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De la marginalidad a hacer giras mundiales: cómo los tatuadores se han vuelto estrellas
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"Llego a recibir más de 89 reservas al día"

De la marginalidad a hacer giras mundiales: cómo los tatuadores se han vuelto estrellas

En los últimos años, el sector del tatuaje se ha transformado por completo. Ahora, gente de todo tipo hace cola para que un nombre concreto les tatúe, viajan en su búsqueda y los artistas más seguidos tienen hasta patrocinadores

Foto: El tatuador Asier Martínez Berasategui, en un estudio de tatuajes en el centro de Madrid. (A. B.)
El tatuador Asier Martínez Berasategui, en un estudio de tatuajes en el centro de Madrid. (A. B.)

Asier Martínez Berasategui es ya un profesional asentado en su sector. Tras siete años en la pomada, su trabajo es reconocido y no le faltan clientes. Sin embargo, asegura que ha tenido algo de suerte, porque de haber intentado entrar en esta misma industria un poquito antes, se habría llevado un portazo en las narices. ¿La razón? Tiene un look demasiado normal para ser tatuador. Sin grandes dibujos a la vista, ni piercings, ni un peinado llamativo, llama la atención, pero la gente no para de tocar a su puerta para que él les tatúe. "A principios de este siglo ni me habrían dado trabajo como aprendiz, incluso todavía hay quien te mira raro cuando viene al estudio, pero por suerte ha cambiado mucho todo esto", comenta.

Ahora, este madrileño es un ejemplo del giro que ha pegado el mundo del tatuaje en las últimas décadas. De ser parte de una cultura de nicho, underground y mal vista en muchos sectores de la sociedad, a convertirse en un negocio rentable en el que cada vez más profesionales son considerados artistas y realizan hasta giras mundiales para satisfacer el interés de sus fans. Mientras sociedades como la española aún se están acostumbrando a ver tatuajes en ciertos entornos, plataformas como Instagram han roto las barreras y transformado para siempre el trabajo de estos profesionales. Los tatuajes por catálogo y los estudios impersonales se han cambiado por diseños de autor, estudios que invitan a profesionales a sus cabinas y clientes con experiencia y especializados.

Foto: Barrera pintando un mural. (Cedida)

Asier, de 37 años, recibe a El Confidencial en Niño Tattoo, un pequeño local junto a la plaza de Chueca, en pleno centro de la capital. Allí atiende a todo el que decide ponerse en sus manos y bajo sus agujas. Él no es el dueño, "pero son como mi familia", recalca. Alquila, desde hace años, una de las cabinas del local que funciona como su despacho durante todo el tiempo que está en la ciudad y recoge las citas en su cuenta de Instagram. Hace lo mismo con varios espacios más repartidos por el mundo, y prepara un salto para poner su sede en Miami. "Yo diría que las redes sociales, y en concreto Instagram, son lo que ha transformado más el mundo del tatuaje en los últimos años. Básicamente, se ha convertido en nuestro portafolio y nos ha permitido llegar a gente de todo el mundo. En mi caso, prácticamente todo mi negocio lo concentro allí", detalla.

Las redes han abierto el negocio de estos artistas a un mercado tan grande que es difícil de calcular. Uno de los problemas para saber su alcance es la falta de estadísticas oficiales, pero algunas encuestas y datos sueltos dan una idea de ello. Según estadísticas, encuestas y estudios de mercado, cerca de un 30% de las personas de todo el mundo lleva algún tatuaje, en Europa ese porcentaje se sitúa en el 12%, pero España está por encima. Nuestro país se coloca como el sexto del mundo con más personas tatuadas. Alrededor del 15% o 20% de los españoles tienen tinta en su piel y ese número ascendería al 40% si solo se tiene en cuenta a los ciudadanos de entre 16 y 35 años. Cifras llamativas que, según señala Asier, pueden haber crecido tras la pandemia. "Desde el covid hemos visto un crecimiento importante, y sobre todo llama la atención la cantidad de gente mayor que habiendo vivido una experiencia tan traumática deja los complejos a un lado y da el paso".

placeholder Tintas y desinfectante para una sesión de tatuaje. (A. B.)
Tintas y desinfectante para una sesión de tatuaje. (A. B.)

Ante un mercado global tan relevante y con una herramienta como internet que ha permitido agujerear las fronteras, el mundo de los tatuadores vive un movimiento internacional parecido a lo que ha vivido la música durante décadas. Por un lado, los estudios se han multiplicado. En ciudades como Madrid han pasado de ser 55 en 2006 a 541 en 2023 (según el registro de establecimientos de tatuajes, micropigmentación y perforación cutánea de la Comunidad, el REAC), pero por otro, la escena hace tiempo que dejo de ser local (y barata). Estos locales basan buena parte de su éxito en acciones como los llamados guests, invitaciones que ofrecen estudios de todo el mundo para que un artista reconocido vaya a tatuar a sus cabinas a cambio de comisiones, y empiezan a despuntar ejemplos algo diferentes como el de Asier.

Profesionales que dejan los guests tradicionales por algo más en solitario, como una especie de nómadas que navegan en el mercado tirando de alquileres, patrocinadores, publicidad en redes, fans, estadísticas y viajes programados. "Ahora me voy a Suiza porque en verano descubrí que había una gran posibilidad de tatuar allí. Lo vi gracias a mis redes, que me mostraban que me seguía mucha gente desde allí. Fui una semana a la aventura, porque te imaginarás que allí nada es barato, un alquiler de una cabina te puede salir por unos 1.000 euros. Metí publicidad en Instagram mostrando que iba a estar por el país y al llegar no paré de trabajar. Al volver le dije a mi mujer, tenemos que volver y quedarnos un mes", comenta Asier. Claro, que para poder funcionar así necesitas clientes que valoren lo que haces.

placeholder Foto: A. B.
Foto: A. B.

Clientes más exigentes y fanáticos

Dos ejemplos de ese tipo de clientes son Javier y Cristian. Ambos acaban de entrar en la treintena y cuentan con más de cinco tatuajes en su cuerpo. Los dos han viajado simplemente para poner tinta en su piel a ciudades como Barcelona o Berlín y son claros, ahora todo este mundo se mueve por Instagram. "Si quieres descubrir a un tatuador o un estilo de tatuaje o un diseño que te guste, lo buscas en Instagram", detalla Javier. Él tuvo su primera experiencia con los tatuajes cuando tenía 18, en un estudio clásico. "Típico estudio en el que te ponían un catálogo y tú elegías el diseño. No sé cuánta gente habrá en el mundo con el mismo dibujo que yo".

En 2019, por ejemplo, se decidió tatuar con Violeta Arús, una artista española especializada en estilo minimalista que tenía su sede en Madrid, pero después se mudó a Barcelona y Javier decidió moverse para volver a su camilla. Ahora, Arús, que tiene más de 109.000 seguidores en Instagram, anuncia un guest para mediados de febrero en un estudio de la ciudad italiana de Bolonia. "Lo bueno de todo este nuevo mercado del tatuaje es que puedes buscar al tatuador que más te guste, experto en el estilo que más te atraiga y encima personalizar al máximo el tatuaje con él".

placeholder Asier, durante una sesión en un estudio de Madrid. (A. B.)
Asier, durante una sesión en un estudio de Madrid. (A. B.)

El caso de Cristian es parecido, aunque él ha probado incluso tatuadores extranjeros. "El viaje más largo que he hecho para tatuarme fue a Berlín, porque quería un dibujo de un artista turco que había descubierto por Instagram. Yo busco mucho por esta red tirando de hashtags y así. Así que cuando Hakan Adik hizo una especie de gira por todo el mundo de guest en guest, busqué el lugar que más cerca me pillaba y más económico me salía. Era Berlín y allí me presenté".

De los 11 tatuajes que tiene Cristian, ha viajado fuera de Madrid para hacerse dos de ellos, y ya planea un tercero. "Al final te mueves porque descubres que ese tatuador cuadra a la perfección con lo que buscas. En el caso de Berlín, yo quería tatuarme la portada de un cómic a color y en microrrealismo, y este chico aunaba todo ello. Le escribí, acordamos todo e hice el viaje", añade. Ahora ya está planteando otro viaje dentro de España para un nuevo dibujo. "He visto en su Instagram que tiene un diseño que es justo lo que busco y estoy organizándolo".

placeholder Asier tatúa a Sonia en un estudio de Madrid. (A. B.)
Asier tatúa a Sonia en un estudio de Madrid. (A. B.)

Estos dos chicos son una muestra del tipo de cliente actual. Mucho más exigente con diseños y resultados, conocedor de la cultura del tatuaje y que valora el trabajo de los artistas. No les importa gastar algo más dinero tanto en el propio tatuaje como en el viaje por tener el dibujo que llevan tiempo buscando. Eso sí, el trabajo del tatuador actual también se multiplica. Ya no vale con solo saber dibujar sobre una piel, sino que has de saber de finanzas, de logística, de marketing e incluso de iluminación.

Tatuador, empresario e 'influencer'

Asier lo sabe bien. Además de él, en su negocio personal también trabaja su mujer y una persona que ha contratado para llevar todo lo referente a citas y logística. "Es un ángel, sin ella no podríamos trabajar. Solo la gestión de citas y peticiones en un trabajo en sí mismo. Llego a recibir más de 89 peticiones de tatuajes al día. Para mí sería imposible llevarlo", confiesa el artista. Él sí se encarga de otras partes del trabajo. Como un influencer más graba vídeos, hace fotos y pone publicidad en redes. En la cabina le acompaña una lámpara de pie con varios focos "yo lo llamo mi Frankenstein" con la que intenta sacar las mejores tomas con la mejor iluminación. Todo este escaparate es clave para el éxito.

Lo que sí deja claro es que este ritmo de trabajo da para ganarse bien la vida. Acaba de ser padre y está en proceso de mudarse a Miami para montar su propio estudio. "Pasamos un mal momento en las primeras semanas de la pandemia, no estábamos preparados para un cierre así, pero por suerte pronto se recuperó. Es más, como la gente no se podía gastar dinero en salir a cenar, grandes viajes y demás, optó por tatuarse", detalla. Ahora, compagina largas jornadas de casi 12 horas de trabajo con otras de parón total por pura necesidad "voy viendo. Lo que tengo claro es que no quiero que mi hija me vea como un extraño, así que voy mezclando. Es verdad que en viajes y así he llegado a trabajar muchas semanas de lunes a domingo, pero bueno lo asumo como parte de esta profesión".

placeholder Foto: A. B.
Foto: A. B.

También su estilo de tatuaje ayuda. Es experto en línea fina y microrrealismo, lo que le permite poder atender a más personas que si fuesen tatuajes con muchas horas de trabajo. "La verdad que he hecho de todo, empecé en un estudio clásico y al salirme de ese mundo fui probando, pero en esto de la línea fina y los tatuajes pequeños he encontrado un nicho que atrae a mucha gente de todo tipo y que te permite trabajar más desahogado. Al final en tatuajes con jornadas larguísimas nadie está a gusto ni el trabajo acaba siendo tan bueno", comenta.

Con sus más de 42.000 seguidores ha conseguido hacerse un hueco en este mundo y hasta tiene un patrocinador que le regala las agujas a cambio de aparecer en sus redes. No llega al nivel de otros artistas a los que patrocina Ray-Ban para que enseñen sus nuevas gafas inteligentes, pero está contento. "Cuando empecé en esto tenía 30 años, era mayor para este mundo y ni siquiera mi madre llevaba muy bien lo de que fuese tatuador, les decía a sus amigas que hacía cosas de estética. Pero mira, aquí estamos y parece que mi trabajo gusta".

Asier Martínez Berasategui es ya un profesional asentado en su sector. Tras siete años en la pomada, su trabajo es reconocido y no le faltan clientes. Sin embargo, asegura que ha tenido algo de suerte, porque de haber intentado entrar en esta misma industria un poquito antes, se habría llevado un portazo en las narices. ¿La razón? Tiene un look demasiado normal para ser tatuador. Sin grandes dibujos a la vista, ni piercings, ni un peinado llamativo, llama la atención, pero la gente no para de tocar a su puerta para que él les tatúe. "A principios de este siglo ni me habrían dado trabajo como aprendiz, incluso todavía hay quien te mira raro cuando viene al estudio, pero por suerte ha cambiado mucho todo esto", comenta.

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