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La ultraderecha en Cataluña: así cazaban independentistas los Boixos Nois
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10 AÑOS DE ALTERCADOS Y PELEAS

La ultraderecha en Cataluña: así cazaban independentistas los Boixos Nois

En 2015, Iván Chicano puso en marcha Último Bastión, que se dedicó a contrarrestar en las calles catalanas a los CDR. Una reciente operación policial se ha saldado con la detención de 14 miembros del grupo

Foto: Juicio en abril de 2013 contra los Casuals, la rama más violenta de los Boixos Nois. (EFE/Toni Garriga)
Juicio en abril de 2013 contra los Casuals, la rama más violenta de los Boixos Nois. (EFE/Toni Garriga)
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El grupo organizado encuadrado en los Boixos Nois desarticulado por la Policía Nacional recientemente en Cataluña llevaba una doble vida: por un lado, se dedicaba a negocios ilícitos, como el tráfico de drogas, de anabolizantes o la prostitución (regentaba un piso con cinco mujeres en pleno centro de Sabadell), pero, por otro, organizaba razias para ‘cazar’ independentistas o activistas relacionados con ambientes okupas, según han detallado a El Confidencial fuentes cercanas a la investigación. Más de 10 años provocando altercados y peleas con grupos de antifascistas avalan su trayectoria de extrema derecha.

En la operación policial fueron detenidas 14 personas, de las que siete ingresaron en prisión por orden judicial. La gran mayoría de los encarcelados tiene un amplio historial de episodios violentos y sus caras y nombres son harto conocidos en los círculos extremistas del independentismo y de los movimientos izquierdistas de Barcelona.

Foto: Un grupo de Boixos Nois, seguidores radicales del Barça.

Uno de sus principales cabecillas, Iván Chicano, estuvo en la cárcel entre 2007 y 2015 después de casi matar a golpes a un 'mosso d’esquadra' en un bar de Sabadell. Cuando salió, reactivó el grupo Último Bastión, cuya puesta de largo fue una manifestación celebrada el 12 de octubre de 2015 en la plaza de Cataluña. Sus integrantes provenían, en gran parte, de los Hooligans Vallès, los ultras del equipo de fútbol CE Sabadell, algunos de los cuales pasarían luego a encuadrarse en los Boixos Nois.

Decir Último Bastión durante la última década era mentar a uno de los principales grupos neonazis de Cataluña. Este colectivo de la ultraderecha tenía su epicentro en Sabadell, en la comarca del Vallès Occidental. En el momento en el que se reactivaron, el suflé independentista estaba subiendo y la reacción de estos fue marcar perfil en las calles.

“Cuando hay un auge independentista, ellos dicen que hay que hacer algo, que tienen que dar una visión de fuerza. Y eso es lo que hacen siempre”, explican las fuentes consultadas a este diario. En otoño del 2019, cuando Cataluña ardía por los cuatro costados debido a la agitación del secesionismo contra la sentencia del 1-O, el grupo tomó partido inmediatamente para demostrar a los radicales soberanistas que las calles no eran solo suyas. Hicieron de la plaza Artós, en el distrito de Les Corts de Barcelona, su cuartel general y desde allí coordinaron varias acciones contra los comandos de los CDR que pululaban por Barcelona.

'Caza' al independentista

El 17 de octubre de 2019, después de tres días de graves y violentos altercados, un comando de neonazis salió de la plaza Artós para plantar cara a los independentistas en el centro de Barcelona. Un grupo pudo aislar a un activista de los CDR en la céntrica calle Balmes, donde le propinaron una monumental paliza. Los principales cabecillas de los Boixos detenidos ahora no figuraban entre las personas que le golpearon, pero formaban parte del cinturón que protegía a los agresores, según confirman a este diario fuentes cercanas al sumario.

Junto a Chicano, cayeron Dídac González (en vídeos que circulan por las redes se le puede ver en la concentración en Artós e, incluso, haciendo de interlocutor con los antidisturbios), Francisco Pérez (alias Paco el Gordo, un veterano de los Casuals, el grupo más radical de los Boixos Nois, ya desarticulado), Genís Vila, Sergi Verdaguer, José Amador Valverde y Antonio Pozo, todos pata negra de la ultraderecha catalana. Antonio M. B., uno de los principales dirigentes del grupo neonazi, sin embargo, no llegó a entrar en la cárcel. Sin oficio ni beneficio, sin trabajo fijo y sin aparentes ingresos, los ultras llevaban un alto ritmo de vida. La Policía les incautó más de 300.000 euros en efectivo, un kilo de cocaína, armas de fuego (cortas y largas), numerosas armas blancas, material neonazi, 5.000 plantas de marihuana, 42 kilos de cogollos y otras sustancias estupefacientes, como hachís y cocaína rosa. Además, se les embargaron 20 cuentas corrientes, tres viviendas y 27 vehículos. Demasiado patrimonio para quien se dedica solo a cultivar su cuerpo en gimnasios de la zona y a practicar deportes de contacto como 'kick boxing'.

Los cabecillas, según confirmaron fuentes de la investigación a este diario, contrataban a subalternos para dirigir las diferentes ramas del negocio: uno se encargaba de traficar con anabolizantes; otro, con la marihuana; otros de cultivar las plantas; otros de regentar el piso donde explotaban a mujeres que prostituían… Era una organización jerárquica de índole vertical, donde el jefe tenía siempre la última palabra. No obstante, cuando se trataba de plantar cara a los independentistas, los jefes estaban en primera fila, observando y controlando todas las situaciones. Tanto es así que, en el mismo año 2019, Chicano fue detenido cerca de la plaza Artós cuando se dirigía a oponerse a una manifestación antifascista convocada por colectivos independentistas. Le acompañaba Juan Nisa, un violento y conocido neonazi vallesano. Y llevaban como acompañantes a media docena de activistas más, que fueron interceptados cerca del centro independentista Can Vies: se supone que este era su objetivo.

La venganza neonazi

Varios episodios jalonan la frenética actividad antiindependentista de los detenidos: el 12 de octubre de 2011, el grupo, que entonces se cobijaba bajo el nombre de Hooligans Vallès, organizó un concierto en la sala The Other Place, en Barcelona. Su cabecilla entonces, Alejandro Fernández, fue herido de un botellazo en el transcurso de una manifestación en la que participaron unas 200 personas que querían impedir el evento. Fernández fue también el impulsor del Casal Tramuntana, una entidad barcelonesa de extrema derecha.

Foto: Un hombre con una bandera de España increpa a los manifestantes de la marcha antifascista de los CDR. (EFE)

La agresión no cayó en saco roto: sus compañeros planificaron su venganza organizando una razia contra los asistentes a un concierto antifascista denominado Antifa Kombat Tour 2012 en la discoteca Stroika, de Manresa, el 23 de marzo del 2012. En las inmediaciones del recinto, el grupo comenzó a hostigar a los jóvenes que iban solos o en grupos de dos para apalizarlos. Un chaval de 16 años quedó en coma. Por esa acción, fueron condenados a varios años de cárcel varios ultras. Entre ellos estaba Genís Vila, aunque algunas fuentes apuntan a varios de los detenidos ahora como organizadores también del ataque.

En octubre de 2014, los dos presuntos agresores de Alejandro Fernández fueron juzgados en la audiencia de Barcelona. Hubo manifestación de independentistas en las cercanías y hasta allí se desplazó un grupo de neonazis para defender a su compañero y contrarrestar a las ‘fuerzas enemigas’. Entre ellos, sobresalía Dídac González. Este activista ya fue imputado en 2003 por organizar un ataque racista en el barrio de Ca n’Anglada, en Terrassa, donde participaron blandiendo bates, armas blancas y lanzando cócteles molotov.

Chicano (en un discreto segundo plano), González y el primo de este, Óscar Jové, participaron también en otro truculento asalto: el realizado al Centro Social l’Obrera, de Sabadell, un local okupado, a comienzos de 2015. En esa acción también estaba Jesús Álvarez, otro activista que fue condenado por gestionar la página web ‘Despierta Europa’, de exaltación del nazismo, y por posesión de armas prohibidas (en su casa tenía, además de diversas armas de fuego y de aire comprimido, 170 armas blancas). Y allí se encontraba también el italiano Paolo Alvisini, un conocido ultra que actuaba en el Vallès. Semanas más tarde, el grupo apareció en el campus de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, aprovechando que Sociedad Civil Catalana (SCC) había montado una carpa informativa de protesta. Hasta allí se desplazaron Alejandro Fernández, Genís Vila y Ángel Paniagua, otro de los pesos pesados del grupo. Los independentistas convocaron una concentración para echarlos de allí, pero no hubo incidentes gracias a la mediación de los Mossos.

Foto: Josep Lago y María Domingo (A.V)

El grupo mantenía contactos con otras organizaciones de España, así como del extranjero: Dídac González, por ejemplo, pertenecía a los Hell’s Angels, mientras que Verdaguer era el secretario del ‘capítulo’ Nómadas de esta entidad, con sede en Sabadell. La mediación de ambos limó varias veces problemas entre los dos grupos, que se pisaban el terreno en sus actividades irregulares.

Militantes de MSR y PxC

La mayor parte de los detenidos tiene también un completo historial político a sus espaldas: Chicano fue candidato de Movimiento Social Revolucionario (MSR) en dos ocasiones, en las elecciones al Parlament del 2003 y en las generales de 2004. En 2008, fue en las listas de Alianza Nacional por Castellón. Un activista de este partido fue el asesino de Guillem Agulló, uno de los símbolos del independentismo (Òmnium Cultural acaba de poner en marcha una escuela con su nombre).

Dídac González fue también candidato de MSR en las autonómicas del 2003, en las municipales del mismo año y en las generales del 2004. Junto a él, figuraba su primo, Óscar Jové Llobet, alias el Largo, que también se había encuadrado en el mismo grupo ultra. En el 2015, González se presentó a las locales por el partido Plataforma per Catalunya (PxC). Su gran pasión, no obstante, es la música: es el bajista de los Jolly Rogers y de Last Chance, batería de Impertinencia y guitarra de Kronos y de Arjuna, grupos musicales de RAC (Rock Against Communism) que han llegado a dar conciertos en Italia y el Reino Unido.

Foto: Josep Anglada en una concentración de Plataforma por Cataluña en 2012, época de su apogeo. (EFE)

Alejandro Fernández, por su parte, también se había presentado varias veces en las listas del MSR, acabó siendo responsable de las juventudes de PxC. Fernández mantiene excelentes relaciones con el partido extremista griego Amanecer Dorado, tanto que incluso llegó a desplazarse a Atenas para reunirse con sus líderes.

Durante la pandemia, cuando la actividad política estaba bajo mínimos y había toque de queda, el grupo se volcó en el tráfico de estupefacientes, de anabolizantes o de control de la prostitución en el piso que controlaban. Las razias contra los independentistas disminuyeron considerablemente. Pero fuentes cercanas al caso advierten a El Confidencial de que, “en cualquier momento, pueden activar un nuevo grupo”. Personal no les falta, ya que la gran mayoría de los integrantes del colectivo siguen en libertad, aunque sus principales cabecillas duermen entre rejas.

El grupo organizado encuadrado en los Boixos Nois desarticulado por la Policía Nacional recientemente en Cataluña llevaba una doble vida: por un lado, se dedicaba a negocios ilícitos, como el tráfico de drogas, de anabolizantes o la prostitución (regentaba un piso con cinco mujeres en pleno centro de Sabadell), pero, por otro, organizaba razias para ‘cazar’ independentistas o activistas relacionados con ambientes okupas, según han detallado a El Confidencial fuentes cercanas a la investigación. Más de 10 años provocando altercados y peleas con grupos de antifascistas avalan su trayectoria de extrema derecha.

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