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La perdición de la barra libre de tatuajes en una boda
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Arrepentirse puede salir caro

La perdición de la barra libre de tatuajes en una boda

La competición por la mejor boda deja algunas cosas tan estrafalarias como contratar a un tatuador particular para que, mientras el alcohol corre por la boca de los invitados, estos puedan inmortalizar un recuerdo de la noche en su piel

Foto: Foto: Coline Haslé / Unsplash.
Foto: Coline Haslé / Unsplash.
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Tatuarte un micropene junto a dos amigas más o pedir insistentemente que te inmortalicen el nombre de tu pareja en el trasero. Esas son apenas dos escenas de lo que sucede en las fiestas de las bodas que deciden contar con una barra libre de tatuajes justo al lado de la competencia directa: la barra libre de alcohol. Un sistema cerrado hace que la cosa no se desmadre demasiado, aunque nadie haga caso a la recomendación de no beber después del tatuaje. Novedosos en bodas, estos stands de tatuajes ya existían en los eventos de grandes marcas mucho antes de que la gente de a pie los pudiera degustar en sus nupcias.

Cuando Alexia Bouzid (@alexiamicrobou) acudió a una boda como invitada hace unos tres años y vio a un compañero tatuador desenfundar su aguja y preparar la tinta en uno de los llamados corner, pensó que podría ser un buen negocio ofrecer ella misma el servicio. Con una experiencia a sus espaldas de tres décadas, esta profesional del tatuaje está presente en unas seis bodas mensuales, lo que se materializa en unos 600 euros cada sesión que hace de dos horas.

placeholder Foto: cedida.
Foto: cedida.

“Para la boda de una amiga, decidí que mi regalo sería montar un stand pequeñito, y tuvo mucho éxito. Luego vi que eso se había puesto de moda”, dice. Esta peculiar barra libre comienza desde que se termina el banquete. “Nos dan una lista de los invitados y antes de la boda les escribimos para invitarles a tatuarse, y les mandamos los dibujos que pueden elegir”, explica Bouzid.

De esta forma, antes de empezar la jornada ya tienen organizadas a las personas que decidirán inmortalizar esa boda en forma de tatuaje permanente en su cuerpo. En esas dos horas, los interesados quedan marcados con cositas pequeñas y que suelen agradar a la mayoría: corazones, olas de mar, fechas, baterías de carga, iniciales… “Tenemos unas plantillas con 200 diseños, aunque suele ser sota, caballo y rey lo que eligen”, comenta al respecto la tatuadora.

La boda, aunque pueda parecer mentira, es el momento en que algunas personas se tatúan por primera vez. No son pocas las escenas curiosas que se dan, quizás animadas por el desenfreno y alegría de una noche así. “Hay gente mayor que decide tatuarse algo conjuntamente con sus nietos”, añade Bouzid, algo que harán, con casi toda la seguridad, en sus brazos, la parte del cuerpo favorita para este tipo de tatuajes.

Foto: Elegir el vestido es casi lo de menos. (EFE/Kai Försterling)
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Son tatuajes pequeños y de trazo fácil que no se tardan ni cinco minutos en realizar. De todas formas, su tamaño reducido no es óbice para que el alcohol haga sus efectos en ellos. “En la hoja de consentimiento que todos tienen que firmar, nosotros les avisamos de que no es aconsejable tatuarse y beber alcohol, por el propio sudor que genera el cuerpo”, relata la tatuadora de bodas.

La desinhibición que provoca la bebida es lo que hace que muchas personas quieran pedir diseños no contemplados con anterioridad. Bouzid se niega a ello porque si no se le iría de las manos, pero sí hizo una excepción: “Recuerdo una boda en la que sobraba algo de tiempo y vino una mujer diciendo que se quería hacer un dibujo junto a dos amigas que no estaba en las plantillas. Querían un minipene, y se lo hice”.

Esto no es nada nuevo

A pesar de que este servicio pueda llamar la atención en las bodas, no es nada nuevo en el mundo de los eventos. “Los tatuajes temporales llevan estando como una actividad desde hace ocho años, y los permanentes desde 2018”, explica Rocío Castillo, directora de agencia en producción de eventos. “En realidad, no es algo novedoso. Las grandes marcas siempre quieren lo último para sus eventos y esto lo empezaron a utilizar hace mucho tiempo. Cuando ya caduca en ese sector, pasa al mundo de las bodas, al igual que pasó con los photocalls”, continúa.

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Foto: cedida.

Es decir, cuando influencers y mandamases del mundo de la moda y la belleza, sobre todo, ya han manoseado lo suficiente el juguetito nuevo, llega el momento de que el común de los mortales también se pueda divertir con él. “Normalmente, se contrata por horas, una media jornada. Suelen estar unas tres o cuatro horas y hace tiempo costaban unos 600 euros, pero ahora han subido algunos hasta los 1.500”, incide la experta en producción de eventos.

Un negocio con mucho éxito

Ángel Sánchez (@finelikeangel) es una de las dos caras visibles de Minitattos Bar Experience (@minitattoos.bar), la marca que ha ideado junto a su compañera Daiana (@didi.tattoo) para recorrerse España y Europa tatuando. Procedentes de Valencia, su oferta está en tatuar cuatro horas con el compromiso de hacerlo a 10 personas cada uno de ellos cada hora como mínimo. “Al principio parece un servicio un poco raro, pero en cuanto cae el primero en la boda luego se van animando los demás. Nosotros incluso nos quedamos cortos”, relata. Su servicio cuesta entre los 1.200 y 1.500 euros y ofrecen en torno a 30 diseños que siempre acaban gustando a los invitados que quieren tatuarse.

“Nosotros podemos estar haciendo unas tres bodas al mes con esto, y ya tenemos agendadas más para octubre y noviembre”, expresa. Él todavía recuerda cuando una persona les pidió el nombre de su pareja en el trasero. "Le dijimos que no, pero se puso insistente, y no lo decía en broma. Yo no sé si era por amor o desamor, pero él quería el nombre de su pareja en el culo, y eso que estaban los dos en la misma boda", rememora este tatuador.

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Foto: cedida.

Sánchez es consciente del peligro que puede tener la existencia de una barra libre de tatuajes al lado de una barra libre de alcohol: “Guiamos mucho a la gente y no aceptamos hacer cualquier locura. Si vienen borrachos, evidentemente no les tatuamos. A esas personas se les suele detectar pronto”, prosigue. El boom llegó el año pasado y este parece que se ha consolidado. "Si ya vas a una boda y no hay stand de tatuajes, no está a la última", subraya él mismo.

La mejor boda, la mejor fiesta de todas

Y no se equivoca. Las bodas se han convertido en una suerte de competición entre colegas para ver quién hace la cosa más divertida y estrafalaria que pase a la historia tanto del matrimonio como del grupo de amigos y amigas. Vanesa Moreno, wedding planner de Elite Bodas, ubica este 2023 como el año en que más se han extendido las barras libres de tatuajes. “Se ven en uniones de parejas tanto homosexuales como heterosexuales, pero casi siempre en gente joven”, comenta al respecto.

Esta especialista en nupcias ubica el coste entre los 100 y 200 euros por hora, y los tatuadores suelen pedir un mínimo de cinco horas para que les compense económicamente. También ella sabe de los peligros de unir tatuajes y alcohol: “Muchas veces la gente dice que se le ha borrado el tatuaje al día siguiente, pero es que una de las contraindicaciones es no beber alcohol y esta persona se había puesto ciega”, apunta Moreno. Y es que aquí no se aceptan reclamaciones.

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Foto: cedida.

Hasta ella misma se tatuó la palabra happy en la celebración de una boda a la que asistió. “Es un servicio que ya se añade con normalidad, porque parece que o lo tienes todo o no vale la boda. Hay photocall, glitter bar, un toro mecánico, una pitonisa que te echa las cartas… Y ahora tatuajes”, enumera. Así hasta que la fiesta resurge con la hora loca, traída de Venezuela y que consiste en que, cuando la cosa está más apagada, los novios y sus familias se disfrazan y se monta una especie de carnaval el repartirse disfraces y máscaras a los invitados. Todo para culminar con fuegos artificiales, allá donde esté permitido lanzarlos.

A ojos de Moreno, “no es que se hayan ido de madre, es que cada pareja celebra la boda como quiere. La boda es un evento en el que lo quieres todo. Si vas a la boda de un amigo y al tiempo te casas tú, querrás que tu boda sea mejor”. Y para mejorarla, una barra libre de tatuajes puede ser una buena idea.

Arrepentirse puede salir caro

Quizá no sea tan buena idea tatuarse fechas, iniciales o símbolos compartidos con esa pareja que, al tiempo, deja de serlo. No son pocos los que deciden eliminarse estos rastros del amor del que se reniega. La piel como recordatorio de lo que pudo ser y no fue. Pero no todo está perdido. María Marcos, dermatóloga del Grupo Pedro Jaén, afirma que generalmente las personas que deciden quitarse los tatuajes es porque se han deteriorado o porque se arrepienten de ellos.

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Foto: cedida.

Desde su punto de vista, “un corner en una boda no parece el entorno más favorable para cumplir con los requisitos”. Se refiere a la no conveniencia de la ingesta de alcohol antes y después del tatuaje, pero también a que el tatuador debe “hacer un mínimo cuestionario de salud y una prueba de alergia previamente para descartar reacciones adversas a la tinta”.

Para los interesados, el proceso de eliminación de tatuajes es largo, porque no solo depende del tamaño del tatuaje. “Entre una sesión y otra deben transcurrir un par de meses (incluso más), ya que, al fin y al cabo, el láser produce una quemadura y hay que esperar a que la piel se recupere por completo para repetir la sesión que, además, tampoco debe llevarse a cabo en verano”, dice esta especialista en láser y cirugía dermatológica. El precio sería mucho más elevado que el coste de su realización: cada sesión de este tipo tiene un coste en torno a los 200 euros.

Tatuarte un micropene junto a dos amigas más o pedir insistentemente que te inmortalicen el nombre de tu pareja en el trasero. Esas son apenas dos escenas de lo que sucede en las fiestas de las bodas que deciden contar con una barra libre de tatuajes justo al lado de la competencia directa: la barra libre de alcohol. Un sistema cerrado hace que la cosa no se desmadre demasiado, aunque nadie haga caso a la recomendación de no beber después del tatuaje. Novedosos en bodas, estos stands de tatuajes ya existían en los eventos de grandes marcas mucho antes de que la gente de a pie los pudiera degustar en sus nupcias.

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