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El profesor que vio venir la Gran Renuncia: "Aquí ya están subiendo sueldos para frenarla"
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ENTREVISTA CON ANTHONY KLOTZ

El profesor que vio venir la Gran Renuncia: "Aquí ya están subiendo sueldos para frenarla"

Hace casi un año que el investigador dejó caer en una entrevista que "la Gran Renuncia se aproxima". Desde entonces, se ha convertido en el símbolo de una época. Hablamos con él

Foto: El profesor Anthony Klotz. (Texas A&M Division of Marketing & Communications/Billy Smith)
El profesor Anthony Klotz. (Texas A&M Division of Marketing & Communications/Billy Smith)
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Durante más de un año, antes de que se convirtiese en el término de moda, solo dos personas habían oído hablar de la Gran Renuncia, ‘the Great Resignation’, el abandono en masa de sus puestos de millones de trabajadores. El primero, Anthony C. Klotz, profesor de la Escuela de Negocios Mays de la Universidad de Texas A&M. La segunda, su esposa, como bromea Klotz durante una videollamada con El Confidencial: era la única con la que había compartido su sensación de que algo estaba pasando con el trabajo.

No fue hasta mayo de 2021 cuando el psicólogo pronunció las palabras por las que ahora todo el mundo le conoce para un artículo de Bloomberg: “La Gran Renuncia se avecina”. Fueron los meses en que se batieron en EEUU todos los récords de abandono laboral (alrededor de cuatro millones al mes), al mismo tiempo que, paradójicamente, el paro aumentaba. De repente, todo el mundo se puso a hablar de la Gran Renuncia. Algunos hasta lo hicieron.

"Hablar de que quieres dejar tu trabajo ha sido siempre un tabú. No era algo que se soliese hacer. Ya no lo es"

“El término apareció en mi cabeza a finales de 2020, cuando empecé a ver distintas señales”, explica ahora Klotz. El investigador ha pasado su carrera académica investigando por qué la gente deja sus trabajos, pero nunca imaginó que acuñaría el término que define el estado de ánimo de una época. Porque, como recuerda, la Gran Renuncia no es económica, sino psicológica.

PREGUNTA. ¿Pensó alguna vez que el término estaría en boca de todos?

RESPUESTA. No, jamás podría haberme imaginado que 10 meses después seguiríamos hablando de ello, ni que fuese a tener ese impacto. Había hecho entrevistas con periodistas muchas veces, así que tampoco lo pensé mucho cuando dije “se acerca la Gran Renuncia”. Me tomó completamente por sorpresa que se viralizase tan rápido y que generase tantas reacciones. Supongo que capturaba el momento en que se encontraban las empresas americanas.

P. El hecho de que fuese así mostraba que había mucha gente que era consciente del fenómeno, o estaba pensándose dejar el trabajo.

R. Creo que el artículo de Bloomberg y el término conectaron con los sentimientos de la gente. Sabía que estaba ocurriendo algo así porque he dado clase a muchos estudiantes de MBA durante la pandemia, interactúo con muchos trabajadores y empresarios, y, sobre todo, he hablado con mucha gente sobre dejar el trabajo y cómo se sentían en sus empleos. Hablar de que quieres dejar tu trabajo ha sido siempre un tabú. No era algo que se soliese hacer. En los últimos meses, se ha producido un cambio en el que la gente está deseando hablar en voz alta de ello o de que lo pasan mal en su trabajo. Creo que es un cambio importante.

placeholder Muchos de los trabajadores que lo dejan están mal pagados y buscan algo mejor. (EFE/EPA/Etienne Laurent)
Muchos de los trabajadores que lo dejan están mal pagados y buscan algo mejor. (EFE/EPA/Etienne Laurent)

En EEUU, se estaba hablando mucho del retorno a la normalidad y la reapertura de la economía. Y tengo la sensación de que mucha gente sentía que la pandemia los había cambiado como trabajadores, y que no querían volver a lo de antes.

P. ¿Qué es lo que ha cambiado en los motivos por los que la gente lo deja?

R. No creo que hayan cambiado demasiado, con la excepción del teletrabajo. La pandemia aceleró algunas causas preexistentes. El ejemplo más claro es el ‘burnout’. La gente estresada, quemada o agotada ya existía en 2019; la pandemia lo que hizo fue crear aún más ‘burnout’ y extenderlo, lo que generó más renuncias.

Otro buen ejemplo es que, como la pandemia fue un problema de salud pública, provocó que mucha gente se parase a reflexionar en el rol que el trabajo juega en sus vidas. Algunas personas tienen una crisis de la mediana edad en la que se dan cuenta de que no les gustan sus vidas y quieren cambiarlas. La pandemia extendió esa clase de pensamiento y provocó que miles de millones de personas encerradas, ante la posibilidad de morir o enfermar, se preguntasen “¿es esta la clase de vida que quiero llevar?”.

Lo que no existía de manera tan amplia antes de la pandemia era el trabajo remoto y el híbrido. Antes, dejar tu empleo porque querías teletrabajar no era una opción (o dejarlo porque quieres volver a trabajar presencialmente). Antes nunca preguntarías en una entrevista de trabajo, “¿es remoto?”. No era lo habitual. Sin embargo, después de la pandemia, la gente quiere que sus condiciones laborales encajen con su vida.

P. Si la pandemia se acaba, ¿también lo hará la Gran Renuncia?

R. No creo que sea eso lo que produzca el fin de la Gran Renuncia. Creo que este año se va a ralentizar porque las empresas están empezando a reaccionar, aunque sea a un nivel básico. Aquí están subiendo un montón los sueldos. También entre los trabajadores que cobran poco más del sueldo mínimo. Están introduciendo nuevas ventajas para esos empleados, como pagarles para que vuelvan al instituto y se saquen el título. Hay grandes cadenas que han hecho eso, aparte de poder trabajar de forma híbrida o, para los que trabajan de manera presencial, cambiar la oficina para que sea un lugar más seguro y cómodo.

Muchos están malpagados y lo dejan para trabajar en otra tienda por un dólar más

Las empresas, incluso las que son presenciales, están haciendo los trabajos mucho más flexibles: ¿cómo podemos hacer que los horarios beneficien a los trabajadores? Hay empresas que se habían dado cuenta de la Gran Renuncia antes de que hablase de ella, ya estaban anticipando algo así.

P. Una de las paradojas es que, en los mismos meses en que se producía la Gran Renuncia, el paro y la pobreza también aumentaban en EEUU. ¿Solo unos pocos se pueden permitir renunciar?

R. La pandemia no fue solo una crisis sanitaria, también fue una recesión económica. Se despidió a mucha gente que lo pasó mal económicamente. Por eso resulta paradójico que predijese que muchos iban a dejar sus trabajos. Pero gran parte de los abandonos se producen en el trabajo menos remunerado, porque dicen “me voy a ir a la cadena o al restaurante de al lado porque cobro un dólar más a la hora”. Pero también se ve en escalas salariales más altas, trabajadores del conocimiento, profesionales a mitad de carrera o especialistas que buscan puestos y profesiones que ofrezcan una vida con significado y propósito. Por supuesto, a todos los niveles, la gente busca que le paguen más y mejores condiciones. Pero Microsoft acaba de publicar su informe anual de tendencias, donde también cuenta a partir de miles de entrevistas cómo la gente deja su trabajo porque quiere una vida con más significado.

Creo que hay un par de historias aquí. Por un lado, la gente malpagada que quiere sobrevivir o mantener a su familia. Eso es bueno: su sueldo y sus condiciones están mejorando, al mismo tiempo que aumentan la actividad de los sindicatos en algunos de esos sectores y el poder del trabajador para mejorar esas condiciones.

placeholder Trabajadores de Amazon protestan en Times Square (Nueva York). (Reuters/Ahmed Gaber)
Trabajadores de Amazon protestan en Times Square (Nueva York). (Reuters/Ahmed Gaber)

Al mismo tiempo, estamos viendo otra cosa que es un aumento de las prejubilaciones, las parejas con dos sueldos que deciden que uno de los dos se va a quedar en casa o más gente que decide montar su empresa. Aquí es donde entran en juego los privilegios. Hay quien ahorró durante la pandemia que de repente se encontró con el tiempo y el dinero para parar y reflexionar sobre su vida y darse cuenta de que quería hacer otra cosa. Mucha gente se marcha de su empresa para recuperar el control de sus vidas, tener un poco más de autonomía o seguir sus pasiones. Por eso hay dos vertientes. Una es más económica y otra consiste en encontrar tu pasión en la vida.

P. En España, aún no hay datos concluyentes sobre la Gran Renuncia, pero sí hay casos de gente que ha dejado sus trabajos o se plantea hacerlo y que se sintió muy identificada con el término.

R. Hay investigaciones que muestran que la mayoría de nosotros tenemos vocaciones no realizadas, cosas que nos habría gustado hacer o de las que nos habría gustado trabajar. Creo que ahora hay mucha gente que se ha dado cuenta de que lo que hace no tiene nada que ver con aquella vocación y que esta puede ser su última oportunidad.

¿Por qué la Gran Renuncia se convierte en un fenómeno mundial? Porque se empieza a hablar de ello en EEUU. Ha llegado a Reino Unido o Australia, donde un montón de artículos han tratado el tema, pero no hay datos. En la India ha ocurrido algo parecido. Esto plantea una cuestión interesante. Yo no soy economista, yo soy psicólogo, pero los economistas suelen decir que las dimisiones son una señal optimista de que la economía tiene buena salud. Así que sería algo positivo, una muestra de que la economía americana ha salido de la pandemia con fuerza y que la gente tiene confianza en encontrar trabajo.

"Hay mucha gente que deja el trabajo de forma impulsiva y termina siendo más infeliz"

Como psicólogo, no lo suscribo necesariamente, porque creo que es un fenómeno psicológico en naturaleza. La gente busca significado, vocación, escapar del ‘burnout’. Así que si la Gran Renuncia termina siendo solo un fenómeno americano, eso dice mucho sobre nuestra manera insostenible de trabajar. Hay un foro antitrabajo en Reddit que ha generado un montón de seguimiento. También el movimiento ‘lying flat’ en China. Y otros movimientos más grandes que sugieren que en este momento los trabajadores quieren que el trabajo sea parte de su vida y no que su vida sea parte de su trabajo. No quiero recurrir a los estereotipos sobre EEUU y Europa, pero parece que aquí nuestro trabajo define quiénes somos, es nuestra identidad. Yo digo que soy profesor, no digo que soy padre, o que juego el tenis. Durante la pandemia, esa identidad se puso en duda.

Luego está la cultura del ajetreo [‘hustle culture’], que glorifica trabajar siete días a la semana 12 horas al día. Mucha gente lo ve y no quiere vivir así. Obviamente, en Europa también hacéis muchas horas extra, pero no al nivel de EEUU, donde nos vamos de vacaciones y dejamos un mensaje que pone “llámame si necesitas algo”. Son muchas cosas que contribuyen a que llevemos vidas poco satisfactorias a causa de la carga de trabajo.

Un amigo es profesor en Francia y siempre me dice que para ellos el trabajo es parte de su vida. Una herramienta. Por eso lo disfrutan. Trabajan duro, pero hacen muchas otras cosas. Así que no es tan importante volver a la oficina porque siempre fue un medio. Para nosotros, no ir a la oficina era perder todas nuestras conexiones sociales.

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Foto: Texas A&M Division of Marketing & Communications/Billy Smith.

Pero llevar a cabo esa clase de cambio es un gran paso y es arriesgado. Hay mucha gente haciéndolo de forma impulsiva. A veces, cuando cambias de empleo, terminas siendo más infeliz. Así que la pregunta es: ¿va la cultura laboral española a lograr que la gente deje su trabajo en masa? ¿O no, porque la gente tiene un equilibrio mejor entre vida y trabajo?

P. Muchas de las personas que han dejado su trabajo en España están opositando, preparándose para trabajar en el sector público. No creo que sea así en EEUU.

R. EEUU es una sociedad muy individualista, así que buscar tu prosperidad y la de tu familia es lo más importante. Al mismo tiempo, creo que hay muchos que miran su trabajo y se preguntan, “¿tiene algún impacto positivo en el mundo?”. En algunos casos, la respuesta es sí, pero en otros es más bien “no sé el propósito de lo que hago cada día”. Así que muchos deciden cambiar, ya sea en el sector público o en organizaciones sin ánimo de lucro. Pero no creo que aquí ocurra al mismo nivel que en España.

P. Hay quien mantiene que la Gran Renuncia no habría ocurrido con la generación ‘baby boomer’, que es una cuestión de ‘millennials’. ¿Hay una diferencia generacional?

R. Soy muy escéptico con las comparaciones entre generaciones, excepto en esos contados estudios que comparan a las mismas personas de una generación 25 años más tarde. Todo el mundo me pregunta “son los ‘millennials’ y la generación Z los que está causando esto, ¿verdad?’’. Y aunque no estudié a los ‘baby boomers’ en los sesenta y en los setenta, había movimientos parecidos y un descontento con el estado de las cosas. Lo que ha cambiado es la tecnología, la gente que lo deja por TikTok o mandando un mensaje a sus jefes. Pero siempre hay quien ha quemado los puentes cuando se marcha de la empresa, y otros que lo hacen de forma más elegante.

Otra cosa importante es que al menos en EEUU, en los años sesenta y setenta, las empresas ofrecían muchas mejores condiciones a largo plazo que hoy, y los despidos eran menos comunes. Hay quien dice que los jóvenes ya no quieren trabajar, pero si hablas con los jóvenes, te dirán que ellos tampoco reciben de las empresas lo mismo que en el pasado. Los contratos indefinidos, los planes de pensiones y los sindicatos fuertes han desaparecido.

"Muchos se han dado cuenta después de 20 años en la misma empresa de que no aguantan más"

Es tentador pensar que es algo generacional. Cuando doy conferencias con un público de mayor edad, el tema sale rápido. Pero también he recibido muchos correos de trabajadores mayores que han tenido epifanías durante la pandemia y me decían que después de trabajar 20 años en la misma empresa se han dado cuenta de que no merecía la pena, y me pedían consejo para empalmar con la jubilación porque ya no aguantaban hacer lo que hacían.

Creo que los trabajadores deberían pensarlo bien y con calma antes de dejar su trabajo, porque algunos lo están haciendo de forma impulsiva. Al mismo tiempo, muchos de esos empleados dicen que al empezar la pandemia a sus empresas no les tembló el pulso al despedirlos o mandarlos al ERTE. La lealtad tiene que ser recíproca.

P. ¿Es el momento de parar y replantearnos, tanto las empresas como los trabajadores, qué estamos haciendo con nuestros trabajos?

R. Sí, creo que es un gran momento para preguntarnos sobre la sostenibilidad de la cultura laboral que existía antes de la pandemia. Podemos probar cosas distintas, como la semana de cuatro días, que es uno de los mejores ejemplos de cómo se pueden cuestionar los axiomas de la vieja cultura laboral. Ahora cumplimos dos años de pandemia, así que es un buen momento para aprovechar este espacio liminal para hacer cambios, para que el mundo de 2024 sea más sostenible, inclusivo y beneficioso para el bienestar de los trabajadores. En eso están de acuerdo muchos trabajadores y líderes organizativos. No digo todos, pero creo que a medida que la pandemia afloja, podemos recoger lo que hemos aprendido.

Durante más de un año, antes de que se convirtiese en el término de moda, solo dos personas habían oído hablar de la Gran Renuncia, ‘the Great Resignation’, el abandono en masa de sus puestos de millones de trabajadores. El primero, Anthony C. Klotz, profesor de la Escuela de Negocios Mays de la Universidad de Texas A&M. La segunda, su esposa, como bromea Klotz durante una videollamada con El Confidencial: era la única con la que había compartido su sensación de que algo estaba pasando con el trabajo.

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