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"Necesitamos una política proactiva de inmigración para pagar las pensiones"
  1. Economía
IGNACIO CONDE-RUIZ, CATEDRÁTICO DE LA UCM

"Necesitamos una política proactiva de inmigración para pagar las pensiones"

La última reforma de las pensiones entrará en vigor el próximo 1 de enero. Saldrá adelante con el bloque de Gobierno, pero muchos expertos la han cuestionado porque supone una patada hacia adelante

Foto: Foto: Jesús Hellín.
Foto: Jesús Hellín.

Ignacio Conde-Ruiz es catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad Complutense y subdirector de Fedea. Pero es, además, uno de los mayores expertos del país en pensiones. En un debate muy polarizado entre quienes buscan un sistema de capitalización y quienes rechazan cualquier sistema complementario, mantiene una posición equilibrada. Es muy crítico con la reforma impulsada por el Gobierno. En su opinión, porque se ha dado, como en el rugby, una patada hacia adelante. En lugar de mirar a lo que será el sistema en las próximos 20 o 30 años se ha optado por pensar a corto plazo. El viejo cortoplacismo que asola la política española.

PREGUNTA. Por lo que ha escrito en las últimas semanas no parece que le guste mucho la reforma de las pensiones pactada entre el Gobierno y las centrales sindicales UGT y CCOO.

RESPUESTA. El primer problema es que la reforma, en esta primera fase, hace lo que todo el mundo quiere oír, por ejemplo que las pensiones no pierdan poder adquisitivo, y eso yo lo he defendido en libros y en artículos de prensa. ¿Por qué? Porque cuando un jubilado accede a la pensión no sabe cuánto va a vivir, y si ve cómo con su renta puede comprar menos cosas, es una angustia innecesaria, porque ya no tiene margen de maniobra para compensar esa caída. Lo que ha pasado, en mi opinión, es que no se entendió la reforma de 2013. Lo que decía aquella reforma era que había que mantener una restricción presupuestaria a lo largo de un ciclo económico, pero no impedía que se pudieran actualizar las pensiones como el IPC.

P. ¿Qué ha fallado en su opinión?

R. Para que subieran como el IPC real habría que haberle dado más ingresos al sistema. Los economistas sabemos que siempre hay restricciones presupuestarias. Lo que más disgusto me ha producido es que no existen mecanismos compensatorios para avalar la subida como la inflación, cuando el déficit estructural se sitúa hoy en torno al 3% de PIB. Dicho de otra manera, se ha buscado la suficiencia, pero no la sostenibilidad. Lo lógico es que hubiera ido todo en un paquete conjunto. Me pregunto, ¿qué tendrá que ofrecer el siguiente Gobierno o en la siguiente ronda de negociación para garantizar la sostenibilidad?, ¿bajadas de pensiones, alargar la edad de jubilación? Todo muy impopular. Hubiera sido mejor una negociación conjunta con medidas populares, las que garantizan la suficiencia, y otras impopulares, las que garantizan la sostenibilidad. Por otro lado, quitar el Factor de Sostenibilidad ha sido un error gravísimo porque era realmente un elemento de equidad intergeneracional. Lo que decía el Factor de Sostenibilidad era que si los futuros pensionistas van a vivir más años pero trabajan los mismos años que los actuales, lo lógico es que cobren algo menos cada año cuando se jubilen para percibir el mismo montante global. Pero siempre podrían evitar que cayera su pensión alargando la edad de jubilación. Eso ya se acordó en la reforma de 2011. Yo pensaba que lo que harían sería sustituir el factor de sostenibilidad que afectaba directamente a la pensión, por otro donde se tocaran los parámetros del modelo que determinan dicha pensión (como la edad de jubilación, periodo de computo, etc.). Sería algo equivalente, y estaría en línea con lo acordado en el seno del diálogo social en 2011. Sustituirlo por una subida de cotizaciones es una medida en la dirección equivocada y va en detrimento de los jóvenes a quien supuestamente se pretende ayudar.

P. Para garantizar la sostenibilidad hay que actuar más sobre los gastos o sobre los ingresos…

R. En mi opción habría que actuar en distintas dimensiones. Tendría que ser una reforma equilibrada donde el coste de la adaptación del sistema a la nueva realidad demográfica se repartiera entre las distintas generaciones. No debemos olvidar que esto se hace por una buena noticia: y es que la gente vive por más tiempo y las longevidad no para de subir. Si la gente muriera como antes, el sistema de pensiones sería perfectamente sostenible. Por eso me molesta que se quiera meter a los 'baby boomers' en la ecuación. Si ellos se murieran como las generaciones anteriores, el problema sería mucho mas manejable. El problema para la sostenibilidad, que no para el jubilado, es el aumento de la longevidad. Yo actuaría en tres direcciones. La primera, respetar los derechos de las personas que están ya en alta pues ya no tienen margen para adaptarse a los cambios. Su pensión debería estar blindada en la capacidad de compra, salvo, quizá en situaciones de crisis extrema, pero no de forma continuada. Para el resto de las generaciones, habría que avanzar hacia una jubilación flexible. Es decir, sus pensiones deberán ser más bajas en el alta, pero permitiendo que puedan evitar dicha caída si alargan la edad de jubilación. Pero, como digo, hacerlo de forma flexible. Primero no tiene sentido que todas las profesiones tengan el mismo sistema de jubilación. No puede ser que alguien que tiene un empleo muy físico se jubile al mismo tiempo que alguien que no lo tiene. Una persona con edad avanzada no puede subirse a un andamio, o entrar en un incendio. La segunda, tener en cuenta la salud, aunque la longevidad está aumentando en media, no lo hace de la misma forma para todas las personas. Alguien que tiene problemas de salud tiene derecho a un esquema de jubilación distinto de quien no lo tiene. Y en tercer lugar, y es lo más importante, no tiene sentido que de la noche a la mañana se pase de trabajar 40 horas a la semana a cero. No tiene sentido. La salida tiene que ser gradual: primero 30 horas, luego, 20…, luego, 10… Para eso el sistema tiene que ser muy flexible y permitir o compatibilizar percibir una pensión y trabajar. Y esto se hace mejor con un sistema de reparto con cuentas nocionales o virtuales.

"¿Qué tendrá que ofrecer el siguiente que proponga una reforma de las pensiones? ¿Recortes? No se ha buscado la sostenibilidad"

P. Flexible y, supongo, con buenos incentivos. Hasta ahora siempre han fracasado. ¿Cómo lo resuelve el sistema de cuentas nocionales?

R. Ahora, cuando quieres saber cuánto te corresponde de pensión, te preguntan cuánto tiempo has cotizado, cuántos años tienes, por qué bases…, hay fórmulas muy complejas que son difíciles de entender. Por el contrario, un sistema de cuentas nocionales, que sigue siendo de reparto, es decir, todo lo que se recauda se destina a los jubilados actuales, te dice exactamente cuánto se ha cotizado a lo largo de la vida laboral. Por ejemplo, 200.000 euros. El Estado, entonces, te dice: usted se puede jubilar cuando quiera, pero sepa que si quiere cobrar más tiempo la pensión va a ser más baja. Es decir, la persona decide. Como si quisiera trabajar al 50%.

P. Eso no es avanzar hacia un sistema de capitalización. La Seguridad Social pierde, de alguna manera, su carácter solidario. Se individualiza.

R. A ver, tiene una característica de un sistema de capitalización, y es que sabes en cada momento de tiempo cuánto has cotizado, pero no tiene nada que ver. Pues no se mete en Bolsa o se compra deuda publica. Es un sistema nocional, o virtual, como se prefiera, en el que se anotan las contribuciones, pero se destina, como en los sistemas de reparto a pagar a los actuales jubilados. Además, es compatible con una pensión mínima y máxima para garantizar cierto grado de redistribución intrageneracional. Sería positivo, además, porque muchos autónomos que ven las cotizaciones como un impuesto, y no lo son, y de esta manera se les podría decir: usted cotice por lo que quiera, pero que sepa que cuando llegue a la edad de jubilación usted tendrá una pensión muy reducida pues lo que ha cotizado es muy poco. Habrá un incentivo a cotizar. Pero no tiene nada que ver con un sistema de capitalización, porque en estos sistemas cada generación se lo guisa y se lo come. Los sistemas de reparto son superiores frente a los shocks agregados o macroeconómicos, pues siempre hay varias generaciones garantizando el sistema y no solo una como en los de capitalización. Por ejemplo, hasta en los años 30, en Estados Unidos solo había sistemas de capitalización, pero tras el crash bursátil de 1929 todos los jubilados se quedaron sin ahorros. Pero se puso en marcha un sistema de reparto, el "pay as you go", que regaló las pensiones a la primera generación que se arruinó en el 29. En el siglo XXI tiene que haber un sistema de reparto, que sea el primer pilar, el fundamental, pero también uno complementario, de capitalización. Un sistema mixto, siendo el pilar fundamental el de reparto, seria lo más eficiente. Un sistema de reparto te permite invertir en el capital humano, y uno de capitalización en el capital físico.

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Foto: Jesús Hellín.

P. Habida cuenta de que el Estado, con impuestos, hace cada vez más aportaciones para sostener el sistema de pensiones, la deuda de la Seguridad Social ya supera los 90.000 millones de euros, no se está produciendo un cambio del modelo por la puerta de atrás. Pasando de un sistema Bismarck, es decir, contributivo, a otro Beveridge, de carácter asistencial.

R. Esto que dice me tiene preocupado desde hace mucho tiempo: caminar de un sistema contributivo a otro asistencial y hacerlo por la puerta de atrás. El parlamento tiene legitimidad para que se haga después de un debate. Y es verdad que ese riesgo existe traspasándole recursos a la Seguridad Social de forma, a mi entender, poco transparente. Yo tengo un artículo que publiqué con Clara González en el que simplemente lo que hacíamos era dejar congelada la pensión máxima y aumentar las cotizaciones con la productividad, eso te transforma un sistema bismarckiano, como el español, en uno asistencial. Lo que tiene que entender la gente es que los sistemas son distintos. El sistema Beveridge está más implantado en los países anglosajones, y se basa en garantizar un mínimo de subsistencia. La ventaja que tienen es que demanda menos cotizaciones sociales porque las pensiones son más bajas.

"Hay que avanzar hacia una jubilación más flexible, no tiene sentido que todas las profesiones se jubilen a la misma edad"

P. Y así se favorece el empleo…

R. Favoreces el empleo y al mismo tiempo le estás dando margen al trabajador para complementar su pensión. Ahora mismo, cada trabajador está destinando un 29% de su salario a su pensión. Si estuviéramos en un sistema tipo Beveridge debería ser el 15%, y ese otro 15% que hoy dicen que lo pagan las empresas, pero no deja de ser parte del salario, el trabajador lo metería en un sistema de capitalización. El problema de hacerlo por la puerta de atrás es que van a hacer un sistema asistencial con altas cotizaciones y no hay margen para el ahorro para quienes tienen una pensión superior. El modelo Bismarck, cuando nació, prescindía del ahorro porque cuando el trabajador se jubilaba prácticamente se le garantizaba el 100% de la tasa de reemplazo. Y, claro, estaban pensados para una demografía que no es la que tenemos ahora.

P. ¿Habría que destopar las cotizaciones máximas para aumentar los ingresos?

R. Si se destopan las cotizaciones también habría que hacerlo con la pensión máxima. Si no lo haces, estás transformando el sistema contributivo en uno asistencial. En Italia, las cotizaciones están destopadas, pero la pensión máxima es más de 6.000 euros y aquí, 2.700. Es por eso por lo que no lo soluciona, lo que ganas por un lado lo pierdes por el otro si se mantiene la contributividad. Ahora bien, si lo quieres hacer como mecanismo de sostenibilidad para tener menos déficit, simplemente lo que estás haciendo es impedir a las clases medias poder ahorrar porque estás imponiendo unas cotizaciones muy altas para recibir unas pensiones muy bajas.

P. ¿Qué le parecen las guerras generacionales a cuenta de las pensiones? Es como si no se atacaran los problemas de fondo y se echaran las culpas unos y otros.

R. Esta es una de las consecuencias de haber sustituido el factor de sostenibilidad por una subida de cotizaciones. Lo que más me entristece es que muchos de los que lo han acordado dicen que lo hacen por los jóvenes. Me parece muy injusto. Te voy a poner un ejemplo. Un día mi hija estaba haciendo pirámides de población y vio, lógicamente, que la pirámide estaba cada vez más invertida. Y le dije en plan provocador: mira, hija mía, dos colegas y yo estamos ahora pagando la pensión del abuelo, pero cuando yo esté jubilado, media amiga tuya y tú, me vais a pagar a mí la misma pensión que al abuelo. Y me vais a pagar exactamente la misma pensión aunque mi generación va a vivir por mas años que la del abuelo. Y me dice: 'Eso que te lo has creído tu. Si somos uno y medio no vamos a pagar lo mismo que pagáis ahora entre tres, trabajarás por más tiempo o te tendremos que bajar la pensión'. Y yo le dije, 'pues no va a ser así pues así lo acaba de aprobar el Parlamento de hoy'. En el fondo, todos sabemos que esto no va a ocurrir, y que el sistema se acabará reformando para hacerlo pagable por las futuras generaciones. Esto es lo que está ocurriendo en todos los países y es lo que ocurrirá en España.

"La señal que se ha emitido con la reforma a los jóvenes es decirles: vais a pagar más cotizaciones y si es necesario subiremos los impuestos"

P. ¿Qué dicen los jóvenes cuando lo comenta en la Universidad?

R. Flipan. Cuando yo lo explico en clase, los estudiantes flipan. A mí de qué me sirve un sistema de reparto si la siguiente generación va a romper este contrato entre generaciones. La señal que se ha emitido ahora con la reforma a los jóvenes es decirles: vais a pagar más cotizaciones y si es necesario subiremos los impuestos. Lo que van conseguir con la reforma es que la próxima será más injusta y con menos periodo de transición. Será mucho peor socialmente. Lo que me molesta es que la clase dirigente, y me da igual el partido que sea, está pensando en los próximos dos o tres años y están retrasando la reforma, y cuando llegue, que será inevitable, será mucho más injusta para todo el mundo. Los actuales dirigentes ya estarán con su pensión y les podremos preguntar: ¿usted por qué no tomó las medidas adecuadas con tiempo suficiente para que no sea tan dramático? Lo que te estás jugando es la transición para que la siguiente reforma no sea tan dura.

P. Se ha dado un patada hacia adelante, quiere decir.

R. Llevamos mucho tiempo dando patadas hacia adelante. Los jóvenes tienen que hacer pagables las pensiones, y me entristece mucho que se diga que es por ellos cuando tendrías que hacer todo lo contrario. Con un déficit público estructural de más del 5% y una deuda del 120%, a lo mejor ahora no es el momento de subir las pensiones como el IPC. Vamos a ahorrarlo y vamos a invertir más, por ejemplo, en educación, en vivienda... Nadie se lo plantea porque perdería las elecciones. Se suben las cotizaciones, pero para recaudar 2.000 millones al año, cuando el problema es de 45.000 millones. Y dicen… lo revisaremos en 2032, pero si ya sabemos lo que pasará entonces. Y luego está lo de la rentabilidad. Si a mí se me garantiza que el dinero que se obtenga tiene una rentabilidad del 7% anual, creo que tenemos solucionado el problema. Entonces pediría que no me retengan de forma adicional 0,6 puntos de mis cotizaciones, sino cinco puntos.

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Foto: Jesús Hellín.

P. No existe demasiado alarmismo sobre las pensiones. Estoy seguro que si nos ponemos a preguntar de forma aleatoria un gran número de personas diría que el sistema está quebrado o que no cobrará cuando se jubile, o muy poco.

R. Las pensiones se van a pagar siempre que haya una generación trabajando. Somos sociedades con un Estado de bienestar y no se va a dejar a los mayores muriéndose de hambre. Pero sí van a ser distintas, y eso es lo que hay que dejar ver. El sueño hippy de vivir de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos está bien, pero sabemos que esto no va a ocurrir. Si me jubilo a los 60 años y me muero a los 100, algo cada vez más habitual, es que me quedan 40 años. La aritmética es muy tozuda. Lo sabe la gente, y por eso hay pesimismo. Claro que los políticos saben lo que hay que hacer, pero tiene que hacerlo compatible con ser elegidos, y ese es el problema. Cuando un partido dice una cosa sensata, quien saca provecho es la oposición, y viceversa, cuando llega al poder cambian los papeles. Creo que para dar una respuesta al problema de las pensiones, como a otros asuntos, los dos grandes partidos deben ponerse de acuerdo.

"La demografía lo es todo. Sin inmigrantes no salen las cuentas. Lo que se ha hecho es pasar a los jóvenes por la cara cinco puntos de déficit"

P. Habría que aumentar el periodo de cálculo de las pensiones a toda la vida laboral?

R. Esta ha sido la tradición española. Cuando hablo con mi amigo Joaquín Almunia [exministro de Trabajo con Felipe González] siempre recordamos cómo en los años 80 se compraban las pensiones, pues en aquel momento el periodo de calculo eran los dos últimos años. A pesar del gran rechazo social, con huelgas y movilizaciones, se subió el periodo de cálculo de dos a ocho años y se consiguió dar sostenibilidad a un sistema. Aquella fue una buena reforma, como ahora reconocen muchos de quienes se opusieron. En los noventa se subió de ocho a quince años, y en 2011, que en mi opinión es la segunda gran reforma, y se hizo con acuerdo social, se siguió aumentando de 15 a 25, además de prolongar la edad legal de jubilación de 65 a 67. Ahora, creo, que le tocaría avanzar hacia a toda la vida laboral. Si se hiciera, esto nos situaría en una posición privilegiada para transitar hacia un sistema de cuentas nocionales, que como he dicho anteriormente sería el camino natural de un sistema como el español para garantizar su sostenibilidad.

P. Muchos estudios han revelado que se recortarían las pensiones teniendo en cuenta toda la vida laboral.

R. Eso me molesta mucho. Hoy en día no está claro que te vaya a ir mejor al final de la vida laboral que al principio. Sería una reforma muy razonable y estaría en la tradición española.

P. Los sindicatos suelen quitar hierro al problema de las pensiones porque el gasto respecto del PIB es todavía inferior a la media de la UE.

R. Inferior no es, entre otras cosas porque en la UE existen sistemas tipo Beveridge que garantizan una pensión asistencial. Es verdad que en España todavía no hemos llegado al pico, pero se compara cuando en España los 'baby boomers', frente a Alemania o Italia, llegaron más tarde, y, por lo tanto, se jubilarán después. El gasto es menor porque otros países ya tienen encima a sus 'baby boomers' porque ya están jubilándose. Nosotros los tendremos dentro de unos años. Cuando haces proyecciones te das cuenta que en 2050 se puede llegar al 16-17%, que son niveles muy elevados.

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Foto: Jesús Hellín.

P. ¿Es la inmigración la solución para ensanchar la población ocupada?

R. Si quitas el factor de sostenibilidad y subes las pensiones como el IPC, el gasto en pensiones te va a aumentar 4,2 puntos de PIB al año. Y esto lo estás haciendo con escenarios demográficos que suponen que en los próximos 30 años van a entrar entre 7,5 y 10 millones de inmigrantes. Escrivá, cuando estaba en la AIReF, incluso, calculó más. Sin inmigrantes el problema es inabarcable. Deberíamos estar pensando ya en una política proactiva de atracción de inmigrantes para pagar las pensiones. Ir a buscar a los que necesitamos y no esperar a que lleguen. Buscando cualificación. La demografía lo es todo. Y si no vienen inmigrantes no salen las cuentas. Somos una sociedad que va a envejecer de forma muy acelerada, pues tenemos una de las expectativas de vida más altas del mundo y una de las tasas de fecundidad más bajas. Estas últimas, por un mercado laboral muy precario que dificulta mucho el desarrollo personal de los jóvenes. Nuevamente, los jóvenes los grandes olvidados.

P. ¿Habría que obligar a las empresas a aportar a un fondo de pensiones colectivo una parte de sus beneficios para así poder mejorar los sistemas complementarios, como en Reino Unido?

R. Es una buena idea. Si la empresa es grande, ella misma gestionaría los fondos, y si es pequeña o se trata de un autónomo sería el Estado, aunque pudiera pedir la colaboración a gestoras privadas. Desde luego es mejor que aumentar las cotizaciones de forma ridícula, y que no va a servir para nada. Eso serviría para hacer una cuenta individual que sería el germen de un nuevo sistema de capitalización que serviría para complementar el sistema de reparto, que como he dicho debería seguir siendo el pilar fundamental. Además yo lo haría como en el Reino Unido, es decir retiraría varios puntos de salario a todos los trabajadores y se lo metería en una cuenta de ahorro individual con muy bajas comisiones. Pero permitiría al trabajador poder pedir que no se lo retengan y devolverle lo retenido. La experiencia nos dice que los trabajadores, aunque tienen libertad para retirarlo, pues no lo hacen. Para animas a los jóvenes, les permitiría utilizar estos fondos individuales para formación o reciclaje profesional.

Ignacio Conde-Ruiz es catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad Complutense y subdirector de Fedea. Pero es, además, uno de los mayores expertos del país en pensiones. En un debate muy polarizado entre quienes buscan un sistema de capitalización y quienes rechazan cualquier sistema complementario, mantiene una posición equilibrada. Es muy crítico con la reforma impulsada por el Gobierno. En su opinión, porque se ha dado, como en el rugby, una patada hacia adelante. En lugar de mirar a lo que será el sistema en las próximos 20 o 30 años se ha optado por pensar a corto plazo. El viejo cortoplacismo que asola la política española.

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