Es noticia
Cuando los españoles les dábamos (hace no tanto) la espalda a los ucranianos
  1. España
EL LIMBO DE LOS IRREGULARES

Cuando los españoles les dábamos (hace no tanto) la espalda a los ucranianos

El número de irregulares se ha doblado en nuestro país desde 2014, con el inicio del conflicto. Ante la falta de regularizaciones, los inmigrantes sin papeles aumentan sin parar

Foto: Vlasta lleva tres años instalada en España. (Cedida)
Vlasta lleva tres años instalada en España. (Cedida)

Vlasta atiende al teléfono recién llegada desde la frontera polaca, adonde viajó hace unos días para recoger a sus padres y traérselos a Málaga, donde reside desde hace tres años. "Todo el tiempo del covid", matiza mientas se le escapa una risa entre nerviosa y triste que rebrota cada vez que habla de todo lo que le ha ocurrido en los últimos años. Su casa ya no existe, su calle ya no existe. Járkov, su ciudad, está destruida.

Su familia ahora emprenderá la segunda parte de su odisea, que no será más fácil. "Todo está fatal, pero aquí tampoco sabes, hay mucha gente que quiere papeles pero no sabe cómo". Este jueves, aún no sabía exactamente ni cómo, ni cuándo ni de qué manera su familia se podrá acoger a la regularización extraordinaria de refugiados ucranianos aprobada el martes por el Consejo de Ministros. Desconfía, porque en todo este tiempo solo ha recibido negativas. Encontrar una cita libre en las oficinas de Extranjería es un milagro.

Le negaron la solicitud en febrero: "Este año no le han dado a nadie"

No es la única. Desde 2014, el número de ucranianos en situación irregular en nuestro país se ha doblado. La estimación entonces era de 5.447 migrantes, hoy es de 11.501. Muchos de ellos (1.475) son niños, la mayoría tienen entre 25 y 40 años. Uno de cada tres es menor de 10. Vlasta tiene dos hijos, uno de 16 y otro de 17, y vive en el sur con su hermana y su hijo. Está muy agradecida a España, pero lamenta la lentitud y complejidad de la burocracia. "Es mejor eso que morir en Ucrania, pero todavía no sé cómo funcionan las cosas en España".

Hace tres años que solicitó protección internacional, explica, pero no ha llegado a regularizar su posición. La última vez que le fue negada fue hace apenas un mes, en febrero. "Dos años antes, España daba muchos, pero este año, en enero y febrero, nos han rechazado a todos los refugiados". Durante todo este tiempo, nuestro país ha rechazado la mayoría de solicitudes de ucranianos.

placeholder Un voluntario trabaja en la nave de 1.800 metros cuadrados gestionada por el Banco de los Alimentos. (EFE/Quique García)
Un voluntario trabaja en la nave de 1.800 metros cuadrados gestionada por el Banco de los Alimentos. (EFE/Quique García)

Vlasta sufre fibromialgia y es profesora de inglés, pero al no poder homologar su título, ha engrosado las filas más concurridas, la de las mujeres que son "cuidadoras o limpiadoras, muchos ucranianos han trabajado como internos pero por poco dinero y sin contrato". El primer año todo fue bien porque pudo terminar cuarto de la ESO, estudiar español y vivir en centros de la Cruz Roja, pero entonces llegó el covid y se encontró con que "no había trabajo ni para españoles".

Uno de los problemas de no poder regularizar su situación es que abre la puerta al abuso por parte de los contratadores. "Es horrible, horrible, en España puedes vivir sin papeles tres años y que te hagan un precontrato, pero algunos españoles te engañan porque dicen que no te hacen contrato porque tienen que pagar impuestos", explica. "Hay mucha gente que se aprovecha de los que viven aquí y trabajan en negro, pero luego no les quieren hacer un contrato oficial".

"Antes pensaban que éramos buenos trabajadores, de repente nos apoyan"

El colegio tampoco ha sido fácil para su familia. Son rusófonos, lo que ha generado a su sobrino problemas de 'bullying'. Ya había tenido que cambiar de colegio por acoso escolar. Pero de la noche a la mañana, la actitud de los españoles ha cambiado. "Antes los españoles nos veían como buenos trabajadores", explica. "Ahora muchos nos apoyan, tuvimos que ir a urgencias y nos dieron muchas palabras de apoyo y nos deseaban la paz". Pero no siempre fue tan fácil.

El 'boom' irregular

Hasta cierto punto, Vlasta ha tenido suerte, porque aunque el pasado jueves aún no tenía novedades de su regularización, la maquinaria se ha puesto rápidamente en marcha debido a la invasión rusa. No ocurre lo mismo con los alrededor de medio millón de migrantes de todos los países que viven en situación irregular en España, como muestra el informe 'EsencialES', de la Fundación PorCausa. La cifra no ha hecho más que crecer en los últimos años: hoy, en torno al 14% de los inmigrantes en España son irregulares.

"El de Ucrania es un buen ejemplo porque muestra que cuando se quiere, se puede", explica Gonzalo Fanjul, coautor del informe junto a Ismael Gálvez. "A partir de 2014, muchos podían acogerse a la protección internacional como gente que huía de un conflicto, pero se les mantuvo en la irregularidad igual que a otras personas que vienen de zonas en conflicto en África Occidental u Oriental".

Desde que España comenzó a recibir inmigración de manera masiva en los años noventa, cada pocos años se producían diversas olas de regularización que reducían sensiblemente los números. Tanto el PP como el PSOE pusieron en marcha desde los años ochenta diversos programas para regularizar inmigrantes, el más importante de los cuales, el del Gobierno Zapatero de 2005, regularizó a medio millón. Una cifra semejante a la que existe hoy.

La irregularidad supone a España un coste anual de entre 2.200 y 2.400 euros por inmigrante

En los últimos años, el proceso se ha parado, a pesar de que desde 2013 la cifra haya aumentado hasta casi llegar a los niveles de 2005. Ni siquiera en 2020, con la pandemia, se aprovechó la oportunidad, como sí hicieron países como Italia o Portugal, de reconocer el trabajo de los migrantes, más allá de lo que los autores describen como "tímidas regularizaciones en el sector agrícola". La campaña ESencialES promueve una iniciativa legislativa popular (ILP) para que se discuta en el Congreso una nueva regularización. Su objetivo, llegar a las 500.000 firmas.

El informe explica con datos por qué la regularización de inmigrantes les beneficia tanto a ellos como a la sociedad española en su conjunto. Según sus cálculos, la irregularidad supone al Estado español un coste anual de entre 2.200 y 2.400 euros por inmigrante, y la regularización, una aportación fiscal media por migrante de 3.500 euros. Javier Vázquez-Grenno y Joan Monrás ya calcularon que la regularización de 2005 había supuesto un aumento de ingresos de entre 4.000 y 5.000 euros por inmigrante.

Como recuerda Fanjul, para un Gobierno es complicado explicar regularizaciones de este tipo "porque es reconocer a la población que no controlas tus propias fronteras". Se trata, además, de un tema "políticamente radiactivo". Aunque el tiempo suela dar la razón a estos programas, en el corto plazo es muy dañino electoralmente.

placeholder Vlasta está muy agradecida a los españoles. (Cedida)
Vlasta está muy agradecida a los españoles. (Cedida)

Para Fanjul, todas las razones, económicas o morales, son válidas para defenderlas, ya que "es un debate que se va a ganar por el centro". "El votante de Ciudadanos, de parte del PSOE y de la parte más liberal del PP entiende muy bien que España tiene una necesidad clamorosa de talento". Las razones expuestas son tanto morales como fiscales o demográficas: ellos son los que van a contribuir a pagar tus pensiones.

Así es el inmigrante irregular hoy

El estereotipo del inmigrante irregular es un africano "saltando la valla o en cayuco", como sintetiza Fanjul, pero la realidad es diferente. La migración africana supone un porcentaje relativamente pequeño del total de los irregulares: tan solo un 11%. Si el inmigrante irregular tuviese que dibujarse con un único retrato, este sería el de una mujer latinoamericana joven que trabaja como cuidadora, probablemente con largas jornadas, poco descanso y un sueldo por debajo del salario mínimo interprofesional.

Muchos entran desde Colombia como turistas y se quedan a probar suerte

"Es la gente que cuida de nuestros padres o de nuestros hijos, o sus compañeros del colegio", explica Fanjul. "Una realidad más cotidiana, menos espectacular, pero por eso quizá más aterradora". Es el caso de Natalia, una de las historias que recoge el informe. La chilena llegó a España en 2015 y tardó cuatro años en regularizarse. En todo ese tiempo, vivió de albergue en albergue y de hostal en hostal. Su hijo, Gabriel, tiene trastorno del espectro autista y tiene que compartir cama con su hermano menor, de cuatro años: "En el futuro, me gustaría tener un piso. Con una habitación para mi madre, otra para mí y otra para mi hermano. Y un baño. Me gustaría tener mi propio espacio", explica.

En concreto, siete de cada 10 inmigrantes irregulares provienen de América Central y del Sur. Una cuarta parte, de Colombia. Honduras (con menos de 10 millones de habitantes) aporta cada vez más migrantes. Es el país con una mayor tasa de irregularidad, con 79.773 irregulares sobre 130.119. Sin embargo, el país con un peso cada vez mayor es Colombia (un 32% más), mientras Venezuela baja (un 73% menos), debido al aumento de los permisos de residencia.

"Colombia ejemplifica bien los flujos mixtos", explica. “No es gente que huya de una guerra en el sentido estricto, pero el conflicto o la inseguridad extrema pesan mucho a la hora de emprender un proyecto de migración económica. Su contexto es hostil”. A menudo, entran en España como turistas, o con permisos de trabajo y de estudios, y se quedan para “probar suerte”.

La mayoría de los irregulares trabaja en los sectores del hogar (27%) y de la hostelería (24%). Se concentran en las ciudades, porque les permiten más oportunidades laborales y contar con redes de apoyo. Cataluña y Madrid reúnen más de la mitad, pero la regularización les permitiría distribuirse por toda España con más facilidad.

El futuro

Si no se hace nada, la situación solo irá a más. Incluso durante los años de la pandemia, la inmigración irregular ha seguido aumentando; un 16% tan solo en el último año. La explicación más habitual suele escudarse detrás de la cautela de la Unión Europea, pero los programas de regularización son de competencia estatal. Según los cálculos de un reciente informe realizado junto a More In Common, alrededor de un 70% de los españoles aprobaría otra regularización masiva. “El espectro ideológico es sorprendentemente amplio”, concluye Fanjul.

"¿Volver? Mi casa y mi calle ya no existen"

Vlasta ni siquiera se plantea la posibilidad de volver. “¿Dónde? Mi casa ya no existe, mi calle tampoco”, explica una vez más con su risa nerviosa. Uno de sus hijos tiene 17 años, por lo que si tuviese que volver a su país probablemente se vería obligado más pronto que tarde a agarrar un arma. Pero confía en que no será así. Su vida está en España, ahora acompañada por sus padres. Como ella, miles de ucranianos anhelan regularizar su situación para poder mejorar sus condiciones de vida, encontrar un trabajo con contrato o aspirar a un alquiler.

Sobre todo, poder olvidarse por fin de tener que pensar continuamente qué van a comer al día siguiente. “Estamos vivos, que es lo importante”, concluye, pero deja una puerta abierta a la duda. “Aunque tengamos permiso, ¿dónde trabajaremos si ni siquiera los españoles tienen trabajo? Con toda la gente que va a venir de Ucrania, va a ser aún peor”. Y antes de colgar, le pide al periodista que refleje su última petición: “Por favor, es muy importante que los españoles entendáis que las familias rusas no tienen culpa de la guerra, es cosa de los políticos”.

Vlasta atiende al teléfono recién llegada desde la frontera polaca, adonde viajó hace unos días para recoger a sus padres y traérselos a Málaga, donde reside desde hace tres años. "Todo el tiempo del covid", matiza mientas se le escapa una risa entre nerviosa y triste que rebrota cada vez que habla de todo lo que le ha ocurrido en los últimos años. Su casa ya no existe, su calle ya no existe. Járkov, su ciudad, está destruida.

Ucrania Internacional Unión Europea
El redactor recomienda