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'Riders' en el día más caluroso del verano: "Hasta que no caiga uno, la empresa no va a hacer nada"
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SOL DE JUSTICIA EN TODA ESPAÑA

'Riders' en el día más caluroso del verano: "Hasta que no caiga uno, la empresa no va a hacer nada"

Autónomos esperando un pedido con un sol de justicia o flotas de repartidores llevando paquetes a más de 40 grados. Así viven las olas de calor los trabajadores que hacen funcionar Glovo, Uber o Amazon

Foto: Un 'rider' se refresca en una fuente. (Reuters/Jon Nazca)
Un 'rider' se refresca en una fuente. (Reuters/Jon Nazca)
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Que en Madrid está haciendo mucho calor no se le escapa a nadie. Que quien más lo está sufriendo son aquellas personas obligadas a trabajar en la calle, tampoco. Este miércoles se vivió una jornada sofocante en la capital con casi 40 grados. Por mucho que algunas compañías hayan incorporado la tecnología al corazón de sus negocios y cualquiera pueda pedir la comida o comprar cualquier cosa desde una app o pedir un coche para ir al trabajo con aire acondicionado en la puerta de casa, los trabajadores que lo hacen posible siguen sufriendo los estragos del calor. Riders de Glovo o Uber Eats, repartidores de Amazon o conductores de VTC sufren los efectos de un sol de justicia durante una jornada laboral alejada de los 27 grados como máximo que establece la normativa estatal en los centros de trabajo.

“Ganamos unos cuatro euros la hora por estar horas y horas bajo este sol horrible”. Esto es lo primero que dice un repartidor de Glovo que prefiere mantenerse en el anonimato al preguntarle qué tal está pasando la ola de calor. Sin lugares proporcionados por la empresa en los que poder guarecerse de los rayos solares, los cientos de riders que merodean por la ciudad se esfuerzan por conseguir algo de sombra durante sus jornadas laborales, intentando no quemarse y con un mapa mental en su cabeza de las fuentes públicas en Madrid, aunque algunas ni funcionen y, en otras, el agua salga caliente.

El hecho de que las peores horas para el calor coincidan en muchas ocasiones con el momento en el que los clientes pidan su comida tampoco pone las cosas fáciles. “Yo hago unos 70 kilómetros al día con la bici. Empiezo a las 12 de la mañana y a las 16 horas me voy. Luego vuelvo de 20 horas hasta media noche, porque si no es horroroso, pero compañeros que necesitan el dinero más que yo sí que siguen en la calle en los peores momentos del día”, cuenta este “glovero”.

placeholder Foto: EFE/Juan Carlos Hidalgo.
Foto: EFE/Juan Carlos Hidalgo.

Para lidiar con las altas temperaturas, a los repartidores no les queda otra que empaparse en las fuentes públicas de la ciudad. “Voy destilando agua hasta que me seco a los cinco minutos, y de árbol en árbol para esperar los pedidos”, añade. La realidad es que ni siquiera todos los locales a los que va a recoger el servicio le permiten esperarlo dentro del establecimiento. “Si vamos a una cadena tipo McDonald’s nos hacemos fuertes dentro, pero en otros sitios más pequeños no nos dejan ni pasar”, sostiene el trabajador.

Hasta que no caiga un repartidor por un golpe de calor, Glovo no va a hacer nada con sus trabajadores autónomos”, asegura. Lejos quedaron los tiempos en los que la empresa ponía a disposición de los riders una furgoneta con refrescos y bebidas. “Encima no podemos ni comunicarnos con ellos si pasa algo. Cerraron hace meses su oficina y todo es a través de un correo con respuesta automatizada”, se lamenta este venezolano mientras reza para que en el recorrido del próximo pedido no haya muchas cuestas y la vivienda a la que le toque ir tenga ascensor.

La diferencia: tener un centro de trabajo

Fernando García también reparte para Glovo, aunque él está contratado. Forma parte de una plantilla en la que “el 95% de los falsos autónomos en la capital”, como él denomina a todas las personas que no están en nómina por parte de la compañía, “son migrantes”. De ellos, un 80% proceden de Venezuela. “Haga el calor que haga nosotros seguimos en la calle, parando en los semáforos, al lado del calor de los coches y del que expulsan los autobuses”, recuerda el también miembro del comité de empresa por UGT.

Los asalariados tienen más suerte, porque disponen un lugar en el que poder descansar y refrescarse, aunque sea por unos minutos. “Como medida para verano, hemos acordado que podamos llevar un máximo de nueve kilos en las mochilas, porque al trabajar en los supermercados la gente pide agua, leche, vino, y son cosas que pesan bastante”, relata. Como él dice, los contratados po norma vuelven al mismo lugar, una tienda en la que cuentan con aire acondicionado y agua fría a su disposición, además de aseos. En Madrid hay ocho tiendas fantasma de este tipo, conocidas como SúperGlovo.

Foto: Imagen: El Confidencial Diseño.
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Este año no han llegado a tiempo las mangas que Glovo repartió durante la temporada estival pasada, por lo que la empresa ha decidido proporcionarles crema solar, algo nuevamente vedado para los autónomos. “Ahora que las bajas laborales les cuestan dinero, la empresa nos cuida algo más. Por ejemplo, nos da pastillas de electrolitos que echamos en el agua para reponer sales minerales mientras descansamos en la tienda”, enfatiza García.

Dado que Madrid se vacía en verano, Glovo les ofrece la oportunidad de moverse a otros lugares del país con costa. “Es verdad que nosotros cogemos vacaciones estos meses, pero los autónomos no pueden, o al menos, vacaciones pagadas, así que se quedan aquí pasando calor por si acaso les cae algún pedido”, apunta el sindicalista. Preguntados por este extremo, desde la compañía puntualizan que los trabajadores de SúperGlovo (los que se encuentran en plantilla) están sujetos a la prevención de riesgos laborales y aseguran que las jornadas se preparan en función del nivel de alerta de la AEMET. Sobre los autónomos, explican que reciben avisos y consejos desde la app y que cuentan con un seguro gratuito que les cubre en cualquier caso de accidente o incidente, aunque no especifican el alcance de dicha póliza.

Repartidores de Amazon mareados

Una de las grandes tecnológicas cuyo día a día laboral lo vehicula una aplicación es Amazon, pero por muy bien entrenado que esté el algoritmo y avanzada se encuentre la inteligencia artificial que lo soporta, el calor que sufren sus repartidores es el mismo. Un mensajero que también prefiere mantenerse en el anonimato por miedo a represalias laborales y que desempeña sus funciones para InstaPack, compañía en la que el rey del comercio online externaliza los repartos, afirma que no son pocos los compañeros que se han pedido la baja a consecuencia del calor.

placeholder Foto: Reuters/Caitlin O Hara.
Foto: Reuters/Caitlin O Hara.

A algunos les ha dado un aviso el corazón, pero otros se han llegado a marear conduciendo, y en varias ocasiones se han llegado a dar un golpe con la furgoneta por la falta de concentración con estas temperaturas”, subraya el repartidor. Él reparte los productos de Amazon Prime desde el centro logístico de Coslada. “En la furgoneta sí podemos poner el aire acondicionado, pero apenas hace bien. La mayoría estamos con la garganta tomada estos meses de los cambios de temperatura que sufrimos al estar bajando y subiendo todo el rato del vehículo”, añade.

En estos casos, las tiendas de alimentación en las que venden agua fría son aliados esenciales. Este repartidor prefiere llevarse sus dos botellas preparadas, una de ellas congelada. “El problema está en que el baño solo lo podemos utilizar 15 minutos, cuando cargamos. Podrían buscar horarios más accesibles, porque algunos turnos comienzan a las 14 y 15 horas, a pleno sol”, lamenta.

Sin lugares de descanso para los conductores de VTC

Y si se trata de trabajadores supeditados a aplicaciones tecnológicas que no se libran de esta ola de calor infernal, los conductores de VTC no podían faltar, aunque su situación no sea tan mala como la de los anteriores entrevistados. Sheyla Nieto es una de estas conductoras: “El principal problema es que estamos a expensas de lo que quiera el cliente. Algunos llegan con mucho calor y bajan las ventanillas, además del aire, y otros te piden que lo quites”, explica.

Foto: El actual alcalde de Barcelona, Jaume Collboni (PSC), durante el acto de cierre de campaña de las elecciones del 28-M. (EFE/Enric Fontcuberta)

Además, dependiendo la flota para la que trabajen, están obligados a llevar una vestimenta protocolaria compuesta por pantalones largos de color negro. “Muchas veces nos ponemos malos por los cambios de temperatura”, afirma, al igual que el trabajador de Amazon.

Los coches VTC tampoco tienen muy fácil poderse parar a esperar a un nuevo cliente a la sombra, ya que, en teoría, los únicos que lo pueden hacer son los taxis. En cambio, las empresas para las que prestan sus servicios, este caso Moove Cars, pueden establecer zonas de descanso para sus conductores. “Nuestra compañía tiene cuatro bases y solo en una hay una zona adaptada para que podamos estar ahí recuperándonos”, apuntilla Nieto.

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Foto: EFE/Mariscal.

Por el momento, en "las campas", tal y como denominan a los lugares en los que se aparcan estos coches VTC, se apilan cientos de ellos. En la de Vallecas hay más de mil vehículos, y en las demás unos 600, según los cálculos de esta conductora. Jorge Alemán es otro conductor de VTC. Él es uno de los que se ve obligado a esperar a pleno sol, todos los días, la recepción de llaves o las citas programadas por los gestores en el parking de Pitis, también de Moove. “Intento estar siempre a la sombra para que la chapa no se caliente y trato de mantener los cristales siempre cerrados, pero también hay que ventilar el vehículo”, explica. Todo sería más sencillo si los vehículos fueran bizona, es decir, que el aire acondicionado de la parte trasera se pudiera regular de forma independiente al de la parte del conductor.

En nuestra empresa no tenemos ninguna limitación sobre el aire acondicionado porque consuma más o menos combustible”, incide Juan Fernández, también conductor de VTC en Madrid para Moove y representante sindical. La compañía, por su parte, se hace cargo del pago del combustible y del seguro del vehículo. “Por suerte no estamos muy expuestos al tema del clima, pero hay que tener en cuenta que la bomba de aire del coche también llega un punto que no funciona bien porque son ocho horas todos los días al volante, como mínimo”, concluye.

Que en Madrid está haciendo mucho calor no se le escapa a nadie. Que quien más lo está sufriendo son aquellas personas obligadas a trabajar en la calle, tampoco. Este miércoles se vivió una jornada sofocante en la capital con casi 40 grados. Por mucho que algunas compañías hayan incorporado la tecnología al corazón de sus negocios y cualquiera pueda pedir la comida o comprar cualquier cosa desde una app o pedir un coche para ir al trabajo con aire acondicionado en la puerta de casa, los trabajadores que lo hacen posible siguen sufriendo los estragos del calor. Riders de Glovo o Uber Eats, repartidores de Amazon o conductores de VTC sufren los efectos de un sol de justicia durante una jornada laboral alejada de los 27 grados como máximo que establece la normativa estatal en los centros de trabajo.

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