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Susana Díaz, el difícil punto final a una carrera política llena de errores de cálculo
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14 DÍAS TRAS LAS PRIMARIAS

Susana Díaz, el difícil punto final a una carrera política llena de errores de cálculo

La derrota en las primarias del PSOE-A la ha "noqueado", apenas sale de casa y aún calla sobre su futuro. Mientras, sus enemigos afilan el cuchillo y escriben un cruel epitafio

Foto: La expresidenta andaluza, Susana Díaz. (EFE)
La expresidenta andaluza, Susana Díaz. (EFE)

Se cuentan con los dedos de una mano las veces que Susana Díaz ha pisado la calle desde que el pasado domingo 13 de junio, hace justo dos semanas, la militancia del PSOE andaluz la postergó como líder del partido. Noqueada por el golpe político, Díaz se refugió en su casa, con su familia. Este domingo posiblemente tome oxígeno con el Atlántico como aliado y sus hijos y marido como su puntal fundamental. "Ha sido un punto y final a este capítulo político verdaderamente cruel", señala una amiga que la aprecia desde hace muchos años. "Inhumano", añaden los suyos. "La han arrastrado injustamente", añaden.

"Quien a hierro mata, a hierro muere", apostilla alguien que fue de su núcleo duro hace tiempo. "Ella hubiera sido mucho más cruel", añade otra persona a la que ella denostó. En política, queda claro, no hay piedad ni compasión. Tampoco medida. La misma que unos años atrás era la gran esperanza blanca del país hoy es, según el retrato de sus rivales, lo peor. Posiblemente falte mucha mesura en los relatos de la política española de los últimos tiempos. Díaz estuvo llamada a dirigir el PSOE, era la favorita de los poderes fácticos del país para ocupar Moncloa, fue todopoderosa, implacable, se codeaba con los grandes empresarios, estuvo llamada a casi todo y ha encadenado, desde 2017, tres derrotas políticas consecutivas tras encadenar errores graves en su trayectoria, que evidencian que no basta ser un animal político, como decían de ella, para triunfar. "No ha sabido medir bien los tiempos ni las oportunidades", sentencia un veterano socialista. A toro pasado, todo análisis, claro, es más fácil.

La misma que unos años atrás era la gran esperanza blanca del país hoy es, según el retrato de sus rivales, lo peor

En estos días difíciles, Díaz apenas ha descolgado el teléfono. El círculo de personas con las que hablaba era muy restringido. Dicen los suyos que cogió un lema por bandera: "Yo soy más del PSOE que el escudo", y con esa premisa dio órdenes a sus más fieles colaboradores para que no dieran cuenta de los detalles de sus conversaciones con su sucesor al frente del partido, Juan Espadas. Hasta que estalló, a la vista de que el relato que se había impuesto era que se resistía a dimitir como secretaria general del PSOE andaluz y se había atrincherado en el cargo. Era falso. Espadas salió el jueves, en una comparecencia de prensa absolutamente atípica, a decir que si no se había ido ya era porque él mismo se lo había pedido. Antes, la todavía secretaria general del PSOE andaluz le había dado un ultimátum.

Dos reuniones muy distintas

En estos días difíciles, Díaz abandonó el refugio de una casa que apenas ha pisado los cinco meses anteriores de frenética campaña política, para ponerse la vacuna contra el covid. Lo hizo también en otras dos ocasiones, para encontrarse con Espadas en dos reuniones que tuvieron un tono muy distinto. En la primera, como venían trasladando sus colaboradores, se puso a disposición de Espadas y le aseguró que no iba a ser ningún obstáculo. Asumió los cambios que el candidato del PSOE le puso por delante para el grupo parlamentario. Frente a Espadas, señalan quienes han tenido oportunidad de vivir de cerca las negociaciones para esta transición política, estaba una líder política "absolutamente deshecha". Sus enemigos seguían sin fiarse. "Es una pose", decían cuando se preguntaba por esa versión de que ella estaba "muerta" anímica y políticamente.

"Le prometió a Espadas que le iba a ayudar y lo ha cumplido a rajatabla", insiste alguien que admite haber pasado los días más amargos de su carrera política viendo lo que los afines a Díaz tildan de "escarnio público" y "linchamiento". Tras la primera reunión, el equipo de Espadas informó en un mensaje que había acuerdo para los cambios en el grupo, pero dejó en el aire qué iba a ser del futuro de Díaz. La pregunta más repetida era por qué no dimitía ni renunciaba al escaño. Y, ante eso, la parte que por acuerdo tenía que construir el relato de la transición, calló. Nadie explicó nada.

Foto: El alcalde de Sevilla, Juan Espadas. (EFE)

Ese silencio engordó la leyenda negra de Susana Díaz como 'killer' política. El hermetismo de Espadas permitió que la versión se impusiera por parte de sus satélites, todos antiguos y profundos enemigos de Díaz. Contaron que ella se había replegado y mientras, Ferraz ponía plazos, adelantaba el calendario orgánico y dejaba claro que, si el 3 de julio, Espadas no había resuelto la transición en Andalucía la dirección federal iba a intervenir para tomar cartas en el asunto. Hubiera bastado un mensaje del equipo de Espadas, diciendo lo que después el alcalde de Sevilla salió públicamente a asumir, para que la bola no hubiera seguido rodando, pero ese mensaje nunca llegó. El final político de Díaz estaba escribiéndose a cargo de la pluma de sus enemigos sin que nadie pusiera remedio. "Tenéis que acostumbraros al estilo de Espadas", decían los colaboradores del alcalde de Sevilla.

Días de agenda difícil

Díaz llevaba días queriendo sentarse con el ganador de las primarias pero la agenda de un alcalde de la capital de Andalucía es muy complicada. Un viaje a París, la presentación de un gran proyecto urbanístico en la ciudad, la celebración de la Eurocopa en Sevilla... compromisos que iban postergando la solución orgánica al PSOE de Andalucía tras las primarias. El sábado, Espadas se reunió por la noche en una cena en Sevilla con José Luis Ábalos y Santos Cerdán y definieron la solución que todas las partes consideraron más beneficiosa. Hubo pacto, aunque Ferraz dejó claro que se guardaba la carta de adelantar las primarias a la secretaria general por si Díaz se enrocaba.

Cinco días después, el jueves, todo estalló. Espadas iba postergando el encuentro por dificultades en su agenda. La todavía secretaria general del PSOE andaluz empujada por su familia y algunas de las personas de más confianza en su carrera política lo emplazó con un ultimátum. Todos alrededor de Díaz le decían que dimitiera, que ya estaba bien, que hasta ahí habían llegado, cuentan personas que vivieron de cerca todo este proceso. "Susana, ya está bien, dimite de una vez", le dijo alguien de su familia con mucha seriedad.

Fue lo que ella le trasladó a Espadas en esa segunda reunión, que tenía que salir a contar lo que estaba pasando de verdad, que ella no se estaba atrincherando, que no había resistencias por su parte, o sería ella misma quien convocaba una rueda de prensa para anunciar su dimisión de la secretaria general del PSOE-A. Esta reconstrucción de lo que ocurrió está avalado por fuentes próximas a Díaz y a Espadas.

placeholder Juan Espadas y Susana Díaz. (EFE)
Juan Espadas y Susana Díaz. (EFE)

Un acuerdo esta semana

Ya había un acuerdo sobre la mesa. Ambos comparecerán de forma conjunta la semana que empieza, se convocaría un Comité Director del PSOE andaluz, máximo órgano entre congresos, y se anunciara la dimisión de Susana Díaz y el anticipo de unas primarias para elegir al secretario general del PSOE andaluz. El objetivo es que sean unas primarias por aclamación, sin candidatos alternativos, que entreguen directamente todo el poder del partido a Espadas. Así esta pactado que ocurra en pocos días.

El PSOE andaluz está roto, el 42% de la militancia escogió la papeleta de Díaz, Espadas necesita espacio para asentar su liderazgo en el partido. La expresidenta andaluza tiene que salir del Parlamento andaluz, donde el alcalde de Sevilla no tiene escaño. Su salida es la del Senado, como miembro por designación de la comunidad autónoma. Ella "no ha pedido nada", insisten los suyos y el equipo de Espadas lo confirma. No puede permanecer en la tercera fila de la Cámara autonómica ni ha querido, insisten en su círculo, una opción de puertas giratorias. Díaz tenía contactos suficientes en el mundo de la empresa y del Ibex 35 para que le hubieran buscado una salida cómoda. No quería. Dejó muy claro que su opción de vida seguía siendo la política. A sus enemigos les hubiera gustado verla más en el consejo de administración de una gran empresa.

placeholder Susana Díaz atiende a los medios de comunicación en la sede del PSOE-A. (EFE)
Susana Díaz atiende a los medios de comunicación en la sede del PSOE-A. (EFE)

Una fórmula sin gestora

Espadas quiere tomar las riendas. Pactó con Ferraz esta fórmula sin gestora y además lo ha escenificado de forma que parezca que él planta cara a la dirección federal y no permite ni injerencias ni tutelas. Todo, incluso ese discurso, está pactado con Madrid, que guardó siempre una segunda baraja, la del adelanto de las primarias desde Ferraz, por si el estilo pactista del futuro líder del PSOE andaluz no funcionaba y porque, en el fondo, la desconfianza y el rencor hacia Díaz hacen que nadie en la ejecutiva de Pedro Sánchez se fíe de que de verdad iba a colaborar en la transición.

Espadas, según sondeos internos del PSOE, tiene un grado de desconocimiento del 60% entre el electorado andaluz. Tiene que ponerse al frente del partido y reforzar su liderazgo cuanto antes. Más cuando el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, puede jugar en cualquier momento la carta del adelanto electoral. Si eso ocurre, Espadas quería ser ya secretario general del PSOE-A, lo que le permitirá resistir mejor en caso de derrota en las urnas. Esperar hasta final de año, tras el congreso federal de octubre, para hacerse con el control en el cónclave regional y dejar, mientras, el partido en manos de una gestora entrañaba demasiados riesgos.

"De mí han escrito muchos epitafios", aseguró Susana Díaz tras la sentencia de los ERE. Ahora guarda silencio

Además el líder del PSOE andaluz tiene otro problema, el enfrentamiento a cara de perro entre facciones del 'sanchismo' en Andalucía que lo ponen entre la espada y la pared. El alcalde de Sevilla no va a admitir, dicen los suyos, ni órdenes ni tutelas ni del alcalde de Dos Hermanas, Quico Toscano, ni de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis y ambos, cuentan fuentes próximas a Espadas, han tratado de imponerse en el proceso orgánico.

"De mí han escrito muchos epitafios", aseguró Susana Díaz en noviembre de 2019, tras la sentencia de los ERE. Ahora guarda silencio. Hablará, dicen los suyos, cuando toque. De momento, insiste en su ADN socialista para defender que no quiere hablar para no dinamitar el acuerdo cerrado con Espadas. Eso sí, el jueves pasado dijo basta, exigió a Espadas que contara la verdad y dejó claro que su epitafio, esta vez sí, no se lo van a escribir sus enemigos políticos con una realidad, la del atrincheramiento en el cargo, que Espadas ya dijo que no era cierta.

Se cuentan con los dedos de una mano las veces que Susana Díaz ha pisado la calle desde que el pasado domingo 13 de junio, hace justo dos semanas, la militancia del PSOE andaluz la postergó como líder del partido. Noqueada por el golpe político, Díaz se refugió en su casa, con su familia. Este domingo posiblemente tome oxígeno con el Atlántico como aliado y sus hijos y marido como su puntal fundamental. "Ha sido un punto y final a este capítulo político verdaderamente cruel", señala una amiga que la aprecia desde hace muchos años. "Inhumano", añaden los suyos. "La han arrastrado injustamente", añaden.

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