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Albares hace un guiño por la investidura y vuelve a empujar, en vano, por la oficialidad del catalán en la UE
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Albares hace un guiño por la investidura y vuelve a empujar, en vano, por la oficialidad del catalán en la UE

Los renovados intentos del Gobierno para lograr la oficialidad del catalán, euskera y gallego en la UE chocan con la negativa de algunos de los Estados miembros

Foto: El ministro de Exteriores en un acto europeo. (EFE/Julien Warnand)
El ministro de Exteriores en un acto europeo. (EFE/Julien Warnand)

El Gobierno lo ha vuelto a intentar. En una nueva reunión del Consejo de Asuntos Generales el ministro de Asuntos Exteriores en funciones, José Manuel Albares, ha vuelto a poner sobre la mesa de forma breve la posibilidad de reconocer como lengua oficial de la UE el catalán, una de las promesa que el Partido Socialista hizo a Junts per Catalunya en el marco de la elección de Francina Armengol como presidenta del Congreso de los Diputados, así como el euskera y el gallego. Desde el primer momento un buen grupo de Estados miembros han sido muy escépticos respecto a la idea. En la mayoría de los casos haciendo referencia a los costes financieros de esa medida, pero en realidad temiendo un posible efecto dominó, la apertura de la puerta a que muchas otras lenguas regionales quieran recibir ese estatus.

Sin embargo, Albares ha querido poner el énfasis en que “varios países han manifestado explícitamente su apoyo a nuestros planteamientos”. “Hoy hemos logrado que la inclusión del catalán, el euskera y el gallego en el régimen lingüístico de la Unión Europea esté más cerca”, ha señalado, explicando que la presidencia española del Consejo de la Unión Europea ha solicitado informes de impacto presupuestario y material a los servicios de la Comisión Europea, un impacto que España se compromete a asumir en exclusiva, para evitar que el resto de Estados miembros tengan que asumir la carga financiera que acompañaría su reconocimiento como lenguas oficiales. Respecto al coste, algo que solamente podrá determinar el Ejecutivo comunitario, Albares ha asegurado que “las estimaciones (que tiene el Gobierno) son perfectamente asumibles por España”.

El ministro de Asuntos Exteriores ha explicado que ningún país ha mostrado oposición a que se circule una “propuesta adaptada” de esa reforma del régimen lingüístico dando respuesta a las dudas que el resto de Estados miembros expresaron en el Consejo de Asuntos Generales de septiembre. Una de las dudas era precisamente abrir la puerta a que otras lenguas minoritarias puedan acogerse a este caso para intentar ser incluidas en el régimen lingüístico de la UE, y para responder a esa inquietud Albares ha asegurado que en esa propuesta revisada se especificará que si un Estado miembro no lo desea.

El apoyo de Puigdemont

El ministro trata de enviar un mensaje claro: el acuerdo está cerca, muy cerca. Hace falta hacerlo en el marco de un debate de investidura de Pedro Sánchez en el que el líder socialista necesitará el apoyo del partido del expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont. Lo hace haciendo referencia a que “empiezan a ser pasos muy definitivos”, se aferra a que “lo que importan son los vetos, y no hay ningún veto”, pero lo cierto es que son muchos los Estados miembros que son muy escépticos, y que es necesaria la unanimidad para hacer un cambio en el régimen lingüístico de la UE.

Foto: El hemiciclo del Parlamento Europeo. (EFE/Olivier Hoslet)

Ya antes del encuentro de septiembre Suecia y Finlandia mostraron su oposición a que se reformara el régimen lingüístico de la UE. Este martes, antes del encuentro, otros Estados miembros han hablado del asunto. "No creo que vayamos a ampliar el número de lenguas que se usan de forma oficial en la Unión Europea", ha señalado Krisjani Karins, ministro de Asuntos Exteriores de Letonia. “No creo que ahora mismo sea el asunto número uno que necesitemos discutir, nuestro principal problema”, ha añadido.

No quieren hacer sangre, no buscan ensañarse, entienden que el Gobierno tiene sus necesidades políticas internas. Pero tampoco tienen un especial interés por verse involucrados en ello. Las maneras en las que el debate se ha ido planteando ya sorprendieron a muchos. La presidencia del Consejo de la UE, que ostenta España, incluyó el punto en la reunión del CAG de septiembre sin que hubiera habido tiempo para el debate, para que el resto de capitales comprendieran qué buscaba Moncloa y cuáles eran sus objetivos. No solamente eso, sino que se incluyó la posibilidad de que hubiera una “adopción” en esa misma reunión, algo que sorprendió a no pocos diplomáticos de otros Estados miembros.

Foto: El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares en una imagen reciente. (EFE/Borja Puig de la Bellacasa)

La sensación sigue siendo de que España empuja por algo que todavía no está ni mucho menos maduro, algo que necesita que el resto de Estados miembros lo digieran con calma. El Gobierno ha vuelto a incluir el punto en una reunión del Consejo sin que haya nada nuevo realmente que debatir, porque como ha apuntado el ministro, todavía ni siquiera hay informes de impacto de la Comisión Europea. Pero para Moncloa era importante que Albares pudiera salir tras el encuentro y decir que se han hecho progresos, por mucho que el estado de la cuestión sea el mismo. Todo suma en el camino hacia la investidura.

El Gobierno lo ha vuelto a intentar. En una nueva reunión del Consejo de Asuntos Generales el ministro de Asuntos Exteriores en funciones, José Manuel Albares, ha vuelto a poner sobre la mesa de forma breve la posibilidad de reconocer como lengua oficial de la UE el catalán, una de las promesa que el Partido Socialista hizo a Junts per Catalunya en el marco de la elección de Francina Armengol como presidenta del Congreso de los Diputados, así como el euskera y el gallego. Desde el primer momento un buen grupo de Estados miembros han sido muy escépticos respecto a la idea. En la mayoría de los casos haciendo referencia a los costes financieros de esa medida, pero en realidad temiendo un posible efecto dominó, la apertura de la puerta a que muchas otras lenguas regionales quieran recibir ese estatus.

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