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El test de estrés del 19-J para la izquierda amenaza el final de legislatura de Sánchez
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El test de estrés del 19-J para la izquierda amenaza el final de legislatura de Sánchez

La previsible recesión de la izquierda en Andalucía, la comunidad que más escaños reparte para el Congreso, refuerza la amenaza de un cambio de ciclo y los conflictos en el seno de la coalición

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el candidato socialista a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Espadas. (EFE/Julio Muñoz)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el candidato socialista a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Espadas. (EFE/Julio Muñoz)
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La izquierda afronta los comicios en su tradicional feudo andaluz con la única aspiración de resistir. Suavizar la inercia descendente desde las elecciones en la Comunidad de Madrid y evitar que se contagie en la medida de lo posible a nivel nacional. Esto es, moderar el 'efecto Feijóo' y alejar un cambio de ciclo que lleve en volandas a Moncloa al nuevo líder del PP. En Ferraz, se asegura que todos los efectos son pasajeros y apuestan por la activación en campaña de su añeja maquinaria en Andalucía para mejorar los resultados de las pasadas elecciones, cuando Susana Díaz cayó al histórico suelo de 33 escaños. Entienden que con ello se disiparía la sensación de cambio en las próximas generales, que además Pedro Sánchez no pretende convocar hasta agotar la legislatura a finales de 2023.

La hoja de ruta no se pretende modificar, según insisten, cerrando la puerta a un superdomingo electoral que haga coincidir las generales con las municipales y autonómicas de mayo de 2023. La frase que más repiten es “vamos a gobernar hasta el final”. Sin embargo, sí se reconoce la necesidad de contar con un espacio fuerte a su izquierda para seguir gobernando y las perspectivas de Por Andalucía, la marca de Podemos, IU y Más País, apuntan a un notable retroceso. El CIS les otorga entre nueve y 10 escaños, que junto a los dos de Adelante Andalucía se quedarían lejos de los 17 que obtuvieron en los pasados comicios.

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Un alto cargo del PSOE no esconde su preocupación por lo que considera más conflicto y confusión a la izquierda de su partido, tras las visibles disputas internas para armar la confluencia Por Andalucía y su merma de apoyos, según el CIS preelectoral. La recesión de la izquierda en su conjunto en la comunidad que más escaños reparte para el Congreso apuntala la sombra de un cambio de ciclo y amenaza con intensificar los conflictos en el seno de la coalición.

Algunos dirigentes socialistas asocian los crecientes conflictos en la coalición al fuego amigo entre Yolanda Díaz y Podemos por el peso de estos últimos en su futuro proyecto. Con todo, la disminución de la fuerza de los morados acrecienta su ánimo para diferenciarse del socio mayoritario del Ejecutivo, aunque ello acabe desmovilizando al electorado del bloque progresista y visibilizando sus choques con la vicepresidenta segunda. Las elecciones en Castilla y León ya fueron un foco de conflictos entre PSOE y Unidas Podemos que se trasladaron al seno de la coalición, mientras que la intensidad de estos ha aumentado en las últimas semanas con asuntos considerados de Estado, como la política exterior.

Los datos que manejan en la sala de máquinas del PSOE, según sus encuestas internas y que también vislumbra el CIS, son que reciben trasvase de votos de Unidas Podemos. Pese a ello, se reafirman en la necesidad de que Díaz se mantenga fuerte para revalidar a Sánchez en Moncloa. Una parte de los potenciales votantes de Unidas Podemos nunca votaría al PSOE, reconocen, y de irse a la abstención dificultarían las opciones de este bloque de sumar en las próximas generales.

Si bien uno de los máximos responsables de Ferraz asegura que el “ruido” generado por Podemos en la coalición se debe a una estrategia de presión sobre Díaz, como en sus críticas a la cumbre de la OTAN en Madrid, a la que las ministras Ione Belarra e Irene Montero ya han renunciado a asistir, apuesta por cuidar a sus socios y con ello las opciones de revalidar el Gobierno. Este mismo dirigente niega que los morados tengan incentivos para romper la coalición, pero pasado el ecuador de la legislatura estos han incrementado su ánimo de cambiar el relato como socio minoritario, tratando de visibilizar sus distancias con los socialistas y señalar las limitaciones de cogobernar con ellos. Una estrategia que choca con la propia Díaz y que amenaza con dificultar desde dentro el final de la legislatura a Sánchez. Es más, desde Podemos asumen un cierre de la legislatura en lo que a grandes medidas del programa de coalición se refiere por supuestas resistencias de sus socios.

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Otra de las grandes preocupaciones que planean en la sede del PSOE es la desmovilización y la falta de pulsión entre el electorado de izquierdas. Los socialistas confían en crecerse durante la campaña, como les ocurrió en las elecciones de Castilla y León, y acortar distancias con el PP, aun descontando que Juanma Moreno se mantendría en la presidencia pactando con Vox, como coinciden en señalar todas las encuestas. Un dirigente de Ferraz señala como baza que uno de cada 200 andaluces milita en el PSOE y que queda toda la campaña para activarlos.

Su fórmula pasa por contraponer modelos de gestión, echando mano de los datos de empleo y de medidas sociales del Gobierno frente a los recortes que achacan a los populares en Sanidad o Educación. El desconocimiento que todavía pesa sobre el candidato socialista, Juan Espadas, fuera de Sevilla, donde fue alcalde hasta el pasado mes de enero, se confía paliar también durante la campaña. Un candidato que, dicen los suyos, gana en las distancias cortas y que estará acompañado por Pedro Sánchez en, al menos, tres grandes actos en las próximas semanas, sin descartarse un cuarto en función de las agendas. El 19-J no solo se juega el Ejecutivo andaluz, sino que en clave nacional se medirán la inercia de un cambio de ciclo y la resistencia de la coalición para llegar a buen término al final de la legislatura.

La izquierda afronta los comicios en su tradicional feudo andaluz con la única aspiración de resistir. Suavizar la inercia descendente desde las elecciones en la Comunidad de Madrid y evitar que se contagie en la medida de lo posible a nivel nacional. Esto es, moderar el 'efecto Feijóo' y alejar un cambio de ciclo que lleve en volandas a Moncloa al nuevo líder del PP. En Ferraz, se asegura que todos los efectos son pasajeros y apuestan por la activación en campaña de su añeja maquinaria en Andalucía para mejorar los resultados de las pasadas elecciones, cuando Susana Díaz cayó al histórico suelo de 33 escaños. Entienden que con ello se disiparía la sensación de cambio en las próximas generales, que además Pedro Sánchez no pretende convocar hasta agotar la legislatura a finales de 2023.

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