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El plan para ser una "potencia media": los cinco giros en Exteriores que prepara Feijóo​
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El plan para ser una "potencia media": los cinco giros en Exteriores que prepara Feijóo​

La política exterior de un eventual Gobierno del PP es aún una gran incógnita. Entre los giros que prepara su equipo, hay continuidad con el pasado y alguna apuesta arriesgada

Foto: Ursula von der Leyen y Alberto Núñez Feijóo, en un encuentro en Bruselas. (EFE/PP/David Mudarra)
Ursula von der Leyen y Alberto Núñez Feijóo, en un encuentro en Bruselas. (EFE/PP/David Mudarra)
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Aunque Alberto Núñez Feijóo ha dejado pistas en sus últimas entrevistas, los cambios en política exterior que se producirían con un eventual Gobierno del Partido Popular son todavía un misterio y un tema que se suele despachar como si se tratase de algo secundario. En la sede de Génova se ultima el programa para sacarnos de dudas, un documento que debería ver la luz en los próximos días. Se reconocen dos prioridades urgentes: asumir a medio mandato la presidencia de la Unión Europea y establecer una posición sólida sobre el Sáhara.

Para el resto de los temas en agenda, habría algo más de margen: se pretende abordar la comprometida situación de las grandes empresas españolas en Latinoamérica; fijar la posición de España en la Unión Europea y la OTAN en plena reconfiguración del orden internacional, y buscar un acuerdo con Londres sobre el estatus de Gibraltar antes de que Bruselas fuerce el cierre de la valla fronteriza.

En sentido más general, en Génova se habla de "recuperar una política exterior de Estado" para "volver a ser la potencia media que siempre hemos sido, ocupando un lugar digno sin hacer el ridículo". Se asume como punto de partida que la geoestrategia es más importante de lo que ha sido en las últimas décadas y que hemos superado la idea de un mundo globalizado. En ese nuevo contexto, en los prolegómenos de una nueva guerra fría, "España tiene que entender y definir su papel estratégico". Pero vamos por partes.

Nudo gordiano en el Magreb

Es el tema más urgente, más delicado y más difícil de resolver. El cambio de postura en el Sáhara que Pedro Sánchez concedió a Marruecos deja muy poco margen de maniobra. Conscientes de que Rabat está mirando con lupa, en el Partido Popular prefieren abordar el asunto sin dar demasiados detalles. Lo primero, aseguran, es clarificar cómo se produjo y qué motivó el volantazo en el Sáhara. "Hemos pasado de ser una potencia influyente a ser una potencia influida en el Magreb. Eso es lo primero que necesitamos cambiar".

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira jr)

La fórmula pasaría por consensuar una política de Estado en el Congreso que dé continuidad a los sucesivos acuerdos. A partir de ahí, volver a lo dictado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas respecto al Sáhara ("ni un paso más, ni un paso menos") y restablecer las relaciones con Argelia. Algunos de los diplomáticos que asesoran a Feijóo asumen que cualquier marcha atrás sobre los compromisos adquiridos con Rabat supondrá otra crisis diplomática difícil de gestionar.

Para evitar escenas como la avalancha de inmigrantes que entraron en Ceuta en mayo de 2021, se reservan el derecho de activar algunas palancas. Por un lado, la colaboración de Estados Unidos e Israel ("el PP es un partido muy proisraelí"). Por otro, utilizar la comprometida situación que atraviesa Marruecos en la Unión Europea. El Marruecosgate y la esperada sentencia sobre el convenio de pesca ponen a Rabat en una situación difícil en Bruselas. "Aspiramos a tener una profunda amistad con Marruecos y podemos ser de gran ayuda. Tenemos muchas razones para entendernos", explican.

(Otra) vuelta a Latinoamérica

El Partido Popular pretende revertir también la progresiva pérdida de protagonismo de España en Latinoamérica. Se trata del único continente en el que la figura de Feijóo puede convertirse en un activo, ya que el candidato ha viajado mucho por la región y conoce bien a sus líderes políticos y empresariales, con los que ha mantenido contactos estrechos desde la Xunta de Galicia.

Foto: Simpatizantes de Jair Bolsonaro el 2 de noviembre. Diego Vara / REUTERS
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No es tampoco un desafío sencillo, ya que el mapa político de América Latina está teñido de rojo, con pocas y pequeñas excepciones como Paraguay o Uruguay. En el entorno de Feijóo, sostienen que eso no es un impedimento, por dos motivos. Primero, porque van a poder trabajar con la mayor parte de los países, donde gobiernan partidos progresistas, pero no tan radicales como en el pasado. Y segundo, porque esperan una derrota del kirchnerismo en las próximas elecciones argentinas que dé inicio a un cambio de ciclo. En cualquier caso, la gran prioridad será volcarse con las grandes empresas españolas con intereses en el continente, que hoy se encuentran "totalmente abandonadas por el Gobierno de España".

¿Atlantismo europeísta?

Respondiendo a la idea de que estamos entrando en una era de bloques, el PP plantea la necesidad de cerrar las filas dentro del nuestro. Con una vocación que no es rupturista con lo presente, pero tampoco sencilla. Los gobiernos españoles anteriores se han dividido tradicionalmente entre los atlantistas (alineados con Washington) y los europeístas (alineados con las potencias europeas). La pretensión ahora es concertar ambas aspiraciones y remar en Bruselas hacia una Unión Europea más fuerte pero profundamente engranada en la OTAN.

La sacudida que supuso la guerra de Ucrania abre un escenario en el que gana protagonismo un nuevo eje atlántico: Washington-Londres-Varsovia. Una alianza en la que está el país menos europeísta de la UE (Polonia) y el único que ha abandonado el club (Reino Unido). Como respuesta, el Partido Popular ve España posicionada a favor de la autonomía estratégica europea para sostener una OTAN más sólida. Esto es: aumentando la capacidad militar para ser parte activa del Tratado Atlántico y estrechar lazos con Washington evitando tanta dependencia como en el pasado. En lugar de volverle la espada a EEUU, afianzar la alianza, pero desde una posición más fuerte.

Con un Gobierno del PP, España también mantendría el apoyo a la integración europea, empezando por la financiera. Y se posicionaría a favor de la ampliación hacia los Balcanes (Serbia, Montenegro, Albania...) y el este (Ucrania y Macedonia), aunque estableciendo cláusulas que mitiguen los efectos negativos para la economía española (por ejemplo, frente a la competencia de los productos agrícolas ucranianos), que sean compatibles con nuestros acuerdos bilaterales (fundamentalmente, la posición contraria a la independencia de Kosovo) y que no hagan inmanejable la toma de decisiones en Bruselas (revisando, por ejemplo, con el principio de unanimidad).

Génova dice que el europeísmo no se negociará con Vox "bajo ninguna circunstancia"

Desde Génova, se insiste en que bajo ninguna circunstancia se negociarán los términos con Vox, ni con cualquier eventual socio de gobierno. "Esto es innegociable. El PP es un partido fundador de la UE, el europeísmo está en nuestro código genético y no vamos a ceder ni un milímetro en esto".

La presidencia europea será la primera gran prueba. El entorno de Feijóo denuncia que no han recibido información al respecto ("nos enteramos de las cosas por la presidencia sueca y por las instituciones europeas") y han creado un grupo de trabajo para hacer seguimiento y estar preparados. "Si el día 23 por la noche hay una mayoría clara para un Gobierno de Feijóo, el día 24 por la mañana vamos a llamar a Exteriores para que nos involucren en la gestión de la presidencia europea inmediatamente".

Foto: Vista del peñón de Gibraltar. (EFE/A. Carrasco Ragel)

El otro asunto apremiante, las negociación del estatus de Gibraltar, entrará en fase crítica en fechas cercanas al 23-J. El Peñón es la última puerta que queda abierta para el Reino Unido en el mercado único y Bruselas está presionando para cerrar capítulo. El Partido Popular planea volver a impulsar la idea de cosoberanía y presionará, recordando el escollo que supone la gestión del aeropuerto.

Sin novedad con el Tío Sam

En las relaciones bilaterales con Estados Unidos, no se esperan grandes cambios respecto a lo acordado con Pedro Sánchez, que ha alcanzado un buen nivel de entendimiento con la Administración Biden. El PP ha garantizado a Washington el compromiso con la causa ucraniana, la promesa de dedicar el 2% del PIB a la defensa, así como la ampliación de la base de Rota y la presencia de dos nuevos destructores.

Tampoco preocupa demasiado un eventual cambio de Gobierno al otro lado del Océano, incluso si eso significa la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. "No nos metería en problemas, porque nuestra amistad con los EEUU es estructural, no coyuntural. Eso quiere decir que seremos amigos sea quien sea el presidente". El entorno académico que asesora la política exterior del principal partido de la oposición está convencido de que un Gobierno de Trump no tiene por qué dañar los intereses de España. "Una cosa es la doméstica y otra la política internacional, donde podría incluso contribuir a la distensión con Rusia y China".

Foto: Un estudiante taiwanés, disfrazado para burlarse de Xi Jinping. (Reuters) Opinión

Todo lo que no es China

Quienes asesoran a Feijóo son conscientes de que el centro del mundo es hoy el Pacífico. "Taiwán es el centro real de la política mundial, y no Ucrania". En este tablero, la prioridades de la política exterior española se dividirían en dos vertientes. En la geoestratégica, creen que hay margen para estrechar relaciones con las potencias del Pacífico situadas en la órbita de la OTAN (como Australia y Japón), así como con India. "Tenemos una amistad por explorar con el país, que ya es el más poblado del mundo". Mientras, en la vertiente económica, Asia es el escenario perfecto para recuperar la "diplomacia económica", un concepto que quedó relegado tras la llegada de José Manuel Albares al Ministerio de Exteriores.

La gran amenaza del sur

Aunque no hay planes concretos por ahora, también hay consciencia de la gran amenaza (mil veces anunciada) que supone la desestabilización del Sahel. La Unión Europea se ha ido retirando ante el avance de las milicias de Wagner y de los intereses de China. Con la pérdida de pie de los mercenarios rusos en Ucrania, probablemente sea el momento de consensuar una vuelta de Europa a la región más convulsa del planeta. "Nunca tuvimos el control de la zona, pero ahora no tenemos ni información de lo que está ocurriendo. No podemos postergarlo, porque proliferan agentes que pueden convertirse en un enorme problema: los grupos terroristas, las mafias migratorias, las mafias de narcotráfico… Aquí es clave la estabilización del Magreb. Marruecos, pero también Argelia, Túnez y Libia".

Un patio revuelto

El último reto tiene que ver con la propia casa, el Ministerio de Exteriores, un patio muy revuelto. Un porcentaje elevado de los diplomáticos siente que han quedado relegados a mero decorado durante el mandato de Albares y, aunque hay expectativas de cambio, van a ser exigentes con el nuevo Gobierno. "Cuando la política exterior deje de ser política de partido y vuelva a ser política de Estado, los profesionales tendrán más peso. Una de las claves de Feijóo va a ser devolver la plena confianza a los funcionarios, y eso ocurrirá también con los diplomáticos. No pediremos el carné y no haremos una política de grandes ocurrencias, sino de grandes profesionales", prometen en Génova.

Aunque Alberto Núñez Feijóo ha dejado pistas en sus últimas entrevistas, los cambios en política exterior que se producirían con un eventual Gobierno del Partido Popular son todavía un misterio y un tema que se suele despachar como si se tratase de algo secundario. En la sede de Génova se ultima el programa para sacarnos de dudas, un documento que debería ver la luz en los próximos días. Se reconocen dos prioridades urgentes: asumir a medio mandato la presidencia de la Unión Europea y establecer una posición sólida sobre el Sáhara.

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