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El papelón de Santos Cerdán: de la "decepción" con Koldo al trance de echar a su "amigo"
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CASO ÁBALOS

El papelón de Santos Cerdán: de la "decepción" con Koldo al trance de echar a su "amigo"

El secretario de Organización asume de nuevo el protagonismo, al igual que sucedió con Junts y Carles Puigdemont. "Decepción" doble con Ábalos y con Koldo que, "si te descuidabas se te metía en la cama"

Foto: El secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, en el Congreso, en el Congreso de los Diputados. (EFE /Mariscal)
El secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, en el Congreso, en el Congreso de los Diputados. (EFE /Mariscal)
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En el manual de un secretario de Organización del PSOE hay una larguísima lista de tareas desagradables, pero hasta la semana pasada a ninguno le ha tocado intentar que deje el escaño otro secretario de Organización. Santos Cerdán ha sido el primero. Sobre él recayó el encargo de convencer a José Luis Ábalos de que renunciara al acta de diputado por el escándalo de las mordidas de su asesor, Koldo García. No lo consiguió. Ábalos no estaba por la labor.

El hombre de moda en el PSOE, a quien Pedro Sánchez encomendó la interlocución política con Carles Puigdemont y que fraguó el pacto con Junts, se ha visto envuelto en la desagradable misión de echar del partido a su antecesor. Esquivo normalmente con los periodistas, estos días ha sido imposible cazarlo en los pasillos del Congreso.

Para él este trance ha sido "muy doloroso", "muy difícil", según señalan distintas fuentes. Un disgusto doble. El duro trago de invitar a marcharse a todo un exministro y exnúmero tres del PSOE, que además es su "amigo". Y la "decepción" con Koldo, a quien conoce de toda la vida del PSOE en Navarra. Él es además el vínculo entre ambos, quien se lo recomendó para que lo contratara como chófer cuando Ábalos se convirtió en el jefe de Ferraz y Cerdán en su adjunto.

Este navarro grandullón, al que todo el mundo identifica con el exministro porque llegó a ser su colaborador más estrecho, ha colocado al PSOE ante unas de sus peores crisis de credibilidad. Y eso que ha vivido muchas en los últimos años. Si al Gobierno de Sánchez le faltaba algún asunto por capear era un caso de corrupción. Y lo ha personificado Koldo García que, presuntamente, recibió comisiones por los contratos adjudicados durante la pandemia a la firma Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas.

Foto: El exministro José Luis Ábalos, durante la rueda de prensa. (EFE/Zipi Aragón)

Un militante de base que supo medrar dentro de su partido. Un hombre que en los años de ETA, de manera voluntaria, se ofrecía para hacer de escolta a los cargos socialistas que carecían de seguridad porque no ocupaban un puesto público. En las agrupaciones son muchos los afiliados que colaboran en distintos cometidos de forma altruista. Pero el ex asesor de Ábalos era de los que después siempre iba "pidiendo trabajo" a todo el mundo.

La oportunidad le llegó con la segunda vida política de Pedro Sánchez, cuando se impuso a Susana Díaz en las primarias y Adriana Lastra, Ábalos y Cerdán tomaron posesión de Ferraz. El nuevo secretario de Organización necesitaba un conductor y su adjunto pensó en su paisano navarro. Pero, a diferencia de lo que le sucedió a Ábalos, que confió totalmente en su asistente, labró con él una relación de amistad y se lo llevó al Ministerio con sueldo de asesor, Cerdán no le tenía en su círculo. Koldo García, según la imagen que proyectan en el PSOE ahora, era el tipo de persona que se ganaba la confianza de los demás a fuerza de hacer favores para con el tiempo poder cobrárselos.

Estaba tan pendiente de atender las necesidades de las personas con poder que, ironizan en el partido, "si te descuidabas se te metía en la cama". A Ábalos su cercanía con él le ha "arruinado la vida", precisan fuentes del grupo parlamentario, y ha puesto fin a una carrera política que estaba en declive desde que en julio de 2021 Sánchez lo fulminó como ministro y secretario de Organización. Pero que aspiraba a estirar con su incursión en la lista a las europeas, en puestos de salida.

Estaba tan pendiente de atender las necesidades de las personas con poder que, ironizan en el partido, "si te descuidabas se te metía en la cama"

Su decisión de irse al mixto, junto a todo el escándalo alrededor de las adjudicaciones a esta empresa, que salpican al Ministerio de Transportes y a otras administraciones como Interior, el Gobierno de las Islas Baleares y de las Canarias, tiene en shock al PSOE, un partido bastante curtido que no es fácilmente impresionable. Quienes han tratado a Ábalos estos años hablan de él como "el mejor secretario de Organización que he conocido". Un "extraordinario conocedor del partido", destacan, con "convicciones profundas" que aplicaba en la gestión del aparato. Un "político de raza", subrayan. Con una "autoridad innata", que se ganó el "respeto" y el "cariño" de todos, incluido el de Santos Cerdán.

Por eso internamente impacta mucho su exposición en los medios, en un momento de debilidad personal, para intentar, sin éxito, justificar por qué se aferra al escaño y provoca el desgarro interno de pasarse al Grupo Mixto. Su goteo de explicaciones, a veces dispares, sobre si mantiene interlocución con Koldo y las incoherencias de su relato apuntan a que nunca tuvo intención de abandonar el acta, para seguir como aforado en el Tribunal Supremo. Él mismo lo admitía en una entrevista este sábado en eldiario.es: "Por lo que pueda pasar en el futuro con el ambiente que se ha creado y cómo se está judicializando todo, también es una forma de defenderme".

Foto: Pedro Sánchez y Santos Cerdán, en las dependencias del PSOE en el Congreso. (Europa Press/Eduardo Parra)

La historia podría haber sido diferente si, como conjeturaban sus propios compañeros, las gestiones con él en lugar de Santos las hubiera hecho el propio presidente del Gobierno. Ahora ya da igual. Fue al actual secretario de Organización a quien le tocó y su antecesor no se lo puso fácil.

La presión, primero discreta y después pública sobre él, no dio ningún resultado. Habló y habló con Ábalos en privado mientras él decía en televisión que el partido no le había demandado el escaño. Incluso fue a verle a su casa el domingo previo al día de autos. Al ver que no pensaba ceder, se optó por la vía drástica de que la Ejecutiva se lo pidiera de manera oficial, una decisión al margen de los Estatutos, que no todos en la organización han visto correcta.

Santos le llamó para advertirle antes de que se hiciera pública la resolución. El paso al mixto ya estaba en la cabeza de todo el mundo. De Ferraz, que lo expulsaría del grupo socialista si en 24 horas no renunciaba al acta por "responsabilidad política". Y del propio Ábalos, que nunca fue partidario de irse. El ultimátum casi le sirvió de excusa. Antes de su comparecencia, al borde de la lágrima, habló con Santos para hacer oficial su condición de tránsfuga.

Ferraz se impone no confrontar con Ábalos

Al día siguiente toda su ira se desvaneció y empezó a limitar las críticas lanzadas en su intervención contra el PSOE y contra Sánchez. Votará siempre, religiosamente, con los socialistas. Este jueves habló con la secretaria general del grupo para conocer si ese día —tras irse al mixto no ha vuelto al Congreso— era fundamental su apoyo. Su propósito es asentar esta dinámica de comunicación. Ferraz le corresponde también con el silencio. Nadie ha salido ni saldrá al ataque contra él.

En la cúpula socialista persiste la sensación de que si no se hubiera enrocado para conservar el acta (y el aforamiento), se le habría podido dar una segunda oportunidad, una vez quede demostrado que la trama no le salpica de ningún modo. En general, quienes de verdad le aprecian, consideran que su gira mediática no hace más que debilitar su imagen y acentuar su deterioro personal y político. Pero su intento ahora de no dañar más al PSOE plantea otra pregunta: "¿Está arrepentido Ábalos de lo que ha hecho?" En el partido ya hay quien lo ve así.

En el manual de un secretario de Organización del PSOE hay una larguísima lista de tareas desagradables, pero hasta la semana pasada a ninguno le ha tocado intentar que deje el escaño otro secretario de Organización. Santos Cerdán ha sido el primero. Sobre él recayó el encargo de convencer a José Luis Ábalos de que renunciara al acta de diputado por el escándalo de las mordidas de su asesor, Koldo García. No lo consiguió. Ábalos no estaba por la labor.

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