Brillantes, correctos y desastrosos: análisis de los carteles electorales del 19-J

Hubo un tiempo en el que los carteles fueron la pieza central de las campañas electorales, ya no es así. El anuncio de televisión tomó hace décadas el relevo y concentró los mayores esfuerzos. Ahora, la mayor parte del trabajo se vuelca en las redes, segmentando, ajustando el tiro al máximo.

A pesar de todo, el póster sigue sirviendo para reflejar la estrategia de cada partido, para evaluar el nivel de capital humano que hay en cada equipo y también para detectar dónde se concentra la mayor creatividad. Todo esto y más es lo que puede verse con la cartelería de una campaña andaluza que parece ya destinada a marcar el inicio de un nuevo ciclo electoral.

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Pablo Pombo Ilustración: Laura Martín

Comenzaremos con el realizado por el Partido Socialista. Han presentado un producto prácticamente insuperable. Es muy, muy difícil hacerlo peor. Cualquier chaval con una aplicación en el teléfono móvil y un poco de gusto es capaz generar algo más atractivo en poco más de una hora.

La composición transmite una clara apuesta por la marca que no está bien resuelta. Primero porque la fotografía del candidato no tiene alma, parece de fotomatón. Y segundo porque el tamaño de la imagen es incomprensiblemente escaso y queda encerrado. Ni siquiera su nombre es suficientemente legible. Son errores que crecen en gravedad, porque el conocimiento de Juan Espadas es insuficiente.

La imagen de conjunto no respira, está tan mal trabajada que no le han respetado ni el blanco de los ojos. La enorme mancha de rojo es tan desproporcionada que lo quema todo. El diseño gráfico no resuelve las dificultades que plantea integrar el color verde de la bandera de Andalucía con el rojo corporativo. Falta modernidad, dinamismo, acción. Y sobra pesadez. Nada transmite ganas. No recuerdo un cartel peor en la historia del PSOE, desde luego no en el Partido Socialista de Andalucía. El contraste con la propuesta de hace cuatro años es para echarse a llorar. En pocas palabras: este cartel es un desastre sin paliativos, una vergüenza para lo que esas siglas han sido en Andalucía.

El producto del Partido Popular es correcto, sin más. Se nota que están en lo que están: aplicando disciplinadamente una campaña diseñada para no cometer errores y no generar ningún tipo de rechazo. Amable, tranquila, sin nada que demostrar. Fiabilidad.

Todo el peso de la imagen sobre la imagen de "Juanma". Y dentro de estas comillas, un detalle que refleja un éxito publicitario, estos cuatro años en la Junta se han trabajado para que Moreno Bonilla sea "Juanma". El candidato tiene una buena sonrisa y aquí se saca partido de ello. El tipo de letra es contundente, legible, sin imponerse sobre el conjunto demasiado. El logo no necesita ser más grande porque la estrategia no gira en torno a la marca. Y el degradado elegido, parecido al de un filtro de Instagram, no es para nada fruto de la casualidad. Está directamente inspirado en la campaña de Macron 2017. ¿Qué se busca? Un aire de cercanía.

El cartel de Vox es, con amplia diferencia, el mejor de la competición. Brillante. Rezuma identidad que es a lo que juega el populismo. La candidata no puede salir más andaluza de lo que vemos aquí. El tratamiento entero de la imagen recuerda a Julio Romero de Torres. Las banderas de España están diluidas pero son identificables. Y el verde, sempiterno en la campaña, está entre el de la bandera y el color corporativo, un poco militar y cuarto de mitad aceitunado.

La inclinación del lema, con ese subrayado rojo y gualda pretenden reforzar la impresión de ascenso que siempre define a las campañas de este partido, necesariamente euforizantes. Es el trabajo más artístico y el que más horas de diseño contiene, está a medio camino entre la fotografía y la ilustración. Sin duda es el más memorable. Y está claramente mejor resuelto que el de Castilla León, aquella vez la necesidad de incorporar a Abascal no supo resolverse sin dejar cierto aire en la obra a 50 sombras de Vox.

No está nada mal el póster de Por Andalucía. La fotografía, que es el punto de partida, es un buen gol. El plano es bueno, el escote se trata con inteligencia y la sonrisa de la candidata, que no es para nada perfecta ni estereotipada, funciona bien. La mirada queda directa y sincera. Su pelo, que es un infierno para cualquier diseñador gráfico y para cualquier profesional en imagen, está bien contenido. Su nombre está adecuadamente insertado y eso tiene su importancia, dado su bajo, bajísimo, nivel de conocimiento.

La marca, recién nacida, es un lema ideológicamente neutro que ayuda a no meter demasiadas cosas en el producto final y a poder resaltar esa aproximación al arco iris. Quizá sea esa parte la más blanda, demasiado infantil, un poco cursi, naif. Cuanto más se amplía ese logo, más blando acaba pareciendo.

Ciudadanos presenta un cartel muy digno en esta competición. Todo está enteramente centrado en la principal fuerza motora que tiene la formación de los liberales en Andalucía. Casi todo el mundo conoce a Juan Marín, y cae bien a la mayoría. Gana en las distancias cortas, como dice el tópico. Por eso el plano empleado termina siendo eficaz, aunque poco habitual. Transmite madurez y honradez, serenidad y bondad, promesa de movimiento. Hay convicción natural. Es un acierto.

El cartel de Adelante Andalucía es tan amateur, que no merece mucho más comentarios. Una candidata como Teresa Rodríguez da mucho más juego, es incomprensible que presenten algo así de cutre. Va tan pasado de verde y tan recargado que ni siquiera se entiende. Sencillamente, es una chapuza, ilegible, confusa, que además va a envejecer más bajo el sol de junio.

Hay que tener en cuenta esas cosas. El sol, la luz, va a dar la clave de muchas de las piezas que iremos viendo en esta campaña. Tiempo tendremos para verlo. Lo comentaremos.