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Puigdemont se juega la mayoría absoluta del soberanismo con la creación de su partido
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El 'expresident' rompe el mapa electoral

Puigdemont se juega la mayoría absoluta del soberanismo con la creación de su partido

El expresidente catalán estudia dar un paso al lado y dejar que se presente un independiente con solera, como por ejemplo el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell

Foto: Carles Puigdemont, con mascarilla en Bruselas. (EFE)
Carles Puigdemont, con mascarilla en Bruselas. (EFE)

La mayoría absoluta del soberanismo en el Parlament de Cataluña es frágil, por eso necesita de la CUP, que es la que fue clave para nombrar 'president' a Quim Torra. Y en las nuevas elecciones esta mayoría está en juego por la Ley d’Hondt y por la creación de un nuevo partido que divide entre tres formaciones el voto que antes era de JxCAT, que consiguió 948.000 votos en las últimas elecciones catalanas, las que llevaron a Torra hasta la presidencia. Pero esa mayoría absoluta, ahora, podría quedar en peligro con la constitución de una nueva formación política.

Hasta ahora, la clave de la política en Cataluña es que el soberanismo nunca ha ganado en votos pero sí en escaños, al aplicarse la Ley Electoral española, que es la que rige en Cataluña al haber sido incapaces los grupos catalanes de pactar una nueva. En las últimas catalanas el voto independentista se dividió entre tres formaciones: JxCAT, ERC y la CUP. En total aglutinaron dos millones de votos, 948.000 para los de Puigdemont, 935.000 para los de Junqueras y 195.000 para los cupaires. Ahora habrá cinco, JxCAT controlado por el PDeCAT, el nuevo partido de Puigdemont, el PNC de Marta Pascal, ERC y la CUP.

Este bloque de dos millones de votos independentista es muy homogéneo en el tiempo y no hay fugas hacia partidos constitucionalistas, según los expertos demoscópicos consultados. Por lo tanto, la incidencia de la aparición del nuevo partido independentistas más que sumar resta. Puigdemont, además, tiene la intención de ir asociados con Poble Lliure, un pequeño grupúsculo de la CUP. Y eso reforzaría opciones que juegan un posicionamiento ideológico más la derecha, como el PNC.

En todo caso, el espacio que pueden repartirse el PNC, JxCAT-PDeCAT y Units per Avançar (antigua Unió) no superaría los 300.000 votos. Al estar las posiciones de ERC con JxCAT tan empatadas solo que la opción de Puigdemont perdiese 100.000 votos ya dejaría a ERC por delante. Es decir, la fragmentación desgasta y desgasta más al que va primero. Le ocurrió a Ernest Maragall con la candidatura de Primàries de Jordi Graupera. Graupera ni entró de regidor, pero Ada Colau quedó primera y se convirtió en alcaldesa.

En ese contexto de división del voto, fuentes del entorno de Waterloo apuntan que Puigdemont debate si ser o no el primero de la lista. No hacerlo reduciría el riesgo y dejaría un fracaso electoral en manos del grupo parlamentario saliente, del que no formaría parte Puigdemont porque no recogería el acta para mantener su escaño de eurodiputado. El 'expresident' aspira a lo que ha estado haciendo estos años: controlar desde bambalinas y marcar las pautas de la política catalana, ya sea en la Generalitat, en la ANC o en el PDeCAT.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (Reuters)

El nuevo partido no nace exento de tensiones. Puigdemont y los suyos han puesto el acento en crear “un partido comprometido en la lucha contra la corrupción”, tal como afirmaba el manifiesto fundacional que se hizo público la semana pasada. Como si fuera el departamento de alusiones, no suscriben el manifiesto ni Laura Borràs ni su protector político, el presidente de la Generalitat, Quim Torra; ni tampoco el diputado Francesc Dalmases, muy cercano a Borràs. No es casual que este sector sea el más cercano a la CUP, ni que tampoco, en teoría, la CUP sea el partido que acabará resultando más perjudicado por la fragmentación electoral. El hecho de que Laura Borràs haya sido descartada por Waterloo para ser candidata a la presidencia de la Generalitat, a causa de sus problemas judiciales en el Tribunal Supremo, no es ajeno a esta ausencia.

También está la cuestión del nombre. Puigdemont quiere utilizar la marca JxCAT, pero esta pertenece al PDeCAT, que también quiere concurrir bajo esta marca, que registró en su día Marta Pascal, ahora cabeza de lista del PNC. Equipos jurídicos de ambos lados esperan un pulso por la marca JxCAT, que los de Puigdemont querrían utilizar usando cualquier subterfugio, por ejemplo, añadiendo alguna palabra o símbolo antes o después de las siglas. Al final, la decisión definitiva acabará en los tribunales o, lo que es peor, en manos de la Junta Electoral.

Foto: La portavoz de Junts per Catalunya en el Congreso, Laura Borràs. (EFE)

Sin derechos electorales

Si Puigdemont acaba presentándose con el nuevo partido, lo tendrá que hacer sin derechos electorales, los cuales pertenecen al PDeCAT, igual que la marca JxCAT. Eso quiere decir: sin propaganda gratis en los medios públicos, sin espacio en los debates y teniendo a su rival en TV3 y Catalunya Ràdio. Esta es una de las razones por las que Puigdemont estudia dar un paso al lado y dejar el puesto a un independiente con solera, como el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, que es quien por ahora tiene más posibilidades. Sin embargo, hay que tener en cuenta los constantes cambios de criterio de Puigdemont. De aquí a octubre, es una incógnita lo que pueda pasar.

La nueva postura de Puigdemont es más prudente, si gana el mérito será suyo, si pierde, el pacto posterior lo tendrá que hacer el grupo parlamentario

La postura de Puigdemont es la más prudente. Si su nuevo partido gana el mérito será suyo, aunque vaya de número dos en la lista. Si es ERC la que acaba imponiéndose en su particular pugna, el problema será del grupo parlamentario, donde él no estará.

Acuerdo 'in extremis'

Sin embargo, muchas fuentes apuntan a que habrá un acuerdo 'in extremis'. Si Puigdemont acaba consiguiendo muchos militantes y el PDeCAT se muestra sensible a la sangría, podría buscarse un pacto de mínimos en el que los de David Bonvehí tendrían que conformarse con un acuerdo en que les dejasen cinco o seis puestos en la lista, no más. También deberían transigir con el giro a la izquierda que se quiere imprimir a la nueva formación que nacerá el 25 de julio.

Otras fuentes, más cercanas al PDeCAT, auguran el choque. Recuerdan que en 2018 el intento de doblegar el PDeCAT a través de la creación de la Crida fue un fracaso. La Crida nació como una organización paraguas para acoger a todos los partidos independentistas. ERC no fue. El PDeCAT no fue. La CUP no fue. Y el proyecto de la Crida languidece mientras que el valor electoral reside en la disputada marca JxCAT. Entonces, muchos enterraron al PDeCAT, pero el viejo partido convergente sigue allí.

La mayoría absoluta del soberanismo en el Parlament de Cataluña es frágil, por eso necesita de la CUP, que es la que fue clave para nombrar 'president' a Quim Torra. Y en las nuevas elecciones esta mayoría está en juego por la Ley d’Hondt y por la creación de un nuevo partido que divide entre tres formaciones el voto que antes era de JxCAT, que consiguió 948.000 votos en las últimas elecciones catalanas, las que llevaron a Torra hasta la presidencia. Pero esa mayoría absoluta, ahora, podría quedar en peligro con la constitución de una nueva formación política.

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