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La moción de censura de Vox cohesiona la coalición y lanza la candidatura de Yolanda Díaz
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TÁNDEM FRENTE A PP Y VOX

La moción de censura de Vox cohesiona la coalición y lanza la candidatura de Yolanda Díaz

El Gobierno expande el miedo a la derecha con Feijóo ausente. En el PP, aseguran sentirse "cómodos" con la abstención, frente al rechazo frontal que exhibieron en la censura de 2020

Foto: Pedro Sánchez, Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera. (Europa Press/Eduardo Parra)
Pedro Sánchez, Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera. (Europa Press/Eduardo Parra)

La primera moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez ensambló el bloque de la moción de investidura antes de los primeros presupuestos de la legislatura y la segunda ha cohesionado el Gobierno de coalición en su momento más crítico. Después de la ruptura de puentes entre el PSOE y Unidas Podemos tras la fractura por la reforma de la ley del solo sí es sí y en pleno arranque de un ciclo electoral en el que cada actor comenzaba a marcar terreno peligrosamente. Y con la amenaza de colisión para acudir a las urnas sin compartir la mesa del Consejo de Ministros. La paradoja de la moción presentada para sacar a Sánchez del Ejecutivo y provocar un adelanto electoral es que ha contribuido a alejar ambos objetivos. Nada más útil que el enemigo común para unir a dos hermanos enfrentados. Pero las particularidades de la iniciativa no se limitan únicamente a alejar la ruptura entre los socios.

El Gobierno ha aprovechado la coyuntura para dibujar el tándem Pedro Sánchez-Yolanda Díaz, haciendo de la necesidad virtud y optando por la competición virtuosa en épocas de bibloquismo. El presidente y la vicepresidenta segunda se repartieron papeles y actuaron ambos en nombre del Ejecutivo para responder a la moción de censura. Un tándem que, de forma "sincronizada", según subrayaban desde la coalición, se ha escenificado frente a la alternativa que representarían Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal. La contraposición de dos únicos modelos con brocha gorda a la que también contribuyó la disrupción del candidato independiente elegido por Vox, Ramón Tamames. Más preocupado en acortar los tiempos que en matizar a los intervinientes en el turno de réplica o desarrollar su diagnóstico socioeconómico tras una legislatura de "Gobierno Frankenstein". Tanto, que incluso olvidó defender lo que la formación de Santiago Abascal había anunciado como único punto programático: la convocatoria de elecciones anticipadas.

Foto: Moción de censura de Vox con Ramón Tamames: resultado de la votación y reacciones, en directo (EFE/Chema Moya)

Desde Vox, se muestran "satisfechos" con la primera parte de su moción —el debate continuará este miércoles—, pero sobre todo aliviados. Los de Abascal temían que el verso libre del catedrático fuese mucho más allá, y tirase piedras contra su propio tejado. La formación busca arañar algunos votos con su iniciativa frente a un PP ausente, pero en la dirección del partido asumen también que el palco de honor que ha tenido Yolanda Díaz gracias a la moción puede reactivar a un electorado hasta ahora desmovilizado por las peleas intestinas de la coalición, por las incógnitas que rodeaban a la candidatura de la vicepresidenta segunda o por el listado de polémicas que ha perseguido al Ejecutivo en las últimas semanas. "Esto no lo hemos hecho por electoralismo", justifican en Vox.

Con todo, los ultraconservadores tratan de minimizar esa consecuencia indeseada de su moción y aspiran a que el foco que tuvo Díaz durante el debate para poner alfombra roja a su proyecto tense a la izquierda y fomente la fragmentación de un espacio en el que, de momento, confluyen hasta cuatro marcas —PSOE, Podemos, Sumar y Más País— frente a las dos que compiten en el bloque de la derecha. El análisis que realizan en la dirección de Génova es más pesimista, especialmente por el "balón de oxígeno" que, a su juicio, Vox ha concedido al Gobierno con una moción de la que se desmarcaron desde el primer momento.

Tras escuchar el debate, el PP acusa a Abascal de conceder una "oportunidad de oro" a Yolanda Díaz para afianzar su candidatura —la dirigente intervino sin límite de tiempo— y a la izquierda en general para rearmarse. "Hasta hoy, solo caían en las encuestas", censuran.

Sánchez y Díaz esquematizaron un proyecto de progreso frente a uno de recortes o de neoliberalismo "austericida", tanto del estado de bienestar como de los derechos y libertades, según el Ejecutivo. O el de la crisis económica y la autocracia, según el partido impulsor. Vox y PP como tándem para llegar al poder. Santiago Abascal y Alberto Núñez Feijóo como un binomio en el que el primero solo aportaría al segundo un "plus de brutalidad", pues, "por mucho que intenten separarse, se parecen como dos gotas de agua", se refirió Sánchez. Los populares trataron de huir de este escenario, situándose, según incidió la portavoz, Cuca Gamarra, en declaraciones a los medios, en la equidistancia para ocupar la centralidad del tablero que les quiso negar el Ejecutivo arrastrándolos hacia el rincón derecho.

La España que dibujó Sánchez fue la de la "paz social" frente a la de las movilizaciones que sufrió el anterior Ejecutivo del PP y que volverían a producirse porque, según definió a Vox, "en las calles es agitación, en la tribuna bronca e insultos, en el Parlamento dos mociones estériles y en todas partes odio". Lo mismo para los populares, que más allá de lo discursivo o lo estético aseguró que, a nivel programático, coinciden plenamente. "Las mismas políticas regresivas", dijo para reprochar que "han votado juntos en contra de todos los avances sociales de este Gobierno y también en materia económica en momentos de dificultades como la pandemia y la guerra de Ucrania".

Foto: Ramón Tamames escucha la intervención del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el debate de la moción de censura de Vox. (EFE/J. J. Guillén)

Díaz añadió un par de tazas más y recurrió a los ERTE desplegados durante la pandemia, a la reforma laboral y a la subida del SMI como grandes éxitos, con menciones a las becas de estudio o al ingreso mínimo vital (IMV). "Estamos superando el doble de contratos indefinidos de Francia". "En Europa, hoy, cuatro de cada 10 empleos que son estables son españoles", abundó, para complementar con datos la acción de su ministerio. "Sería bueno que lo pusiera en valor, esto es hablar de la Constitución española y la democracia", zanjó.

Si hace tan solo unos días el humor en la Moncloa y entre ministros socialistas se inclinaba a la resignación, asumiendo que la relación con Unidas Podemos iría a peor por el contexto electoral, este martes se hablaba de "sincronía". Pedro Sánchez también justificaba las crecientes diferencias porque la coalición estaba formada por dos partidos distintos y con tradiciones políticas diferentes, pero, tras la intervención de Yolanda Díaz, fuentes de la Moncloa la calificaban como "perfectamente alineada con el presidente". La vicepresidenta segunda se vistió de líder, "presidenciable", según los ministros más cercanos a su espacio de Unidas Podemos, y reivindicó la acción del Ejecutivo, sin diferenciar entre PSOE y Unidas Podemos. Empezando por el presidente del Gobierno, siguiendo por los ministros socialistas, incluida Nadia Calviño, quien ha sido la bestia negra de su ministerio, y rematando con los morados. "Queda Gobierno de coalición para mucho tiempo", remachó para apuntalar el cambio de rasante.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de Hacienda y, María Jesús Montero, durante el Comité Federal. (EFE/Sergio Pérez)

La conclusión que trasladaban fuentes de la Moncloa sobre el resultado de la moción de censura en su primera jornada es que "salimos más fuertes y con un Gobierno cohesionado". El punto de inflexión que precisaban, según esta lectura, para coger oxígeno, pasar página de la última crisis interna de la coalición y coger impulso para las urnas. En un terreno cómodo para la contraposición de modelos a iniciativa de Vox, arrastrando a un ausente Feijóo fuera de la moderación por pasar los populares del no a la primera moción de censura de los de Santiago Abascal a abstenerse en esta segunda.

En el PP, sin embargo, pinchan el balón de optimismo con el que el Gobierno ha finalizado la primera jornada de la moción, y aseguran sentirse "cómodos" en una posición que viene a enmendar el rechazo frontal que exhibieron en octubre de 2020. No en vano, los populares tendrán que elegir en pocos meses entre pactar con Vox e, incluso, replicar el modelo de Castilla y León o perder importantes plazas autonómicas. Al menos, a tenor del horizonte que dibujan las encuestas. En esta tesitura, los populares prefieren cubrirse las espaldas. "No nos incomoda que la izquierda diga que Feijóo está más cerca de Abascal de lo que lo estaba Casado", justifican.

Foto: El candidato a la presidencia del Gobierno, Ramón Tamames (d), acompañado del líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Javier Lizón) Opinión

El líder del PP volverá a ausentarse este miércoles de la segunda jornada del debate y viajará a Bruselas mientras su portavoz parlamentaria interpela a Sánchez desde la tribuna de oradores. Las fuentes consultadas apuntan que Cuca Gamarra se dirigirá casi exclusivamente al presidente y desplegará los motivos por los que el Gobierno "debe ser censurado", pero no a través de una moción de censura destinada al fracaso, sino en las urnas. La dirigente apenas atenderá a Ramón Tamames, pero tampoco enmendará a los ultraconservadores. "No necesitamos marcar una distancia hiperbolizada con Abascal en la tribuna", justifican en Génova. El partido llevará esa equidistancia hasta las últimas consecuencias, y volverá a evitar el choque con Vox.

Los socialistas creen que esa estrategia les proporciona una "oportunidad" para tratar de cortocircuitar el trasvase de votantes al PP —en Génova, apuntan que supera el 11%— y movilizar a sus electores de cara el 28-M para evitar "un Gobierno de la derecha con la ultraderecha". Una forma de "aprovechar" la moción de censura que pasa por desvestir el perfil del líder popular como hombre de Estado o más pactista y transversal que su predecesor. Algo que dicen estar detectando ya en las últimas semanas, apoyándose para ello en los datos del último barómetro del CIS, y que esperan acelerar tras la moción de censura.

Foto: Ramón Tamames y Santiago Abascal. (EFE/Chema Moya)

Para ello, nada mejor que agitar el miedo a Vox y ligar con esta formación el futuro político de Feijóo. Siempre con Abascal como "socio" indispensable, que fue el mensaje transversal en la intervención de Sánchez. Todo ello, bañado de "odio y frustración", que fue el otro discurso de Sánchez para atacar a Abascal. El papel del "socio" del PP, según Sánchez, es marcar la agenda a Génova porque "Vox por sí solo no va a ganar elecciones, pero sí puede conseguir que ganen sus ideas". Esto es, "impregnar la agenda conservadora atrayendo a la llamada derecha tradicional, y eso es justo lo que está ocurriendo, aspiran a imponer su hegemonía cultural".

La primera moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez ensambló el bloque de la moción de investidura antes de los primeros presupuestos de la legislatura y la segunda ha cohesionado el Gobierno de coalición en su momento más crítico. Después de la ruptura de puentes entre el PSOE y Unidas Podemos tras la fractura por la reforma de la ley del solo sí es sí y en pleno arranque de un ciclo electoral en el que cada actor comenzaba a marcar terreno peligrosamente. Y con la amenaza de colisión para acudir a las urnas sin compartir la mesa del Consejo de Ministros. La paradoja de la moción presentada para sacar a Sánchez del Ejecutivo y provocar un adelanto electoral es que ha contribuido a alejar ambos objetivos. Nada más útil que el enemigo común para unir a dos hermanos enfrentados. Pero las particularidades de la iniciativa no se limitan únicamente a alejar la ruptura entre los socios.

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