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Puigdemont pone la CUP al borde de la fractura por su oferta de coalición electoral
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OFERTA ELECTORAL ANTINATURA

Puigdemont pone la CUP al borde de la fractura por su oferta de coalición electoral

Heredero del partido nacionalista de la derecha montaraz catalana, ha lanzado una opa a los anticapitalistas; ofreció el tercer puesto de la lista electoral en las próximas autonómicas a la CUP​

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (Reuters)
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (Reuters)

El fugado Carles Puigdemont tuvo, durante los últimos años, el mérito de haber roto la histórica coalición de Convergència i Unió (CiU); luego, rompió la propia Convergència; más tarde, al partido heredero de los convergentes, PDeCAT, del que se desgajaron corrientes como Lliures y Convergents; a continuación, rompió el independentismo con su apuesta por la unilateralidad, de la que se comenzaron a desgajar desde los republicanos hasta los posconvergentes. Poco le faltaba por romper, pero está a punto de hacer historia, porque lo que no ha conseguido la estrategia cainita independentista está a punto de conseguirlo él: romper la CUP, el partido de extrema izquierda anticapitalista y antisistema por naturaleza.

Lo que ha ocurrido es que Puigdemont, heredero del partido nacionalista de la derecha montaraz catalana, ha lanzado una opa a los anticapitalistas: ofreció el tercer puesto de la lista electoral en las próximas autonómicas a la CUP. Es una alianza antinatura que no tendría sentido ideológicamente hablando pero que, desde el punto de vista independentista, parece tener un encaje.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE)

Así, el próximo 25 de julio, justamente seis años después de que Jordi Pujol, el fundador de Convergència, hiciese su confesión pública de que tenía cuentas escondidas en Andorra, los herederos de su partido renacen de las cenizas y presentarán la nueva marca electoral. Es el día de Santiago, el patrón de España. Pero eso no es óbice para que se quiera señalar ese día como primero de la nueva era pos Convergència.

En esa jornada, Puigdemont espera tener atados ya todos los cabos para anunciar a bombo y platillo que no está solo, que hasta un sector de la CUP está a su lado, en aras de una ilusoria ‘unidad del independentismo’. Es un sector ligado a Poble Lliure, la facción cupera que se ha insertado en el Consell per la República y que es el eslabón débil de la CUP, el caballo de Troya de Puigdemont para dinamitar desde dentro a los antisistema. Poble Lliure fue también la facción que acudió a finales de febrero al multitudinario acto de homenaje a Puigdemont en Perpiñán, en contra del posicionamiento oficial de la organización. La oferta electoral de ofrecerle el tercer puesto en las listas deja bien a las claras que Puigdemont no entiende de ideologías y que lo suyo es la maniobra populista pura y dura.

División en la CUP

Algunos planteamientos de Puigdemont y de la CUP se acercan. Por ejemplo, la organización anticapitalista se alineó con el fugado a la hora de boicotear la mesa de diálogo entre Cataluña y España promovida por ERC. “Ahí no hay diálogo. Se están autoengañando y nos engañan a todos, porque ambos tienen claro que no hay objeto de diálogo. Y recuperar lo que no es un diálogo es la enésima engañifa”, dijo el diputado cupero Vidal Aragonès al respecto, en una tesis muy similar a la que difunde el círculo más próximo a Puigdemont.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont en Perpiñán. EFE

Y hace solamente unos días, el líder parlamentario, Carles Riera, reclamaba “nuevos acuerdos y estrategias compartidas para empezar una nueva fase del conflicto”. Este es también el planteamiento de Puigdemont: iniciar una nueva fase con movilizaciones en la calle y sin dar cuartel a España. Esa nueva fase comenzará a calentar la calle poco después de mediados de septiembre, cuando se espera que Quim Torra sea inhabilitado por desobediencia, y tendrá su eclosión tras las elecciones, con un aumento sensible de la conflictividad institucional y social.

placeholder El portavoz de la CUP en el Parlament, Carles Riera. (EFE)
El portavoz de la CUP en el Parlament, Carles Riera. (EFE)

Pero un sector de la CUP está en contra de que esta organización se integre dentro del nuevo partido de Puigdemont y tratará de continuar con su hoja de ruta y la defensa de los postulados de izquierdas que siempre ha defendido la formación. En el seno de la organización anticapitalista ha habido fuertes tensiones en las últimas semanas, que llevaron al histórico exdiputado Quim Arrufat a darse de baja. Una parte de los cuperos, liderada por la corriente Endavant, el núcleo duro de la CUP (menos numeroso que Poble Lliure, pero con un peso específico dentro de la formación), es partidaria de dar la batalla ideológica, ya que consideran que cualquier futuro pasa por el replanteamiento de las bases sociales, económicas y políticas del sistema. Y desconfían de que Puigdemont quiera cambiar el sistema, aunque, increíblemente, desde plataformas cercanas al ‘expresident’ fugado se difunde desde hace semanas el mensaje de que Puigdemont “nunca ha sido de derechas sino de izquierdas”.

Las dos palabras mágicas

Desde la vertiente independentista posconvergente, el análisis es diferente. “En la estrategia de Puigdemont, se antepone la visión independentista a la ideología. De hecho, la deriva de Puigdemont desde hace tres años no tiene ideología. Toda su estrategia se basó en asentar unas bases independentistas y en plantear cuestiones puramente separatistas solo para poner contra las cuerdas al Estado español. No hay ni una propuesta ideológica en sus acciones”, explica una fuente cercana a las tesis de JxCAT.

El cemento que intentará unir dos opciones tan diferentes como los herederos de Pujol y los anticapitalistas tiene un nombre: soberanía e independencia. Esos dos conceptos, más allá de cualquier ideología, son las palabras mágicas que buscan conformar un inédito frente independentista en Cataluña.

Foto: Carles Puigdemont, con mascarilla en Bruselas. (EFE)

“No es normal que un partido de orden como el que proviene de Convergència se alíe con los antisistema de la CUP, algunos de los cuales ni siquiera son independentistas, sino que enlazan con otras doctrinas de extrema izquierda. Eso traerá como consecuencia que la mayoría de los barones nacionalistas que hasta ahora hayan acompañado a Puigdemont le abandonen”, critica un ex alto cargo del PDeCAT a El Confidencial.

Pero la estrategia de Puigdemont no es solo actuar contra el ‘malvado’ Estado español: lo que persigue es una pinza contra sus socios de ERC, con la intención de dar otra vez el sorpaso electoral. No olvidan en las filas posconvergentes que, en las últimas autonómicas, ERC partía como favorita y a JxCAT se la relegaba a tercera o cuarta opción, pero finalmente ganó Ciudadanos y Puigdemont quedó segundo, aunque solo con un puñado de votos más que los republicanos.

El oráculo para los próximos comicios no le es favorable. Los sondeos vaticinan una holgada victoria de ERC, seguida del PSC. Puigdemont necesita dar un sorpaso. Y si araña votos a ERC y araña votos a la CUP, calcula que podrá repetir resultado. Su meta es restar votos a sus rivales en el espectro independentista de izquierdas y pescar en aguas revueltas.

El fugado Carles Puigdemont tuvo, durante los últimos años, el mérito de haber roto la histórica coalición de Convergència i Unió (CiU); luego, rompió la propia Convergència; más tarde, al partido heredero de los convergentes, PDeCAT, del que se desgajaron corrientes como Lliures y Convergents; a continuación, rompió el independentismo con su apuesta por la unilateralidad, de la que se comenzaron a desgajar desde los republicanos hasta los posconvergentes. Poco le faltaba por romper, pero está a punto de hacer historia, porque lo que no ha conseguido la estrategia cainita independentista está a punto de conseguirlo él: romper la CUP, el partido de extrema izquierda anticapitalista y antisistema por naturaleza.

Carles Puigdemont
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