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Viaje a la España de los gimnasios: "Es el lugar más importante tras tu trabajo y tu casa"
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LA NUEVA IGLESIA, EL NUEVO BAR

Viaje a la España de los gimnasios: "Es el lugar más importante tras tu trabajo y tu casa"

No se trata solo de un negocio que bate récords, sino una afición que ha cambiado nuestra organización del tiempo, las ciudades, el ocio y nuestra forma de socializar

Foto: El gimnasio se ha convertido en algo fundamental. (EFE/R. García)
El gimnasio se ha convertido en algo fundamental. (EFE/R. García)
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En la entrada del templo de Apolo en Delfos se podía leer "conócete a ti mismo". En la puerta de una de las grandes cadenas españolas de gimnasios, la frase "gana capacidades extraordinarias" recibe al visitante. En plena Plaza Elíptica, rivalizando en tamaño con el colegio Viator y sus 1.400 alumnos, desde hace cinco años se alza un macrogimnasio de dos plantas, parking, servicios infantiles y cafetería que resume bien qué buscamos hoy en un gimnasio: todo.

Más que uno de esos antiguos gimnasios de barrio parece un centro comercial, con su superficie de 15.500 metros cuadrados y sus dos plantas. El Ikea de tus músculos. Ya no es solo un lugar donde hacer deporte, es muchas cosas más. Como presume Alberto García, gerente de FNEID (Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Deportivas), "somos el tercer espacio vital para la gente, después del trabajo y el hogar".

"Los padres hacen musculación y después quedan con otras familias para almorzar"

Hace apenas veinte años nadie podía imaginarse la penetración que iban a tener los gimnasios en nuestro estilo de vida. No se trata únicamente de un negocio que bate récords de aperturas y facturación, a pesar de las dificultades tras el covid, sino una afición que ha cambiado nuestra organización del tiempo, las ciudades, el ocio y nuestra forma de socializar. En 2022 la facturación agregada fue de 2.100 millones de euros. Se abrieron más gimnasios que nunca, con 270 nuevos centros; en 2019, antes de la pandemia, la cifra había sido de 182.

Es casi imposible entender la vida moderna sin tener en cuenta que seis millones de españoles son clientes habituales de estos "centros deportivos", como prefieren que les llamen.

En el mostrador de bienvenida, por ejemplo, una familia de origen asiático intenta hacerse entender con la encargada de atender las matrículas. Un niño de doce años, su madre y su tía, de unos cincuenta, sacan un puñado de billetes enrollados que les abrirán esos tornos de entrada al paraíso deportivo. Un mundo donde circulan los mazados de gimnasio, pero también ancianas con gorro de piscina o profesionales que se han calzado el traje tras su horita de yoga. "No es lo mismo un centro deportivo como este que el gimnasio de toda la vida", recuerda la encargada que me muestra las instalaciones. Dónde va a parar.

placeholder Correr frente a una pared está de moda. (Reuters/Juan Medina)
Correr frente a una pared está de moda. (Reuters/Juan Medina)

Como explica García, estos centros encajan dentro de un modelo concesional con "parking, cafetería, piscinas cubiertas y exteriores o salas de musculación", en respuesta al low cost de barrio. Algunos llegan a contar 25.000 socios, que bien podrían llenar medio Santiago Bernabéu. Por su tamaño, suelen situarse en las periferias urbanas, sobre todo en los nuevos desarrollos. Como ocurrió con los centros comerciales, son una forma alternativa de entender el ocio.

"No se trata de emular a los centros comerciales, es que los centros comerciales hace tiempo que han comprendido cómo organizar las vidas de las personas en modelo social como el nuestro", explica David Moscoso, catedrático de sociología del deporte de la Universidad de Córdoba.

"Existe una organización de la vida muy dispersa en la que hay personas que trabajan en turno de mañana y otras en turno de tarde, en la que hay personas que solo tienen disponibilidad de ir al gimnasio a las seis de la mañana y otras a las diez de la noche, u otras solo los fines de semana. E igual que se va al centro comercial en familia también se va al gimnasio en familia. Cuando se llega allí o los niños se van a la ludoteca o a una actividad infantil, los padres van a hacer musculación o pilates y después quedan con otras familias para almorzar en la cafetería o restaurante del gimnasio. Está todo estudiado, los estilos de vida son iguales para la consideración de un centro comercial o un centro deportivo".

Las personas que practican disciplinas de gimnasio han aumentado un 1.143% desde 1980

El deporte se ha convertido en "un valor de reconocimiento social", prosigue el sociólogo, que explica por qué "la gente se apunta incluso sin ir". "Desde el inicio de la democracia la población que realiza deporte casi que se ha triplicado en España. El deporte ha adquirido un lugar protagonista en nuestras opciones de ocio y tiempo libre". En 1980, recuerda, tan solo el 18% de los que practicaban deporte llevaban a cabo actividades relacionadas con los gimnasios. Hoy, del 57% de españoles que hacen deporte, el 61% "realiza actividades relacionadas con la relajación, el pilates, la gimnasia de mantenimiento o la danza". En resumen, entre 1980 y 2022 se ha producido un incremento del 1.143% del número de personas que practican disciplinas propias de gimnasios.

El 'PAU way of life'

Nuevos centros para un nuevo estilo de vida, como contaba Jorge Dioni en La España de las piscinas (Arpa Ediciones). Dioni frecuenta uno de esos espacios en un centro comercial de Alcorcón, y, como explica a El Confidencial, le interesa "todo" de ellos. "Aparte de los aparatos y el espacio, es muy importante la luz", explica. ¿La luz? "Sí, porque una de las cosas más importantes es hacerse fotos y vídeos. Hay veces que he contado cinco o seis trípodes con cámara grabando. Pero mi hijo me decía que igual que yo pongo tonterías en Twitter para que todo el mundo las lea, otros hacen vídeos".

Un gran centro deportivo para cada nuevo desarrollo urbano en la España de las piscinas. En Valdebebas ya hay siete gimnasios. El mapa de los 800 asociados de FNEID muestra esta dispersión urbana entre los pequeños gimnasios del centro, algunos de ellos boutique, y las grandes superficies de extrarradio. "En todos los barrios nuevos los primeros negocios que se abren son el peluquero, el veterinario y el gimnasio". En algunos casos, incluso antes que los polideportivos públicos en una suerte de privatización del ejercicio físico.

Resulta difícil competir con ellos, por su tamaño y las ventajas que les ofrece ser franquicias. "Para el pequeño gimnasio, el megagimnasio es como el Zara para la pequeña tienda de ropa: baja los precios, no cierra en todo el día, puedes ir cuando quieras, te ofrece otros servicios y si te vas de viaje puedes entrenar en el de la misma franquicia que tengan allí", explica Dioni.

"La mayoría lo hacen en compañía, pero no con amigos y familiares"

La gran paradoja es que aunque algunos usuarios prefieren el anonimato, otros acuden a las horas de más trasiego, como el parroquiano que se baja al bar cada día antes de cenar. El gimnasio de Plaza Elíptica se llena por la tarde, tanto por obvias razones de horarios como porque "hay gente a la que le gusta entrenar rodeada de gente". Los gimnasios son hoy un espacio de socialización donde, como cuenta García, "uno va, hace algo de ejercicio, se toma un café, charla un rato, ve cómo mejora su salud…".

"Casi 7 de cada 10 personas que realizan deporte en gimnasio dicen hacerlo en compañía, que no necesariamente es con amigos o familiares", añade Moscoso. "De hecho, solo el 5% dice hacerlo con amigos y solo el 5% dice hacerlo con familiares. Más bien, se comparte con personas externas al ámbito más íntimo, como compañeros de trabajo o estudio, o compañeros con los que solo se comparte la actividad deportiva (el 58%)".

placeholder Los gimnasios generan sus propias dinámicas de socialización. (Reuters/Nacho Doce)
Los gimnasios generan sus propias dinámicas de socialización. (Reuters/Nacho Doce)

En un mundo en el que resulta cada vez más difícil socializar, el gimnasio se ha convertido en una nueva iglesia. "Somos seres sociales, vamos donde va la gente y por eso vamos a los centros comerciales", recuerda Dioni, que añade que él mismo ha comprobado la importancia que tiene esta socialización en los talleres de lectura que organiza. "Cuando en un centro comercial empieza a dejar de haber gente, la sombra del cierre asoma. En los gimnasios sabes que va a haber gente con la que puedes pegar la hebra con cierta facilidad, con la que tienes cosas en común: ¿Qué dieta sigues? ¿Qué entrenamiento haces? ¿Vienes todos los días? Se crean amistades". Y hoy es difícil hacer amigos.

Para convertirse en espacio de socialización, el gimnasio ha tenido que convertirse en una experiencia para todos los públicos. De igual forma que los blockbusters cinematográficos o las series familiares de televisión, los gimnasios han comenzado a ofrecer nuevos servicios (yoga, cafetería, ludotecas, actividades infantiles) y una amplia variedad de precios que ofrecen distintas experiencias para atraer a quien no se habría planteado apuntarse a uno. "Hace 20 años se decía que el gimnasio era para ricos, pero hoy hay abonos mensuales a 19 euros", recuerda García. Como todo hoy en día, hay una alternativa premium y una alternativa low cost para que nadie se quede sin su experiencia deportiva.

"En un mundo descontrolado, el deporte permite controlar algo, aunque sea tu cuerpo"

El gran problema, explica el gerente de la patronal de los centros deportivos, se encuentra en toda esa gente que no considera la posibilidad de unirse a un gimnasio. La resistencia. "La gente que practica deporte lo hace más que antes, pero siguen aumentando las personas que no hacen nada", lamenta. "Tendríamos que hacer todos una campaña por el gimnasio del siglo XXI, hace veinte años un gimnasio eran pesas, culturistas, machacas, hoy no tiene nada que ver". Su principal reivindicación, reducir el IVA del 21% que se impuso hace diez años y que los clasifica como producto de lujo.

Por eso, el gran reto es blanquear el lado más viril y masculino de los centros deportivos y conseguir que las mujeres venzan sus resistencias, esas que las llevan a preferir las clases mientras los hombres se centran en las máquinas. "Me veo forzada a dar clases aunque me gustan las máquinas, porque me molestan los hombres", explica una antigua clienta de gimnasios de 29 años. En las salas donde se imparten las clases, el suelo está delimitado por líneas en el suelo. Nadie quiere que invadan su espacio.

El gimnasio como terapia

"La felicidad también se entrena" es otro de los eslóganes escritos en la pared del gimnasio. Su éxito se encuentra en su capacidad de reflejar la ideología meritocrática, así como su rol como remedio terapéutico. Como recuerda Dioni, los gimnasios de extrarradio "concretan a la perfección la promesa de la meritocracia: si te esfuerzas, consigues cosas que se ven". O como decía Daniel Lugo, el protagonista de Dolor y dinero de Michael Bay, "todos nacemos con potencial, pero la mayoría de la gente nunca lo desarrolla; yo sabía que no era como la mayoría de la gente".

placeholder Mark Wahlberg interpretó a Daniel Lugo, protagonista de 'Dolor y dinero'.
Mark Wahlberg interpretó a Daniel Lugo, protagonista de 'Dolor y dinero'.

El gimnasio nos ofrece la oportunidad de poder cambiar las cosas; concretamente, a nosotros mismos. "En un mundo que se descontrola, quiero controlar algo, aunque sea mi cuerpo", recuerda el autor de El malestar de las ciudades (Arpa). "Conozco a gente que ha pasado por procesos complicados de salud mental, y cuando todo se derrumba, quieres controlar algo. Hay gente que lo hace con la alimentación, gente que se hace daño y gente que intenta modelar su cuerpo".

El hecho de que los cambios en el propio cuerpo sean evidentes a medida que uno se esfuerza contribuye a ese éxito de los gimnasios, como resume Javier, de 39 años, que se dedica al boxeo como aficionado: "Siempre tuve curiosidad y pocas ganas", explica. "Al final, engancha ver cómo progresas, aprendes, es como tocar la guitarra: te entretiene, ves resultados y eso se retroalimenta".

15.000 madrileños utilizan el automóvil para desplazarse al gimnasio

A su manera, el gimnasio también cumple un papel terapéutico en la era de la gran crisis de salud mental. "En la actualidad, los gimnasios se han convertido en espacios de salud, en una pieza angular de un concepto de estilo de vida, de vida sana y de vida activa, con un carácter integral", recuerda Moscoso. Según la encuesta que él mismo realizó para el Centro de Estudios Andaluces, el 66% de usuarios tiene la mejora de la salud y el bienestar como principal motivación para ir al gimnasio. Hacer ejercicio es la segunda, con un 48%.

Ir en coche a entrenar

La ubicación de estos grandes centros en las afueras de las ciudades provoca la paradoja de que para acceder a ellos muchas personas necesitan utilizar el coche. El paseo para llegar al gimnasio de la Elíptica, uno de los puntos con una contaminación más elevada de Madrid, no es precisamente agradable. Por eso es tan habitual que incluyan en sus instalaciones un gran número de plazas de aparcamiento. Iván Villarrubia, consultor de movilidad de EbxM, calculó que 15.000 madrileños utilizan el automóvil para desplazarse a un gimnasio a menos de un kilómetro de su casa.

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Camino al gimnasio. (EFE/Kiko Huesca)

Lo que se desprende de su análisis no es que seamos vagos, sino que el modelo urbano de las últimas décadas limita las opciones de los ciudadanos. Concretamente, los PAU, la España de las piscinas. Porque quien coge el coche para ir al gimnasio es básicamente alguien que está de camino a otra parte, para quien ese tercer espacio de socialización es un punto intermedio entre el hogar y la empresa, una especie de cápsula de descomprensión entre ambos mundos.

Como señala Villarrubia, no es casualidad que haya un macrogimnasio en la Elíptica, al lado de uno de los grandes intercambiadores del sur de Madrid, de donde parten los autobuses a Parla o Getafe. Una estación en el devenir diario. Otra cuestión son los que se sitúan en las afueras, que dan servicio "ya no solo a los que viven en el barrio". Por eso a menudo ya no brotan dentro del barrio, como un negocio más, sino en las ciudades empresariales. O al final del final del PAU, al final de unas de esas avenidas de varios carriles "que no están pensadas para caminar".

"Creamos ciudades donde o coges el coche para ir al gimnasio o no vas"

"Es difícil saber qué fue antes, si el huevo o la gallina: antes cuando tenías que coger el Cercanías en Móstoles para ir a trabajar a Madrid, el gimnasio estaba el lado de la estación del tren de Móstoles o Madrid, pero cuando las empresas se deslocalizan y se van a Boadilla o Tres Cantos, donde ya no vas en transporte público, la diferencia de tiempos es abrumadora". Por eso cogemos el coche para ir a esos gimnasios que "están al lado de las autopistas", en un modelo territorial en el que "estamos creando ciudades donde o coges el coche para ir al gimnasio o no vas".

Son las once de la noche de un domingo y mientras la Elíptica recibe a miles de madrileños que vuelven a su casa para afrontar una nueva semana, al otro lado de los cristales tintados, decenas de personas de todas las edades corren en una cinta mecánica, sacudiéndose la tristeza del final de la semana. Hay oscuridad a las afueras de la ciudad, y también un gimnasio.

En la entrada del templo de Apolo en Delfos se podía leer "conócete a ti mismo". En la puerta de una de las grandes cadenas españolas de gimnasios, la frase "gana capacidades extraordinarias" recibe al visitante. En plena Plaza Elíptica, rivalizando en tamaño con el colegio Viator y sus 1.400 alumnos, desde hace cinco años se alza un macrogimnasio de dos plantas, parking, servicios infantiles y cafetería que resume bien qué buscamos hoy en un gimnasio: todo.

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