Montes de Chandebrito y la Asociación de Vecinos O Castro organizaron para este domingo un acto de homenaje a las víctimas. En el entorno del Bosque de la Memoria, una reforestación en una zona afectada, los organizadores descubrieron una escultura conmemorativa y presentaron proyectos medioambientales para la zona. Hubo un magosto y gaiteros y se proyectó un programa de televisión sobre los incendios presentado por el montañista Jesús Calleja. Por una vez, la previsión de lluvia ha sido bienvenida.

La lluvia que estos días humedece el suelo gallego ha espantado en el último momento un fantasma que comenzaba a merodear por la cabeza de todos: la posibilidad de que se reviviera un infierno como el de 2017 cuando se acercaba su aniversario. En pleno octubre y en solo dos días, entre el sábado 14 y el domingo 15, casi 50.000 hectáreas de monte, en su mayoría arbolado, quedaron arrasadas por unas llamas que se presentaron en el centro de Vigo, una situación inaudita que provocó escenas de pánico. Hubo cuatro fallecidos. El fuego lo apagó una lluvia milagrosa que apareció a eso de las dos de la mañana del día 16, y otra vez las precipitaciones han venido a aliviar una situación que demuestra que los incendios están cambiando.

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