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Dijo Sánchez: "Hágase la contención". Y Feijóo aprovechó para morder
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Dijo Sánchez: "Hágase la contención". Y Feijóo aprovechó para morder

Este martes de verano en octubre, el presidente estaba poco fino. Un poco atascado en el discurso. A veces, intentó algunos fogonazos. "En el país del sol se gravó al sol" dijo. Y miró a los suyos. Y hubo pausa dramática. Tardaron los aplausos

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Fernando Alvarado)
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Fernando Alvarado)

Dijo Dios: “Hágase la luz”. Y se hizo. Dijo Pedro Sánchez: “Hágase la contención”. Y se hizo. Y fue bastante aburrido. Un Sánchez delgadísimo, vestido con una combinación de colores tirando a triste, que parece estar harto de todos nosotros, empezando por él mismo. Es un hombre que busca consenso, quizás una tregua, que quiere pactar lo del CGPJ de una maldita vez y dormir, si es que eso es alguna vez posible, más de ocho horas al día.

Salió al atril y repitió un poco lo de siempre. Putin, la incertidumbre, las clases medias trabajadoras de este país, el precio de la energía. Igual que quería doblegar la curva de contagios, quiere ahora doblegar la de los precios. Mencionó a “la gente de a pie”. Javier Marías se habría reído de esto.

También se refirió a la “volatilidad internacional” y al “sistema disfuncional”. Luego dicen que la gente desconecta de la política. Mientras todo esto sucedía, la que escribe solo podía pensar en el vaso de café o infusión que bebía Yolanda Díaz mientras hablaba el presidente. Y así despertar del letargo.

Fue el turno de Alberto Núñez Feijóo. Fresquísimo, con los colmillos recién afilados. El típico empollón que se lo ha estudiado todo y sabe qué competencias son de las comunidades autónomas y cuáles del Gobierno central. Don Alberto Núñez Feijóo Parera. Vino a morder y mordió a un león cansado. Le devolvió lo de la insolvencia y la mala fe. Le pidió a Sánchez que copie al primer ministro portugués y a otros presidentes autonómicos socialistas. Bautizó los PGE como "hipotecas generales del Estado".

Dicho lo cual, no estuvo exento de gansadas. Como decir que el bono cultural es para que los jóvenes se lo gasten en videojuegos en vez de en comida. Qué idea de la cultura se transmite con esto, virgen santa.

Dicho lo cual, no estuvo exento de acusaciones graves. Como decir que el Gobierno niega el ingreso mínimo vital a la mayoría de las personas que lo necesitan. El ministro José Luis Escrivá removióse en su asiento. O afirmar al menos en un par de ocasiones que en las escuelas se prohíbe hablar español.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, escucha la intervención del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Fernando Alvarado) Opinión
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Sánchez tuvo tiempo de responder, pero este martes de verano en octubre estaba poco fino. Un poco atascado en el discurso. A veces, intentó algunos fogonazos. “En el país del sol se gravó al sol”, dijo. Y miró a los suyos. Y hubo pausa dramática. Tardaron los aplausos. Pronunció la palabra sanchismo, se refirió a sí mismo como “el malvado Sánchez y su gobierno sociocomunista”. Habló de “herencia envenenada”, acusó a su oponente de “indefinición” y de “ambigüedad calculada”.

Pero no fue su día. Insistió dos veces en destacar la aportación de sus tres vicepresidentas. Desde la oposición, se escucharon algunos “¡oh!” porque la España 'gañana' también está representada en la Cámara territorial, señor Feijóo. Aunque una se pregunta a qué viene mencionar datos del currículo de las señoras ministras. Como si necesitaran aval, señor Sánchez.

Y de este debate en el Senado en el que vale poco hablar de ganadores o perdedores, un par de peticiones de esta humilde servidora. Requisen los móviles a la entrada, como hacen en las bodas de famosos con exclusiva de por medio. Para que atiendan o al menos parezca que lo hacen. Es desolador.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), y la vicepresidenta primera, Nadia Calviño (c), escuchan la intervención del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (i), durante el pleno del Senado. (EFE/Juanjo Martín) Opinión
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Y expulsen a los maleducados. O al menos soliciten que contengan sus emociones, como se pide a los que asisten a la tribuna de invitados, ya sea en el Senado o en el Congreso. Resulta irritante comprobar la actitud del muy honorable senador Rafael Hernando. Una colección de 'memes' durante las intervenciones del presidente. Algo que también hizo en el último debate sobre el estado de la nación. Aquella vez estaba como invitado, pero este martes era actor principal. La mofa, el gesto de burla continuado, le faltó hacer aquello de Bardem en el cartel de la película de Bigas Luna ‘Huevos de oro’. Bebía agua y hacía como que se enjuagaba. Oiga, un poco de decoro.

“¡Hombre, señor Hernando, se me había olvidado que está usted aquí! De todas formas le digo una cosa, el señor Feijóo se puede defender solo”, le dijo Sánchez sacando el barrio que lleva dentro. “Yo prefiero la Cataluña de octubre de 2022 a la de octubre de 2017. ¿Y usted?”, espetó al presidente del PP.

Foto: Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Sergio Pérez)

Los colegas tecleaban como locos y una se dedicó a observar la fauna y flora del hemiciclo. Porque lo de este martes también ha sido un reencuentro con viejos conocidos. Un partido de solteros contra casados. La quedada de los 25 años de promoción de la universidad. Luisa Fernanda Rudi con su abanico, Alicia Sánchez Camacho, don Javier Arenas Bocanegra, Carlos Floriano, Fernando Martínez Maíllo. Susana Díaz aplaudiendo a Pedro Sánchez, demostrando que en España cualquier cosa es posible.

A las 18:29, finalizado el envite, apareció un ujier en la sala y entregó al presidente un vaso. Quizá con café. Puede que doble. El león está cansado. Y como no se despierte, se lo comen.

Dijo Dios: “Hágase la luz”. Y se hizo. Dijo Pedro Sánchez: “Hágase la contención”. Y se hizo. Y fue bastante aburrido. Un Sánchez delgadísimo, vestido con una combinación de colores tirando a triste, que parece estar harto de todos nosotros, empezando por él mismo. Es un hombre que busca consenso, quizás una tregua, que quiere pactar lo del CGPJ de una maldita vez y dormir, si es que eso es alguna vez posible, más de ocho horas al día.

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