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Lo último de la sostenibilidad es comerse un tenedor: "Es una nueva industria"
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Lo último de la sostenibilidad es comerse un tenedor: "Es una nueva industria"

Tres 'startups' están introduciendo este producto en España: la cubertería comestible para contaminar menos. Buscan perfeccionar sus artículos para que el coste se acerque al precio de los normales

Foto: Laura Gispert, de Voilá. (Cedida)
Laura Gispert, de Voilá. (Cedida)

Imagina comerte un helado y que la cucharilla sepa a galleta. Imagina poder saborear esa cucharilla después. Imagina abrir una ensalada y que el tenedor y el cuchillo también sean comestibles. Imagina beberte un batido pudiendo elegir el sabor de la pajita, que también te comerás. Esta imagen que acabas de crear, aunque innovadora, está cada vez más presente en España. Tres jóvenes empresas se afanan por perfeccionar sus productos. Todas persiguen el mismo objetivo: no solo ofrecer una alternativa sostenible a los plásticos de un solo uso, sino alcanzar el sumun del cuidado al medio ambiente haciendo que los cubiertos también se puedan digerir.

Voilà fue la primera empresa de España que lanzó al mercado cubiertos comestibles y la primera del mundo en haber industrializado su fabricación. Eso es lo que dice Laura Gispert, su fundadora. Empezó a dar forma a esta idea en su trabajo de fin de carrera cuando estudiaba diseño. “Poco después de presentarlo, comencé en EspaiSucre el perfeccionamiento. Necesitaba algo que soportara líquidos calientes y que no se deshiciera, que fuera duro para que no se rompiera y que, al comerse, estuviera bueno”, en sus propias palabras.

Foto: Ciertos alimentos son capaces de sobrevivir al paso del tiempo... indefinidamente. (iStock)

El sistema productivo automatizado que ha ideado Gispert junto con sus socios les permite fabricar hasta un millón de estos cubiertos al día, en la factoría que tienen a las afueras de Barcelona. “El primer producto que lanzamos fue la cuchara sostenible. Al poco tiempo, vimos que el removedor de café podía ser otra solución que encajaba bien”, relata la fundadora de la startup.

placeholder Una de las cucharillas de Gloop. (Cedida)
Una de las cucharillas de Gloop. (Cedida)

Uno de sus puntos fuertes es que el sabor de la cuchara es neutro, lo que les permite añadir cualquier aroma natural: “En nuestra fábrica, podemos adaptarnos a lo que nos pide el cliente, ya sea chocolate o vainilla, y, si me pides ajo, pues ajo”, dice irónicamente la empresaria. Asimismo, el producto también permite que su color se customice a demanda del comprador.

No ofrecen sus productos al consumo generalista, trabajan bajo pedido de compañías interesadas en sus creaciones

Por el momento, desde Voilà no ofrecen sus productos al consumo generalista, sino que trabajan bajo pedido de las diferentes compañías interesadas en sus creaciones. “Vendemos cuchillos, tenedores y cucharas comestibles a restaurantes, aerolíneas, hoteles, bufetes… Somos conscientes de que todavía deben cambiar los hábitos del consumidor”, añade Gispert.

Una nueva industria se abre paso

En su caso, la harina de arroz y otras harinas sin gluten son el alimento protagonista en unas elaboraciones aptas para celíacos y veganos, sin alérgenos ni azúcares añadidos. “En realidad, lo que estamos haciendo es crear una industria nueva. Nuestras mejores referencias están en las cucharitas para postres y en los removedores de café, pero estamos enfocados en el desarrollo del tenedor y la cuchara sopera”, incide la diseñadora convertida en emprendedora.

Marta Maneja es una de las fundadoras y co-CEO de Gloop, la startup que se encuentra enfrascada en la búsqueda de estos nuevos productos, íntimamente ligados con la conservación del medio ambiente y el aprovechamiento de todos los elementos de un alimento. En el último curso de su carrera de emprendimiento, se alió con otro compañero para juntos explorar la posibilidad de desarrollar una marca de cubertería comestible, y en ello andan desde entonces, con más de 2,5 millones de cubiertos sustituidos por los suyos.

placeholder Tenedores comestibles de Voilà. (Cedida)
Tenedores comestibles de Voilà. (Cedida)

El año pasado se lanzaron al mercado con su primer producto, cucharillas comibles. “Lo conseguimos gracias a nuestro equipo de especialistas en alimentos, que nos ayudaron en el desarrollo”, añade Maneja. Por el momento, prefieren no desvelar dónde se ubica su factoría.

La innovación, por otra parte, también ha llegado al contenido como tal. Todas sus creaciones están elaboradas con harina de arroz y fibras vegetales, es decir, no tienen gluten y también son veganos. “Aprovechamos subproductos de la industria como la fibra de manzana o la fibra del cacao que, de otra forma, se desecharían. Así les damos circularidad”, enfatiza Maneja, orgullosa de su aportación a la conservación del medio ambiente.

Pajitas caramelizadas

Sorbos es otra de las compañías que está presente en este sector de las startups que buscan innovar en el terreno de la cubertería y los materiales ligados a la alimentación. Esta empresa es la más veterana de todas y se dedica, exclusivamente, a fabricar pajitas comestibles. “Desarrollé la idea con ingenieros alimentarios de la Universidad de Barcelona para buscar la pajita que, a efectos funcionales, actuara igual que cualquier otra. Tenía que aguantar unos 40 minutos en bebidas frías y que no se quedara blanda, como les pasa a muchas de papel”, comenta Víctor Manuel Sánchez, fundador de la empresa.

El también responsable de I+D y Calidad de esta startup recuerda que, “por suerte o por desgracia”, dos semanas después de tener listo el producto, apareció la imagen de la tortuga con una pajita de plástico en la nariz, que dio la vuelta al mundo. Los pedidos se dispararon. Crecían un 300%. Incluso dejaron atrás la pequeña factoría que tenían para mudarse a una nave de 1.500 metros cuadrados en Montornès del Vallès, en Barcelona, y poder seguir trabajando en lo que fue la “primera pajita comestible del mundo”, dice Sánchez.

placeholder Marta Maneja de Gloop. (Cedida)
Marta Maneja de Gloop. (Cedida)

Los materiales que han elegido en Sorbos para su pajita se asemejan mucho a los de un caramelo. No podemos desvirtuar el sabor original de la bebida, solo debe ser un acompañamiento”, puntualiza el fundador. Por el momento, el consumidor las puede elegir de fresa, lima, limón, jengibre, canela, chocolate, manzana verde, tropical, vainilla, café y neutro.

Este es su producto estrella, lo que no es óbice para que no estén investigando cómo llegar a hacer otros productos alimentarios que satisfagan alguna necesidad del consumidor. Aunque prefiere no decir cuáles, Sánchez sí acepta que están dirigidos al gran consumo. También sabe bien cómo los elabora la competencia: “Los que ya hay en el mercado no aportan valor añadido, son pajitas de barquillos de harina. Nosotros buscamos crear una gran experiencia en el consumidor, por eso no hemos lanzado nuevos productos hasta el momento”, expresa.

Principal barrera: los precios

Gispert, la fundadora de Voilà, ubica como una de las fronteras a derribar la comparación que los clientes continúan realizando entre sus productos de cubertería comestible y los más tradicionales, en los que se utiliza la madera: “Esto es un producto diferente en el que priorizas la sostenibilidad y la experiencia del consumidor. Si esa no es tu prioridad y solo quieres seguir ganado más margen de beneficio, no eres nuestro tipo de cliente”, enfatiza.

Foto: Foto: iStock.

Los precios de esta marca catalana varían. Por ejemplo, el removedor de café va desde los 1,5 céntimos hasta los tres céntimos, según el volumen de compra. El resto de cubiertos se mueve entre los cinco y ocho céntimos la unidad. Hasta el momento, cadenas como Manolo Bakes, el Festival Cruïlla barcelonés, Glovo y Vueling son algunas de las compañías que han confiado en Voilà.

En cambio, en Gloop aseguran que sus cucharillas y pajitas se acercan al mismo precio que otras comúnmente utilizadas tras la prohibición a nivel europeo de los plásticos de un solo uso, como las de madera y papel, aunque su coste todavía es más elevado. Según explica Maneja, están a uno o dos céntimos por encima, y en estos momentos analizan cómo optimizar los costes de producción para tener un precio más competitivo.

Foto: El equipo de cocina de Predi Son Jaumell recogiendo las hortalizas de su huerto privado con las que elaboran sus recetas.

En cuanto a las cucharillas, el cliente puede elegir entre los sabores de galleta y chocolate, y su precio oscila entre los tres y cinco céntimos, dependiendo del volumen del pedido. En cambio, el surtido se ensancha en el caso de las pajitas, ya que las hay de fresa, limón, menta, vainilla y chocolate. En este caso, el precio oscila entre los seis y nueve céntimos. En septiembre quieren sacar el removedor de café.

En Sorbos también saben que sus pajitas nunca serán tan baratas como las de papel. La unidad de estas pajitas de caramelo ronda los 10 céntimos. “Nosotros buscamos minimizar el impacto medioambiental y maximizar la experiencia del cliente. Si un hostelero nos dice que son muy caras, le explicamos que no hace falta poner pajita en todos los productos”, explica Sánchez, el fundador de la compañía.

Ecosistema nuevo

Sorbos empezó a funcionar en 2014, Voilà se constituyó como empresa en 2020 y, un año más tarde, apareció Gloop. Además del sector en el que están insertadas, las tres compañías comparten entre sí ser startups. Salir adelante, así pues, no ha sido fácil. Voilà, por ejemplo, ganó un concurso de Barcelona Activa y Mercabarna, lo que le permitió industrializar el producto. Actualmente, en la oficina de la compañía son tres personas.

La compañía fundada por Sánchez ganó el premio Calidad Pascual en 2016 en la categoría de producto sostenible, lo que hizo que llegaran pedidos “de todos lados, en todos los idiomas”, y crecieron en un 300%. Tras la pandemia y la actual guerra de Ucrania, su crecimiento se sitúa en el 25%. El año pasado vendieron 40 millones de pajitas.

placeholder Cucharillas pequeñas de Violà. (Cedida)
Cucharillas pequeñas de Violà. (Cedida)

Gloop, la más joven del panorama, todavía no ha alcanzado un rendimiento positivo, al igual que Voilà. Hasta el momento, en la startup liderada por Maneja y su socio se han valido de diferentes subvenciones y fondos de inversión que buscan ideas de impacto para salir a flote. En sus oficinas trabajan seis personas.

La innovación e investigación de nuevas formas de consumir en el ámbito de la comida recae, de esta forma, en compañías jóvenes que buscan crecer perfeccionando sus productos. Quizá, dentro de unos años, lo que nos asombre como consumidores sea ver un tenedor o cucharita de plástico compostable y ahí será cuando digamos: yo quiero mi pajita sabor limón o mi cucharita para el helado sabor chocolate.

Imagina comerte un helado y que la cucharilla sepa a galleta. Imagina poder saborear esa cucharilla después. Imagina abrir una ensalada y que el tenedor y el cuchillo también sean comestibles. Imagina beberte un batido pudiendo elegir el sabor de la pajita, que también te comerás. Esta imagen que acabas de crear, aunque innovadora, está cada vez más presente en España. Tres jóvenes empresas se afanan por perfeccionar sus productos. Todas persiguen el mismo objetivo: no solo ofrecer una alternativa sostenible a los plásticos de un solo uso, sino alcanzar el sumun del cuidado al medio ambiente haciendo que los cubiertos también se puedan digerir.

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