Es noticia
Baja afiliación y mucha confianza: la paradoja de la juventud precaria con los sindicatos
  1. España
Doble realidad

Baja afiliación y mucha confianza: la paradoja de la juventud precaria con los sindicatos

España es el país de la OCDE donde hay un mayor diferencial entre jóvenes y adultos en la confianza sobre las organizaciones laborales, que se afanan en captar afiliados de menor edad a través de campañas específicas

Foto: Una protesta de trabajadores de Primark en Madrid. (EFE/Alejandro López)
Una protesta de trabajadores de Primark en Madrid. (EFE/Alejandro López)

El 30% de los trabajadores de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estaban afiliados a un sindicato. En España ese porcentaje cae hasta el 14%, según la misma estadística, muy lejos del 49% de Bélgica o el 66% de Suecia. Pero esa cifra es todavía más baja si se atiende a la población menor de 30 años, ya que solo el 3% paga una cuota a estas entidades. Al mismo tiempo, la brecha en nuestro país entre el nivel de confianza de los jóvenes y los adultos en estas organizaciones es la mayor de toda la OCDE. Es decir, los situados entre 20 y 34 años son los que mejor los valoran en relación con la ponderación que les dan sus compañeros de entre 35 y 50 años. Y eso no se traduce en un aumento de la afiliación de ese grupo de empleados con menor experiencia, una paradoja que ellos mismos se afanan en combatir con campañas de afiliación. Pero no siempre logran su objetivo.

Los datos de la encuesta sobre tendencias sociales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) apuntalan los que ofrece la OCDE, ya que los grupos de edad que valoran mejor a los sindicatos son los que van de 18 a 24 años y de 25 a 34 años. Todo ello a pesar de la caída libre de la confianza que estalló con la crisis de 2008. La caída de la afiliación que se venía detectando en toda Europa se agudizó con la gran recesión. "Y no solo por las altas tasas de desempleo, sino también por el cuestionamiento de las instituciones que se registró, sobre todo, en España y el resto de países del sur del continente", apunta Alejandro Godino, sociólogo por la Universidad Autónoma de Barcelona y experto en relaciones laborales.

Foto: Anterior huelga de dependientes de Inditex. (Reuters/Violeta Santos Moura)

"Uno podría pensar que la baja afiliación de los jóvenes a los sindicatos está explicada por cambios culturales, como el aumento del individualismo", elucubra este investigador algecireño, para luego desdecirse con datos de la OCDE: "son más solidarios, dan más apoyo a la participación en manifestaciones y a la donación de dinero para causas altruistas". La razón, por lo tanto, está en la realidad sociolaboral que explica por qué España tiene tasas más bajas de afiliación sindical que la media de los países desarrollados. Godino señala aquí al escaso peso del sector industrial y que el mercado laboral español tenía (hasta la reforma laboral) una alta tasa de temporalidad. Son dos factores que alejan a los trabajadores de los sindicatos y que son todavía más acusados entre los jóvenes.

Los sindicatos se ponen las pilas

"Les ha costado mucho, pero se están poniendo las pilas", explica Godino, que fija hace 15 años el punto de inflexión que sirvió para que los sindicatos comenzaran esforzarse por la captación de grupos tradicionalmente ajenos al perfil habitual, "hombre de mediana edad con trabajo permanente, cualificación media y dedicado a una ocupación manual en el ámbito industrial". Los nuevos nichos son trabajos mayormente ocupados por los jóvenes, las mujeres y los trabajadores migrantes, colectivos que encajan en lo que los sindicatos llaman "nuevas realidades laborales".

En estos departamentos, los sindicatos de clase abandonan preocupaciones clásicas y se centran en asuntos prioritarios para esta nueva cohorte, "como la regulación de jornada, el teletrabajo, los días libres o las vacaciones". "CCOO ha puesto en marcha iniciativas muy concretas con falsos autónomos o trabajadores de plataformas", pone como ejemplo Godino, que también recuerda que UPTA es "un sindicato de trabajadores autónomos" que fue "aupado por UGT". Esta nueva realidad, explica el sociólogo, desembocó en la aparición de nuevas fórmulas de organización alejadas a los sindicatos de clase, como RidersxDerechos que nació para dar respuesta a la situación de los trabajadores de las plataformas de reparto.

"En proporción a lo que es el conflicto, la afiliación es bajísima", admite Nuria Soto, portavoz de esta organización, que explica que el tipo de sindicado ha ido cambiando con los años. "En 2017, el perfil de trabajador de plataforma era el estudiante que busca un extra, ahora una gran parte son migrantes que no tienen los papeles en regla, pero trabajan con cuentas alquiladas", explica esta rider. Soto reconoce que muchos de los que se acercan a RidersxDerechos buscan una solución a un problema concreto más que una voluntad de organizarse sindicalmente.

Foto: Foto: Cedida.

Este obstáculo no es único entre estas entidades de nuevo cuño. "Cuando un trabajador ve venir un problema, se afilia y cuando lo ha resuelto, se deja de afiliar", relata Alejandro Godino, que considera que este "uso instrumental" es más común entre una juventud marcada por la precariedad, los bajos sueldos y los contratos temporales. "No cuesta tanto que la gente se afilie, sino que se mantenga en el sindicato", abunda el sociólogo. Pero hay que tener en cuenta que hay sectores con unas realidades específicas, como el sanitario, lo que genera prácticas distintas a las del resto.

Los sindicatos profesionales

El sindicato de enfermería Satse —ahora también de fisioterapeutas— es el que cuenta con más afiliados en el ámbito sanitario, a pesar de que solo permite afiliarse al 30% de los profesionales del sector. Cuentan con 130.000 afiliados en todo el país y casi un tercio tiene menos de 35 años. "Muchos estudiantes conocen el sindicato casi desde que empiezan la carrera", explica Rafael Reig, secretario general de Acción Sindical de Satse. Para lograrlo, el sindicato ofrece charlas en las facultades, pero también cursos de formación y asesoramiento para introducirse en el mercado laboral y conocer el funcionamiento de las bolsas de trabajo.

placeholder Una protesta del sindicato de enfermería y fisioterapia Satse. (EFE)
Una protesta del sindicato de enfermería y fisioterapia Satse. (EFE)

Satse también ofrece asesoría legal desde el primer momento de afiliación, algo que no es muy habitual. "Defendemos a nuestra profesión, estén afiliados o no, los delegados siempre están ahí para echar una mano", apunta Reig, que admite que Satse no adecua las cuotas a la edad o a la renta como sí hace, por ejemplo, CCOO. El sindicato que lidera Unai Sordo tiene una cuota inicial de 4,50 euros mensuales para quienes están buscando su primer empleo. Después, el pago mensual está adaptado a la renta de cada afiliado. Y hay que tener en cuenta que CCOO tiene 970.000 afiliados en todo el país, según los datos más actualizados. Y un 10,8% tiene menos de 35 años.

"Es fundamental que los jóvenes se sientan parte de la organización", señala Elizabeth García Fernández, secretaria de Afiliación y Servicios de CCOO Andalucía. Con ese objetivo, esta entidad tiene una secretaría de juventud con voz y voto en las decisiones del sindicato. La federación andaluza puso en marcha recientemente una campaña bajo el título Hartos de vivir malamente "para llamar a la organización de la gente joven, no todo es lo que hacemos desde lo individual", detalla la dirigente sindical, que pone el acento en la necesidad de que haya también delegados sindicales jóvenes. Pese a todo, la afiliación de menores de 35 años ha caído en los últimos tres años, al pasar de 111.667 personas en febrero de 2021 a 105.582 a fecha de febrero de 2023.

El 30% de los trabajadores de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estaban afiliados a un sindicato. En España ese porcentaje cae hasta el 14%, según la misma estadística, muy lejos del 49% de Bélgica o el 66% de Suecia. Pero esa cifra es todavía más baja si se atiende a la población menor de 30 años, ya que solo el 3% paga una cuota a estas entidades. Al mismo tiempo, la brecha en nuestro país entre el nivel de confianza de los jóvenes y los adultos en estas organizaciones es la mayor de toda la OCDE. Es decir, los situados entre 20 y 34 años son los que mejor los valoran en relación con la ponderación que les dan sus compañeros de entre 35 y 50 años. Y eso no se traduce en un aumento de la afiliación de ese grupo de empleados con menor experiencia, una paradoja que ellos mismos se afanan en combatir con campañas de afiliación. Pero no siempre logran su objetivo.

Sindicatos CCOO UGT
El redactor recomienda